Naufragaron de nuevo el Real Madrid y Don Carlo en los mares de, como diría quizá Juan Abreu, el tribalismo más abyecto que se puede encontrar en este país llamado España. Se preguntaba retóricamente El Socio qué habría hecho el Madrid para ser merecedor del muy exaltado odio del que hace gala el entendido público de Bilbao cada vez que los blancos tienen el deber de visitarle. Pero lo cierto es que el Bilbao le mojó la oreja a ese fútbol ancelottiano, tan anclado en los últimos tiempos en una suerte de inmovilismo, que no termina de aceptar que es necesaria una evolución que es, en realidad, muy sencilla: los mejores deben prevalecer, no dedicarse a cubrir a los que vagan por el pasto sin rumbo, sonados y sin capacidad para cazar y alimentarse solos. Animales de esta especie empieza el equipo a acumular demasiados, por diversas razones, apuntadas ya muchas veces y que no estoy seguro de si será necesario volver a repetir:
– Chochomeni sobra ya en este equipo. Nunca tuvo carácter, nunca tuvo fútbol y todo lo que parece que le queda es un amasijo de músculos que, quizá, haría mejor en emplear junto con su contrastada lentitud mental en, qué sé yo, irse a su casa a cuidar bonsáis;o abrir un canal de slow bbc porn, o algo así. Algo acorde a sus virtudes, algo justo, algo que pueda hacerle feliz, algo que pueda hacer feliz a alguien. El fútbol no parece que sea algo para lo que esté hecho Chochomeni. El fútbol a estas alturas, quiero decir, el que espera cuando sales del último campamento base y ya sólo te queda alcanzar la cumbre.
– Pesadilla García,aka Enano Coñón, Francisquito El Polvorilla o, simplemente, El Bomberillo: futbolista circunstancial, asentado en el extremo contrario al pobre Aureliano. Si uno es capaz de exasperar a un perezoso, el otro corretea como esos a los que les acaban de pegar un fogonazo con un lanzallamas en las pelis de guerra. No es un potro desbocado, son tropecientos potrillos que se han comido un fardo de coca, con sus crines al viento, saltando felices por la pradera en busca de un charco medio transparente en el que saciar su sed. Nivel Rayo Vallecano. Pena que James se haya marchado ya, ¿no?
– Cebollas. Si son peleonas, van bien para guisar. Si son moradas, para ensalada. Para las cosas finas, chalotas y otras variedades mucho más especiales. El sevillano es de las que van en tubos de malla naranja, no hace falta seguir disculpándolo. Desde que está en el Madrid, ha cambiado más de peinado que Mariano, y eso es mucho cambiar. Nivel Betis, pero con flamboyante palmarés.
– Modric. ¡Ay, Modric! A un tris de estropearlo todo. Está como Tom Sizemore antes de la secuencia de batalla última de «SASR». Sabe que la va a palmar ya, todos lo sabemos. Sólo le deseo una muerte deportiva gloriosa. No sé si Carlo va a ser capaz de hacerla posible.
…
Esto es aburrido. Parece un partido del Real Madrid 2024-2025. Para aburrir hoy, en La Catedral del Odio, mejor hubiera sido ser arrasados por la estulticia y la barbarie. Haber sido barridos por el fútbol gañán, por los vascos negros de pura cepa y acabar ocho a cero. Sin embargo, perder así, por errores puntuales de dos de las vigas maestras de este equipo, y mientras el equipo es cada dos por tres un desastre táctico… Tirar el partido así, impidiendo que los que están llamados a emborracharse en la mesa que han de servir otros, tengan que acabar recogiendo los manteles y con los riñones doloridos, mientras los ábalos del fútbol apuran su enésimo pelotazo… Es la forma más dolorosa de perder. Y la cuestión es, ¿de cuántas formas más dolorosas será este equipo capaz de perder hasta que se imponga la cordura de la evolución? Enterrar a las momias ya, que están vendadas. Descartar a los bisoños. Apostar por los chacales. Poner a los ilegales en la frontera. Quemar a todos los que se empeñan en estar reñidos con el arte, a todos a los que la pelota chamusca, a todos los que no demuestran —además de cualidades— una capacidad netamente salvaje para la depredación del contrario. Esto no se puede hacer con la escala de valores de la Señorita Pepis de Reggiolo, ni con su meritocracia ni con nada. Esto va a tener que venir ya otra persona a hacerlo. Y cuanto antes venga, mejor.
La cara con la que hay que quedarse hoy, el rostro, la faz, la jeta con la que hay que quedarse es con la de Jude Bellingham después de marcar el empate a un toque tras el rechace del portero de futbolín del Bilbao. Éso es lo que hay que exigir ver en todos los demás jugadores… y en el banquillo. Cierro los ojos y, en el pasado reciente, recuerdo esa cara en Vinicius. Y la veo en Rúgider, y en Brahim y en todos los que están camino de reventar o ya se han lesionado. Esos tíos son la cara del Real Madrid. Quiero dejar de ver máscaras y quiero ver esas caras, de nuevo, un partido tras otro. El rostro del que sufre y gana, aunque algunas veces pierda (y, repito, me parece más lamentable perder hoy como se ha perdido, que perder como se perdió en Liverpool). El rostro del ganador. El rostro del depredador. El rostro del que evoluciona y prevalece. El rostro del Real Madrid, hijosdeputa. Todas las demás máscaras, me sobran.
Enfrentarse a un equipo de Bordalás es como un dolor de muelas, como soportar a tu cuñado cuando se ha tomado cuatro cubatas, como escuchar a tu sobrina de 8 años tocar el violín en su primera semana de clase, como ver una de las últimas películas de Almodóvar para ligarte a una podemita cañón. Preferirías cualquier otra cosa, pero un par de veces al año te toca la desgracia de tener que sufrirlo.
Y un año más el ritual «Bordalesco» se llevó a cabo como si de un rito psicomágico de Jodorowski se tratase. En los primeros veinte minutos habían hecho ya más de diez faltas. Agarrones, patadas, entradas a destiempo, cualquier cosa para que no se juegue a nada, objetivo del entrenador del Getafe desde el día en el que se sacó el título con la única meta de que el mundo odiase el fútbol.
El equipo salió al campo a bregar contra los elementos con un centro del campo en el que todos los galones se los dieron a Ceballos. Y hay que decir que no defraudó. En una posición de mediocentro defensivo, bajó casi hasta el área para subir el balón y repartió con bastante criterio, algo que habíamos olvidado tras la marcha del rubio alemán que todos sabemos. Como consecuencia de ese trabajo el equipo incluso hilvanó alguna jugada reseñable, cosa difícil por la presión asfixiante del Getafe y por sus muchas marranerías. Es este equipo muy competente en la faceta defensiva. Ya querría el Madrid hacer una presión tan ordenada y eficaz como los azulones. Lo malo es que la creación es nula, y todo lo fían a balonazos arriba para que el enésimo canterano del Madrid intente hodennos para demostrar que nos equivocamos. Es un equipo formado por tanto picapedrero que Bordalás ha tenido que poner de centrocampista al tal Alderete, central de la vieja escuela del «pasa el balón o el jugador, pero no ambos». En su faceta defensiva bien, ahora, creo que no ha dado un pase a derechas en todo el encuentro. Fantasías Bordalescas.
Nuestras huestes picaban piedra en el infierno de charlis azules, con Brahim, Rodrygo y Lupas voluntariosos, y un Fran García tan interesante en ataque como sospechoso en defensa. Valverde, liberado en parte del lateral fluía en su zona que es el mundo y la defensa de Rudiger y Asencio se mostraba sólida. El canterano va mejorando sus prestaciones y su conversión en el nuevo Nacho puede que no sea del todo imposible.
Bellingham, no sé, me da la sensacion de desaprovechamiento. Todo el año. Nos gustaría que la tocase más, porque todo lo que hace es bonito, estético, con sentido, creativo. Queremos más de esa mierda. Y nos la da con cuentagotas. No, ¡no! . Balones a Bellingham hijos de puta. No os pedimos más.
Para rabia y desesperación de los antis, abrimos el marcador con un penalti en el que Nyon agarró a Rudiger de una forma tan explícita que convertía el partido en solo apto para mayores de 18 años. El árbitro tuvo que ser autorizado por el VAR porque no es normal pitar penaltis en agarrones a equipos que no sean el Barsa. Pero claro, las imágenes a cámara lenta eran todavía más lúbricas. Sobre quién tiraría el penalti, Bellingham se lo ofreció a Mbappe y este se cagó encima. Por lo que la tiró el inglés con una sangre fría pasmosa.
En cuanto a Mbappe, parece que el mundo se le caía encima cada vez que le pasaban el balón. Lo intentó con poca suerte y parecía que se iba a repetir lo de Liverpool. Pero un pase fantástico de Bellingham (más, danos más) lo convirtió el francés con un tiro que recuerda a ese jugador que tenía una mirilla telescópica en el pie. Por fin todo el estadio dejó de sufrir por su jugador franquicia y la alegría volvía a los corazones de los madridistas, temerosos hasta entonces de haber sido engañados (emosido) con el truco del Hazard, muy parecido al tocomocho.
Poco después, otro pase de Brahim hizo volar a Chocolá, con esa zancada potente que desborda defensas, se plantó delante del portero y lo regateó habilmente. Ya con la portería vacía la mandó fuera, como no queriendo perder el aura de tragedia que lo acompaña desde que viste de blanco. Fueron unos puntos suspensivos a su caso que tendrán que despejar en futuras ocasiones.
El partido tras esto decayó, los Getafenses intentaron jugar algo al fútbol, cosa bastante extraña para ellos, e incluso dieron dos palos para poder justificar algo en la rueda de prensa.
Al final, un Madrid que no aparece puede ser ahora mismo líder de la competición si vence al Valencia en su partido aplazado. Y todo esto con muchos lesionados, con un Mbappe casi ausente y un centro del campo en contínua construcción. Imaginemos que nos da por jugar bien. Nos faltaría Liga.
Rappol
El Real Madrid recuperó la suficiencia con la vuelta a los espacios, tiempos y entretenimientos locales: el Bernabéu, la Liga Tebana, el Getafe, el congreso del PSOE y las cucharas impregnadas de heroína en la Cañada Real. También, qué duda cabe, con el retorno a un cierto orden lógico en el campo. Es sencillo: una botella de vino se abre con un sacacorchos y se sirve en una copa determinada, así sea el vino. La ceremonia se puede complicar, en realidad, pero no se abre el vino con una cuchara y se decanta en un plato, ni se bebe con pajita, ¿verdad, Carlo? Por ello, y gracias a las facilidades técnicas, tácticas y las derivadas del incierto orden mental que ofrecieron los siempre aguerridos muchachos de Bordarás —camisas nuevas en rojo—, el buen fario y los goles cayeron del lado blanco, siendo quizá la mejor de las noticias que nadie se lesionó.
Bellolingam y Wonderbrahim pusieron la estética, esto es, los pitos y los pechos duros; Enano Coñón el nervio y Rúgider la zarpa leonina. También Cebollas hizo de Karajan sevillano —parece que siempre necesita un sevillano este Real Madrid contemporáneo—, aunque la auténtica caraja seguía en la azotea del parisino Siquesá. Por más que anotara un gol fantástico (desmarque, control y disparo exquisitos), falló tantos como el primer Vinicius. Esto me lleva a pensar lo siguiente: ¿y si ese fuera su plan? No le pega tanta humildad, pero…¿y si estuviera tratando de entender el Madrid como lo ha hecho Vinicius? Si así fuera, a ver si algún jugador del Arleti se presta a morderle en la cabeza en el próximo derbi madrileño, aunque suponemos que en la grada del Bernabéu habría muchos dispuestos a hacerlo. Todo sea para que halle al fin la cálida paz blanca y lechosa, dentro de su cabeza y de sus calzoncillos.
Federico y Tibutú, por otra parte, siguieron a lo suyo, que es la eficacia, la regularidad y que el madridismo cristiano mantenga una miríada de velas encendidas 24/7 para que no les entre ni una gastroenteritis. Carlo debe creer mucho en Dios, o igual tiene un ejército de devotos que se pasan el día encendiendo velitas por todas las iglesias de Madrid.
Con el liderato a tiro, los blancos afrontan dos semanas de partidos importantes para la cimentación del futuro del equipo a medio plazo. Si se mantienen el orden de hoy, la meritocracia ancelottiana y la medio empanadilla parisina, creo que lo más importante es que la enfermería no se llene más.
Ah… Casi se me olvida: Asencio asencionó, y Heidrick (se) calentó. Cierto es que el primero tiene algo de ventaja al llevar más años en el Madrid, pero está respondiendo a la exigencia y a la confianza que el club ha depositado en él. El otro a ver si se aclara y se trae a España a su abuelito, no vaya a ser que acabe persiguiendo borreguitos por las favelas. Porque Pedrito no le gustará, ¿no, Begoño?
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– Real Pudrit: 2 (Lolingham (pen.) y Testafé) – Getaffen: 0
El Petaculos
Hoy hemos jugado con dos jugadores menos: la Tortuga Ninja estaba pensando en los travelos del Soho londinense donde iba a hacer escala a la vuelta. Y el otro es Vinicius. En un partido tan loco como este hubiera hecho mucha pupita.
A ver, este Liverpool va a una intensidad que no es ni medio normal. Bastante hemos aguantado. Ahora, un poco más de pausa en algunos momentos y de coco hubiera estado bien. Brahmín lo ha intentado pero se le ve faltó de ritmo, demencial Chiclotti poniéndolo de titular hoy sin apenas rodaje en partidos más fáciles.. Lucas no lo ha hecho mal, un tiro a la escuadra y un penalti provocado, no digo que me lo mejores, igualamelo.
Principalmente lo peor ha sido la inoperancia arriba. Arganduler (bonito nombre que habéis comentado más arriba) se ha visto superado por el ambiente. Belingham, fuera de sitio una vez más. ¿ No sería lo suyo poner a otro jugador acompañándole haciendo el trabajo sucio (¿Ceballos?) y darle total libertad. Mirad el año pasado la cantidad de goles que metió. Y la Tortuga Follatravelos, no sé dónde tendría la cabeza. Yo creo que despertará después de Navidades, a ver si para entonces seguimos vivos en Champions.
No está tan negro el futuro, la cuestión es pasar. Para los cruces estaremos mejor.
Rappol
Yo os digo que este partido con Vinicius no se pierde. Y que, en consecuencia, el Real Madrid empieza a tener una dependencia de él muy similar a la que tenía con Cristiano: Vinicius los mejora a todos; a nivel competitivo, también, y hasta diría que sobre todo.
Que el Real Madrid esté en becuadro no es excusa, porque desde el minuto diez se veía que el Liverpool (con farmacopea o sin ella) le iba a pasar por encima. Como se movía el equipo, como corría, como hacía absolutamente todo, el Liverpool, quiero decir, en contraposición al Real Madrid… No fue un chorreo boludiano porque estaba Pijamita, que nunca duerme —sólo folla—, pero le da para seguir siendo pieza clave en este equipo y en el fútbol a nivel mundial. De todos los demás que iban de blanco, ¿quiénes están en este día y a esta hora a nivel mundial? En su sitio, quizá Valverde y Brahim; donde quiera, Vinicius. Ese es un gran problema.
Hay más problemas. En realidad somos como Enrique Urquijo y Los Problemas. ¿Qué acabó con Enrique Urquijo? El heteropatriarcado. El chico, al menos, no engañaba a nadie: no sabía ni freírse un huevo, pero tenía más verdad en todo lo que hacía relacionado con la música que todos esos coetáneos suyos que siguen todavía dando la tabarra. Se bajaba del escenario y era un tipo vulgar hasta el extremo (no lo digo yo, lo dijo él en una canción que hizo más famosa el Trilero de Úbeda (para cualquiera que no haya leído jamás poesía, es poeta cualquier cantajuegos) ¿Siquesá sabe freírse un huevo? Os respondo sin tener que preguntarle a su mamá: quizá sepa chuparlo, un huevo. Hasta puede que chupe con holgura dos. Incluso puede que sea capaz de acaparar con su boca dos, más un buen pedazo de carne en barra. Jugar al fútbol al máximo nivel hoy —en este día y a esta hora—, le queda tan lejos como le queda la decencia a Pedro Sánchez Pérez-Castejón. El verdadero drama es que a ninguno de los dos les importa un comino. Y parece que a La Familia Ancelotti tampoco le importa. Ese es otro gran problema.
Sin embargo, después de llenar el vaso para poder verlo medio lleno o medio vacío, hay que alegrarse de que El Duque Asencio, o Ascencio, o Acensio, ya no lo sé, esta es la verdad, se haya medio bautizado en Anfield (imperdonable esa blandura ante el puto MacAllister, que no sé cómo coño hizo para dedicarse al fútbol después de palmarla en Arma Letal.), para hacer que Sergio Ramos siga subiendo y bajando la rampita de entrada del súperchaletazo que tiene no sé dónde. Si no se chasca alguna rodilla o aparece en las noticias por cuestiones extrafutbolísticas —en realidad no son extrafutbolísticas ese tipo de cuestiones, nunca, cuando están relacionadas con futbolistas—, parece que hay central ahí para muchos años. Y en este punto, ¿no será mejor abrir un breve paréntesis solarista mientras Florentsés II se las ingenia para volver a convencer a Zidane de que se encargue de enderezar esto? Tenemos overbooking de franchutes en la plantilla, ahora mismo. ¿Quién mejor que un argelino para encauzar esto? No sé. Igual es tratar de resolver un problema con otro problema. Pero, ¿no van de eso las adicciones, Enrique?
Por otra parte, unas pinceladas gruesas sobre Endrick y Guler, tiradas así al cipótico modo. El primero no está bien de la cabeza todavía. A ver, fuera de bromas y de artificios funk, está para irse con la tienda de campaña a hacer un 15-M. Van dos veces que lo saca La Familia y el tipo se pone a andar por el campo en plan infantil, como de berrinche de Ipanema por el que se hace uno una pajilla. El segundo tampoco está muy allá, por supuesto. Son como el niño mal y el niño bien, pero ninguno todavía sabe controlar sus emociones y, en definitiva, estar ahí prestos a soltar, en portugués y en turco, el consabido «abuelo, el Inistón» y que resulte creíble. Lo creíble es lo que se puede sostener en el tiempo con hechos, no sólo de boquilla y destellos. Lo creíble es Siquesá chupando un huevo, etc… El resto, no es creíble.
Si las cosas van mal, pues ya se arreglarán. Y en esto, se le va pasando la temporada al Real Madrid. Otro poeta de cojones, Enrique, sí. Pero por lo menos no engañaba a nadie. Artísticamente, quiero decir…
Ceballos es bien para este Madrid, ya sabemos que no es muy vertical y tiende a ralentizar el juego a veces pero ocupa mucho espacio y esconde el balón. Es un algo gitano pero el cabrón se cuida y no se deja llevar por la inactividad
Valverde para no tener calidad según los próceres del estilismo se adapta a cualquier posición y no solo cumple, sino que se la saca y aporrea ante la mirada.
lasciva de la Bonino.
Arda es el Modric con 20. años menos, ¿por qué gastar al viejo?
Bellingham ha vuelto a correr gracias al vick vaporub y ya sonríe a la cámara con su mejor cara
Vinicius ayuda a Mbappe a volver a tener ilusión por el fútbol, niño malcriado que a los 25 años no sabe otra cosa al final que jugar al fútbol. A ver si le presenta un par de amigas y deja de tener que pagarlas a escondidas.En cuanto sepa lo que son 20 centímetros ajustará sus desmarques al espacio.
Y Fran García, bueno, no todo iban a ser buenas noticias. Se ha dejado el pelo largo para disimular pero si , es ese jugador tosco que ya hemos descubierto.
A completar la remontada, no hay que quedarse en la orilla. Cuando estemos arriba, a ver quién nos baja se ahí.
Sanitarium
Con nuestros dos mejores defensas lesionados, con ABuelotti, Chocholotti, el único uruguayo sin huevos, Moratapé y otras desgracias estamos a 4 puntos y un partido menos del mejor equipo de los últimos 300 años, el increible Barsa de Flick, que ha inventado el fuera de juego.
Claro es que la alegría durará poco porque el Liverpool nos meterá un Chorreo, Boluda dixit y habrá que volver a comentar la desgraciada planificación de la Dinojunta y lo feas que son las lamas del Bernabéu. Que podríamos hablar de que hemos duplicado los ingresos con el estadio, pero ese es una minucia. Cada loco, ¡el renacido! con su tema.
Lo importante es verificar que el todomalismo sigue vivo, aunque ayer hasta jugó bien Ceballos. Gusto a los más críticos junto con un gran Camavinga, y el mejor Bellighamn posible, jugando en su posición. Ostias si hasta la funciona la cantera y Asencio parece una mezcla entre Cubaresi y Casadó. Un Nacho en joven, sobrio, más confiado que Ramos entre gitanos y con una salida de balón que no la hemos visto, precisamente desde Ramos.
Pero no nos desviemos del foco, ¡FLorentino, dimite! Contempla tu obra y dimite. Gómez Pintado bueno para el Madrid.
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– Lago Ness: 0 – Pudrit: 3 (Meforré, Valiperde y Bluffingham)
Como otras que he escrito en el pasado, esta entrada levantará ampollas (y también algunas pollas). Pero no voy a callar: ¡todo lo contrario! Ante un mundo aplanado y homogeneizado por el totalitarismo floperiano, donde el peloteo galernista y la lamida de bota son monedas comunes, una voz solitaria pero firme se alza para denunciar que al Emperador se le ve la pichulina, y que es muy pequeña y arrugada. Me preparo para afrontar cualquier consecuencia, sí: estoy dispuesto a perder diez seguidores en twitter, a que me cobren de más en los bocatas del Bernabéu, incluso a que no me inviten a Real Madrid TV. Escribo esto, compañeros, con ánimo decididamente suicida.
El tema a tratar es la profusamente comentada (aunque con muy poca profundidad) reforma del Bernabéu: una obra extraña, desconcertante, polémica al principio pero ya integrada en la rutina lanar del populacho madridista, el cual en general se declara conforme. Es más, dentro de poco se proclamará extático (con X), tras el estreno del documental propagandístico «El Bernabéu del siglo XXI», encargado a la asociación ultraizquierdista Natioanal Geographic para ensalzar las virtudes de la obra.
¿Pero qué conclusiones funcionales y estéticas podemos sacar, desde una mirada independiente, de este multimillonario mamotreto? No voy a analizar el proyecto globalmente porque necesitaría quince entradas, pero sí glosaré los tres epígrafes del el título de la entrada: el sofito (al cual designaré jocosamente sofrito), las lamas (nada que ver con el locutor ni con el rey de las camas) y el pomposamente denominado hipogeo, que yo prefiero llamar Batcueva. Empecemos con esta disección forense.
1. ¿QUÉ COÑO ES UN SOFITO, Y QUÉ DEMONIOS LE HAN PEGADO AL BERNABÉU?
Según la PRA (Puta Real Academia), un sofito es «el plano inferior del saliente de una cornisa o de otro cuerpo voladizo». Dicho de otra forma, si una pared no forma una superficie plana desde la cúspide del edificio hasta el suelo, sino que describe un ángulo cerca de este último, el sofito es la parte no vertical del conjunto. En el caso del Nuevo Bernabéu, el sofito es la zona donde terminan las famosas lamas de la fachada y empieza lo que sería el «techo» desde la perspectiva de una persona pegada a la pared del estadio. Cuando visité Madrid el pasado mes de Mayo y me acerqué a la obra, prácticamente terminada, me resultó francamente desconcertante ver cómo se había resuelto esa parte; porque lo cierto es que no es un techo en absoluto, sino un conjunto de planchas verticales, muy separadas entre sí, que dejan a la vista todas las tripas del estadio, ese batiburrillo arquitectónico que mezcla elementos de los años 40, 80 y 2000.
En cualquier mundo normal, se habría optado por cerrar ese anillo superior que rodea casi todo el recinto con planchas verticales, formando una continuidad con la superficie plateada de las paredes, pero no, los arquitectos del NB, o más bien los ejecutores de la obra, decidieron que con colocar unos hierros cada dos metros ahí ya estaba bien, pese a que ello dejara a la vista cientos de metros de «fontanería»: un ascensor por aquí, una escalera por allá, uno de los antiguos contrafuertes por acullá… Ciertamente, en el mundo hay muchos estadios feos, y España puede «presumir» de varios de ellos, pero nunca imaginaba que tras meter semejante montaña de millones al Bernabéu se rematara la base del edificio de una forma tan JODIDAMENTE ESPANTOSA. Sólo ruego a mis lectores que observen las fotos de esta galería, tomadas por mí mismo, y me digan con sinceridad si lo que se ve ahí es aceptable en un estadio de élite, viejo o nuevo. Y para los que crean que estoy solo en mi opinión, les invito a revisar el hilo (que ya lleva unos años activo) dedicado a la obra en el foro Urbanity.
Ahora bien: ¿se suelen mostrar imágenes de esta parte? No. ¿Molesta especialmente al visitante? Parece que tampoco. Cuando, durante ese viaje, me tomé un café con Hughes, este afirmó lapidariamente: «España es un país muy hortera». ¿Y quién podría quitarle la razón? O planteado de otra forma: quien pasa directamente por debajo de ese sofrito, entra en la tienda oficial, se compra tres camisetas del club estampadas con publicidad de una teocracia islámica por 350 € y no se siente timado, quizá -sólo quizá- no tiene los estándares estéticos más exigentes. Y por cierto, sí: cuando llueve fuerte, el agua entra por los espacios de la fachada y cae a chorros por las aberturas del sofrito.
2. LAS LAMAS. LO QUE DEBÍAN SER Y LO QUE FUERON
Allá por el Paleolítico, cuando nos presentaron a los socios los posibles diseños para la reforma, el que más me gustó fue el que resultó finalmente ganador: líneas sencillas y elegantes, con una piel metálica que homogenizaba la ecléctica fachada resultante de las reformas de Ramón Mendoza y posteriores. Esa era la palabra clave: una «piel» que se obtendría colocando finas y alargadas láminas (las ya famosas lamas) que cubrirían todo el contorno del estadio, creando la ilusión de una superficie casi continua. Lamentablemente, el papel lo aguanta todo, pero los edificios no, y cuando llegó la hora de ejecutar la idea, se hizo patente la desconcertante realidad: una fachada gigante de metal pulido refleja la luz del sol.
¿Quién habría podido prever tal contingencia? Nadie, evidentemente, ni siquiera un Ser Superior, pero los reflejos creaban problemas evidentes en medio de una zona residencial como es el Sacrosanto Paseo de la Castellana, hubo que hacer modificaciones a las mentadas lamas, aumentando su separación y modificando el ángulo de colocación para reducir los reflejos del astro rey. El resultado es que lo que cubre el estadio no es esa piel que mostraban los renders, y el efecto estético es tremendamente desigual dependiendo desde la distancia y el punto desde los cuales se observe el edificio: desde algunos «da el pego», desde otros es bastante decepcionante y desde el «sofrito»… bueno, ya lo hemos explicado. Que alguien mire la foto que encabeza esta sección y me diga que eso es una piel; «rejilla» es una palabra mucho más ajustada a la realidad.
Claro que, visto de día, el conjunto, aunque no embelesa, tiene pocos puntos catastróficos (si bien la fachada que da al Sacrosanto Paseo, la más fotografiada, es la que resulta peor parada). No obstante, llegó el fatídico día en que, ya terminada la cubierta, se retransmitió un partido de noche; se encendieron las luces del estadio, los drones camarógrafos hicieron su trabajo y vimos…. esto.
En fin, no sé. A ver, hay gente que lo defiende. De hecho, hay gente para absolutamente todo en el mundo, y como he dicho antes, tampoco sería prudente tomar al futbolero medio como árbitro del gusto; pero, en mi modestísima opinión, lo que hay sobre estas líneas es un JODIDO HORROR. Algo positivamente antiestético, cutre, chatarroso. Y pido perdón por recordar de nuevo los renders (que sí, casi nunca son iguales al resultado final), pero esa fachada nocturna debía tener este aspecto, no, no parecer un proyecto de mecano al que le faltan piezas, ni la jodida parte de atrás de una nevera. Tenía que ser una gloria metálica que reprodujera la volea de Zidane en la Novena al estilo Imax. Se ha dicho que tranquilos, que no quedará así, que se pondrá «algo» en la fachada para remediarlo, que habrá lusecitas y las mentadas proyecciones. Un año llevan así; pero lo que vemos, la cruda realidad que llega a nuestros ojos, es ese amasijo metálico que haría las delicias de Shinya Tsukamoto.
3. LA BATCUEVA, EL INVENTO DE FLORENTINO WAYNE
Charararara chararara charara, Batmaaaaaan. Batmaaaan. Batmaaan, Batmaaan, Batmaaaan.Qué divertida era esa serie. Bruce Wayne, un filántropo multimillonario, y su protegido Dick Grayson, salían en sus identidades de Batman y Robin a combatir a los pillos de Gotham City tales como Gatúbela, el Acertijos y, sobre todo, el Guasón. Viajaban en el Batmóvil, un coche todo maqueao que reposaba en la Batcueva, la inmensa oquedad que ocupaba el subsuelo de la Mansión Wayne. No sé si Flópor seguía la serie (ya debía tener unos cuarenta tacos cuando la estrenaron), pero sospecho que sí, que se veía a sí mismo bajando por esa barra de bomberos junto con Robin JAS (Alfred sería Manolo Redondo), llegar a la cueva y salir con el deportivo a darle lo suyo a los hampones. Muchos años después, tras tomar la determinación de que el estadio no se movería del Sacrosanto Paseo de la Castellana, decidió también que había que convertir el recinto reformado en un «espacio multiuso», lo cual requería un sistema para no estropear el césped.
Duro desafío al que numerosos arquitectos e ingenieros dieron vueltas y vueltas hasta que Flópor (no en vano él mismo es «caminero») dio con la brillante solución: «vamos a hacer una cueva de la hostia debajo del estadio y a sacar el césped a la superficie en planchitas». Conste que esto no es una dramatización inventada por mí: el mandatario ha presumido de que esto fue una idea personal suya. Bueno, veamos… la obra total iba a costar en principio 400 y pico millones, luego 600 y pico, luego más de 800 y ahora estamos como por los 1.200 sin poner siquiera los intereses, porque los más duchos en economía del blog dicen que «eso no hay que contarlo» (pero pagarlo, hay que hacerlo euro sobre euro). Se estima que la Batcueva, conocida oficialmente como Hipogeo, equivale ella solita a unos 225 millones de ese presupuesto, o sea la mitad de todo el proyecto inicial.
Y bueno, dirán los galernistas que si querías césped retráctil, no había otra que hacer la Batcueva de 225 kilos. ¿Cierto? Bueno… sólo si tenías que quedarte sí o sí en el Sacrosanto Paseo de la Castellana. No obstante, como saben los que conocen el cuco estadio del Sapporo, en Japón, hay una solución alternativa inventada desde hace más de 20 años: tener el césped en una sola plancha deslizante a nivel de suelo. Que es curiosamente el método que ha escogido el verdadero mejor estadio del mundo actualmente, que no es otro que el Allegiant, sede de Las Vegas Raiders. ¿Es acaso el dueño de los Raiders, Mark Davis, pobre? Obviamente, no: es un judío sin prepucio pero con un patrimonio neto de 2.300 millones de dólares. Lo que no se le ocurrió es comprar una solar en el puto Strip de las Vegas y plantar ahí el estadio, sino llevárselo algo más lejos, a 10 minutos de los principales casinos («las afueras», en lenguaje florentiniano), ubicación que permitió hacer el edificio desde cero -en vez de construir sobre una estructura de hace 80 años-, tener espacio de sobra para poner la jodida bandeja de césped y quizá atraer a un público de perfil algo más alto que el panchi que se hace la foto junto a otro panchi disfrazado de Dora la Exploradora.
Entonces, el peculiar círculo vicioso es que había que gastarse 200 y pico millones para ganar dinero con un espacio multiuso, y necesitas todo ese dinero… porque has hecho la Batcueva. ¿Cómo es posible que para que todo el proyecto sea «económicamente viable» tengas que dejarte 1.200 kilos en vez de, pongamos, 300-400 menos en Valdebebas, haciendo un estadio mucho mejor, sin vecinos tocacojones, sin problemas de reflejos ni ruidos y espacio infinito para el césped? ¿Por qué en la Galaxia Flóper ni se plantea el debate, y simplemente hay que decir que un estadio con un sofito espeluznante, que de noche parece una pesadilla madmaxista, que ha removido más tierra que en la construcción de las pirámides con el único objetivo de mover el césped, es una de las maravillas arquitectónicas de nuestro tiempo?
Son preguntas retóricas, claro. No existe el debate porque esto es fúrbol, los socios son «público cautivo», no se trata de personas especialmente sofisticadas y se dan con un canto en los dientes si pueden decir que «lo suyo» es mejor que lo del Paleti y el Farsa; que lo es, pero porque esos dos son comparsas en el deporte mundial del siglo XXI. Y tras decir todo esto, ¿es injusto no comentar que el estadio tiene muy buen aspecto por dentro, que el marcador es muy bonito, o que el ambiente ha mejorado, especialmente gracias al techo? Posiblemente, pero ni siquiera he hablado de que no se ha hecho el menor esfuerzo por aumentar la comodidad de los asientos; ni de cambiar las barreras metálicas por metacrilato para eliminar impedimentos visuales; ni del timo del Skybar que acabamos de conocer.
Lo que vengo a decir, en suma, es que nuestro Flópor, a quien Dios guarde muchos años (más que nada porque la alternativa en el «exitoso proyecto nacional» español será necesariamente peor), no es una especie de eminencia gris que mide cada movimiento al milímetro y piensa únicamente de forma estratégica y a largo plazo. Como todo líder, tiene sus caprichos, sus veleidades exclusivamente personales, y que en ocasiones hasta cae en cutreces sonrojantes; jamás olvidemos que fue el presidente que presentó la Superliga Europea… en el Chiringuito de Jugones. Cada cual, por supuesto, es libre de valorar el estadio como quiera; si no faltarán quienes crean que deja en mantillas a las Pirámides, el Empire State Building o el Taj Mahal, otros pensamos que es un proyecto aceptable pero medio abortado, y que lamentablemente deja mucho que desear. Por raro que parezca a estas alturas, aún hay vida pensante fuera del monolitismo floperiano.