Vuelve Rambo. Viejo y cascado, pero aún mazao y con capacidad para masacrar a unos cuantos cientos de malos. «Última Sangre» se llama la cosa, y esta vez el enemigo a batir serán narcos mejicanos o cosa parecida. Una peli medio raruna, con tres españoles (Óscar Jaenada, Sergio Perís y la paleta de Paz Vega) haciendo de mejicanos, pero es el último Rambo, y por supuesto estaremos ahí para verlo. «Primera sangre» fue la primera novela del canadiense David Morrell, y estuvo diez años cogiendo polvo en las estanterías hasta que Jólibud decidió tomarla como base para el siguiente vehículo de Sylvester Stallone. La peli cambiaba el crudo final del libro, dejando al Boina Verde con vida para luchar un día más, pero Morrell no debió tomárselo muy mal, porque escribió él mismo la novelización de los dos siguientes films, y seguramente siga cobrando buenas regalías a día de hoy. Eso sí, nunca ha escrito una sola línea para las películas; quizá haya asumido, sabiamente, que el personaje es ya más una criatura cinematográfica que literaria, y que Stallone lo ha hecho suyo con los años.
A Rambo lo llevaron a una guerra que no era suya, hizo todo lo posible por ganarla y, cuando no lo consiguió, le dieron bien por culo: lo apartaron, lo marginaron, lo trataron como a un vagabundo. A mí Rambo me recuerda a Mau, a quien la nave blanca reclutó para darle la vuelta a la tortilla futbolística, y vaya si se aplicó el tipo para conseguirlo. Vale que no ganó la guerra de Vietnam, que era la Chempions, pero sí el Corazón Púrpura, que era la Liga y cambiar totalmente la mentalidad del equipo. Los resultados se vieron muy poco después de su marcha. Y al fin y al cabo, ¿perdieron los USA en Vietnam? La campaña militar fracasó, sí, pero hoy los putos charlis fabrican bragas para occidente, con los ideales de Ho Chi Mihn arrojados por el retrete hace mucho tiempo. ¿Quién ganó la guerra?
Mau vive ahora en su granja, como Rambo, cazando gamusinos, cultivando lechugas o qué sé yo; quizá su problema es que no tiene un hobby. El cuerpo le tiembla pidiéndole acción, igual que John se siente fuera de su elemento cuando no está disparando u hostiando a alguien. Pero ahora es un paria y el Madrí tiene a otro capitán, un moro yihadista más adaptado a los tiempos que corren. La vida ha separado nuestros caminos, pero todos sabemos que esa misma vida da muchas vueltas, y que la guerra es muy perra. Más le vale al comandante Flópor no perder el teléfono de la granja de Mou, porque quizá algún día necesite a un hombre capaz de alimentarse con cosas que harían vomitar a una cabra, y que llame hogar a lo que otros llaman infierno.