
…Por suerte en la sala de prensa no se ven los pies.
Un día de esos en los que no pasa nada, ¿eh? En menos de 24 horas, España se quedó sin entrenador del Madrid y sin presidente del gobierno. Cuál de los dos puestos es más importante queda a criterio personal, pero el desamparo de la ciudadanía resulta patente. Por culpa de su español macarrónico, cuando Zidane quiso decir «por supuesto que es un hasta luego», pareció decir «hasta los huevos», frase inintencionada pero que probablemente resume bien los motivos de su marcha. Todo indica que, en los clubes de superélite, donde primero está el presidente, luego los jugadores y por último el técnico (aunque este es al que más se le exige), tres años es el límite máximo si quieres conservar cierta estabilidad mental.
Zipayo llegó entre el escepticismo de todos (yo el primero), y en sólo dos temporadas y media ha dejado una especie de estándar dorado sobre lo que ha de ser un entrenador del Madrid: casi siempre vas a tener a los mejores, y el peso de la camiseta hace mucho, así que no necesitas saber mucho de tácticas, ser un gran orador, un sargento o un encantador de periodistas: sólo tienes que dar con la tecla para que esos hijos de puta se pongan a jugar. Puede decirse que sólo lo logró parcialmente (ahí queda la amargura por la derrota contra el Leganés), pero debido a su éxito en Champions su figura se ha convertido en superlativa. Queda como el único técnico en la historia de la competición que no ha fallado en ninguna eliminatoria ni final, un registro mítico. ¿Qué se diría de él si fuera cierto apóstol cursi y delgaducho del separatismo catalán? Estarían pidiendo mįnimo su canonización.
ZZ se va dejando triste a la afición pero agigantándose aún más si cabe; nuevamente se marcha pudiendo quedarse, perdonando mucho dinero, y enanizando a falsos ídolos que hicieron justo lo contrario: exprimir la ubre blanca obscenamente, alargando su decadencia hasta el sonrojo mediante potentes entramados periodísticos y el chantaje emocional a una afición siempre un tanto infantil y especialmente inclinada hacia la figura del canterano. Queda así el franco-argelino como uno de los jugadores-técnicos más madridistas que se recuerdan (superando en eso incluso al mismísimo Di Stéfano, quien desgraciadamente tuvo que irse a escobazos). Ojo, un hombre al que no le faltan refugios, que podría haber sido abanderado de la Juve, de la selección francesa; ¡¡el lado opuesto del siniestro Del Bosque!! Estuve tentado de hacer un escalafón de madridistas más importantes de la historia, y Zidane me salía quinto o sexto, que es mucho pero a la vez me parece poco; digamos que es el más importante de la edad moderna detrás de Florentino y por delante de Cristiano, casi siempre torpe en lo sentimental. Queda como un mito que, marchándose cuando quiere, se ha ganado el derecho a volver cuando y si lo desea. En caso de hacerlo, será nuevamente con más cosas a perder que a ganar.
¿El sucesor? Imagino que llegará en cuestión de días, por puras cuestiones logísticas de pretemporada; conviene anunciarlo antes de finalizar la próxima semana para evitar el desgaste. Sea quien sea, tendrá encima la sombra gigante de su predecesor, pero llegará sin excesiva presión por ganar (para lo que es el Madrid, entendámonos) y con la oportunidad dorada de implantar un nuevo estilo y hacer una plantilla a su medida (para lo que es el Madrid, entendámonos). Puede ser una nota a pie de página o un nuevo eslabón de una dinastía ganadora, dependerá de su personalidad, resitencia y capacidad de adaptación al entorno; incluso también de sus conocimientos técnicos.

Respecto al «otro tema», la principal reflexión que se me ocurre es que el mal a veces gana, aunque nunca de forma definitva. Sánchez es un Zapatero no más vacuo (eso es imposible), pero sí con mucha más vanidad y ambición (de la personal, no de la transformativa). Hace pareja perfecta con su esposa, la lúgubre Begoña ETT, y cuando ambos se miran ven lo que más aman en el mundo: ellos mismos.
Pdr será califa en lugar del califa, en una media legislatura catastrófica pero que quizá vacune un poco a la población contra la estupidez y el arribismo. El pueblo español es cainita y lanar, pero estamos en un punto en que hasta los no muy avezados captan a la perfección que este será un gobierno escandalosamente ilegítimo, formado con una excusa peregrina y al servicio de los intereses más bastardos, desde el ansia de poder hasta la ruptura nacional; preveo un durísimo castigo en las urnas, incluso tras dos años de paguitas, leyes clientelares y combate contra una fantasmal «emergencia social»; en todo caso, no olvidemos que los políticos son siempre más síntoma que causa. ¿Rajoy? Bueno, digamos que Boabdil a su lado queda como un aficionadillo, y encima el tipo ni siquiera se marcha a su casa. Qué lástima que en todos estos años de leer el Marca no haya aprendido nada de Zidane.