Por El Mastuerzo
¿Qué tal, queridos borreguitos? ¿Estáis masticando bien la hierba y quedándoos dentro del redil? Así me gusta: que obedezcáis, que es para lo que se os ha criado y para lo que valéis. La verdad es que cuando pusimos en marcha la mierda esta del covid a finales del año pasado no creía que fuera a tener tanto éxito, pero desde luego ha superado todas las expectativas. Si uno lo piensa, probablemente todo esto dio comienzo cuando se popularizó la expresión «te han engañao como a un chino»: los amarillos tomaron nota y maduraron muy lentamente su venganza, dispuestos a demostrar que tendrán micropene pero que no son en absoluto tontos; la política de Tromp, poniendo en evidencia su trilerismo ante todo el mundo, fue el detonante final.
Lo magistral de la jugada es que, a diferencia del cabezabuque de Kim Jong, no han necesitado amenezar con misilitos, y por supuesto no se ha disparado ni una salva: ha bastado con una enorme comedia a nivel global, que por supuesto no podría haberse representado sin la fiel colaboración de toda la borregada planetaria. ¿Y qué es lo que creen los norit que pastan por las verdes praderas de Gaia, así como los pastores que supuestamente los dirigen? Que la mejor forma de acabar con una enfermedad muy contagiosa pero de mortandad mínima es joder el planeta entero. Y se han aplicado a esto último con una constancia que no se veía desde que Guardiola salía a comer ollas por el barrio gótico.
Como era de esperar, ha habido alguna voz discrepante, tipos que aseguraban que quizá destruir nuestro modo de vida, causando daños de todo tipo que pueden durar décadas, quizá no era la mejor forma de lidiar con el problema sanitario; afortunadamente nadie les ha hecho demasiado caso, y el plan ha seguido hacia delante con precisión de reloj suizo. Menos en China, claro: en China no hay segunda ola, ni mascarillas, ni cuarentenas: simplemente hacen vida normal y se pinchan una «vacuna mágica» de Shinopharm (una de mis empresas subsidiarias), la cual apenas tiene unos ligeros efectos secundarios. ¿Que cómo han desarrollado la vacuna más rápida de la historia de la humanidad? Fácil: ¡¡porque son muy listos!!
Pero tranquilos, que la travesía por el desierto ya se acerca a su fin. Concretamente a partir del 4 de Noviembre, las cosas volverán «donde deberían», allá donde dejaron de estar hace cuatro años. Cómo les debió joder la victoria de cierto personaje por aquel entonces, que los «demócratas» estadounidenses se unieron con la tiranía china para sacar adelante su pequeño plan de revancha. Enseguida comprobaréis que, en cuanto gane el títere que han puesto al frente, la gran crisis sanitaria se solucionará como por ensalmo. Nada de encerrar a todos, nada de masacrar la economía: de repente bastará con controlar las hospitalizaciones aumentando las plazas disponibles y con aislar a los grupos de riesgo. «¡Al fin y al cabo, tenemos que retomar nuestra vida!», dirán.
Lo que es inaceptable ahora (o sea vivir de la forma más normal posible), repentinamente se convertirá en el modus operandi habitual, los useños comparán la «vacuna mágica» y todos hablarán del «milagro logrado gracias a la vuelta de la moderación». Los BLM lo celebrarán haciendo una barbacoa con la torre Sears y el COVID se unirá al aburrido panteón de la tuberculosis, el sarampión, la malaria y la gripe común, enfermedades que «matan mucho» pero cuya mortandad estadística apenas llega a hacer una muesca microscópica en la demografía mundial. Sé que muchos echaréis de menos la obediencia actual, que ya os habéis acostumbrado a tener la gran verga del amo bien metida hasta el intestino grueso, pero qué le vamos a hacer: ha llegado el momento de vaciar la cavida rectal y empezar a consumir y producir para los dueños del cotarro. Que esas mansiones colosales y esos trenes de vida no se pagan solos.