Rappol
Hoy empieza la competición local. Paradójicamente abre la antiespaña, en el partido solitario de los viernes. No creo nada en las casualidades de este tipo, pero parece que el aquelarre se lo van a seguir montando unos poquitos por aquí, independientemente de lo que se pancartee en Bilbao y del resultado que termine arrojando el luminoso. Apuesto a que cualquier cosa será dada por buena por los iluminados y sus patrias. Y sin embargo, aquí no haremos más que desear que Lucas Vázquez entre o salga en el setenta y, como hombres de bien, que el Real Madrid empiece con buen pie el torneo.
El año pasado se ganaron los dos partidos ligueros contra el Celta, que presenta bajas en algunas líneas y una defensa muy nisu. Suponiendo que Mr Saes salga con el 3-5-2 de gala (sin nuestro buen amigo Chopped Vázquez y sin Apendicisco—que el ratito que estuvo el otro día acabo de recordar que no estuvo tan horripilante como últimamente—), el partido no debería de presentar más problemas de los que hemos visto en pretemporada. Con todo, merece la pena hacer alguna excepción quinielística, porque lo importante es la pasta.
Sobre los jovenasos: Hay un poco de locura anfetamínica respecto a lo que se está haciendo con los jovenasos en el Real Madrid. Parece que hubiera que meterlos a todos ya a jugar, sentando a unas cuantas vacas sagradas. Y me imagino lo complicado que debe ser sentar a las vacas en la liga de fútbol de la India, pero aquí también es difícil, coño. Sobre todo, porque con la capacidad de análisis del aficionado medio, haríamos hamburguesas con ellas a la velocidad que se necesita en cualquier burguer de barrio. Y ese, queridos amigues, no es el objetivo.
Pocos equipos podrán decir actualmente que tienen tantos jugadores jóvenes en ciernes como el Real Madrid. No Riquipuchis que hacen cuatro chuminadas y hacen babear a la prensa interesada. Chicos que, en algunos casos, han hecho la mili en Europa y que se saben echar el pellejillo de la polla para atrás. Chicos que entrarán en juego cuando llegue el momento (Órdagar y Juakimi, el año que viene con casi toda seguridad), chicos que están jugando ya con el primer equipo (Nivicius, que está aprendiendo a chutar), chicos que van a estar ahí y pintan muy bien (Trygo, Balde)… Pero no queremos convertirlos en hamburguesas todavía, joder. Todavía no.
El Socio
Sé que «fansismo» e «yshteria» son prácticamente sinónimos, pero ey, no tan rápido, nenas. Es cierto que el equipo tiene una pinta de putiferio importante, y que la temporada apunta a cagadón, pero aún no se ha disputado un solo minuto oficial, y puede que la cosa en realidad no sea tan oscura como parece.
¿Y por qué? Porque el caos vuelve a acudir una vez más en favor del Madrí. Sí, ese caos que nos ha favorecido tantas veces, como cuando ganamos dos Champions en pleno lorenzismo, o cuando cayó la Décima en el ultimísimo suspiro y jugando sin portero, dando inicio a un ciclo victoriativo sin igual en el fútbol contemporáneo. Ahora nos encontramos con un equipo desorientado, con un entrenador legendario pero raruno, sin un jugador de referencia en el campo y varios otros de los que el club ha querido librarse por todos los medios.
Y ahí creo que va a estar una de las claves, en los no-descartados: resulta que el Madrí ha querido regalar a Bale y James pero no ha podido, con lo que todo indica que se quedarán a formar parte de la Unidad B. Ojo, una unidad «B» con Bale y James, dos pollos que en su mejor versión pueden estar en el mejor 11 del mundo, y que ahora se sienten resignados y asumen su condición de suplentes en el Madrí, agradecidos de seguir cobrando sus cuantiosas fichas.
Luego está el curioso caso Casemiro-Valverde, con el «pajarito» como único sustituto del bravo brasileño y la venta de Llorente. La cosa es así: si en quien cree realmente Zipayo es en Valverde, Llorente iba a ser suplente del suplente, y como dice mi amigo Josemari, 40 millones son muchos millones. Así pues, Valverde va a jugar muchos minutos este año, y sabremos si realmente vale o no (igual que Ausencio el año pasado, que se cagó). ¿Y qué pasa si se lesionan Casimiro y Valverde? Ahí es donde Zipayo tendrá que defender su gestión demostrando que puede ofrecer alternativas, o hundirse en la ignominia.
Dicho esto, está claro que el resultado contra el Celta será un empate, porque esto es lo que más propiciará el caos, no permitiendo el optimismo ni la ira incendiaria desatada.