Mi trabajo aquí está terminado

Por El Mastuerzo

Mis queridos borreguitos:

¿Cómo estáis? ¿Qué tal lleváis el encierro, ya habéis degollado a algún familiar? Tranquilos, que en dos o tres meses os sueltan. ¡Con unas pajas y algo de Netflix se pasan volando! La verdad es que nunca pensé que un pequeño proyecto de arma biológica fuera a dar resultados tan contundentes; ciertamente no había ofrecido nunca un servicio tan completo y eficaz a mi organización. Y sin embargo… en los últimos días me he encontrado un entusiasmo moderado, con caras largas, incluso con reconvenciones por parte de los superiores. Dicen que «me he excedido», que sólo se buscaba una recesión mundial, no dejar el planeta tan jodido que no quedara nada que rescatar, que los cadáveres acumulados dan mala imagen y desmoralizan a la mano de obra…

A ver, es cierto que el virus estaba calculado para matar mucho menos, añadir unos muertillos extra a la temporada de gripe estacional y dejar que el pánico hiciera el resto. ¿Pero es realmente reprochable que se haya cargado más gente? Una organización que intenta expandir el miedo, el caos y la incertidumbre por el planeta, ¿puede hacerlo controladamente, ajustando graditos como en el termostato del horno? Intentando ser ingenioso, le dije al Comité que habíamos sido casi tan exitosos como el comunismo a la hora de diezmar y destrozar sociedades, pero no parecían convencidos. Al parecer les preocupa que el bicho podría alcanzar al mismísimo señor G, algo que les aterra. Les pregunté si acaso este año no estaba tomando su sangre de muchachitos vírgenes, pero tampoco les hizo mucha gracia. Ya veis que incluso en las redes de conspiración internacional hay gente que aplasta el entusiasmo, la creatividad y la superación de resultados.

De todos modos he intentado que esto no me afecte. He pedido que como recompensa a mi labor me concedan la isla de Jeffrey, y me lo han concedido, pero tiene truqui: me han ordenado no abandonarla «hasta nueva orden». Temo que estos quieran «accidentarme», pero si creen que me voy a dejar sacrificar como mis queridos borregos lo llevan claro; desde luego el Covid 19 no es la única arma desarrollada por Mastuerzo Labs; ¡¡que vengan a por mí!! Mientras tanto, la isla ha retomado sus actividades de ocio, pensadas para ultra-ricos que pueden saltare cualquier cuarentena,. La he rebautizado «Fantasy Island», basándome por supuesto en la serie clásica, no en el «remake» cutre de este año; incluso ya he buscado un enano que gritará con fingido entusiasmo «¡El avión!» cada vez que descienda la avioneta con uno de nuestros V.I.P..

Culminada mi misión y hallándome ocupado en todo esto, donde ya no pinto nada es en Fans, así que devuelvo el control de lo que queda de la página al Socio. Lo veo mal, acojonado, diciendo «la cosa está muy fea»… Bah, un borrego más. En el mundo todos quieren comer tortilla, pero nadie quiere romper los huevos. No me guardéis rencor: quizá os haya dejado la mayor crisis económica que vayáis a conocer, durante la cual estará al mando gobierno más incompetente posible, pero también os he limpiado un montón de viejos que se fundían las pensiones en cruceros. ¿Demasiado pocos para que se note la diferencia, decís? Ah, también aquí me encuentro únicamente ingratitud.

En fin, os dejo, que estoy empezando a notar una tos algo jodida. Disfrutad del encierro, no olvidéis aplaudir de vez en cuando y confiad en la sabia dirección del mentiroso patológico y del comunista; ¿qué coño podría salir mal? Feliz crisis, ¡¡y que os jodan!!

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Diario de un borrego

Por el Socio

Tras las recientes disposiciones del gobierno colombiano, mi destino se ha unido al de mis compatriotas españoles y de buena parte de la población mundial, viéndome abocado a varias semanas de encierro involuntario. Ya soy un borrego más, si bien no un borrego aplaudidor: aunque casi toda la «gente lista» del mundo parece convencida de las bondades de convertir el planeta en una cárcel, yo, que debo ser muy obtuso, soy aún incapaz de verlas; todavía falta quien me explique, muy despacito, cómo la libre circulación de las personas puede afectar una población de riesgo que ya debería estar aislada de todo contacto no profiláctico, y cómo las aterradoras consecuencias del encierro, que tendrán un alcance de años, pueden ser preferibles a una política sanitaria suplementaria y de campaña (que de hecho ya han puesto en marcha muchos países).

El viernes temprano me entero de que a partir de las siete de la tarde deberemos encerrarnos todos en nuestras casas. Tras realizar algunos quehaceres, almuerzo, me pongo ropa deportiva y salgo a correr. Es la primera vez que hace sol en muchos días, pese a lo cual el paisaje montañoso típico del valle del Aburrá está brumoso; de hecho, antes de la alerta sanitaria llevábamos semanas de «alerta ambiental» en Medellín, la cual se decreta ante la presencia de ciertos gases en la atmósfera; la respuesta de la Gobernación de Antioquia (el equivalente a una CCAA) es restringir el tráfico de vehículos (aunque su contribución a esos gases sea minúscula) y cerrar todos los polideportivos de la región, auténticos pulmones donde miles de jóvenes se refugian de la haraganería y la marginalidad; porque claro, es mucho mejor tumbarse en casa que hacer deporte en medio de «gases venenosos»; está claro que el gobierno antioqueño, como la OMS, está lleno de «gente lista». Así pues, inicio mi carrera en los solitarios alrededores de la Unidad Deportiva preguntándome cuándo podré volver a gozar de ese privilegio.

Cuando regreso a casa faltan dos horas para el encierro, y decido apurarlas todo lo posible, saliendo para comprar algunos víveres y observar el panorama. No vivo en la propia Medellín sino en Sabaneta, un municipio algo más al Sur, que podría equivaler a un Móstoles o Getafe pero mucho más pequeño, y aún con trazas de pueblo. Mi recorrido me lleva por el corazón de la población, y el primer supermercado por el que paso es «La vaquita»; un empleado sólo permite pasar a una persona a la vez, tras lo cual cierra y limpia meticulosamente la puerta de vidrio. Se requiere fácilmente una hora para entrar; la venezolana lectora de Paulo Coelho que solía apostarse en la entrada esperando limosnas, acompañada de su hija, desapareció hace días. Resulta llamativa la tendencia de la gente a comprar en sus «súper de confianza» incluso en una situación como esta, cuando multitud de tiendas de barrio ofrecen una cesta de la compra muy razonable sin ningún tipo de espera. Yo me dirijo a un pequeño supermercado de la cadena «Justo & Bueno», cuyas estanterías están ya muy vaciadas. No obstante, logro hacerme con los principales suministros que buscaba: distintas denominaciones alcohólicas.

Tras la compra doy un paseo por el pueblo, incluyendo su célebre parque, una población que muestra un aspecto normal por última vez en quién sabe cuánto tiempo. No tiene sentido alargar más la cosa, así que regreso a mi apartamento, donde inicio el encierro. A las ocho ocurre algo muy poco sorpresivo: la gente acude a sus balcones y ventanas a aplaudir, porque si algo es seguro en la época de la supercomunicación es que todas las cursiladas gregarias se copian tan rápido como lo permite la velocidad del ADSL; no deja de ser una válvula de escape para una situación tan complicada como esta, pero no por ello es menos pueril; me prometo a mí mismo que, ante la tesitura de asomarme al balcón a aplaudir o de saltar por él, optaré por la dignidad de lo segundo. Aquí hago un momentáneo salto temporal para describir los aplausos de los siguientes días, que ahora se ven acompañados de aullidos, cláxones, encendido y apagado de bombillas, linternas de móviles y potentes haces de luz convencional y láser, conseguidos Dios sabe dónde. Toda ocasión es buena para explotar la principal afición nacional colombiana: el ruido.

El amanecer del nuevo día me revela que el encierro me va a dispensar de la misa de las 7:45 que diariamente se celebra en la pequeña iglesia del ancianato de enfrente, debidamente dotada de unos potentes parlantes para que incluso quienes somos ateos gracias a Dios recibamos hasta la última palabra del sermón (no es desde luego una particularidad de este templo, sino la norma general en el país). La misa de tarde tampoco se celebra, pero quienes aparecen puntuales son las ajadas monjas con sus dos tandas diarias de rosarios, convencidas de que la repetición obsesivo compulsiva de aves marías a 70 decibelios de algún modo agrada al Señor, a la hebrea muerta hace 2.000 años objeto de su devoción o a la vecindad inmediata.

Me planteo si debo pasar ese primer día verdaderamente encerrado o si vale la pena «desafiar a la autoridad» con una pequeña incursión en el exterior (en todo caso permitida). Decido hacer lo segundo, y tras un primer intento frustrado por la lluvia, me dirijo a otro pequeño supermercado muy cercano a mi casa. Es la primera vez que camino por calles fantasma, y no puedo dejar de preguntarme por las devastadoras consecuencias psicológicas que traerá el encierro decretado por la «gente lista»; si alguien aún joven y acostumbrado a la soledad como yo no puede evitar permearse del opresivo y desolador ambiente, ¿qué será de las personas más mayores y vulnerables? ¿Cuántas usarán a los cajeros de los súper de psicólogos y confidentes, ahora que las han privado de sus paseos y actividades cotidianas? ¿Cuántas depresiones, suicidios e hipocondrias crónicas costará intentar salvar a unos millares convirtiendo en presos a miles de millones? ¿Cuántas familias arruinadas, cuántas carreras académicas truncadas, cuántos hogares perdidos? ¿Es copiar los burdos métodos de la tiranía china la «única opción razonable»?

Ante la escasez de productos le pregunto al cajero cada cuánto repondrán, a lo cual me responde «todos los días». No deja de ser un alivio, pero la inevitable pregunta interior es: «¿Hasta cuándo?» Vuelvo a casa, y mientras juego unos «marcianitos» me entra sueño; decido irme a dormir pronto, ¿para qué alargar la jornada dadas las circunstancias? Antes de acostarme vuelve a sonar la bulla, esta vez con propina de cacerolada; de nuevo me niego a secundarla. Soy un borrego, sí, pero por ahora no he balado con el resto del rebaño.

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Fábula del avión del oro

Por El Mastuerzo

¿Qué tal, mis queridos borriguitos de norit? ¿Estáis pasando mucho miedo por esta epidemia nunca vista en la historia de la humanidad? ¿Salísteis ayer al balcón a aplaudir a los retretes; perdón, a los sanitarios? ¿O los jueves toca cacerolada? Sea como sea, que se note bien el tercermundista que lleváis dentro.

Como el encierro es duro y todos debéis necesitar entretenimiento, hoy no os aturdiré insistiendo en vuestra condición de borregos, tan sólo os contaré un bonito relato pensado únicamente para distraer y deleitar, un cuento modo alguno relacionado con la situación que se vive en España en particular, o en el mundo en general. Se entitula…

El avión del oro

Allá por los años 30, en plena depresión estadounidense, una humilde familia neoyorkina, los Johnson, invirtió sus escasos ahorros en una propiedad situada en Alaska, donde tenían la esperanza de encontrar una razonable cantidad de oro. Al iniciarse el viaje formaban esta familia ampliada dos hermanos y sus respectivas esposas, una hermana y dos parejas de abuelos (los padres de los hermanos y de una de las esposas). Ningún miembro de la familia había cursado nunca estudios superiores ni tenido empleos más que en los sectores del comercio, la manufactura y la artesanía (por ejemplo, uno de los abuelos era zapatero), y habían pasado épocas de verdaderas penurias, incluso llegando a alimentarse en comedores comunitarios o a dormir al raso, sobre todo después de estallar la depresión.

Cuando los Johnson llegaron a su propiedad alaskeña no había absolutamente nada en ella, exceptuando un terreno más o menos fértil (el frío dificultaba mucho cualquier agricultura), y ni siquiera disponían de un chamizo donde cobijarse. Así pues, las primeras semanas hubieron de vivir en un campamento improvisado, mientras los hombres construían una cerca y las dos modestas cabañas de madera en las que residirían. Una vez completada esta tarea, comenzó la búsqueda del oro en sí, dentro de una pequeña mina que formaba parte de la propiedad. Al principio los hallazgos no fueron ni muchos ni pocos: si bien se encontraba oro ocasionalmente, este apenas alcanzaba para pagar la manutención de la familia. La vida era dura (muy dura en invierno), y no faltaban los peligros en forma de bandidos y animales salvajes. Pese a todo, los dos hermanos Johnson se animaron a tener descendencia, y a la vuelta de no muchos años las cabañas albergaban cinco y seis niños, respectivamente. La hermana permaneció soltera, y buscó un empleo en el pueblo más cercano para ayudar con los gastos.

La suerte no fue esquiva a los Johnson, y poco a poco fue premiando su trabajo: según iban excavando más hondo, más oro aparecía; incluso los abuelos y los muchachos mayores contribuían al esfuerzo, llegando a un punto en que el mineral extraído no sólo cubría los gastos sino que permitía comprar víveres y suministros en abundancia, e incluso acumular unos pequeños ahorros. Las cabañas fueron ampliadas y hechas más confortables, cálidas y seguras, casi pequeños ranchos. La familia incluso pudo alquilar una casa en el pueblo para que una parte de la misma pasara el invierno en ella. Cuando ya habían pasado 15 años en aquellas tierras, los Johnson llegaron a la conclusión de que su mina ya no podía dar más de sí, pero habían acumulado el suficiente oro para iniciar una nueva vida en Nueva York, lo cual había sido desde siempre su objetivo. Los 250 kilos de oro acumulados, contenidos en una caja de seguridad, eran más que suficientes para vivir todos acomodadamente, crear negocios en la Gran Manzana y pagar los estudios de los pequeños; se aproximaba la década de los 50, los horrores de la guerra no los habían afectado en aquellas lejanas tierras y la economía ofrecía buenas perspectivas. Como astuta medida de seguridad, el hermano mayor, Jack, había remitido a un banco neoyorkino la llave que abría el caja, con lo cual nadie podría robársela durante el trayecto.


Los hermanos y un abuelo intentando llegar al pueblo.

Para celebrar su exitoso retorno, los Johnson decidieron que lo más rápido y seguro sería desplazarse hasta un aeródromo situado a unos 50 km. de su hogar y alquilar un vuelo privado que los llevaría hasta la mismísima Nueva York, con sólo una escala en el camino. El precio era elevado, 2000 $, pero en su nueva condición se lo podían permitir. Jack fue el encargado de contratar el bihélice, pilotado por un veterano piloto de nombre Eddie, quien ahora vivía plácidamente tras sus campañas en el Pacífico. Una vez liquidada la vieja y querida propiedad, el aparato fue abordado por la familia Johnson, que en ese momento se componía de los mencionados matrimonios y hermana, once muchachos y muchachas de entre dos y quince años, y los cuatro abuelos, con edades comprendidas entre los 68 y los 82 años. ¡Qué visión gozosa al despegarse del suelo, rumbo a la ciudad mítica que los miembros más jóvenes de la familia nunca habían pisado! Aunque el aparato contaba con pocos asientos y la mayoría de pasajeros debía viajar en el suelo de la bodega, no había ningún tipo de queja.

El viaje transcurrió plácidamente durante las primera horas, pero al sobrevolar una de las numerosas cordilleras que jalonan el continente americano el clima comenzó a enturbiarse, y en pocos minutos el aparato estaba atravesando una zona de espesas nubes, con fuerte viento y visibilidad casi nula. Al poco tiempo ocurrió lo que Eddie temía, y el avión fue alcanzado por un rayo, lo cual asustó enormemente a la familia, si bien el vehículo se mantuvo en el aire. Jack se acercó hasta la cabina de vuelo para preguntarle a Eddie cuál era la situación. «Parece que el daño ha sido menor… de todos modos tendremos que parar en el primer aeródromo nada más atravesar las montañas y hacer las reparaciones necesarias». Cuando Jack volvió a preguntar media hora después, las noticias no eran tan buenas. «Tenemos pérdidas en el tanque de combustible… como mínimo creo que podré hacer un aterrizaje de emergencia al atravesar la cordillera, pero tenemos que librarnos de todo el peso posible. Ve atrás, abre  la puerta de la bodega hasta la mitad y arrojad todo lo que no sea imprescindible. Lo siento, pero no hay más remedio».

Jack corrió a la parte trasera y explicó la situación a la familia. Rápidamente se hizo una selección de equipajes no imprescindibles, tales como comida, víveres y artículos como gramófonos, radios y vajillas. Jack regresó a la cabina para saber si había sido suficiente, y Eddie le pidió esperar un poco. Diez minutos después emitía su diagnóstico. «Seguimos perdiendo altura… mira a ver si podéis arrojar más cosas, todo lo que no sea totalmente imprescindible». Jack volvió atrás y por la puerta de la bodega salieron nuevos objetos, que esta vez incluían preciados recuerdos familiares e incluso algún animal de corral; pero finalmente no quedó nada sino los pasajeros, unos cuantos paracaídas y la caja de seguridad con el oro. Jack corrió nuevamente hacia la cabina; Eddie no tenía buenas noticias. «Lo siento, no pinta bien… o perdemos casi 300 kilos de peso o ni siquiera podré hacer el aterrizaje de emergencia. Hay que aligerar en los próximos 10 minutos».


Los abuelos Steve y Mildred.

Jack volvió atrás y formó un aparte con su hermano Phil, el patriarca Steve y la hermana soltera, que según versiones se llamaba Susanna, Carmen o Irene; la mayoría se queda con este último nombre, así que la llamaremos así. El hermano mayor explicó rápidamente la situación al grupo.

Jack: Tal como lo veo, sólo nos queda tirar el oro o saltar algunos de nosotros en paracaídas. Voy a seros sinceros, saltar es casi una condena de muerte… incluso aunque lleguemos de una pieza al suelo, pueden tardar días en rescatarnos, y sin comida en medio de estas montañas…

Phil: ¿No podemos arrojar una parte del oro?

Jack: Me temo que no… ni siquiera tengo la llave conmigo, y forzar la caja es imposible.

Phil: Sé lo que estás pensando, y si te da miedo decirlo, lo haré yo: no podemos tirar la caja. Sería perder todo por lo que hemos luchado y volver al punto de partida. Viviríamos incluso peor que antes: más viejos, obligados a aceptar cualquier empleo. La mayoría no sabemos hacer otra cosa que cazar, trabajar con la madera y extraer oro. Condenaríamos a nuestros hijos a la pobreza, Jack, y lo sabes bien.

Jack: Sí, la verdad es que estás en lo cierto… Mirad, esto es lo que haremos: tú, yo y los dos abuelos hombres nos colocareos los paracaídas y saltaremos, poniéndonos en manos de Dios. Eso liberará peso más que suficiente para que el resto de la familia y la caja lleguen al otro lado de las montañas.

Steve: Hijo, lo que dices te honra, pero permíteme hablar… Si bien es un gesto muy noble que nos quieras proteger a los mayores, piensa lo que estás diciendo: tu mujer viuda y esos muchachos huérfanos, ¿qué posibilidades tendrían, incluso con el oro? Quizá salieran adelante, sí, pero es igual de posible que cayeran en manos de un desaprensivo, o que los pequeños tomaran malos pasos. ¿Y todo por salvar la vida de unos ancianos? No, Jack, los cuatro abuelos nos pondremos los paracaídas; hemos vivido una buena vida, y en cualquier caso sabíamos que ya nos quedaba poco; gustosamente haremos ese sacrificio.

Phil: Es horrible, pero… no puedo quitarte la razón. ¿Haríais eso?

Steve: Por supuesto que sí, hijo.

Irene: ¡¡Pero bueno, no puedo creer lo que oigo!! ¡Jack y Phil, ¿vosotros os llamáis hombres?! ¿De verdad permitiríais a cuatro ancianos saltar a su muerte y vosotros quedaros a salvo aquí arriba? ¡¡No lo consentiré, jamás!! Vosotros dos saltaréis, junto con Jim, el chico mayor. Yo me pondré el cuarto paracaídas.

Phil: Pero Irene, lo que dice el abuelo es verdad… siendo realistas, a los mayores les pueden quedar unos pocos años de vida, mientras que los demás ahora podemos disfrutar lo que nos hemos ganado con tanto sacrificio. Es terrible, pero es lo más justo.

Steve: Sí, hija, no te preocupes, de verdad. Es lo último que puedo hacer por vosotros.

Irene: ¡¡Jamás, jamás, jamás!! ¡¡No puedo creer que estéis hablando de sacrificar a vuestros padres por… por… la economía!! ¿Es que no tenéis otra cosa en la cabeza que el dinero?

Jack: No se trata simplemente de dinero, Irene, sino de que estaríamos todos condenados a la pobreza…

Irene: ¡¡Pues que sí sea!! ¡Mejor pobres y con la conciencia tranquila que tener muertes en la conciencia y arder en el infierno! ¡¡Si hace falta arrastraré yo esa maldita caja hasta la puerta!!

Jack: Irene, no estás siendo razonable…

Steve: Hija, escúchame, por favor…

Irene: ¡¡No, no, no!! ¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

En este punto la historia se vuelve difusa, cada versión cuenta algo distinto: hay quien dice que Irene se salió con la suya y saltaron cuatro personas jóvenes; otros dicen que, tras atarla y amordazarla, se siguió el plan original y fueron los cuatro abuelos quienes hicieron el sacrificio; e incluso hay quien asegura que saltaron tres abuelos y también tiraron a Irene (para la que desgraciadamente no había paracaídas), pudiendo así salvarse a la abuela más joven. ¿Quién sabe lo que ocurrió realmente? ¡Ojalá les fuera bien a los esforzados Johnson! (Hay quien cuenta que los hermanos llegaron a Nueva York sanos y salvos y fundaron la firma Johnson & Johnson).

·····

Y hasta aquí llega esta bonita y entretenida historia, mis queridos borreguitos. Me despido por hoy, no sin antes recordaros las 3 directrices Mastuerzas:

1. PENSAD COMO LOS DEMÁS.
2. CONSUMID MUCHOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
3. OBEDECED.

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Parte de Guerra, 18-3-2020

https://youtu.be/ks3BfeMp8MI

Por El Mastuerzo

Mis queridos borreguitos:

¿Qué tal estáis, bien estabuladitos en casa tal como manda el gobierno? ¡¡Así me gusta!! A ver, vamos todos a salir al balcón; ahora tomad aire y gritad bien fuerte: «¡¡Beeeeeeeee!!» Porque sí, estáis en la Bé. Vamos con algunos datos verdaderamente interesantes que nos dejó el día:

– El «colapso de la sanidad pública». A día de hoy, en medio de la «mayor crisis sanitaria» de la historia de España, el número de hospitales colapsados (es decir aquellos que han tenido que rechazar pacientes graves porque no los podían atender) es de… cero. Antes al contrario, están tirando por la calle de enmedio, y ancha es Castilla: muchos centros están ingresando en planta a cualquiera que presente algo más que síntomas leves. ¡¡Joder con el colapso!! De hecho se está dando una cifra de hospitalizados del 40 y tantos por ciento, que es para despollarse; normal que en algunos sitios les esté faltando personal (que no camas). Esto no ha impedido publicar artículos para deficientes mentales, como este, en el cual se especula sobre qué ocurriría si hubiera que escoger a qué pacientes tratar intensivamente; como la realidad ha fallado, sanidad-ficción, nuestros juntaletras en nómina han cumplido.

Quiero aquí hacer una especial mención al estamento sanitario, ese que los borreeeeegos han salido a aplaudir desde los balcones, porque ningún miembro del mismo ha salido a rebajar la alarma ni a decir que el supuesto colapso (recordad, la principal excusa porque la que estáis encerrados como ganado) no se está produciendo (ni en Italia tampoco, por cierto: «están a punto de quedarse sin camas«; ¡¡coño y uno pensando que estarían al 150% de capacidad!!). Nuestros heroicos sanitarios se están limitando a recoger medallitas y quejarse del exceso de trabajo; ni cotiza que en cuanto pase la crisis van a pedir un aumento de sueldo para todo el sector como compensación a su «sacrificio».

– En España van 500 y pico supuestas víctimas, mientras que en Alemania apenas son una treintena. Qué bárbaro, ¿será la sanidad alemana 15 veces mejor que la española? Por supuesto, la explicación es mucho más fácil: en Alemania sólo se contabilizan las muertes donde el virus ha sido un factor determinante a criterio del médico, mientras que en España todo fiambre que lo tenga en la sangre es etiquetado automáticamente como «muerto por coronavirus». Si a esto añadimos que el número de infectados reales fácilmente quintuplica la cifra oficial, el bicho nos da una tasa de mortalidad… que rompe por completo el «relato». Jamás pensé que los gobiernos colaborarían tanto en este Superdiabólico plan, hacen demasiado fácil mi trabajo.

– Intentad buscar en algún lado el desglose por edades de las supuestas víctimas españolas del virus. ¿No podeís encontrarlo? Muaaaaa jajajaja. Preguntaos por qué. O mejor no, no os lo preguntéis. Seguid pensando que permaneciendo presos y hundiendo el país estáis evitando las muertes provocadas por «el virus más letal de la historia».

– Según el estudio que se consulte, cada año la gripe causa entre 100.000 y 650.000 muertes en todo el mundo, y ahora mismo una gran parte de la opinión pública está cargándole esos muertos a los políticos de sus respectivos países. ¡¡Realmente hay mongolos que creen que los 2.000 fallecidos de Italia estarían ahora vivitos y coleando si el país se hubiera convertido en una cárcel hace un mes!! Por supuesto, apenas queda un puñadito de dirigentes que no estén absolutamente acojonados, temiendo pasar a la historia como genocidas. Olvidaos de ver cualquier tipo de lógica o verdadera preocupación por los ciudadanos en las medidas que están adoptando, esto es un «maricón el último». Queda algún disidente como Johnson, Bolsonaro o Putin, pero son perfectamente asumibles; tenemos la suerte de que a Trump le toca reelección en unos meses, así que tampoco tocará mucho los huevos.

En el resto del mundo, seguid disfrutando en vuestros corralitos de 50 metros cuadrados, y cuando en 2025 todavía estéis pagando las consecuencias de este parón mundial, consolaos pensando que habéis «salvado la vida» de millones de octogenarios diabéticos y asmáticos que jamás habrían cogido la gripe común y que vivirán 20 años más contando desde hoy. Eso sí, mi grupo no es totalmente desalmado, y os da la oportunidad a los que aún tengáis algo de cerebro (y os lo podáis permitir, claro) de salvaros de la quema invirtiendo en bolsa; dejad que sólo los borregos deluxe se arruinen del todo.

Ese es el parte del día. Resistid y recordad:

PENSAD LO MISMO QUE LOS DEMÁS.

CONSUMID MUCHOS MEDIOS DE «COMUNICACIÓN».

Y, SOBRE TODO: OBEDECED.

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Pandemia Mundianal

Por El Mastuerzo

Hola amics, ¿cómo estáis? ¿Me echásteis de menos? Seguro que sí: al fin y al cabo no es fácil ignorar el hueco dejado por una de las personalidades más potentes que ha habido en este histórico blog. Quizá os preguntéis dónde me metí durante todo este tiempo… En muchos sitios, realmente (alguien de mi negociado está condenado al nomadismo) pero en las fechas más recientes me tomé un merecido descanso en la isla de mi amigo Jeffrey Epstein, dedicadándome a todo de placenteras actividades (pista: mirad las búsquedas del blog) con amigos como Barack, Bill, etc. Todos sentimos mucho lo de Jeffrey, fue terribe lo que le pasó (guiño, guiño).

Pero bueno, entiendo que las cuestiones sobre mi paradero ahora mismo sean totalmente secundarias para vosotros. Lo que en realidad os estaréis preguntando es: ¿qué cojones ha pasado en las últimas semanas para que de repente yo y otros 47 millones de españoles nos veamos encerrados en casa hasta nueva orden, como en una puta novela distópica? La pregunta es muy legítima, y ahora que ya todo se ha consumado no tengo inconveniente en respondérosla: he sido yo. Bueno, no en solitario: yo y todo el entramado de poderes e intereses dentro del cual ejerzo como pieza y lubricante. Comprendo que así de sopetón no me creáis, pero ya que vais a pasar muuuucho tiempo en casa tomaos unos minutos para leer cómo pasó todo, y quizá cambiéis de opinión; como mínimo os entretendréis.

El relato empieza como en los chistes, con un inglés, un francés, un chino y un español (aunque para ser más exacto soy hispano-alemán). Quizá no sea ese el número exacto de personas ni de nacionalidades que acudieron a la reunión, pero para nuestra historia eso no es importante. Baste saber que eran personajes extremadamente poderosos de distintas procedencias. El lugar del encuentro, cualquier punto del mundo desarrollado. ¿Chicago, Singapur, Londres, Berna? Sí, pudo ser Berna perfectamente. El encuentro se produjo a finales del año pasado, y se desarrolló en términos muy similares a estos:

– Inglés: Gracias a todos por acudir, si no tienen inconveniente iré al grano. Como saben, teníamos una crisis económica prevista para este año, pero por una serie de motivos no ha llegado a producirse. Huelga decir que esto resulta muy lesivo para nuestros intereses. La cuestión es: ¿qué medidas podemos tomar para precipitarla?

– Francés: Lo más clásico es una guerra. ¿Hay algún escenario propicio?

– Chino: ¿Otra guerra? ¿Cuántas llevamos ya? Me suena anticuado eso.

– Mastuerzo: Coincido en este punto con mi estimado colega. Mover el tablero mundial mediante guerras es muy del siglo XX, carece de sofisticación… Hoy día tenemos medios mucho más sofisticados que acumular pilas de cadáveres calcinados.

– Chino: su especialidad son las acciones biológicas, según tengo entendido.

– Mastuerzo: Bueno, una de ellas, sí… Mi empresa Mastuerzo Labs ha desarrollado un producto que puede servir muy bien a nuestro propósito.

– Francés: Perdone, pero esto ya me suena. Gripe aviar, SARS… El impacto de sus productos ha sido muy limitado hasta ahora, ¿qué hace diferente a este?

– Mastuerzo: Admitiré que desde el punto de vista material no es nada estrictamente novedoso… no es sino una nueva variante de la gripe.

– Francés: ¡Otra! Espero que por lo menos sea muy letal.

– Mastuerzo: No especialmente… en realidad su capacidad de matar es muy limitada, como la de la gripe convencional, pero tiene algo que la hace distinta: es muchísimo más contagiosa.

– Inglés: Perdone, Herr Mastuerzo, pero dudo que una gripe contagiosa sea lo que vaya a poner patas arriba la economía mundial.

– Mastuerzo: Le diría la razón si intentáramos nuevamente crear un virus tan efectivo como para diezmar a la población pero no tanto como para dejarnos sin mano de obra… Era un enfoque equivocado: en realidad la gravedad del virus es irrelevante, lo que importa es su tratamiento mediático.

– Inglés: Desarróllelo, por favor.

– Mastuerzo: Cada día mueren en el mundo 150.000 personas, aproximadamente 100.000 por motivos relacionados con la edad. Eso es un millón y medio en 10 días, 45 millones en un mes… Son cifras tan altas que realmente es imposible asociarlas con emoción alguna. Bien, lo que buscamos aquí es desgajar de ese conjunto una causa de muerte concreta (nuestro virus) y hacerla parecer tan peligrosa y singular que se desate el pánico entre la población de todo el mundo.

– Francés: ¿De cuántos muertos hablaríamos al día?

– Mastuerzo: Pocos, muy pocos… ¿quizá 500 en todo el planeta? Más del 90% serían ancianos ya muy enfermos.

– Francés: Perdón, pero no le sigo. ¿Me está diciendo que mueren 100.000 ancianos en el mundo cada día, y que con 500 en todo el mundo vamos a desatar el pánico?

– Mastuerzo: Exactamente.

– Francés: No tiene sentido. Según tendo entendido, sólo en Francia hay más de 10.000 muertes anuales por neumonía, y son personas mayores, como usted dice. ¿Qué va a ser diferente con su virus?

– Mastuerzo: Recuerde lo que he dicho al principo, por favor: el tratamiento mediático. Vamos a contar una historia muy interesante, sobre un virus como nunca se ha visto antes y con una mortalidad inusitada. Por supuesto, es imposible saber el grado de mortandad de una enfermedad nueva, que aún no sabemos detectar bien, pero omitiremos hábilmente ese dato. Una cosa importante es que surja en un lugar exótico, ¿China, por ejemplo? Y que enseguida empiecen a difundirse vídeos de enfermos desbordando las calles y cuarentenas forzadas. Algunos pueden ser auténticos, pero podemos colar perfectamente otros de situaciones que no tienen nada que ver e incluso filmar algunos directamente falsos.

– Chino: Sí, puede hacerse… En cuantro a introducir la efermedad, envíenos los viales y en menos de dos semanas la tendremos circulando.

– Mastuerzo: Perfecto. ¿Qué foco podemos elegir? ¿Pekín, Shanghai…?

– Chino: No joda, Mastuerzo, que la idea es hundir la economía del resto del mundo, ¡¡no la china!!. No se preocupe, nos sobran ciudades de mala muerte que podemos sacrificar. Wuhan, por ejemplo, que mi cuñado es de ahí.

– Mastuerzo: Wuhan, perfecto. Por supuesto, no puede saberse que el virus tiene un origen humano… digamos que ha surgido por culpa de un chino que se ha comido alguna alimaña… una rata o algo así.

– Chino: Por favor, si la rata es prácticamente parte de nuestra dieta cotidiana, eso no impresiona a nadie. Un murciélago o algo así.

– Mastuerzo: Me gusta, un murciélago. Una vez se anuncie que el virus se está extendiendo rápidamente (esta será la única parte verdadera de la historia), necesitaremos que prácticamente aíslen Wuhan del mundo, con todos los medios policiales, sanitarios y militares posibles. ¿Podrán hacerlo?

– Chino: Por supuesto, esas cosas nos encantan en el partido, y además hemos tenido una práctica cojonuda recientemente en Hong Kong. Eso de machacar a la población civil es como un picnic para nosotros, nos desestresa.

– Mastuerzo: Excelente… Es importante que en esta fase, que durará un mes aproximadamente, el tema ocupe los titulares de los noticieros de todo el mundo, y que no cese el flujo de vídeos. Hay que hacer ver que la situación está descontrolada, que el Gobierno chino apenas logra contenerla, que no hay camas en los hospitales…

– Chino: Sencillísimo, cuente con ello.

– Mastuerzo: Bien, transcurrido ese periodo pasaremos a la fase 2: pese a los heroicos esfuerzos del Gobierno, el virus logrará escapar de Wuhan y, de forma lenta pero segura, se extenderá por toda China y luego por todo el planeta.

– Chino: Sin problemas. ¿Cuántos fiambres habrá que poner sobre la mesa? ¿10.000, 20.000?

– Mastuerzo: Ah, como se nota que les sobra gente, amigo… No, dos o tres mil serán más que suficientes, y ni siquiera hará falta que los mate el virus: con que lo tengan en el momento de morir, nos aseguraremos de que sea considerado la causa de la muerte.

– Inglés: De acuerdo, nos aseguraremos de que nuestros medios enfaticen que la gente muere «por el virus». Entonces se extendería por todo el mundo, ¿no?

– Mastuerzo: Exacto, primero poco a poco y luego de forma galopante, siempre asegurándonos de que sea la primera noticia de los informativos. Lo más importante de toda esta estrategia, no lo olviden por favor, es mantener un marcador a tiempo real tanto de infectados como de muertos, como si estuviéramos ante una masacre inusitada.

– Francés: ¿Y todo esto serán ancianos?

– Mastuerzo: Los infectados serán de todas las edades, pero sí, los muertos serán septuagenarios en adelante, con salud delicada.

– Francés: Mmm, no sé si eso va a impresionar mucho. Como le dije antes, en Francia mueren unas cien personas por gripe durante cada día del invierno. ¿Realmente cree que…?

– Mastuerzo: Ah, ah, ah, esto no es gripe, esto es nuestro virus mortal. De hecho, esas serán las frases que más deben repetir los medios: «no es gripe» y «dejen de compararlo con la gripe». La gran mayoría de la gente podrá tratarse en su casa y se recuperará sin mayor problema, pero es importante hacer parecer que la sanidad no podrá atender al número de pacientes graves a menos que se tomen medidas radicales.

– Inglés: Está bien, lo fiaremos todo a esa estrategia. (Suena su teléfono móvil). Un momento, por favor… (Responde la llamada). Sí… sí, don George, estamos en ello, no se preocupe, le informaremos en cuanto termine la reunión. Pronto podrá hacerse con esas propiedades a un precio muy ventajoso, se lo aseguro. De acuerdo, buenas tardes. (Cuelga).

– Francés: ¿Era…?

– Inglés: En persona. Se está impacientando, el tipo cree que aún está ayudando a los nazis a saquear las casas de los judíos, no entiende que estas cosas llevan tiempo…

– Francés: Bueno, yo quiero saber exactamente cómo esto va a hundir la economía de los países. Porque el miedo no cierra empresas, señores, y no me irán a hacer que bastará con que las bolsas pierdan unas décimas…

– Mastuerzo: Sencillo: pondremos en cuarentena países enteros.

– Chino: Interesante, pero… ¿no es un poco ambicioso? Ni siquiera nosotros hemos podido hacer eso.

– Mastuerzo: Lo lograremos si seguimos al pie de la letra la estra la estrategia que les he descrito.

– Inglés: Vamos a ver si lo he entendido… ¿me está diciendo que estadounidenses, ingleses, franceses, alemanes… se van a encerrar en sus casas voluntariamente durante semanas o meses por una gripe?

– Mastuerzo: En EEUU será mucho más difícil, pero Trump pasará por el aro, está en año electoral… En cuanto a los demás… Por favor, no crea que estamos operando en un vacío. Llevamos décadas desarrollando una atmósfera cultural marcada por la conformidad, el culto al estado y un férreo control informativo… Si algo sabemos del hombre moderno es que es capaz de ir contra su instinto y su sentido común con tal de no parecer asocial o extremista… En cierta forma esta operación será la culminación de toda una carrera dedicada al perfeccionamiento del control social.

Inglés: ¿Entonces la idea es tenerlos cuánto, un mes encerrados?

– Mastuerzo: Como mínimo, pero lo estiraremos todo lo posible. Piensen en las consecuencias económicas para todos los sectores, prácticamente no habrá ninguno que se libre… El aumento del desempleo será prácticamente una obra de arte. Si conseguimos alargar la cuarentena hasta el verano incluso hundiremos la temporada turística. Cuando termine todo, lo del 2008 puede quedar como una ligera desaceleración… y recuerden, lo harán a gusto pensando porque estarán «salvando miles de vidas».

– Inglés: Sí, tiene sentido… Pero Johnson puede no trague. No es precisamente un seguidista, y menos con el Brexit tan reciente.

– Mastuerzo: Oh, no importa que haya agún disidente. Podemos dejar a Reino Unido de locomotora económica, y para cuando la gente se dé cuenta de que ha muerto prácticamente la misma gente que en una temporada de gripe normal nuestro plan ya habrá finalizado. De hecho, la mayoría creerá que si han muerto pocos habrá sido por cumplir disciplinadamente las cuarentenas.

– Francés: Mmm, sigo siendo muy escéptico, pero si está tan convencido…

– Mastuerzo: Los resultados le sorprenderán para bien. Al fin y al cabo, lo que vamos a hacer recoger lo que hemos sembrado durante tanto tiempo… Les recuerdo que hasta Su Santidad está en nómina.

– Francés: Bueno, eso es cierto. Una cosa: ¿no se rebelarán por no poder sacar a sus perros? Recordemos que el chucho español fue uno de los puntos débiles del plan «Ébola».

– Mastuerzo: Bien visto, se permitirán excepciones para sacar al perro a pasear… Eso aliviará el confinamiento, como el recreo de los presos, y mantendrá tranquila a la generación Bambi.

– Francés: Oiga, ¿y sus compatriotas españoles? ¿No darán problemas con su espíritu rebelde?

– Mastuerzo: Es broma, ¿no?

– Francés: Sí. (Todos ríen).

– Mastuerzo: Seguramente serán los más borregos de toda esta historia, no me extrañaría que incluso aplaudieran. En fin, creo que todo está suficientemente perfilado. Señor China, le haré llegar los viales en las próximas 24 horas. Insisto, cuiden sobre todo de sus terminales mediáticas: recuerden que el virus es lo de menos, un McGuffin… lo importante es el relato. Les repito las líneas maestras: 1. No es gripe. 2. Los sistemas sanitarios se van a colapsar. 3. Las cifras de muertos son inaceptables. 4. El único remedio es encerrarse todos en casa aunque eso destruya la economía de millones de personas durante los próximos años (esto último no pueden decirlo, claro). ¿Estamos de acuerdo, entonces?

– Chino: De acuerdo. Veremos si su plan es tan brillante como espera, Herr Mastuerzo…

– Mastuerzo: Estoy deseando empezar.

·····

Y así fue la cosa, queridos fanscistas. Lamento las molestias que os está ocasionando, pero al fin y al cabo, estáis salvando incontables vidas, ¿no lo habéis oído en la tele? Nuestros muñecos de ventrílocuo (Grissom, Quintana, Ferreras, La Sexta, etc., etc.) son algunas de las herramientas de las que me siento más orgulloso. Tranquilos, que ya sólo faltan unas semanas para que os dejen salir de casa, y en cuanto a vuestras economías… bueno, seguro que habéis sido muy ahorradores, ¿no? Además, cuando todo acabe siempre podéis optar a un empleo público. Para terminar, os dejo unas importantes directrices:

NO PENSÉIS, Y SI PENSÁIS, QUE SEA LO MISMO QUE LOS DEMÁS.

CONSUMID MUCHOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

OBEDECEDED AL ESTADO.

Con cariño, el Mastuerzo.

····

Disposiciones adicionales para Fans del Madrid:
– Ante su probada incapacidad para gestionar esta crisis, El Socio queda degradado a Cabo de segunda. Un Gobierno Totalitario aromonizará en Fans el funcionamiento de todas las capacidades y energías del Blog, con el Mastuerzo como Dirigente Absoluto y Plenipotenciario, mientras dure la cuarentena en España.
– El nuevo Gobierno Fansista ha instaurado un sistema de insignias que identificará a cada participante del blog con su característica más destacada, siendo el fin de esta medida identificar públicamente a los elementos desafectos y a los indeseables sociales.
– Las disidencias y alborotos serán castigados con duras penas de perrera.
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¡Qué judiada!

https://youtu.be/fBEoY3_tp2Y

Rappol

Se plantó el Madrid en Londres con los mismos nenes y señores que empezaron la segunda parte de Gerona. Durante el arranque flotaba en el ambiente el recuerdo de la gira americana, un equipo de mucho físico y movimiento contra un equipo lentísimo, jugando al pie y sin movilidad en tres cuartos. No hace falta decir quiénes eran quiénes. Los de Pochettino insistieron e insistieron por la banda de Marcelo hasta que metieron el primero. Y los nenes y los señores mayores siguieron a lo suyo.

Creo que fue a la media hora cuando el Madrid empezó a jugar un poco en largo, aprovechando la lozanía moruna de Hakimi (ex-Achraf) y a Ronaldo le lució algo la voluntad después de haberse aburrido de tirar desmarques en el primer tramo, mientras Modric y Kroos, sobre todo, la pasaban y la pasaban de manera intrascendente. Los días que jugamos mal el problema está siempre en la media. Siempre. Pero cuando enfrente hay un equipo con físico y un buen plan, pues se nota más.

Al descanso me fui a hacer la sopa pensando en si ZZ se atrevería a sentar a Marcelo y a cualquiera de los medios rubios que tenemos. Entre cocina y salón me perdí los dos goles ingleses de más que certificaban que hay algo ahora mismo en el equipo que no puede achacarse a la concentración. Entremedias creo que salió una estadística de esas de kilómetros recorridos que decía que los locales llevaban 9 kilómetros recorridos más que los visitantes. Me parecieron pocos, la verdad. Tuvo el equipo unos minutos ahí que podrían haber sido catastróficos de habernos pillado unos zagales con más ganas de hacer sangre. Todo era un sindiós. Ramos iba por donde quería, en el peor sentido de la expresión, Casilla estaba blando como el suelo pélvico de una mormona… Modric se tiraba, Marcelo marceleaba… y Benzema se asociaba con el hombre invisible. Un panorama excesivo que se rebajó algo después de que los realizadores enfocaran la grada y viéramos las caras etruscas de Butragueño, Baúl y Roberto Carlos. Nadie decía “¡vamos neneeees!”

La locura llegó también al banquillo de ZZ, con Asensio y Minoral por Isco y Benzema, seguida después de un Theo-Modric que llegaba exageradamente tarde. En verdad pensaba que después del partido del meZiapuntismo, esa suerte de 4-3-3—4-5-1 con el que se ganó holgadamente al Eibar- un equipo así más o menos como el Gerona-, Zidane habría encontrado al fin la luz que nos permitiría alumbrar alineaciones de nenes y señores mayores en las que siempre tendríamos ventaja en el centro del campo. Pero no. Después de aquello volvimos a lo que podría considerarse el equipo A (4-4-2 con el que se ganó tó lo gordo del año pasao). A la vista están los resultados y, esencialmente, las malísimas sensaciones que traslada el equipo.

Así las cosas, sólo espero que al menos estos del prusés vean la sombra pronto y que Zidane se dé cuenta de que la solución la tiene ahí, en el meZiapuntismo.

Enelfondohaysitio

Retransmitiendo desde Londres. Crónica del partido: hay que colgar a estos hijos de la gran puta, menudos sin-sangre, llevaba tiempo sin ver tan mal al Madrid, apatía total, eso sí, los fansistas que llevan tiempo sin follar (que son muchos) anoche se irían felices a dormir, porque la follada que recibimos fue cojonuda.

El Socio

Tocó preshtyjio. Es la historia más antigua del libro: los jugadores consagrados no rinden/se acomodan y empiezan a hacer partidos de mierda. El entrenador, en vez de cortar por lo sano, dice «bueno, os voy a poner otra vez, pero no me falléis, ¿eh?» Sorprendentemente, los mismos jugadores obtienen un resultado similar, y sólo se consigue retrasar la solución. Os recomiendo repasar los primeros minutos del partido de ayer, porque fueron patéticos: los futbolistas iban literalmente andando, con una abulia absoluta, como si estuvieran disputando algún amistoso en Extremo Oriente, no en Wembley en la puta Champions. Clara responsabilidad del entrenador ahí, que «premió» a los que cayeron estrepitosamente en Liga replicando el once.

Zidane ha demostrado siempre saber gestionar la plantilla, pero ahora parece obstinarse en mantener a jugadores en pésima forma. El Dorzmund ha minimizado nuestro error, pero igualmente Rainman se encuentra en la encrucijada más difícil de su periplo en el banquillo: o empieza a hacer cirugía y a rotar seriamente el plantel, o la temporada va a ser un trago de hiel tras otro. Desde luego cambiar jugadores no es ninguna fórmula mágica, y puede que se fracase igualmente, pero parece un punto de partida imprescindible (a menos que haya alguna táctica complejísima que los jugadores aún no hayan asimilado). Un rayo de esperanza son los mofletes hinchados de Flópor en el palco; con el presidente cabreado, hacer cambios siempre es más fácil.

Y por cierto, los que le tienen tanta manía a Bale, más les vale rezar porque vuelva con fuerza, porque ahora mismo él y Kovacic son lo único parecido a un revulsivo que tenemos en la plantilla. Habrá que estar muy atentos al partido contra Las Palmas, porque marcará la pauta de lo que vendrá después. Mi pronóstico es que sólo habrá algún retoque, la puntita nada más, algo que históricamente se ha demostrado ineficiente. A ver cuántas hostias necesitamos darnos hasta quitar a los funcionarios del campo.

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– Toten Jarl: 3 (?)
– Mándril: 1 (Ranaldo)
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