Floper, escoge tu propia aventura. Traición

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«Valores, ante todo valores».

No puede decirse que fuera una decisión fácil, pero Florentino decidió prescindir de Mourinho. Fue una reunión fría, en la que el presidente balbució una serie de motivos pocos consistentes: el equipo mostaba desgaste, no había buen ambiente en el vestuario, las relaciones con la prensa estaban deterioradas… La noticia le sentó como una patada en los cojones a Mou, pero se alcanzó un acuerdo para decir nada hasta que finalizara la temporada. Desgraciadamente, el asunto pronto se filtró, y los elementos más perezosos y displicentes de la plantilla vieron la coartada perfecta para bajar aún más su rendimiento, sintiéndose de repente cargados de razón en sus diferencias con el técnico. Con gran dolor para los aficionados, se cayó en la final de Copa, y la Champions se nos volvió a negar sin llegar siquiera la final de Wembley.

Así, la temporada llegó a su fin amargamente y tocaba pensar en el futuro, especialmente en las elecciones que tendrían que celebrarse en Julio. Los peores temores de Florentino se cumplieron, y nada más acabar el campeonato se anunció la presentación de una candidatura encabezada por Manolo Sanchís, con Jorge Valdano como consejero y, por supuesto, Míchel como entrenador. El lema de su campaña electoral era «Vuelven los Valores», y recibió el abrumador apoyo de toda la prensa deportiva, los mismos que habían chantajeado a Floper para que prescindiera de Mou. El presidente entendió la jugada tarde, demasiado tarde, y sintió una punzada de arrepentiemiento.

Además, las negociaciones con los posibles entrenadores no iban bien: Wenger decía que pasaba de fregados, Klopp que sólo iba a clubes serios y Ancelotti que los moros del PSG le habían hecho una oferta irrechazable para seguir. Floper no quería a Vilas Boas, que le parecía una mala copia de Mou, y la última opción era un Laudrup que no le ilusionaba especialmente. Para colmo, las encuestas pintaban mal, muy mal: la candidatura de Sanchís comenzaba a ganar apoyo y en algunos sondeos incluso era la favorita. Y no es que no se esforzara en los fichajes: Bale estaba cerrado, Falcao a punto de aceptar e incluso estaba dispuesto a soltar una millonada por Neymar, pero las adquisiciones de la candidatura de Sanchís eran irresisitibles para la gran masa zombi-pipera: nada menos que Silva, Cazorla y Mata, más la promesa de subir al primer equipo un mínimo de tres canteranos anuales. Incluso se había filtrado que se intentaría la locura de traer a Andrés Iniesta, el Übermensch de la España ramplona del siglo XXI. Butragueño y Pardeza pidieron permiso a Florentino para abandonar el club, que les fue concedido rápidamente. Bien sabía el presidente sabía dónde estarían dentro de pocos meses.

Swansea City v Blackpool Pre Season Friendly

Lo cierto es que, a apenas dos semanas de las elecciones, Floper estaba sin entrenador; con todo el follón, ni siquiera había cerrado la formalidad de rescindir el contrato de Mou. Un atardecer, en su despacho de ACS, el aún presidente del Real Madrid estaba sumido en la aflicción, preguntándose qué había salido mal desde aquel verano feliz del año 2000, en el que todo era promesa y grandes sueños, sustentadas en su fórmula, aparentemente genial, de los Zidanes y Pavones. En ese mismo instante, Floper, atravesado repentinamente por un rayo de cegadora lucidez, cogió su teléfono móvil, marcó un número y esperó a que su interlocutor contestara. Entonces susurró, con un tono entre el agotamiento y la tristeza: «Mou, ¿hay alguna oportunidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?» El todavía entrenador blanco respondía: «Presi, me pillas en mal momento, luego te envío un correo electrónico».

Y así, ya tarde en la noche, Florentino recibía un correo en el que Mourinho afirmaba estar dispuesto a tragarse su orgullo y quedarse en el club, pero sólo a cambio de que de Floper aceptara unas condiciones absolutamente innegociables. Eran mucho más duras que lo que había pedido al principio, y algunas no gustaban nada al timorato presidente, como un estricto Silenzio Stampa durante todos los años del nuevo mandato. Sí, Florentino estaba desesperado, ¿pero tanto? Quizá después de todo Laudrup no era tan mala opción. A la mañana siguiente, ya había tomado una resolución, y volvió a usar su móvil.

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