Leyendo un editorial de Cerdaño.
Hoy llega Mou a los Madriles, en medio de fanfarrias tipo Miklos Rozsa y bajo palio, con una Copa de Europa colgada de cada cojón. Dicen que lo presenta nada menos que Jorgito Valdano, y no puedo, no quiero creérmelo. Hasta ahora, las presentaciones de todos los entrenadores de Florentino las había realizado el presi in person, ¿cómo es que ahora, cuando llega su gran apuesta, su galáctico de los banquillos, deja la presentación en manos de un vulgar subalterno? Sólo puedo entender el asunto en clave política: Flóper I quiere proyectar una imagen de unidad monolítica, sin fisuras, de Gran Familia Madridista en la que todo se hace desde el cariño. Atención porque hoy se le puede quedar a Valdano la lengua como una lija de tanto lamerle el culo a Mou, leyendo un discurso escrito por alguien del club o por el propio director general empleando todas las dosis de cinismo posibles. Quizá esta presentación sea un sutil castigo de Florentino a Valdano, por inútil y por traerle a un entrenador que se cagó en los pantalones. La confesión que le leímos ayer a Pellegrini («no puse a Diarrá porque me acojonaba la prensa») es lo más aterrador que hemos visto en la prensa deportiva desde aquellas fotos en top-less robadas a la Colino.
Floren también la cagó, claro, con sus ventas por «criterios económicos», y quizá ése sea el motivo último de su posible ausencia en el acto de hoy («yo me desentiendo, no sé de fútbol, visitadme en las alturas si queréis consultar algo»). En cualquier caso, el gran protagonista es Mou. A partir de las 13 horas iremos comentando en directo los detalles del acto y las palabras del Gregory Peck de los banquillos. Esperamos una arenga que nos deje erectos y en pie de guerra para todo lo que queda de pretemporada.
Y tras la presentación, trabajo, trabajo y trabajo. Tramitar altas y bajas suele ser algo bastante trabajoso, pero creo que esta misma semana podemos tener noticias significativas. Probablemente haya gestiones avanzadas que sólo estaban esperando la llegada del entrenador para materializarse. En cuanto a la Gran Baja que esperamos, seguro que le preguntan por ello a Mou desde el primer instante. Habrá que estar muy atento a sus respuestas, porque aunque no conteste directamente creo que dejará entrever con nitidez sus intenciones. Pero el trabajo no será lo único que empezará hoy: desde el minuto uno se desatará la guerra contra Mourinho por parte de toda la prensa basura. No hace falta decir en qué lado debemos posicionarnos.
Protejamos a nuestros abuelos
A la espera de emociones futboleras más fuertes, el Bernabéu acogió ayer el llamado «Corazón Classic Match 2010», entre jugadores veteranos del Milan y del Madrid. Tras ver las imágenes del partido, creo sinceramente que se deberían prohibir este tipo de eventos. El fútbol es un espectáculo y un deporte de gente joven, una reunión de semidioses en plenitud física que realizan hazañas deportivas para deleite de las masas. Verlos convertidos ya en meros humanos envejecidos y decadentes es un espectáculo descorazonador y patético que empaña su recuerdo. ¿Realmente necesitábamos ver al mítico George Weah transfigurado en el Gordo Alberto? ¿O qué decir de Baresi, al que hoy día es francamente difícil distinguir de Adriano Celentano? Butragueño no tendría que dejarse fotografiar vestido de corto: aunque esté delgado, su aspecto de oficinista enjuto es un contraste demasiado brutal con los tiempos en que le conocía como «el niño«. ¿Y ese McManaman al que con apenas 38 años le empiezan a colgar las carnes? En definitiva, fue como ver a 22 Raúles sobre el campo, una cosa terrible. Vale que hay tíos que se mantienen admirablemente, como Figo, Zidane, Panucchi o incluso Sanchís (y no dudo que alguno esté bastante mejor que el mencionado Baúl), o que es muy gracioso ver a Karembeu jugando otra vez para el Madrid, pero no compensa. Además, era un acto medio sospechoso: se recogían fondos para investigar una enfermedad, pero el espónsor era Pogüer Balance, la empresa de la pulsera-timo que lucían varios de los jugadores. Me temo que ayer se la empresa se sacó un pellizco importante, a cuenta de la nostalgia y buena fe de la gente.
Quien mejor se lo debió pasar fue la prensa costrosa, que tuvo la ocasión de ver a Míchel sentado en el banquillo del entrenador local, acompañado por Amancio y por un Rafael Martín Vázquez entregado a la ingesta de pipas (bueno, eran sus uñas, pero viene a ser lo mismo). Venga, en serio: todo mi ánimo a las asociaciones de veteranos, y bien si juegan todas las semanas y se divierten rememorando sus tiempos de gloria, pero que lo hagan en sitios adecuados para ello, como las ciudades deportivas de sus clubes, y el que los quiera ver que se acerque y pase una tarde entreñable. Convertir esto en un espectáculo de masas es como una mala entrega de Cine de Barrio, y nos pone de mala leche pensando que un tío que debería estar desde hace tiempo jugando este tipo de pachangas disputa aún un montón de minutos con nosotros cada año.