Estoy interesado en encontrar el libro de Ramón Mendoza, «Dos pelotas y un balón». El título, uno de los más geniales que han dado las letras españolas, despachaba con un volatín el motín de Sanz. Don Ramón, en lugar de lamerse las heridas y sembrar cizaña como el bilioso Del Bosque, escribió un libro (había tenido hijos y es de presumir que también hubiese viajado en globo) en el que ridiculizaba la figura paquidérmica de Sanz; y es que todo traidor es antes pelota, y así se unen la figura del felón y la del cobista, y se llena de indignidad quien además estaba lleno de caspa. Caspa física por los hombros, rocío y polvo seborreico, sí, pero algo peor, caspa metafísica, caspa intelectual y caspa cerebral en forma de anacolutos y de «enasolutos». Y al lado el valido con cara de tejón, el leguleyo.
Mendoza, decía, nos llevó a desastres mucho más divertidos. Cuando la crisis se hizo constante no dudó en recurrir a nuevos fichajes, y cuando no hubo dinero tiró de su poder de persuasión para convencernos a todos de que debíamos esperar grandes cosas de Dubovsky (que en paz descanse). Y cuando la cosa era evidentemente un problema de estructura (cuando lo cuantitativo se convierte en un problema cualitativo y hasta el futbolero percibe que aquí pasa algo)empezó a cambiar de directivos y a fichar a diplomáticos o incluso a ministros. Cualquier cosa antes que dejar de alimentar de noticias el circo futbolero. Mendoza sabía cómo funciona la mente de un aficionado y cómo se parece a la portada de los periódicos. Tanto como el Marca necesita de actualidad, el madridista necesita sacrificios deportivos (sacrificio de sudor en el campo, pero también el sacrificio sangriento en el altar de los quioscos) y nuevas ilusiones. Yo, sinceramnete, no recuerdo un periodo tan largo en el que no pasase nada. El Madrid es un enfermo sin constantes vitales, de vez en cuando Guti dice alguna gilipollez y la cosa hace pip pip pip pero nada más, después calma chicha.
La actualidad política es tan sumamente interesante que o el Madrid empieza a dar alegrías o el personal se politizará definitivamente y abandonará el barco. La masa social madridista, endogámica y de sangre tan estancada como una milenaria monarquía no puede dar un nuevo don Ramón. ¿Hay un millonario con imaginación o al menos con encanto cada 80.000 españoles? Resignémonos a la astenia de Baldasano o un carrusel de constructores. Porque aquí no damos informáticos o industriales o petroleros, aquí tenemos la plutocracia carca y aburridísima del ladrillo y la obra pública. Antes, ya digo, la cosa estaba entre escritores. Recordemos esas campañas electorales en que contendían Juanito Navarro, Ussía y Mendoza. Ussía y Mendoza eran las dos españas y Navarro el outsider un poco bufón y un poco Ross Perot. Lo de antes era un bipartidismo polarizado y característico, lo que se presiente es un multipartidismo caótico y en lugar de alianzas y coaliciones, estando Sanz de por medio, tendremos una partida de mus.
Ya que no hay talento, que al menos haya charm. Que se presente Abelló, entre cacerías y obras de arte sabría devolverle algo de estilo a este Madrid de la grisura. Abelló es rico de cuna y por tanto no tiene que estar vendiendo siempre la historia de virtudes y sacrificios del «hecho a si mismo». FM es un caso irritante de individuo que te aburre mientras te sermonea.
Creo que tenemos la cúpula dirigente más anodina de la historia de las organizaciones humanas: Caro, Butragueño, Floro, Ramón Martínez, Fernando Martín… faltan Zoco y Pirri, esos Zipi y Zape carpetovetónicos, para completar el cuadro. Trajes horribles, miradas mustias o extrañamente agresivas, todas las variedades de la mediocridad y todos los acentos que puede ofrecer el agro español. Una conversación entre FM y Caro debe de ser como una de esas cintas que los folcloristas rescatan de las aldeas. Son el campo español. Es un Madrid de Delibes en el que sólo falta Chendo diciendo Milana, bonita, Milana, bonita…
Añoro ese Madrid de vodevil o de sainete, ese club trepidante donde un señor a medio camino entre Carpanta y Brummel no dejaba nunca que nos aburriésemos. El presidente del Madrid debe ser alguien o muy poderoso o muy inteligente, y un animal mediático. A FM se lo cargarán los medios porque sencillamente no les llena la pantalla.
El aficionado quiere cambios y el madridista, que es especialmente sádico, además, quiere cadáveres. O este tipo nos ofrece la cabeza de un galáctico servida en bandeja o que se prepare al abordaje rubalcabiano y prisaico de los onievas. Las únicas cosas que se le han resistido a Prisa han sido las elecciones de los Estados Unidos de América y las elecciones del Madrid. Lo volverán a intentar.