Por Rappol
El Real Madrid se presentó en el retorno de la competición futbolística presuntamente más seria del planeta con unas ciertas ganas de rocanrolear, quizá buscando resarcirse de la blandura y el vacío que el equipo mostró durante la edición precedente a partir del momento en el que la estrella de Vinicius comenzó a enfriarse. Es un proceso largo el que lleva a una estrella de poca masa a convertirse en una enana negra, pero en el caso de Vinicius, los plazos parecen acelerarse cada vez más.
Rocanroleaba el Madrid, presionando con ganas a los marselleses, con una banda izquierda de gran presencia en el juego y una derecha sostenida en el último tramo del campo por el desparpajo y el hambre de Franco, por más que siga todavía sin aprobar el acceso a la escala de Suboficiales. Como suele suceder, todo hubiera sido distinto si la chilena de Siquesá hubiera entrado por el palo largo y, por supuesto, si Terententrent no se hubiera hecho pupita por forzar el trote más de la cuenta tratando de defender un balón que caía raroso hacia la línea de su banda. Primer lesionado de la temporada, el inglés. Veremos.
Con todo, el equipo siguió insistiendo y sólo la fijación con tirar al muñeco Rulli hizo que, al final, fueran los franceses los que se adelantaran en el marcador, tras pérdida de Gooler y pachorra centralista. En este punto, el Madrid enloqueció un poco, y Goes se empezó a dejar ver otro poco, combinativo y tirando al muñeco con bastante eficacia. De su persistencia —ya parece que sólo les queda la persistencia a los delanteros brasileños del Madrid— surgió un claro penalti que transformó Siquesá sin hacer muchos aspavientos. Respiró entonces un poco el equipo, acompasándose con el respetable, y continuó colocando disparos al muñeco como cuando de pequeños jugábamos con los clicks a batallas fratricidas.
La segunda parte trajo más de lo mismo, ya con más monigotes que rocanrol, poca aportación de los jugadores que salieron del banquillo, y el cierto misterio que desató la estúpida expulsión de Calvajarl. Antes, Vinicius rascó otro penalti para que Siquesá diera razones a los antis para empezar a considerarlo una suerte de Neo-Penaldo. El Brasil blanco, reitero, los brasucas punteros del Madrid han quedado para la persistencia y la provocación de penaltis (bastante afortunado el segundo, esa es la verdad). Es desolador ver a un Vini tan tocado, porque ya no es que no regateara, ni presionara… es que ni desequilibra, ni se tira, ni protesta… Todo en él es papada y mohínes. Parece un funcionario del SEPE esperando a que acabe su jornada laboral. Es un poco triste.
Los marselleses apretaron una chispa por aquello de jugar con uno más, sin llegar a convertirse en mucho más de lo que mostraron, sobre todo a la contra, durante la primera parte. Galonso sabe arropar al equipo cuando vienen mal dadas, pero no puede dejar que en el equipo se instale esa indolencia con las tarjetas rojas, sobre todo en Europa. Incomprensible el funcionamiento mental de Calvajarl ante el horizonte de la titularidad propiciado por la laxitud muscular de Terententrent. Hay que pasar más a menudo por la biblioteca de Valdebebas, muchachos.
En fin, victoria, Pijamita y brotes no-piscóticos de Asjenscio, que parece que está más tranquilo después de, presumiblemente, haber conseguido un perdón de varios ceros. Los equipos grandes se van acercando. Hay que estar más preparados para ese momento. En mi opinión, en el debe de ayer, lo más sangrante fue la falta de puntería, generalizada y muy repartida. Por fortuna, Siquesá está de dulce con el gol. Less dolls and more rock and roll.
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– Real Madrid: 2 (Mepajeé, los dos de pen.)
– Olympique de Marbella: 1 (Weah Jr.)