El Mundial es una cosa muy anal, que nos ha dejado sin júrgol de calidad y sin tema frívolo de conversación durante más de un mes, sobre todo en estas jornadas que se toman de descanso los muy desahogados. No obstante, podemos aprovechar estos días para disfrutar de la pluma (literaria, se entiende) de un coloso del comentario jurgolístico surgido paradójicamente de ese estercolero conocido como diario Spork. Nuestro autor escribe en los comentarios de esa sentina bajo el nombre generado aleatoriamente usuario_8c04b3a8, pero de hecho hace unas semanas se registró en Fans del Madriz con el nombre Fígaro, sólo que hasta ahora no se ha animado a abandonar su condición de lurker.
La actividad preferida de Fígaro, madridista infiltrado en el tabloide culé, es ser el azote de Luis Mascaró (alias Luis Mascabrón), actual director del diario, donde publica editoriales cuya conexión con la realidad es un tanto tenue, cosa normal en textos cagados por uno de los propagandistas más serviles de la esfera mediática culerda, ya bastante delirante de por sí. Veamos algunas de las últimas glosas de Fígaro a los textos mascabrónidos:
En el artículo Luis Enrique lo tiene claro: ¡A disfrutar!:
«Mascaronte sigue en su línea de autismo periodístico y faenas de aliño. Así seguirá mientras dure el Mundial. Dando la matraca con los jugadores del Barça en la selección española —y los que haya en las demás, a las que anima realmente— haciendo reverencias a Lluís Kike y, de vez en cuando, mascullando algo sobre temas periféricos que no le interesan ni a él, o sobre los talentos de Xavi para pensar en la forma de un rábano y soltando veneno caducado sobre todo lo que huela a Real Madrid y España. En realidad, Mask se aburre durante el Mundial. Y si su alarido ya es aburrido —aunque cómico en ocasiones— de diario, lo de ahora se antoja realmente plúmbeo. Hoy suelta una arcada mal escrita cuando habla de “críticas absurdas, a veces manipuladas y otras veces ruines”. No vamos a analizar lo que quiere decir de forma abstracta nuestro compadre Vlad Maskar, pero nos esforzamos por encontrar algo rescatable para la comedia en el páramo pedregoso que nos larga hoy. Eso sí, el título parece sacado de los payasos de la tele, pero el contenido tiene más que ver con Pompas Fúnebres Don Jaume que otra cosa.»
En el artículo Los enemigos de Luis Enrique:
«Todo el mundo es contradictorio. Mascagargol, que hasta que se demuestre lo contrario en algún laboratorio polvoriento de los Cárpatos, es humano, tiene por tanto sus contradicciones y sus cruces de cable. Desde hace no se sabe cuánto, Mask apoya al combinado español. Los sarpullidos que provoca esto en su lacerado pellejo de licántropo veterano él los sabrá bien. A los demás nos provoca una mezcla de hilaridad y desasosiego ver la mutación coyuntural de este personaje y su errar desvariado por las mesetas exteriores a la Masía. Hay demasiada luz blanca en el horizonte y los aullidos del lobete implorando otros y otros y otros ojos nuevos se escuchan en la Pedrera. De gafas se puede cambiar, de corazón es más complicado. Incluso admitiendo esas contradicciones lógicas que dijimos y especialmente para una criatura del Imperio de la Milonga.»
En el artículo España-Argentina, la final soñada
«Mascaídolos saca hoy el espejo de Alicia y nos regala, por fin, una columna que no es nueva en cuanto al tema, pero que añade grandes dosis de cieno, desesperación y alaridos de purgatorio y merece, por tanto, ser disfrutada desde el humor y la crítica. Es de agradecer que Mask se abra la gabardina y nos enseñe su esqueleto humeante para que busquemos el hueco donde se aloja su corazón. Porque, sí, Mascarowski también tiene corazón. Y bombea sangre roja y azul, como es lógico. En ese espejo donde se mira el que escribe esta columna de opinión aparecen —aparte de anuncios de la nueva línea de gafas anarquistas que ha sacado Roures Jaime, pomadas varias o cromos del Mundial— visiones del pasado, escombros de recuerdos y también fantasías animadas de un futuro incierto.
Entre las imágenes que brotan del vetusto espejo está la recurrente estampa de Messi levantando la copa del Mundo con la camiseta azulgrana ante la mirada extrañada del Papu Gómez o Scaloni. Tras esta fotografía brotan también Busquets y Lluís Kike, palmeados por Eric García y Ferrán, levantando el trofeo y vestidos del mismo modo, con una camiseta del Barça, sonriendo y mirando un enorme cartel de un Laporta feliz que reza “Ganas de volver a Vía Veneto”. Mascatextos no esconde nada y nos lanza, esculpida en salfumán, su sentencia definitiva y en la que se resume su canción de invierno perpetuo tras la final soñada: “Y que gane el mejor”. Con esa finta cree haber descubierto la sonrisa nuestro amigo Mask. Intenta adjudicar a los demás su deseo —legítimo y no secreto, repito— de que la selección “de” Lluís Kike no gane el Mundial, que lo haga Argentina, construyendo el relato de que los demás, los madrileños/madridistas para ser concreto como a él le gusta, queremos que ganen Portugal o Brasil.
Para apuntalar su andamio medieval afirma, así, por toda la cara, que el alma de la selección española es Lluís Kike y el de la albiceleste, Messi. Si tomamos por cierta la afirmación de Mask, observaremos que quizá ahí esté el problema o gran parte del mismo: el protagonista oscarizado de los argentinos está en el césped y el de los españoles no juega. Mascaworld lo enfoca todo desde un punto de vista emocional y gótico. La mayoría de los españoles, madridistas incluidos, apoyan a España y, digamos, que les importa bastante menos lo que hagan Messi, Cristiano o Rapinha. Mask va más allá, al convertir —intentarlo— a diario y por intereses digamos “partidistas”, a Sport en Clarín, u otro diario argentino, y a los lectores de Sport en seguidores albicelestes en vez de fomentar decididamente el apoyo a la selección de “su” Lluís Kike. La selección española es algo así como una coartada para Mask.
Acaba su columna de hoy con una sentencia sobada y sus puntos suspensivos de costumbre: “Pero soñar, sin duda, es gratis…”. Al leer esa última frase, Roures Jaime ha levantado el teléfono y ha llamado al president, que estaba jugándose unos cartones en un Bingo, y ha soltado esa última palabra envuelta en ardientes interrogaciones: ¿Gratis?»
¡Fígaro, sal de las tinieblas culerdas y déjate bañar por la luz multifacetada fansista que derretiría la cerúlea piel de Mascabrón!


