Rappol
«El método científico es un conjunto de pasos ordenados que se emplean para adquirir nuevos conocimientos. Para poder ser calificado como científico debe basarse en el empirismo, en la medición y, además, debe estar sujeto a la razón», copipasteo de por ahí… Pues Pocholo Simeone no hace más que negarlo cada vez que juega contra el Madrid. Qué tipo, macho. Seguro que cuando iba al instituto y tenía prácticas de ciencias con las ranas, las dejaba echas un cristo. Da igual lo que le des, o que parezca que tiene un equipo aseado, bregador y canchero; un porterazo, dos o tres buenos mediapuntas y que sus muchachos jueguen siempre a hacerse los hombres (hasta que se topan con hombres de verdad, claro). Llega el Madrid del alambre-alambique, cuádruplemente destilado en barrica de roble europeo y jugándose los dineros… y le vuelve a pasar oooootra vez el ácido prepucio por la cara. Será que le gusta.
Pronto se notó que la cosa iba a quedar en casa una vez más. ¡Ah, la ciencia del fútbol! Con el balón regalado —cuando no recuperado gracias a una presión que funciona muy bien últimamente—, el Madrid se encontró muy cómodo con las alas bien cubiertas y un Casemiro en modo mariscal de campo que se comió él solo (tela lo que cobró) a toda la media atlética, en la que Juan nunca se encontró feliz y hasta se pilló un berrinchito portugués cuando el iluminado Simeone lo sentó para dar entrada a Saúl Boñíguez en el sesenta. Ni quedarsse un rato con el plumas color cagao quiso. Sus razones tendría, foda se. Fado Félix, p’a lo que has quedao, muchachito.
Los blancos fueron confirmando las fortalezas mostradas en los últimos tiempos. En el quince, después de que Oblak en su papel de indio más notable le sacara una mano sin vendar prodigiosa a Benzema, Casemiro remató con garra un corner en el primer palo, con un montón de colchoneros buscando una moneda de tres céntimos en el césped del Di Stéfano. Aquello no pintaba bien para los visitantes, que ahora tenían que plantearse jugar al fútbol un poco, pero no se encontraban nada cómodos en la salida del balón. Tampoco basculando para contrarrestar el lada-lada local, tomando quizás demasiadas precauciones por el lado de Vinicius… o sufriendo contra la claridad física de nuestras bandas de ida y vuelta con el conveniente soporte interior por parte de Los Rubios. Porque esa es otra… ¿Llorente no era el nuevo, qué te digo yo, Milinko Pantic? Te tienes que reír.
Después del descanso, el tal Lémur anduvo por ahí dando coces y tuvo una buena en un despiste de los centrales. Por cierto, muy bien ayer Varane, como si hubiera vuelto a conectar el hemisferio derecho del cerebro con el izquierdo. Bien en la posición, en la anticipación y en la velocidad general. Algo ayudaría también que Suárez esté más gordo que Florentino el del Master Chef. Qué cosa tan vergonzosa, de verdad. Lo que tienen que aguantar los pobrecitos míos de los atléticos. Lémures, tiburones, pinos carrascos… Un ecosistema muy bonito en el que todo se fastidia por tener en la cumbre de la cadena trófica al Descomponedor Simeone. ¡Ah, la ciencia del fútbol del argentino!
Cuando las camisetas blanquirrojas empezaban ya a oler a cadáver, Carvajal agarró un despeje en otro corner y sacó un voleón de esos que no-se-vale-porque-ha-rebotao-en-el-portero. Cómico que se lo adjudiquen al Chato Oblak, la verdad, pero gran chicharro que mató definitivamente el partido. Aun así, el Atleti se esforzó un poquillo y consiguió, por fin, chutar entre los tres palos en el minuto ochenta. Hora era ya de que Pijamita dejara de pensar en sus partiditas online y parara algo. Hasta el momento, había estado muy bien con los pies y en los centros sobre su área. Qué pensará, Tibutú, cada vez que juega contra muchos de sus ex-compañeros. Ya daría yo media uña del dedo más feo de mi pie derecho por saberlo. Apuesto a que se descojona bien fuerte.
En definitiva, el Madrid cerró su semana compleja con tres victorias meritorias, muchos brotes verdes y la sensación de que si el físico nos respeta igual podemos rascar algo en esta temporada de transición. Seguimos sin fallar en lo que los muchachos consideran los partidos serios y todo es mucho más llevadero sin sopa de morciégalo y dietas veganas que no adelgazan.
Hasta la segunda vuelta, Simeone. Ya veremos si para entonces el cuento te ha dado para seguir liderando la clasificación.
El Socio
Sí, bueno, ¿no? Hace menos de tres semanas, tras el sufrido empatito en Villarreal, observábamos el calendario resignados, como scort que ya ha cogido el dinero Kiko Rivera. Inter, Sevilla, Gladbach y Paleti asomaban en el futuro blandiendo la garrota, con el único reposo de los sencillos Shaktar y Alavés. Salto temporal hacia delante y resulta que nos lo hemos cepillado a todos, menos… al Shaktar y Alavés.
Lo caótico de estos resultados dificulta cualquier análisis, más allá del manido «el fúrbol es asín». Y el Madrid zipayano es más asín que nadie, inmune a toda disección y rey de las rachas. Cuando está mal erige en cada campo un monumento a la impotencia, pero cuando está bien no sólo gana, sino que parece que no le costara. Porque la meada ayer al Paleti, líder imbatido y equipo menos goleado de Europa, fue para girar cuellos. Incluso se quedó corto el resultado, vaya. ¿Será que el campeón simplemente necesitaba dos meses de competición para que el viejo motor se pusiera definitivamente en marcha? Me abono a esa teoría de momento, aparte del botecito de Winn’s que nos hayan podido echar.
Algunos apuntes:
– El jugador revelación del último bienio es Mendy, que saca su rabo de persona con mucha melanina y atraviesa líneas a zancadotas como preboste sociata saltándose recomendaciones sanitarias.
– Ya tenemos la suerte del campeón: Lemar falló el empate a bocajarro y nos permitió seguir jugando cómodos.
– Joao Félix tiene cara de querer cambiar de equipo. Pero este no acaba en el 22, 22, 22… sino en el 26; culpa suya por firmar un contrato río.
– Si me encontrara a Savic y Correa por cualquier calle oscura cambiaría de acera y sacaría el móvil gritando: «¡estoy haciendo un directo de Instagram!» Y no son los únicos en el Paleti; vaya tufo marginal y desastrado que tiene esa plantlla. Si ya es difícil de por sí admirar a un futbolista, con esos sujetos directamentee hay que tener fetiche patibulario.
En fin, que fue un partido hasta bonito, gracias en no poca parte a Mateu, a quien se le perdona pitar mal mientras deje la pelota correr, que es lo que cuenta en este deporte. Huelga decir que siempre confiamos.
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– Real Madrid: 2 (Casimiro y Carvajal)
– Paleti: 0
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