El Farsa es un club extraordinario, alrededor del cual pasan cosas extraordinarias: por ejemplo, en el aspecto arbitral se les aplica un reglamento propio según el cual cada contacto es falta (para proteger el fúrbol), previa caída dramática a lo Sargento Elías del jugador agredido. Otra regla made for Farsa es que si un rival patea la bola un segundo después del silbido del árbitro puede ser ver la segunda amarilla sin que a nadie le parezca demasiado raro. Y también está ésa que les permite provocar tarjetas de ambos colores mediante el noble y nada maricón arte de rodear al colegiado ladrando como perros. Otros hitos recientes de la historia farsante son haber inventado el fútbol aeróbico -que permite a jugadores alfeñiques correr como gacelas y ganar balones divididos a auténticos mostrencos en el minuto 90- y el método nutricional especial del dr. Segura, que deja al suero del Supersoldado a la altura del Ciripolen. Entre estos logros hay que destacar muy especialmente el haberse hecho con un nutrido seguimiento fuera de las fronteras de Cataluña, pese a que en sus instalaciones, viajes y celebraciones jamás se ve una bandera española ni por casualidad -independentistas, alguna que otra-, ni pierden la más mínima ocasión de despreciar a la nación en la que han jugado desde que Hans Gamper los fundara (y más tarde, arrepentido, se pegara un tiro). Pero bueno, todos estos hitos no son nada que no se pueda explicar mediante la enorme categoría y buen hacer del que, al fin y al cabo, es més que un club.
Nostante, hay cosas y casos que escapan incluso a la aguda capacidad de raciocinio de una mente como la mía, y que me dejan rascándme la cabeza, perplejo, durante luengas horas (y no es por los piojos). Tal es el caso de la enfermedad del defensa francés Abidal (Anims, Abi!), un caso del que se ha hablado mucho pero de forma bastante distorsionada, con la consecuncia de que el conocimiento real que tenemos del asunto es muy deficiente. Ésta una una breve cronología del caso:
15-3-2011: Se anuncia que Eric Abidal tiene un tumor de naturaleza desconocida en el hígado, operable, y que cesará su actividad futbolísitca hasta estar plenamente recuperado. La prensa afín al barcelonismo (es decir el 99% de toda la nacional) se deshace en muestras de apoyo al jugador, al que se pinta poco menos que como un paciente límite de cáncer que se enfrenta a una operación a vida o muerte (ejemplos aquí, aquí, aquí y aquí). Todo esto antes de conocerse la verdadera naturaleza del tumor.
En el mismo día de la noticia se monta cierto revuelo por un mensaje en el foro de la web Defensa Central, en el que se relaciona dopaje con tumores hepáticos. Aterrorizado ante la idea de perder su puesto de tertuliano buenrollista en distintos medios, Siro López, que desde hacía un par de semanas supuestamente dirigía dicho portal (tenía su cara puesta en la cabecera y poco más), dimite de su puesto fantasma, sin explicar qué responsabilidad puede tener sobre lo que diga un mensaje de un foro.
Abril-Mayo: Abidal es ingresado en la clínica de la capital catalana Barnaclinic (donde se intervino también al Rey). Mediante la técnica quirúrgica de la laparoscopia, el tumor del hígado es extirpado y el jugador inicia la recuperación. Sus compañeros de equipo muestran camisetas de apoyo (Anims Abi!) antes de uno de los partidos del Barsa para subirle la moral, y poco después los delpropio Real Madrid imitan su gesto tras un partido de Champions contra el Lyon. Abidal recibe el alta médica de su terrible y mortal enfermedad dos semanas después de la intervención. Otras dos semanas más tarde, ya se ha reincorporado a la disciplina del Barcelona, entrenando como uno más. El 3 de Mayo vuelve a una convocatoria -la semifinal de Champions contra el Madrid-, seis semanas después de su diagnóstico. Guardiola asegura: «un chico que ha tenido un cáncer hace poco mañana estará con nosotros y nos podrá ayudar más o menos», insistiendo en el «cáncer» cuando por entonces es de sobra conocido que el tumor no revestía ningún peligro.
Tras el «terrible trance» que ha pasado, Abidal no duda en afirmar que se ha replanteado la vida, y que incluso ha vendido los coches que tenía porque se ha dado cuenta de que no le hacían falta. Añade, concienciado: «Invertiré en hospitales, en ayudar a los niños, en causas benéficas. Todo esto me ha cambiado mucho». ¡Estando el Farsa de por medio, los niños son siempre lo primero!
Julio 2011: Ya estamos en una nueva temporada. La versión italiana de la revista GQ saca a Abidal en portada, con el torso desnudo y la cicatriz de la operación visible, con el titular «La herida del campeón». La cicatriz cruza la parte derecha del abdomen y es muy larga, de unos 20 cms. Pero ya todo ha quedado atrás, y el campeón sigue ganando títulos con la Farsa (Anims Abi!).
Bien, esto es más o menos lo que el público conoce sobre el caso, pero hay que hacer algunas puntualizaciones para reducir en lo posible la distorsión informativa. En primer lugar, aclarar la verdadera naturaleza de la dolencia: Abidal nunca ha tenido cáncer, por mucho que leáis lo contrario por ahí. Puesto que la biopsia desveló que el tumor era benigno, existe una altísima probabilidad de que se tratara de un adenoma o un hemangioma, los tipo de tumor más frecuentes en el hígado (hasta 20% de incidencia en la población), que no suponen ningún riesgo mortal y que se operan fácilmente, tal como se pudo ver. De hecho, los tumores de hígado malignos son extremadamente raros en personas jóvenes sin cirrosis. Dicho de otra forma, la «lucha contra la muerte» que libró Abidal es la misma a la que se enfrentarían un paciente de apendicitis o de hernia discal (estos últimos seguramente con una condición más delicada). Fijaos si son terribles los tumores benignos de hígado, que la mayoría de las veces son asintomáticos y directamente no se operan. Cuando se extirpan es por ser más grandes de lo normal y por simple precaución. Tres horas de operación y dos semanas de recuperación fue lo que necesitó Abidal (Anims Abi!) para ser aclamado como un héroe, cuando los verdaderos pacientes de cáncer tienen que pasar por tratamientos penosísimos que pueden durar años, y de los que por desgracia a veces no salen con vida; aparte, por supuesto, de operaciones realmente graves en las que pueden fallecer o superar con una esperanza de supervivencia de pocos meses (un caso reciente es el de Steve Jobs, con cáncer de pancreas).
¿Por qué nadie se preocupó de contrastar la información? ¿Por qué muchos se apresuraron a incluir a Abidal en una lista de futbolistas aquejados por cáncer, como Penev o Robben? Claro, la prensa siempre está algo aquejada de sensacionalismo, ¿pero no resulta también muy curioso cómo todo lo que rodea al Barcelona queda rápidamente impregnado por la propaganda? Aquí lo que interesaba no era saber qué tenía el jugador, sino pintarlo como héroe/víctima y, sobre todo, que no saliera por ningún lado la palabra «dopaje». Ya se encargaron de ello los abogados-matones del Barcelona, mandando por esos días una carta intimidatoria a Defensa Central, y puede que a algún medio más, advirtiéndoles de que les esperaba (hay que incidir en que DC nunca publicó ninguna información acusando a Abidal ni al Barcelona de nada). Resulta también muy censurable la actuación del jugador, que se subió gustoso al carrusel. En ningún momento ha aclarado que nunca padeció cáncer, y en lugar de eso ha vendido su sencilla hospitalización como una especie de experiencia trascendental, como hizo en la mencionada revista italiana. ¿Alguien se imagina a una persona vendiendo sus bienes terrenales tras ser operado de apenditis?
Otro tema que hay que aclarar -o que me gustaría poder aclarar, aunque por ahora carecemos de respuesta- es el de la célebre cicatriz. Como decía más arriba, Abidal fue operado mediante laparoscopia, una técnica que consiste en introducir una cámara de fibra óptica por el ombligo del paciente para observar desde dentro la zona abdominal, mientras que con otro instrumento, la llamada torre laparoscópica, se realiza la operación con una intrusión mínima, gracias a las imágenes enviadas por la mini-cámara. Bajo estas líneas tenéis fotos de cicatrices típicas tras operaciones de laparoscopia: como veis, se trata de marcas redondeadas y de ramaño reducido, nada que ver con la típica incisión de bisturí. Hay algunas algo más grandes (me he tomado el desagradable trabajo de buscar cicatrices para informaros), pero todas están en esta línea.
Y luego está la cicatriz de Abidal, que podéis ver encabezando la entrada y también bajo este párrafo, en una toma algo más erótica dedicada a Mandinga. El problema, el asunto que no cuadra, salta a la vista: la cicatriz del francés es enorme, obviamente una incisión de bisturí, de unos 15-20 cms. de largo. ¿Cómo es posible que la sutil técnica laparoscópica pudiera dejar semejante tajo? Puestos a buscar una explicación, y ya que nadie ha arrojado luz hasta ahora sobre el asunto, no nos queda más que conjeturar.
Hipótesis 1: En realidad no se operó a Abidal mediante laparoscopia, pero se dijo así por equivocación. Parece obvio que realmente no se usó esa técnica, ¿pero por qué entonces se comunicó eso a la prensa y todos los medios lo reflejan así? ¿Se trata de un simple error y en realidad se le operó mediante técnicas convencionales?
Hipótesis 2: Una laparoscopia muy rara. ¿Quizá se trató de una laparoscopia atípica, en la que, por lo que fuera, se necesitó realizar una incisión mucho más grande (cuatro o cinco veces más) de lo normal? Necesitaríamos la ayuda de un especialista en cirugía para poder responder a esto.
Hipotesis 3: Abidal no tenía lo que nos han dicho que tenía. Obviamente un tumor maligno no era, porque en ese caso estaría siguiendo radio o quimioterpoa, y ni en broma la recuperación habría sido tan rápida. ¿Pero y si no se trataba tampoco un tumor benigno, sino algún otro tipo de dolencia en el hígado? ¿Infección, inflamación? ¿Algo que se tiene que operar pero no puedes decir qué es, y que desde luego no puede intervenir mediante laparoscopia?
Con los datos ofrecidos, que cada uno piense lo que quiera. Quizá piense bien y acierte, o quizá tenga que pensar mal para dar con la verdad. Lo que está claro es que en este caso ha habido cualquier cosa menos transparencia y rigor informativo. Y en cierta forma lo entiendo, porque no vas a convencer a todos de que eres el mejor cluc del mundo sin un férreo manejo de la información que proporcionas a público y medios. Una vez más, hay que reconocer que los departamentos de autopromoción y propaganda del Barsa son, esos sí, verdaderamente insuperables.
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