Existen muchas formas de afrontar una marejada institucional como la que ayer se encontró el Real Madrid Club de Foot-ball, pero digamos que la elegida por el presidente, Florentino Flópez, probablemente no fue la más adecuada. Si no lo entendí mal (tampoco es que estuviera muy pendiente), primero salió el árbitro de la final, Queso de Burgos, a decir que los árbitros españoles son los mejores del mundo y que a su hijo maricón le habían dado por el culo en el cole por culpa del Madrid, y que hoy iba a sacarnos unas tarjetas que no nos las quitaba ni Perry Manson; algo así era la cosa. El club activó el Modo Buitre (¡Cáspita!) y sacó una nota diciendo que estaba muy enfadado.
Grave error: este simple gesto, meramente superficial como tantos otros del club, sirvió a los «insaiders» de la vida (Caveman Calabrés y adláteres) para inventarse la fantasía delirante de que el Madrid no comparecería en la final. Cualquiera que conozca al Don sabe que preferiría inmolarse (o mejor dicho, inmolar al club) antes que retirarse de una final semiamañada, así que rápidamente se sacó otro comunicado para tranquilizar a la chusma: el equipo saldrá a prestarse a la vejación institucional, que es lo único que deseaba la España fea, amargada y babeante.
Anda Florentino preguntándose qué ha salido mal, y por qué no se le ha ocurrido un plan genial que le permitiera evitar las consecuencias de lo que ha sembrado la última década. Por algún motivo, este Ser Superior pensó que se podía cebar al monstruo culerdo y no esperar que este creciera, nos arrancara la cabeza y luego nos la metiera por el culo. Es el «partner» del puto Barcelona en la puta Superliga, pero luego se indigna mucho cuando nos follan institucionalmente, y lamenta que nos ganen con jugadores que jamás debieron ser inscritos. Es el colmo del cornudismo.
La fórmula para romper este círculo infernal no es especialmente complicada, pero precisa de algo que nunca le ha sobrado al Don: cojones. No se trata de retirarse de la final de hoy, algo que al fin y al cabo nos dejaría pésimamente con todos los patrocinadores, sino de dar un viraje en las relaciones con una gentuza con la que nunca, jamás, podemos ser socios ni para montar un puesto de limonada. El contrato, compromiso o lo que coño haya con estos para la Superliga hay que quemarlo, y sacar un comunicado (ahora sí) explicando que con clubes corruptos y corruptores no vas ni a la esquina. No volver a una comida ni acto institucional, a tomar por culo el palco; y por supuesto, jamás invitarlos tú. Cuando te toque jugar con ellos, sacas la tercera plantilla; a tomar por culo el «Clásico», y que les aprovechen los puntos.
Este trato, por supuesto, se debe extender al repugnante Atlético de Madrid y cualquier otro club que haya contribuido a la campaña de desprestigio contra el Real Madrid. Ya está bien de dar bola a gentuza que vive del Madrid pero al mismo tiempo quiere hundirlo.
¿Quiere todo esto decir que el Madrit perderá? No necesariamente; si algo le gusta al equipo es ir de underdogs, pero ahora mismo va de culo y contra el viento. Don Flo está a punto de descubrir que cuando te pones en esa posición junto a un glory hole te acaban dejando el año como pasado por la minipimer.