Sí, bueno, ¿no? Como a Rambo, nos envían a una guerra que no es la nuestra, entre esteladas, tsunamis de diarrea e hijoputismo general. Desde luego la situación es anómala, pero el Madrid no debería creerse más de lo que es: un club de fútbol, por más que sea el mejor de la historia. Con esto quiero decir que no le corresponde a los merengues desfacer los tuertos que todo un Rey o un Gobierno de la nación española se ven impotentes para enderezar; por ejemplo, y sin salir del fútbol, Philip VI The Prepared One ha tenido infinidad de ocasiones para hacer un gesto de impacto (concretamente, todas las que se ha chupado una pitada en finales de la Copa de Sí Mismo), pero nunca las ha aprovechado. Y lo que no hace un Rey no le corresponde a unos simples pateadores de balones. En suma: sí, tenemos que jugar, y hacerlo de la forma más profesional posible, por más que el mónguer de Cocoliso o el flipado de Girauta opinen lo contrario.
Ganar, que ya es complicado de por sí, parece casi imposible dadas las circunstancias, pero tampoco hay que creer que existe algún poder místico que impide salir victorioso de esa cuadra. De hecho, casi todos los años llegamos parejos en nivel futbolístico; la diferencia está en la cabeza. ¿La mejor prueba? El trienio de Mourinho, durante el cual pasábamos la polla por la cara al Farsalona incluso jugando con los suplentes. Así que simplemente hay que creérselo, aislarse del ambiente y, por supuesto, estar dispuestos a trabajar como cabrones noventa minutos y pico.
No sé quién jugará, pero imagino que será una alineación con muchos primogénitos, como dice Custer; es decir que Zipayo podría decantarse por Bale más que por Rodrygo, y por Modric antes que por cualquiera de sus alternativas. Recuperamos a Mendy y Casemiro, dos jugadores que deben marcar grandes diferencias en lo defensivo. La clave es la misma que en cualquier campo complicado: aguantar las primeras oleadas contrarias, esperar nuestro resquicio con «cocojones» y marcar el primero. Ni el Barsa de Valpierde está entre los 100 mejores equipos de la historia, ni ganarlos es una gesta inalcanzable, por más gorrinos con los ojos inyectados en sangre que abarroten la grada. Salgamos a hacer nuestro trabajo, demos lo mejor de nosotros y con un poco de suerte le haremos un bonito regalo a la sufrida nación española.
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