Historia de un pipero

Estadio Santiago Bernabéu, un domingo cualquiera. Las mocitas madrileñas van alegres y risueñas porque juega su Madrid. Junto a las mocitas llega al estadio un hombre acompañado de su hijo: Juan Pípez, de unos cuarenta años, lleva siendo socio literalmente toda la vida, cuando su padre le sacó el carnet con ocasión de su bautizo. También él ha inscrito hace poco a su hijo Toñín, de diez años, y le lleva por primera vez al fútbol. El niño abre los ojos asombrado ante el sublime espectáculo de los anillos de gradas uno encima del otro, que van llenándose de gente poco a poco.

– ¡Hala, papáaa, qué grande!
– Sí, hijo, muy bonito.

Para Juan no es un espectáculo tan grande, claro. Empezó a venir teniendo unos ocho años y su asiento de abono ya es para él casi como el sillón de su casa: un lugar familiar, rutinario; casi tiene marcada la huella de su culo. Antes de ocupar las localidades, padre e hijo cumplen con el ritual obligatorio: Comprar los refrescos y, sobre todo, las pipas, una enorme bolsa de pipas. No son de la marca Facundo, la favorita de Juan, pero le servirán.

– Papá, ¿por qué compras una tan grande?
– Sirven pa echar el rato.
– ¡Pero papá, si vamos a ver nada menos que al Madrid!
– Sí, bueno, pero mientras no pasa nada…

El partido es contra un equipo de mitad de la tabla, en teoría un rival bastante asequible para el Madrid. Da comienzo el encuentro. En las gradas reina el silencio más absoluto, sólo roto por el «cric cric» de las pipas de Juan y de muchos otros socios que le rodean, y por los gritos de un grupo de mozalbetes con pancartas alojados en el lejano fondo sur. Toñín está algo extrañado.

– Papá, ¿por qué nadie anima?
– Verás, hijo, es que esto es el Bernabéu: Aquí la gente es muy entendida y viene a disfrutar del espectáculo, no a dar gritos.

En ese momento el árbrito pita una falta algo dudosa en contra del Madrid. Juan reacciona como un resorte:

– ¡¡Arbitro, cabrón, hijo de la gran putaaaaaa!!- exclama, mientras esputa algunas cáscaras de pipas. El niño se queda desconcertado.

– Bueno, papá, pero yo puedo animar, ¿no?
– Sí, hijo, anima lo que quieras.

Dicho y hecho, Toñín empieza a arengar a sus ídolos con gritos entusiastas. Alguno de los socios de las cercanías le mira de reojo con cierto desdén, mientras sigue masticando sus pipas. Pero no son sólo pipas lo que se consume en la grada: Algunos socios, más viejos que Juan, llevan un enorme puro entre sus labios. Éste degusta un bocadillo de chorizo; aquel una bota de vino. Otros no llevan nada: Sólo observan el partido con aire indiferente (menos cuando el árbitro pita en contra). Dan la impresión, sobre todo los más mayores, de llevar allí años, muchos años, casi desde que Don Santiago fundara el estadio, y de que en algún momento se quedaron congelados en el tiempo, en una de tantas temporadas.

Van pasando los minutos y el Madrid no consigue marcar ni imponerse claramente en el juego. El contrario se está resistiendo.

– Papá, parece que les cuesta marcar.
– Si es que son unos golfos, joder, no meterle ninguno a esta mierda de equipo.
– Tendríamos que animarles a ver si juegan mejor, ¿no?
– Sí, bueno… ¡Es que con la mierda de partido que están haciendo se te quitan las ganas de animar, coño!

Llega el minuto 30 de la primera parte y aún no hay goles. Desde algún punto de la grada se escuchan unos silbidos, que pronto se amplifican y se extienden por todo el estadio.

– Ah, ahora silbamos al otro equipo para ponerles nerviosos, ¿verdad?
– Qué va, hijo, estamos pitando a los nuestros, que son unos inútiles. ¡¡Golfos!! ¡Sinvergüenzas!
– Pero papá, si es nuestro equipo, y además son estrellas del fútbol mundial.
– ¡Sí, estrellas para cobrar y para irse de juerga por la noche, pero luego no dan un palo al agua! ¡¡Fiiiiiiiii!!
– ¡Pero si son muy buenos, y además hemos traído a un entrenador que ha ganado muchos títulos!
– ¿Ese? ¡El más golfo de todos! ¡Menudo amarrategui está hecho! ¡Hoy venía una encuesta en el Marca que le rechazaba el 65% de la afición!
– ¿Han hecho una encuesta aquí en el estadio?
– No sé, hijo. ¡¡Y encima no ha puesto a Fulánez, Mengánez y Zutánez!!
– Pero papá, es que Fulánez lleva siete años en el equipo y nunca consigue ser titular, y Mengánez y Zutánez sólo han jugado en el Castilla y nadie sabe cómo serán-, responde inocentemente Toñín, olvidándose de la declarada debilidad de su padrepor Fulánez.
– ¡Claro, si no les dan oportunidades cómo van a asentarse en el equipo!

Los pitos descentran aún más al Madrid, y se llega al descanso sin goles en el marcador. Los silbidos se hacen aún más intensos y acompañan a los jugadores en su camino hacia el vestuario. Padre e hijo salen a los pasillos del estadio, en obras desde hace 25 temporadas. Juan mastica el bocadillo de calamares que le ha preparado su mujer, y mientras esquiva una gotera del techo farfulla: «¡Como no salga Fulánez me voy a cagar en todo!» Toñín camina junto a su padre con su bocata de choped. Mientras esquiva unos sacos de cemento que andan por ahí tirados, piensa que esto de ver el fútbol en directo es algo complicado.

Empieza la segunda parte y ambos vuelven a su asiento. A Juan aún le queda una buena reserva de pipas. Se llega al minuto 15 y el equipo aún no ha conseguido reaccionar. Vuelven a escucharse algunos silbidos. El entrenador decide realizar algunos cambios. Entran Fulánez, el ídolo de Juan, y Perengánez, jugador llegado esta temporada que ha destacado en un equipo pequeño y sobre el que existen dudas de que tenga suficiente categoría para jugar en el Madrid.

Parece que los cambios han calmado los ánimos. El equipo empieza a funcionar mejor y el juego parece más hilado. Se crea alguna ocasión de peligro. «Claro, jugando con Fulánez…», dice Juan. No obstante, en un momento dado se falla un pase fácil en el centro del campo. Instantes después, un jugador madridista no llega a un balón por escasos centímetros y la pelota sale fuera. Entonces empieza un auténtico concierto de pitos. El estadio es un clamor: «¡¡¡Fueeeera, fueeera, fueeeera!!!»

– Papá, así creo que no ganamos.

Juan está fuera de sí. «¡¡Si es que una vergüenza!! ¡Todos los partidos igual! ¡Me cago en sus muertos! ¡¡Desgraciaaaaaos!!»

Sigue el juego y Fulánez, en posesión de la pelota, da un pase a media distancia, sin demasiada importancia para el juego.

– ¡¡Mírale!! ¡El único que vale!-, grita Juan.

La pelota llega a Perengánez, el del equipo modesto, que intenta un atrevido regate cerca de la esquina del campo. Desgraciadamente no le sale bien y el balón se va por la línea de fondo. Los pitidos se hacen ensordecedores.

– ¡Pero cómo puede jugar ese mierda! ¡¡Vuélvete a tu puebloooo!!
– Pero papá, si ha entrado hace cinco minutos, y al menos lo está intentando.
– ¡Que no, hombre, que no! ¡Que ese tío no vale para el Madrid! ¡Que yo he visto jugar a Santillana, A Stielike, a Míchel y a Laudrup!
– Papá, y a ese de ahí que corre tanto y que no ha hecho nada en todo el partido, ¿por qué no le pita nadie?
– Caray, hijo, es que ese es el capitán. ¡El símbolo del equipo! Y mira qué lucha, qué entrega. Mira, mira cómo va detrás de ese balón que va a salirse del campo. Además, lleva tropecientos partidos con la selección. ¡De lo mejor que tenemos!
– Pero papá, si ese jugador lleva tres años sin hacer casi nada, ¿no? En mi cole nadie lleva su camiseta, y cuando jugamos en el patio nadie se lo pide.
– Naaaa, aunque parezca que esté mal ese cuando menos te lo esperas aparece. ¡Es el más listo de la clase!

El partido sigue avanzando, con los pitidos yendo y viniendo. Un jugador del Madrid agarra claramente a un contrario cerca del área y el árbitro le saca tarjeta amarilla. Los pitidos se hacen más fuertes, pero esta vez dirigidos al árbitro. «¡Hijo de perraaaaa! ¡Me cago en tu madreeeeee!», se desgañita Juan. Toñín cada vez entiende menos.

A falta de diez minutos para el final, el Madrid logra engarzar una buena jugada y por fin marca. Toñín duda un instante cuál debe ser su reacción, pero no caben muchas dudas: el estadio estalla de júbilo.

– ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!

Juan pega botes y grita como un loco, y Toñín se une a su alegría. Tras el tanto, el Madrid empieza a jugar con mucha más fluidez y a dominar claramente a su rival. Se extienden los gritos por la grada, que esta vez sí anima como un solo hombre: «¡Hale Real Madrid, hale haleeeee!» «¡Madrid! ¡Madrid!»

– Papá, ¿por qué animan ahora y antes no?
– ¡Hombre, es que ahora juegan como Dios manda!

Llega el final del partido, y el estadio prorrumpe en aplausos. Finalmente la cosa ha acabado bien. Padre e hijo, esquivando unos cuantos escombros que se encuentran por los pasillos, se dirigen a la salida. Juan parece bastante animado.

– No ha estado mal el partidito. ¡Porque ha sacado a Fulánez, que si no…! ¡Ahora, como no espabilen la semana que viene se van a cagar estos hijos de puta!

Toñín está pensativo nuevamente. Está contento por la victoria de su equipo, sin duda, pero no ha acabado de entender la experiencia recién vivida. Si supiera que a su padre le pasó lo mismo la primera vez que fue al campo estaría más tranquilo. Pero bueno, al fin y al cabo, piensa Toñín, es el Santiago Bernabéu, y esta es la afición más entendida del mundo. No debe ser tan fácil convertirse en un experto del fútbol. Para ir desentrañando todos estos secretos, la próxima vez seguramente animará menos y comerá más pipas.

¡¡¡Ozú!!!

Dedicado al gilipollas de Pedro Pablo San Martín

– Aún le falta al Madrid, le falta. La primera mitad fue aburridilla; sigue habiendo problemas con la circulación del balón. Y hay que entender que esto no se arregla sólo con un hombre específico que distribuya. La circulación de la pelota es cosa de todo el equipo: Hay qué saber qué hacer con ella, desmarcarse y ofrecerse al compañero. Porque cuando decimos que en el fútbol hay que correr, no se trata tanto de correr detrás de cada balón como de colocarse en la mejor posición para que el compañero te la pase. Claro que esto requiere un gran esfuerzo mental y físico, y por eso no es tan fácil de llevar a cabo. Habrá que seguir en ello.

La propuesta de hoy era meter a Guchi por la izquierda, experimento que ya ha fallado no sé cuántas veces en el Madrid, pero que hoy Capello volvió a intentar, quizá para confirmar definitivamente que es una chorrada. De los dos pivotes, Diarrá estaba bastante cumplidot, mientras que Emerson se fue con Chuck Norris, desaparecido en combate. Menudo comienzo de temporada está haciendo. Porque claro, los jugadores no se ofrecen, pero los que distribuyen tampoco es que lo borden: Como no encuentran una buena opción de pase, la mandan para atrás o se la envían al primero que vean aunque esté marcado por dos tíos -y allá se las componga-, o intentan pases imposibles por el centro entre cuatro defensas. Resultado: Posesiones cortas, juego deslavazado y los piperos removiéndose inquietos en sus asientos de abono.

Pero no fue todo malo: La entrada de Cicinho y Reyes suponía un innegable soplo de aire fresco, y el utrerano en particular, aunque le marcaron bastante, estuvo muy activo. Tuvo especial mérito lo suyo pues le tocó jugar por la derecha, pero se defendió bien metiendo pases bastante certeros con el exterior de su pierna zurda. Buena técnica.

Hay que destacar la gran condición física de Raúl, que le permite correr constantemente detrás de la pelota sin lograr absolutamente nada. Pero no seamos injustos,tampoco hizo un partido tan malo: Dio un par de pases de mérito, se pegó de morros con Van Nistelrooy cuando éste la cogía solo en la frontal y falló un remate de cabeza por escasos seis metros. Y en el minuto 90 hasta hizo un buen remate por alto (fue entre los tres palos y todo), que le valió un cántico de «Raúuul, Raúl, Raúl, Raúuul» por parte del Fondo Sur. (Si al final será que tenemos lo que nos merecemos.)

Lo más rescatable de la primera parte, una impresionante ocasión de Van Nistelrooy tras rectificar un control y rematar con el exterior desde la esquina del área, que sacó el portero por poco. Muy poca chicha, en definitiva. El segundo tiempo fue más vistoso y más todo. Por ejemplo, al entrar Robinho… ¡jugábamos con dos extremos! ¡Un equipo simétrico, como cuando éramos pequeños! La verdad es que me emocioné. El sustituído fue Emerson, cuya posición en el campo ocupó Guti, quien ya más centrado incluso creaba peligro. El equipo comenzó a moverse bastante mejor, empezaron a darse buenos pases en profundidad (Robinho intentó unos cuantos) y por fin llegó el peligro.

Robi intentó bastantes regates y le daba alegría al asunto, pero el gol se resistía. En esto, nos hicieron una falta al borde del área que se dispuso a lanzar Reyes. El 19 era toda una incógnita en esto de los libres directos, pero aprovechó la ocasión: Balón perfectamente colocado en la escuadra del primer palo y golazo. El tano se convertía en el hombre de la noche (¡con el permiso de Raúl y sus carreras!).

A partir de ahí todo transcurrió com bastante placidez, aunque hay que procurar meter goles todos los goles posibles, porque cada uno es una patada en la boca de los plumillas. Entró Beckham, no sé si para que ovacionaran a Reyes o para que los espónsors se quedaran tranquilos. Y fue el propio inglés el que marcó el segundo, que llegó en un contragolpe que fue un placer, porque es un placer ver a tres tíos de tu equipo plantarse solos delante del portero. Beckham marcando un gol de jugada, el acabose.

Así pues, vamos acercándonos al Madrid que queremos. El equipo de la segunda parte es un buen modelo; incluso podríamos soportar a Guti. Bastaría con quitar a… bueno, a algún jugador que quizá no está rindiendo al nivel esperado y poner, no sé, a Cassano, y ya tendríamos equipo para luchar por todo. Yo a Ronaldo no lo echo de menos, la verdad. Que chupe banquillo cuando vuelva.

Y para terminar, dos buenas noticias más: Gané ocho euros en las apuestas y pude ver el partido muy bien por PP Stream. Polanco, jódete.

Real Madrid: 2 (Reyes y Beckham)
Real Sociedad: 0

– No quiero irme sin dejar un par de ejemplos de la prensa tan imparcial que disfrutamos:

«Con el mismo juego triste que ha mostrado desde que comenzó la temporada, el conjunto que entrena Fabio Capello sólo pudo vencer a la débil Real Sociedad con una acción a balón parado. (…) Demasiado poco para una exigente afición que acudía años atrás, demasiados años atrás, con alegría al Santiago Bernabéu y que ahora acude como quien va a trabajar.» (Óscar García)

«Es palpable que cunde el pesimismo.»; «Capello plantea un juego realmente feo.»; «Si esto no funciona, parece razonable que se reclamen responsabilidades.»
(Pedro Palo San Martín)

Anda y que os jodan.

Vaya pedazo de mierda hedionda

Desastroso, desastroso lo de ayer. Se puede hablar del físico, de Raúl y de la madre que parió a Raúl, pero la clave no estuvo ahí. El gran problema del Madrid es que durante todo el partido tuvo un boquete en el centro del campo que ni el cráter de «Akira», mientras que los franceses tenían a tres dando caña y combinando, ayudados además por su adelantada línea defensiva. Los dos madridistas que tenían que haber dominado el centro, Diarrá y Emerson, ni aparecieron ni se les esperaba, especialmente al primero. Mucho pasecito para atrás y mucho quitarse de enmedio en los momentos decisivos. Ni cortaron los avances del rival ni desde luego repartieron juego, por lo que ya podría haber jugado el mismísimo Van Basten en el puesto de Raúl, que habría dado lo mismo. Incluso aunque hubiéramos puesto dos extremos en el campo, con el centro totalmente perdido nos habrían dominado igualmente.

No entiendo qué pasaba por la cabeza de Capello: Si vio estos fallos, ¿por qué no hizo nada para remediarlos en el segundo tiempo? Meter a Reyes y a Guti no solucionaba ese desequilibrio. ¿O he leído yo mal el partido y tener el centro del campo más vacío que la estepa rusa carece de importancia? Quizá, pero apuesto a que no. Además, volvimos a adolecer de un tremendo estatismo, y fuimos incapaces de realizar combinaciones que desbarataran la asfixiante presión francesa.

Toal, que nos dieron por saco y dimos muy mala imagen. En este estado de cosas, la única visión optimista es que los jugadores aún no pueden plasmar en el campo la visión del entrenador por falta de acoplamiento y rodaje físico. No obstante, estos dos aspectos ya deberían estar bastante optimizados a estas alturas de temporada. O trabajamos con mucha más seriedad o nos van a comer.

Por supuesto, los juntaletras están felices. «Ya lo decía yo», «Capello no vale», etc. etc. El débil mental de Iñaki Cano llegó a decir textualmente que esta noche iban a darle «leña al mono». Para eso les servimos, de muñeco de chimpampum. Gentuza.

Esperemos que este amargo trago sirva al menos para ponerse las pilas e ir minimizando los factores de riesgo, tipo Raules y demás. Mientras tanto, sólo nos queda un poderoso hedor a mierda y un soberano cabreo.

Oympique de Lyon: 2
Real Madrid: 0

Objetivo: Decacampeones

Empieza la Champiñons para el Madrid, con una meta clara: Ser el primer club europeo con diez gloriosas Copas de Europa reluciendo en sus vitrinas. Por cosas del sorteo, volvemos a jugar el primer partido contra el olampic lioné, o sea el Olympique de Lyon. Excelente oportunidad para vengarse del varapalo sufrido el año pasado, porque cuando perdemos damos la mano, sí… pero guardamos la afrenta en la memoria, y cualquier club que se precie debe tener siempre afán de revancha (aún estoy esperando un cruce que nos enfrente al Milan).

Sé, hermanos, que algunos de vostros tenéis miedo a este partido. Eso es porque aún os falta fe en el padre. Y sí, los francesitos estos (que luego no son franceses ni ná) serán muy buenos y lo que quieras, pero no dejan de estar en un segundo escalón. Además, este año nosotros TENEMOS A SU NEGRACO. ¡¿Ahora qué, eh?! En cualquier caso, esto de amilanarse en las salidas está bien para Queiroz o Luxemburgo (je je, lo siento, CQ), pero no va con nuestro general Capello; vamos a salir a morderles las pelotas. Una victoria hoy, en definitiva, sería relativamente normal.

Jugará de central el esforzado Raúl Bravo, que parece ser definitivamente nuestro defensa reserva; me pregunto qué pensarán Mejía y Pavón, je je. Quizá habría que abrir un debate: ¿Quién es peor, Bravo o Salgado? ¿Merece la pena poner al primero de titular para librarse del segundo? Hum, que llegue diciembre pronto… Se rumorea también que podría salir Reyes en lugar de Cassano. A mí me ha gustado siempre el juego por bandas, pero no sé si será buena idea cortar la progresión del italiano. Por cierto, hoy vi a un chavalín con «piercings» lucir orgulloso su camiseta recién estrenada de Reyes. ¿Habemus ídolo arrabalero?

Lo que no sé es si podré ver el partido, porque estoy un poco cansado para irme hasta a un bareto a verlo (vivo en un lugar alejado del mundo). Estoy por abrir una campaña de donativos para que me pongáis tele de pago.

Cuatro bofetadas a la prensa

Antes de empezar el encuentro contra el Levante, los distinto medios lo calificaban de «partido importantísimo», de «test crucial». Tras ganar y golear, lo han convertido en un «choque intrascendente», que «no permite sacar conclusiones». El antimadridismo -y el anticapellismo, que es una variante especialmente virulenta- campa a sus anchas. En Punto Radio, durante la previa del partido, estaban criticando al Madrid… ¡por lo de los tres porteros! El indocumentado y cargante Jorge D´Alessandro (¿contra quién ha empatado éste en su vida?) era particularmente vehemente. Decían que si se lesionaba un portero «había aviones», o que «en tres o cuatro horas en coche te pones en Valencia». ¡Y tras soltar semejante gilipollez se quedaban tan a gusto! Venga, sí, se lesiona un portero en el calentamiento y ponemos un avión expresamente para traer a un chico del filial. El caso es tocar los cojones al Madrid, con el pretexto que sea. También se escuchaba la habitual letanía de «en cuanto metan el 0-1 se van a echar atrás». El guión fue bien distinto, para desgracia de tanto juntaletras mediocre que atesta las redacciones de este bendito país.

El Madrid jugó algo peor de lo que esperaba. Aunque el equipo va tomando forma, no se acaba de ver la conjunción deseada, sobre todo durante ciertas fases. Así empezó ayer, sin apabullar, pese a lo cual tuvo un promedio de posesión del 60%. El primer gol fue realmente especular: Perfecto movimiento en media vuelta de Van Nistelrooy, que mandó el balón con precisión absoluta al extremo izquierdo de la portería. Ayer pudimos comprobar qué tremendo nueve es el holandés: Remata todo y con todo, y además, generalmente, con gran precisión.

Individualmente, a Diarrá ese le vio un poco fallón, pero va cogiendo el ritmo. Cassano estuvo participativo, Raúl intrascendente; lo más señalado que hizo fue una gran carrera en el centro del campo con buen pase posterior. Fue sustituido en el descanso… puede durarle poco el cuento. Beckham fue Beckham, se mantuvo tan alejado de la línea de fondo como si ésta fuera el mismísimo Carrefour. Pero claro, luego metió un pase de cuarenta metros que acabó en el segundo gol, de Cassano. ¿Justifica esto todo un partido? Para mí no, sobre todo teniendo en cuenta que el juego de bandas en la primera parte fue muy deficiente. El intentar entrar demasiado por el centro y el excesivo estatismo (¡cómo cuesta ver un desmarque!) son los mayores problemas de este Madrid de principios de temporada.

En una jugada aislada llegó el 2-1, con semicantada de Casillas. Dice el Juanma Trueba que desde que llegó Capello, Iker se siente en un estado «de prueba constante», y que eso «no es bueno». Líbrenos Dios de que los jugadores se sientan en prueba, cuanto más acomodados mejor, ¿no?

La segunda parte fue más alegre: Se fueron Raúl y Cassano, entraron Robinho y el Tano. Si éste último se mantiene en la línea de ayer, estoy dispuesto a darle una oportunidad. Lo cierto es que abrió el campo e intentó cosas interesantes. Tiene un movimiento muy bueno, de alargarse el balón unos cuatro metros y correr detrás de él, que confiere gran dinamismo a las jugadas. Sus combinaciones con Robinho fueron especialmente interesantes: Parece existir un buen entendimiento entre ambos jugadores, y entre los dos lograron crear bastante peligro por la izquierda. El tercer gol, de hecho, llegó gracias a un preciso pase de Reyes que bajó Beckham de cabeza para que marcara VN en un remate dificilísimo. 1-3. ¡Y eso que nos íbamos a echar atrás después del primer gol

El Levante, tal como pronostiqué, fue un fiel reflejo del triste de Caro: Estuvo gris y desquiciado; nos dieron hostias hasta en el paladar y tuvieron dos expulsiones. Eso sí, Ettien es un extremo de lo más apañado. En el penalti que nos hicieron, VN tuvo la primera oportunidad de rubricar su «hat trick», pero lo tiró muy mal. Tras el hostión que le metieron a Salgado, empecé a pensar que las ondas mentales que mandamos desde esta página empezaban a hacer su efecto, pero al final que la cosa se quedó en una lesión menor. Por lo menos entró Cicinho.

Y fue precisamente Cicinho quien dio un buen pase para el tercero de Van Nistelrooy, que tras fallar el penalti y tener otra ocasión clarísima, marcó con una excelente vaselina. Da la impresión de que puede meter un carro este año.

En definitiva, una tarde bastante jubilosa para el madridismo. Los juntaletras aún andan buscando una explicación, aunque la semana que viene seguramente volverán a a la carga. Será un placer poder cerrar sus bocazas semana tras semana.

Levante: 1 (Un negro)
Real Madrid: 4 (Van the Man (3) y Cassano)

Contra el paleto

El partido de hoy no es un partido, es casi un chiste. Sin duda el encuentro más fácil del año junto al que disputaremos frente al mismo equipo en el Bernabéu. Los que tienen miedo de perder hoy deberían ser corridos a gorrazos Castellana abajo por cagones. ¿Y por qué tengo tanta confianza? Hombre, pues porque estamos hablando de… de López Caro, tipo al que conocemos perfectamente y que precisamente por eso no nos puede dar ningún miedo. Es éste uno de esos entrenadores que pasan por la historia del fútbol español porque estaban ahí en ese momento, destinados a la mediocridad más absoluta, los Goicoechea o D´Alessandro de turno. La frase «triste, que eres un triste», parece inventada para este alma cándida, y si como es de esperar ha contagiado a su equipo de este espíritu (porque los entrenadores muermo contagian a sus plantillas), el Levante será equipo de Segunda allá por Febrero. Bien merecido se lo tienen, por cambiar a un tipo tan solvente como Mané por el dequeísta de Caro. Algunos me acusarán de ser demasiado duro con él, pero tienen al menos tres motivos para no preocuparse: Primero, nunca me leerá, segundo, gana una buena pasta, y tercero, ocupa una posición por encima de su capacidad. No es lo que se dice un olvidado de la fortuna.

En cuanto el Madrid, todo bien: Vuelve Ramos, y es de esperar que veamos un equipo más sólido y conjuntado. Auguro que hoy se estrenará Van Nistelrooy y que se ganará con holgura, pongamos 10 a cero. Y puestos a pedir, estaremos expectantes a una posible lesión de Raúl y a que ese jugador al que todos esperamos ansiosos tenga minutos… ¿Reyes? ¡Quiá, Robinho!