Queremos unos cuartos de mierda

Logo vintage.

Sí, bueno, ¿no? Tras la durísima criba de los octavos de final, estos son los ocho clubes supervivientes para el trofeo UCL, también conocido como Copa Johnny o «Sólo puede quedar uno»:

Real Pudrit, Paleti, Picharreal, Chelshit, Loserpool, Manchester Shitty, Fica y Gayern de Múnich.

Si uno se fija, hay cuatro equipos bastante huesos y tres contra los que pasaríamos casi seguro, así que tenemos como un 40% de posibilidades de que nos toque un rival fácil. El Paleti no me gustaría porque huelen mal y llevan navajas, Guartrola es un puto coñazo, Kloppo tendrá sed de venganza y el Gayern si nos lo puede limpiar otro rival casi mejor. Pero bueno, está claro que los que nos convienen son Farleti, Picha y Fica, siendo el mal menor el Chelshit. Alguno se sorprenderá porque diga esto de los londinenses, pero realmente su campaña en Premier está siendo bastante ridícula, y su victoria en la anterior Champions parece más debida a un pico de forma excepcional que a un rendimiento sostenido; incluso ayer estaban sudando tinta hasta que Pulisía logró marcar el empate al borde del descanso.

Tras estos octavos podemos recalibrar un poco el valor de ciertos técnicos. Bajan su cotización: Alicate, echado por el equipo más débil; Paquetino, firmando el enésimo ridículo del PSG; Tristegri, definitivamente un técnico menor (y deprimente); e Inzaghi, con su desdibujado Inter. Suben en la bolsa: Simio One, el superviviente definitivo, y Kloppo, regular como José Coronado cagando. Quedan pendientes de calificación Ancholoto, Émeris y Guartrola, quienes se encontraron con bastantes facilidades, ya fueran esperadas o inesperadas.

En fin, después de una eliminatoria tan tensa ojalá nos caiga una madre, idealmente los del Picharreal, que saldrían tan cagados (¡¡equipo de Emery!!) que con simplemente presentarnos a los partidos podríamos acabar con un total de 10-0 o así. Pero afrontaremos cualquier cosa que nos echen las bolas calientes, que para eso somos el Mandril y tienen que temernos ellos a nos.

Mallorca, capital Saigón

Por Rappol

Antonio Raíllo es un cerdo. Jugadores de esta especie, deberían cargar con los costes de tener ahora parado a Rodrygo a saber cuánto tiempo, justo en el momento álgido de la temporada y cuando había explotado en los últimos partidos gracias a una potencia física aumentada; que al fin ha complementado la excelente calidad técnica y visión de juego que siempre ha tenido. Raíllo, cerdo, ¿cómo te atreves a declarar tras el partido que un tipo que sale del campo prácticamente sin poder andar te ha hecho falta a ti, mongolo? Qué vergüenza de deportista.

Cuestiones porcinas aparte, en su visita al refugio insular de tantos violadores, el Madrid planteó un partido seguro de sus virtudes y de sus prestaciones físicas actuales. Por su parte, los sobrasadas estuvieron recios y a ratos bastante cavernícolas, hasta que en la segunda parte su escasez de fútbol y posición en la tabla les pasaron la factura que no se atrevía a pasarles Sánchez Martínez. Decían que había neveras para árbitros hace no mucho tiempo. Debe ser que las tienen todas alquiladas los chinos para sus negocios y parafilias.

La primera parte tuvo algún susto para ese guardameta de segunda fila que es Tibutú Cortao, más conocido como Pijamita por estos lares. La dupla de ex-presidiarios que pululaba por la línea de tres cuartos intentando crearle alguna clase de peligro se desfondó rápidamente, teniendo que correr cada vez más para atrás y menos para delante; y aprovechando en ese volando-voy-volando-vengo para practicar el innoble arte de la coz, que en la segunda parte alcanzó grandes cotas de maestría merced a tarugos tarados como Antonio Raíllo. No quería repetirlo, pero qué cerdo eres, Antonio Raíllo.


Si er moreno te vasila tú te callah y lo asimilah.

Vinicius Jr volvió a jugar uno de esos ridículos partidos que tanto se le ven últimamente. Marcó el primero tras presión a la fofa defensa rojilla. Para el segundo hizo la tontería de robar otro balón, pero esta vez en el pico del área grande propia. Se deshizo en carrera —tras hacer una conducción circular—, de un par de tronchos, para lanzar el contraataque de Benzema por la izquierda. No contento con eso, se recorrió en sentido contrario todo el campo para acompañar la jugada y recibir un intento de asistencia de Benzema que acabó en penalty que, de nuevo, volvió a fallar Benzema para el 0-2. No sé. Yo me estoy cansando ya de este muchacho sonriente y de sus tonterías. Quizás un poco de banquillo le vendría bien. El fútbol es una cosa seria, y para triunfar en el Madrid no se puede estar marcando goles, dando asistencias, robando balones, presionando y sonriendo todo el día. Así no, Vinicius. Así, no.

Tras el momento triste de tener que ver a Rodrygo abandonando el campo en la sillita de la reina (Raíllo: cer-do), el partido se cerró con otro golazo de Benzema, que se hizo pupita (esperemos que nada serio) al caer tras rematar de cabeza un balón alto y estético servido por El Morciégalo. Anduvo bien en ese gilicorner el brasileño, poniendo un centro de lujo y, en general, sustituyendo con corrección a Mendy, que se tuvo que marchar antes del campo para ir a empujar la silla de ruedas del señor mayor francés ese que cuida por las tardes-noches.

En fin, 0-3, como los lesionados que se fueron del campo por cada equipo, ¿verdad, Raíllo? Cerdo.

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– Vietcong: 0
– Real Madrid: 3 Puficius y Benzema (2, 1 de pen.)

Charlas con Waldo, 12 Marzo 2022

Bloque 1 – Política. Ayuso, Ucrania y armas nucleares
Bloque 2 – Libros y series de TV
Bloque 3 – Películas vistas recientemente.

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Material adicional

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Una completa explicación de las relaciones geostratégicas ruso-ucranianas.

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Análisis de las motivaciones de Putin y del papel de EEUU.

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Belle – Trailer

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Language Lessons – Trailer

Fe de erratas

Cuando en el bloque 2, minuto 22:38, digo que «es un argumento muy parecido a Karate Kid», me refiero a Karate Kid 3.

La Leyenda se eleva

Por Rappol

Salvando las distancias entre la Real Sociedad y el PSG, futbolísticas y morales en menor medida, parecía que después del paseo militar contra los etarritas la receta para la remontada contra el multiculturalismo gabacho-mercenario pasaba por oxigenar el centro del campo e ir decididamente a por el enemigo. Sin embargo, el fútbol —lo que sucede dentro del campo, cuando se juega intentando solo matar deportivamente hablando al rival— no tiene nada que ver con la moral, ni con la retórica, ni con la filosofía, ni con nada de nada. Puede que no sea más que física y química. Y también fe, no necesariamente relacionada con la física, la química, la religión o la ciencia. El fútbol es un acto creativo. A veces sale bien, y a veces sale mal. Ayer por la noche, el Real Madrid volvió a demostrar que, cuando se trata de fútbol, tiene ese talento creativo que nadie más ha demostrado tener a lo largo de la historia de este deporte. Y cuando digo nadie es nadie. Nadie. Absolutamente nadie.

Imaginen que van conduciendo un auto de vuelta a casa un miércoles de Champions a las 21:00 horas, con dos niños detrás que acaban de terminar su entrenamiento de fútbol en un equipo de infantil de media tabla de 4ª andaluza, y van conversando inaudiblemente mientras en la radio atruena la retransmisión del Real Madrid-PSG con el resultado de 0-1 en el partido de ida. Imaginen que todo el rato que dura el trayecto no se oyen más que nombres de jugadores extraños que parecen dominar un partido que no tiene pinta de ir bien para los blancos. Quizás sea mucho imaginar, pero antes de ganar tienes que imaginarte que ganas, porque si no, lo que suele pasar es que pierdes. Vencer esa resistencia mental es muy importante para la victoria, Pochettino, ¿saes?

La fortuna hay que buscarla. Y al que la fía al dinero (ay, morito de mis entretelas), le suelen acabar enterrando en galufo. Ya tiene magia, justicia y su buena dosis de chufla que sea un francés inmigrante que vive la fe de Mahoma a su manera el que te dé tres paladas de bacon para enviarte a protestar a ni sabes dónde, jequecito alcohólico, que le das mucho a la botella, truhán. Que la clase no se compra con dinero, capullito. Y el fútbol, la esencia del fútbol, lo que te ha vuelto a pasar por encima, ooootra vez, tampoco, Nasser, corazón de galufito, payaso con billetes, ignorante de La Meca. En definitiva, pichafloja.

Volviendo al fútbol, el planteamiento inicial del Don no convencía —porque no podía convencer— al fansismo. Porque el fansismo puede saber más o menos de fútbol, pero comparte con el madridismo ese raro don que tiene el fútbol del Madrid. Competitividad, «creer», lo que les salga a ustedes del alma. Póganle el nombre que quieran. Había que salir con oxígeno y cojones, para crear el territorio Modric, el territorio Benzema, el territorio del talento, el territorio del gol, el territorio de la creatividad. Como fuera, sí, pero con un centro del campo que reventara pulsómetros, mejor.

Uno quiere ser amable con Carlo Ancelotti, que tiene la ceja pelada, que es historia del fútbol europeo e italiano… y pensar que sacó un once para ver qué pasaba. Con un pulmón uruguayo, sí, pero con la carretera perdida que es este Carvajal; casi lyncheano, cornudo futbolístico, brótola boqueando sobre la arena. Mbappé parecía un Mistery Man oscurito cada vez que la agarraba por la izquierda, más tranquilo que Pablo Iglesias volviendo a casa con la boca apestando a fluidos vaginales.

De esta suerte, al iniciarse la segunda parte, Dick Laurent estaba muerto y el partido, verdaderamente, comenzó en el minuto 57 cuando entraron Camavinga y Rodrygo (para mí este chico ya ha explotado) por Kroos y Asensio. La oscuridad en la piel dio paso a la luz en el campo. El Madrid comenzó a presionar como era necesario hacerlo en ese momento (¿Carlo?) y a robar pelotas en tres cuartos, terminar jugadas y encender la lámpara de la mesita de noche francesa en la que estaban las toallitas y los pañales. 1-1, con falta clara de Benzema, para mi gusto y apreciación. Pero qué cojones: había que darle un motivo a Nasser Galufito y a su mamporrero Mauricio (que nunca nos entrene ese tío, por favor, que solo aspira a ganarle al Barcelona) para cerrar el círculo del ridículo después del partido.

Después, hubo otro momento clave de magia del entrenador italiano, antes del 2-1. Lucas por Autobahn Carvajal, cerrando la izquierda definitivamente, y contando también con el trabajo titánico durante todo el partido de Alaba y Militao. El austriaco cogería una silla más tarde, como antes cogía la cabeza de Modric en el 2-1, como veremos a continuación. Estos tíos saben. Estos tíos están por ahí perdidos por el mundo y llegan aquí, al Real Madrid y entienden que esto es el centro mundial de la pelotita, el agujero negro, el kilómetro cero del fútbol de clubes mundial. Lo raro es que Alaba no le estampara la silla en la cabeza a Messi, a Neymar y hasta a ese Mbappé que ya tiene que tener muy claro qué es lo que tiene que hacer si quiere ser una leyenda del fútbol mundial.

El 2-1. Minuto 75. Un tipo de blanco agarra una bola en la derecha desde la línea de atrás del Madrid y monta un contraataque rompiendo líneas. Está fresco, cómo corre, cómo se le van cayendo los negritos alrededor… Ese tipo es Luka Modric, el mejor centrocampista que ha visto el Real Madrid moderno. La jugada parece morir en Vini (el bueno de Vini, este sí que es un jugador diferente), pero vuelve la pelota a Luka Modric, para que dé el pasecito perfecto para que Benzema marque el 2-1. Ahí se acabó el partido. Ahí se cagó encima el PSG como Layne Staley en sus últimos días. En la celebración aparece David Alaba y hace ese gesto de cogerse las cabezas sin casco con Modric, como si fuera fútbol americano. «Waaaaa, Luka, eres la polla, pero solo hemos empatado»- dice Alaba. Y Modric le contesta, «Waaaa. No te preocupes. Vamos a marcar otro más». Y le dice el negro, «Vaaaa. ¿Y si marcamos otro, qué voy a coger que no sea tu cabeza?». Y Luka le dice: «Coge una silla».

El jequecito todavía está buscando dónde queda La Meca.

Hala Madrid, jequecitos.

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– Real Madrid: 3 (Benzema, Benzema y Benzema)
– PSGay: 1 (Principito Blanco)

Caer… ¿con las botas puestas?

Sí, bueno, ¿no? Llega una de las pocas cosas capaces de distraer al continente de la narrativa impuesta por los medios los asuntos graves del mundo: una eliminatoria de Champions; la vieja nobleza -si bien un tanto vulgarizada- del Madriz contra la zafiedad desatada y nuevorriquesca del Pesegay. Se hizo un partido muy malo en la ida, y el resultado no fue mucho mejor, pero hay que disputar la lid.

El objetivo es meter dos goles, o marcar uno y defender el barco hasta llegar a la lejana playa de los penaltis. Se ha abolido el valor doble de los goles visitantes, y hay quien dice que eso matará las eliminatorias, pero yo no tengo una opinión fuerte al respecto; en el fondo, era una regla bastante marica y a menudo injusta. Respecto a este cruce, la diferencia será que con 2-1 o 3-2 iremos a la prórroga, resultados que anteriomente nos habrían dejado fuera; eso que tenemos ganado.

Se vio quizá al mejor Madrit del año contra la Real, lo cual despierta cierta esperanza, pero claro, hablamos de Ancholoto: el tipo es perfectamente capaz de alinear un equipo peor que el del sábado. No obstante, al final tendrán que pelearlo los mastuercillos de blanco, ojalá con algún rostro nuevo (ejem, Caraminga) para poder sorprender mínimamente a Paquetino y cia. Faltarán Casemiro y probablemente Kroos, lo cual es una ocasión para salirse de los viejos esquemas. Sería bonito un resurgir de Vinicius, que lleva un par de meses neymarizado; desde luego una noche como la de hoy es ideal para que saque… la calidad, sobre todo en presencia del Principito que pronto vendrá a destronarlo.

En fin, el equipo lleva un curso terriblemente irregular, pero lo menos que puede esperarse es que el pesegay experimente dos horas (¿ymmedia?) de sangre, sudor y lágrimas, no de lucha más o menos cómoda y descafeinada. Lo del miedo escénico murió hace tiempo, y más con tanta lona, pero seguimos siendo el Madriz, y esta sigue siendo nuestra competición. Si tenemos que palmar, que sea con las botas puestas, no en chancletas.