Flópor ha tenido suerte, mucha suerte. Tras dejar la temporada 2018/2019 a la buena de Dios, confiando en que con una inversión mínima y un timonel como Golepeti se podrían reeditar éxitos anteriores, las cosas han salido mejor de lo que cabría esperar. Cierto, el curso se cierra con un nadaplete como una catedral, pero al final la Chempions se la llevará un equipo que dejará nuestro orgullo (y nuestro ano) relativamente intactos: ningún madridista perderá un minuto de sueño por ver al Loserpool ni al Tótenjam levantando la orejona. Y si consideramos que en unos 10 días podemos ganar una nueva Copa de Europa (la de basket), la temporada podría incluso acabar calificáncose como exitosa.
Hemos esquivado, pues, la bala por un milímetro, pero esta historia no se puede repetir. Para ello habrá que dar la vuelta al equipo como a un calcetín, y todo dependerá de Zipayo, que por primera vez va a poder hacer un equipo «de autor». La verdad es que temo a los entrenadores a los que se da demasiada libertad creativa (sobre todo cuando se emperrán en jugadores-fetiche ultracaros), y el final de temporada zipayesco está siendo una calaidad, pero admito que el tipo tiene el crédito bien ganado (a la vista está lo que cuesta ganar una Chempions). Además, las dos incorporaciones casi-confirmadas tienen buena pinta: Hazard está en su momento máximo de confianza y Jovic va haciéndose un nombre con 21 añitos. Ya sólo falta acertar con dos o tres payos más y quién sabe, quizá el curso que viene se acabe eso de estar desenganchados de la Liga en la décima jornada.