https://youtu.be/KGZR1HkMVN0
«Real Madrid, campeón de Europa» es una de las frases más bonitas de la lengua española. El Real de basket alcanzó nuevamente la gloria de manera casi anónima, en medio de glosas sobre la carrera de ese personaje insulso llamado Iniesta y de la indiferencia del madridismo gañán, que sólo entiende el unga unga del fútbol. Da igual: esto casi agranda la hazaña, lograda a base de profesionalismo y sentido del deber, no por epatar a las masas amorfas.
Es notoria la escasa fe que tenía en esta victoria: realmente temía la solidez del CSKA y que, incluso en caso de ganarles, no fuéramos capaces de tener dos buenas actuaciones seguidas; hasta pedí con vehemencia el relevo del lolaso. Pero vaya Final Ford se ha cascado el equipo, señores: dos partidos no perfectos, pero espectaculares, con una regularidad y una seriedad en defensa desconocida hasta ahora. ¿Era esto lo que estuvo buscando Laso durante siete años, con multitud de probaturas y descartes? Podría ser.
Dos momentos definitorios: la jugada de Ayón en la semifinal, detectando un pasillo que le permitía entrar totalmente solo a canasta y poniendo un +8, y el enceste de Thomkins tras dos tiros libres fallados por Causeur. Y hablando del francés, hizo el partido de su vida: el MVP fue para Doncic porque al fin y al cabo es un premio publicitario que pone en el escaparate un pedazo de carne que pronto será consumido en la NBA, pero bien se lo podría haber llevado nuestro elegante dorsal 1, recién certificado como estrella ya cumplidos los 30. No son los únicos nombres a citar: ahí está Felipe, haciendo que no se extrañe a Nocioni, y sobre todo Llull, que debutó esta temporada en los putos cuartos de final de la Euroliga, viniendo de una rodilla rota, y desde entonces ha sido totalmente decisivo. ¡¡Qué jugador!!
https://youtu.be/aqeRnSYRoZU
Y claro, quien se ha graduado definitivamente es Laso, con un título más brillante que el que se ganó en Madrid y todo en contra, ante los dos otros equipos más fuertes del continente. Decía el viernes que Fenerbahce no era local, pero en realidad sí lo era: su técnico es serbio, y ayer había entre 10.000 y 15.000 turcos en el Stark Arena (sólo 10 horas de autobús entre Estambul y Belgrado), contra una minúscula representación de menos de 500 madridistas. Pero nuestro calvo supo buscarle las vueltas al mismísimo Zeljko, y aunque seguiremos llamándolo Lolaso, se ha convertido ya en don Pablo Laso, ganándose con creces seguir al frente del proyecto.
Hay que insistir en lo meritorio de la victoria, con un presupuesto inferior que saca a relucir un inconfundible estilo madridista, proveniente de nuestras mejores épocas: inteligencia y acierto por encima del puro músculo económico, algo que también estamos viendo en el fútbol. Por supuesto, también hay errores e impreovisaciones, pero los resultados son apabullantes. La Final Four del año que viene se juega en la ciudad de Laso, y por supuesto ahora es una obligación (llevada muy satisfactoriamente) el ganarla. Habrá un plantillón, sin Doncic pero con Llull y Kuzmic. Que le den al técnico lo que pida para completar: si dice que necesita a Lebron, que intenten ficharlo, coño.
Nos hemos pasado el fútbol y el basket, y aun así creo que se avecinan grandes cosas. El lolaso ha muerto, larga vida al lolaso.