Dos futboleros se encuentran en la oficina.
– Qué tal Fulano, cómo vas.
– Bah, estoy jodido. Hoy se acaba el plazo de fichajes, los del Manchester City nos ofrecían 15 kilos por Gago, ¡y no se lo vendemos!
– ¡Hostia, 15 kilos! Eso se lo ha inventado el Roncero ese.
– Que no, que no, que los moros estos están locos, se han empeñado en llevarse al paquete ese.
– ¡Joder! ¿Y por qué no se lo venden?
– ¡Yo qué sé, tío! ¡Porque es argentino, o porque los del Madrid son subnormales! Vaya mala hostia se me ha puesto.
– Venga hombre, podría ser peor.
– Pues no sé cómo.
– A ver, yo qué sé… podrían llegar los ingleses y ofrecer aún más pasta por el pollo, y que el Madrid aceptara pero que se fuera todo a la mierda porque el fax llega una hora tarde.
– Coño, visto así, ¡sí podría ser peor, sí!
***
Efectivamente, amigos, ayer fue un mal día para dejar de fumar: al Madrid se le escapó lo que habría sido acuerdo del año, caso Canales aparte. Yo no creo que los moros ofrecieran 18 millones, ni que su oferta inicial fuera de 15. Sospecho que más bien la primera cifra era de unos 12 millones, lo que a Valdánez le parecía insuficiente. Mancini se emperró con el chico lánguido y a última hora subieron a 15 millones, quizá 16. De ahí le quitas el millón de ficha que le faltará por cobrar al chaval este año y te salen casi los 18. Cuando las dos partes se dieron cuenta de que estaban de acuerdo debieron entrar en estado de pánico, porque se acababa el plazo y no llegaban, como los malos estudiantes. Pero el plazo se cumplió y los papeles no habían llegado, perdidos en algún infierno burocrático. Se quedaban en Inglaterra unos espléndidos kilotones que los moros estaban deseando gastar, y en Madrid un jugador que ni queremos ni quiere estar aquí. Todos pierden.
¿De quién es la culpa? Unos dirán que de los moros por tardones y agarraos, otros que de Valdánez por hacerse el duro y marear la perdiz. Quizá nuestro director deportivo no sea completamente responsable de este horrible final, pero el fracaso queda en su expediente, acumulándose con otras cagadas y llenando un poco más el vaso de la paciencia. El nuestro está ya colmado, ¿pero el de Florentino…? Esa es la duda. Lo que no tiene duda ninguna es que si el jugador estaba destruido psicológicamente, saber que no ha podido irse a su destino soñado por un accidente burocrático lo habrá rematado. Pero bueno, tampoco es que su rendimiento pudiera bajar mucho más. Siempre le quedará el apoyo de su novia, que por cierto se parece un montón a él (¡igual por eso no rinde precisamente!). Otro que lo habrá lamentado es el indio Tévez, sofisticado jugador que en cuatro años en Inglaterra ha aprendido el mismo inglés que Reyes, es decir ni una palabra; a veces el pelo de la dehesa (o de la pampa) está demasiado pegado. En cuanto a Mancini, que se lo haga mirar: forzar la máquina de los millones para traer al sinsustancia este… sin duda pierde puntos como futurible para el Madrid.
El día se completó con otros episodios absurdos, como la supuesta oferta del Arsenal a Sarabia según el… News of the World, un tabloide mezcla del As y el Pronto y más o menos con la misma credibilidad. De todos modos, hay que reconocerle a Ginés su habilidad para posicionarse en los medios más basurientos. Todos los años consigue sacar cuatro o cinco ofertas absolutamente falaces de clubes punteros que de repente descubren que lo que necesitan para apuntalar sus plantillas son jugadores acabados de la Liga española, a los que curiosamente se les está acabando el contrato. Y también estuvo lo de Puti y Del Bosque, claro. O resentido dando las respuestas genéricas de costumbre: «Tiene las puertas abiertas», «me gusta ver que está motivado»… y éste es el titular del Macarra: «Del Bosque confirma que el 14 puede volver a la selección». ¡¡Son únicos!! De verdad que es jodido llenar portadas entre semana (que me lo digan a mí), y más si te falta imaginación.
Los últimos rebuznos de la jornada corrieron a cargo del charnego Javi Hernández, típico caso de simplón al que el exceso de halagos le hace brotar algo totalmente insospechado: un ego. Y claro, entonces abre la boca y la mete hasta el corvejón. En general los muchachos del fútbol están mejor callados, porque gente como Solari sale muy poca. Pero bueno, ahora que han cogido carrerilla, a ver con qué nos sorprenden los siete enanitos de Can Barsa en los próximos días.