
Bueno, isla maldita y tal. Cinco chicharros a los chicharreros, y porque anduvimos algo despistados. Si llega a ser una «isla propicia» les habríamos metido quince, supongo. Oltra planteó un partido muy ofensivo, con el Tenerife atacando sin complejos e incluso alcanzando regularmente la portería de Casillas. Por desgracia para ellos se encontraron con el Madrid más lúcido en ataque de los últimos tiempos: los automatismos adquiridos antes del maldito parón invernal volvieron a hacer acto de presencia, aumentando notablemente nuestra producción ofensiva. Destacable en esa faceta Marcelo, a quien se puede atribuir enteramente la jugada del primer gol. Aunque no lo veréis en la repeticiones, la acción se inicia con una espectacular rhoulette que le sirve para zafarse de un contrario, tras lo cual comienza una decidida subida por banda. Aunque quizá conduce demasiado el balón, acierta a soltarlo en el momento justo para que Higuaín finalice en buena posición. El remate cruzado del argentino, de fuerza y ángulo perfectos, es inmejorable. Lástima que Marcelo siga mostrando deficiencias en defensa, porque de lo contrario su debate estaría cerrado.
En cuanto a Higuaín, hay que reivindicarlo una vez más. A algunos les convendría quitarse la venda y darse cuenta de que su juego ha evolucionado, pasando de ser segundo delantero a nueve que remata todo lo que le llega excepto los balones aéreos. Las acusaciones de palomero no se sostienen: aunque es un jugador de poco regate, sí es capaz de desbordar, además de convertir disparos desde posiciones no precisamente sencillas. Primero decían que no marcaba fuera de casa, luego que era especialista en marcar a los pequeños, o que no marcaba en Champions. Pero todo delantero ha de cubrir etapas, e Higuaín lo está haciendo a plena satisfacción. El segundo gol ilustra perfectamente su eficacia en el remate: llegando desde atrás, culmina un pase lejano de Garay sin apenas mirar a portería, lo cual nos indica que tiene la meta dibujada en su cabeza: son tiros que normalmente se van a la grada, pero que el argentino convierte en inapelable. Con el 0-2 nos íbamos al descanso felices como perdices, o como lombrices, quién sabe.
El partido estaba teóricamente finiquitado, pero se reactivaba al poco de la reanudación: un tinerfeñista indeterminado remataba de cabeza arrebatándole el balón de las manos a Iker y marcando. Vista la repetición hay falta, pero creo que el portero peca nuevamente de poca determinación en las salidas; ese balón no hay que soltarlo nunca. Por suerte el Madrid no estaba para muchas chorradas, y enseguida contrarrestó el tanto chicharrero con el tercero nuestro. La definición, muy buena, corrió a cargo de Kaká, que sigue prometiendo explotar en cualquier momento (esperemos que no muy tarde). El pase fue obra de Higuaín, que culminaba así un partido excepcional. Tan sólo le faltó el premio del hat trick, que rozó en varias ocasiones.
El resto de muchachos bien, gracias. Cristiano confirmó su gran momento (o más bien su gran temporada), mostrándose muy activo y peligroso. El cuarto gol fue obra suya, anotando un penalti (que probablemente no fue) sin que esta vez nadie le pidiera la cesión de los honores. Ramos tuvo acciones muy destacadas por su banda, Garay dio un pase de gol y el centro del campo cumplió perfectamente su trabajo. Tan sólo dejó dudas, nuevamente, Granero, cuyo rendimiento fue superado por Van der Vaart. El holandés incluso renunció a un gol cuando encaraba solo para ceder el balón a un compañero, y está pidiendo la titularidad a gritos. Barbillas tuvo un par de «milagros», o tiros al muñeco del rival, según cómo lo vea el espectador. El caso es que suele tener la virtud de «estar ahí».
¿Hubo cambio político? Sï, lo hubo, y el Captain incluso se marcó un partidito aceptable, con buenas recuperaciones de balón y golito a pase de Van der Vaart. El tío podría haber tenido un final de carrera estupendo, saliendo del banquillo en plan mito y cerrando goleadas, pero en vez de eso prefirió vetar a los que le podían hacer sombra y convertirse en un cáncer, que es como le recordará el madridista cabal. Pese a todo, nunca faltan descerebrados en los bares que lo aplauden entusiasmados cuando salta al césped.
Resumiendo: Aunque el Tenerife nos llegó mucho más de lo que me habría gustado, la fluidez en ataque hace perdonar todo. Ese es el mínimo que tenemos que pedirle siempre al Madrid: gran presencia arriba, movilidad y finalización de las jugadas. Aunque el equipo está en forma, aún le falta un puntito o dos para alcanzar su estado óptimo. Esperemos que pese a todo superemos con éxito las dos decisivas pruebas que tenemos por delante.
– Tenerife: 1 (?)
– Real Madrid: 5 (Igualín (2), Kaká, Gitano Ronaldo (pen.) y Baúl)
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