Es curiosa la distinta percepción de la grandeza que tiene la gente. Para los sevillistas, su club es la rehostia en bicicleta, pese que sólo han ganado una Liga a lo largo de su historia -en los tiempos en los que el balón tenía una tira de cuero-, su estadio es una puta mierda y nada indica que jamás vayan a ser un equipo de primera línea europea. Si ya el Madrid es una cosa insoportable la mayor parte del tiempo, no quiero imaginarme la vida como seguidor de uno de estos equipuchos cuyo mayor aliciente es la autocomplacencia aldeana (¿cuántos clubes proclaman tener «la mejor afición del mundo»?).
Está además el siempre importante tema estético. «Sevillanos, yonkis y gitanos», decía un cántico jocoso de la grada merengue, y la verdad es que tampoco dan muchos motivos para verlos de otra forma. No necesito repasar la plantilla del Sevilla para saber que buena parte de ellos lleva tatuajes carcelarios, pelos/pintas generales ridículos y muchos no saben hacer la o con un canuto; o sea que son lo más parecido a jugadores del Madrid, pero sin el glamour de las copas de Europa. Además estos, para rematar, tienen su sede en la capital de Andalucía, tierra más allá de toda redención tras 40 años de sociatismo brutal, en la que se han instalado una desidia y unos vicios ya tan idiosincráticos como la siesta y el pescaíto frito. Se critica mi favoritismo hacia un arma como la bomba atómica, pero sería sólo ese formidable invento el que podría sanear esa región con su inapelable fuerza destructora, con esa luz que todo lo arrasa, allana y purifica (no se crean las milongas de la radioactividad, se despeja en semanas).
El hecho de que el Madrid juegue contra un club así no es más que una servidumbre a tiempos y estructuras obsoletos, en espera de un futuro luminoso en el que sólo nos enfrentaremos a otros trasatlánticos europeos. Y sin embargo hoy saldremos al campo, porque somos uno de los pocos garantes del orden que quedan en estepaís. Otra cosa es que los cerdillistas tengan alguna posibilidad, por remota que sea, de arañarnos algún punto. No, el universo no es tan absurdo aún: Ganaremos y además por goleada, quitándonos por fin de encima el puto partido atrasado. No importan bajas como la de Cristiano o la de Coentrao, quien con un nuevo esguince -de jeta- cumple a rajatabla su regla de perderse al menos el 50% de los partidos de la temporada. Por supuesto, hay expectación por ver a Bluffcas Silva y comprobar si puede ofrecer algo remotamente similar a Modric o Kroos. Sería una adición importantísima para el resto de la campaña.
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