Dijo ayer Stojkovic algo muy bien traído: que tras obtener el pase a la final de Lisboa, casi se había oído más «pobre Alonso, que se piede la final» que «vaya cojonazos tenemos, que hemos pasao». Es algo casi normal en este club tan ridículamente personalista, pero no por ello menos irritante. Y además la baja del vasco no va a ser un factor tan determinante: para empezar, tener a diez jugadores de tu mejor once disponibles para una final es un balance excelente, y algo no precisamente frecuente. Por otro lado, a veces parece que Alonso fuera Redondo con 27 años, y no, es Alonso con 32: el jugador que lo mismo deleita llevando la manija del juego con mano maestra que desespera con un culo que parece pesar tonelada y media. Y si bien las individualidades son determinantes en cualquier partido, y más en una final, el papel del 14 no es tan especializado y singular como para no poder suplirlo adecuadamente con otro futbolista. Dicho de otra forma, en un encuentro así los únicos insustituibles son los que pueden romper el partido con una jugada, normalmente hombres de arriba. Para suplir a los ocho o nueve de atrás, cualquier entrenador digno del nombre debe ser capaz de apañarse.
Así, pienso que la clave del partido no estará desde luego en un puesto concreto del centro del campo, sino en la actuación conjunta de toda esa línea, y en realidad de todo el equipo. Hablo de los apoyos, la presión, los desmarques… Desde luego sin Alonso se pierde algo en la distribución del balón, pero entre Modric y Di María deberían salir adecuadamente del paso. Para lo demás, solidaridad, trabajo y esfuerzo extra para un día tan singular. Incluso si juega Illarrita el etarrita, por cagado que esté, puede dar el pego, ya que tampoco necesita hacer el partido del siglo ni meter dos goles. Dicho esto, mi hombre sería Casemiro, por poseer técnica, buen físico y carácter. Además, ha jugado los suficientes minutos para encontrarse en buena forma. A quien nunca pondría es a Isco, ni a ningún otro de bajas prestaciones físicas. Tampoco a Khedira, cuya participación sería casi suicida por una simple cuestión de sensaciones y ritmo; no en vano lleva seis meses sin competir al máximo nivel.
Por todo lo expuesto, ni siquiera sería descabellada la opción de completar el centro del campo con Ramos o Pepe. Ambos han jugado ahí algunas ocasiones rindiendo adecuadamente, y además, alejados del área, reducirían el riesgo de cometer errores fatales, a los que son tan propensos. Su puesto en la defensa central podría ser ocupado por Nacho o por Varane, siempre que esté en condiciones físicas. En fin, no voy a ponerme a especular sobre a quién alineará finalmente Ancelotti, porque ha demostrado ser un técnico lo suficientemente imprevisible; en lo que sí insisto es en que la final muy probablemente se decidirá por el trabajo colectivo y por cuestiones de calidad, siendo crucial convertir las ocasiones de gol que se generen. Olvidémonos ya de Alonso, y consideremos si el equipo será capaz dar estas prestaciones el día 24.