
Ayer, dos años y medio después del debut de la grada de animación, tuve la ocasión de visitarla en su estado actual. Mucho han cambiado las cosas desde esos primeros tiempos heroicos y casi clandestinos, y a día de hoy la Grada Fans RMCF (nombre no relacionado con esta web) está mucho más integrada en la estructura del club (aunque aún queda bastante por hacer en ese aspecto). Llama la atención el rigor en el control de acceso: yo pasé con una entrada de cesiones y, además de tener que mostrar el DNI en taquilla y torno, me pusieron una pulsera irrompible y debí superar dos cacheos. Como puede verse, es simplemente imposible revender entradas para esa zona del campo, por más que proclamen lo contrario lo que queda de nazis sur y sus organizaciones satélite («Movimiento ámbar» y «Socios Real Madrid»). Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de las entradas normales, que siguen siendo ofrecidas en todo el perímetro del estadio por personajes decididamente siniestros, ante la absoluta indiferencia del club. ¿De dónde salen estos cientos, quizá miles de entradas? ¿Es ésta la imagen de una multinacional del siglo XXI? ¿Acaso esta reventa flagrante no afecta a los derechos de los socios, que supuestamente tanto preocupan a los palmeros de los ultras? En fin.
El perfil del gradero es eminentemente joven (mayoría de veinteañeros y treintañeros) y hay bastante elemento femenino, en torno al 20%. El requerimiento de llevar los colores del equipo ha sido todo un acierto, y la grada forma una agradable mancha blanca en un estadio no muy dado a la homogeneidad visual. Se respira un ambiente agradable y seguro, lejos de esos tiempos donde debieron coexistir aficionados normales y ultras resquemados, cuando cada partido era una aventura y ni siquiera estaba garantizado el control del micrófono, que si no estaba custodiado por unos matones era directamente saboteado. Pese a ellos, quedan aún algunos elementos que lucen iconografía filoultra (el escudo del Madrid sin corona, con fondo negro y rodeado de laureles), como aferrándose a aquellos tiempos superados. Desde esas alturas del 4º anfiteatro también es posible divisar a los escasísimos y dispersos partidarios del «movimiento ámbar» (alias «movimiento pis»), que difícilemnte llegan a la treintena. Destaca la cuidada parafernalia gradera, con atractivos banderones y pancartas repartidos por los cuatro sectores de localidades.
https://youtu.be/feiO425sn8w
Tras la liturgia de cantar la alineación y el himno de la Décima, comienza la animación, un «curro» que dura 90 minutos. El actual speaker se siente muy identificado con su papel, mostrando un entusiasmo que raya en la imprudencia temeraria: encaramado en las barandillas y de cara al público, tan solo un fino raíl sus espaldas lo protege de una caída mortal de necesidad; no parece importarle. Este orondo personaje tiene la misión de mantener tensionados a los parroquianos durante hora y media, animándolos o regañándolos según corresponda, e intentando imprimir a la animación la cadencia propia de una galera (cosa por otro lado imprescindible para lograr el ambiente deseado). No es fácil aguantar el ritmo: la voz se resiente enseguida y dar palmas sin parar es un ejercicio exigente, que precisa resistirse a la tentación de ver plácidamente el partido. En ocasiones el speaker interpela a las distintas peñas de la grada para que inicien ellas un cántico. Si bien su empuje es realmente encomiable, no puede decirse lo mismo de sus habilidades vocales: a menudo sus cánticos son demasiado graves, con un tono que recuerda al de un oso un oso, lo cual empeora la musicalidad de los temas dificulta cantarlos con fuerza.
El actual repertorio es bastante variado, con cánticos que funcionan muy bien y otros que no tanto. El «descontrolados» es muy popular, aunque alguno debería moderar un poco su «descontrol» para no descalabrar a sus vecinos haciendo el imbécil. Otros momentos graciosos son el «trenecito», en que los graderos se desplazan a izquierda y derecha agitando sus bufandas en el aire y el «shalalalá», que se inicia con la gente agachada y oculta tras los asientos. Algo simplemente incomprensible es que se cante a menudo el «Go west» (iniciado con la estrofa «Lucha, siempre hasta el final»), repitiéndolo hasta la saciedad, pero sin llegar nunca al estribillo, que toda la vida fue uno de los cánticos más potentes y fáciles de seguir en el Bernabéu (ése que dice «Aléeee, Real Madrid, alé»). Otro gravísimo error es dedicar nada menos que tres cánticos (!!!) al Atlético de Madrid, una actitud propia de equipo pequeño y pueblerino, obsesionado con rivalidades locales. Entre las posibles mejoras, también vendrían bien unos bombos y megáfonos en el 4º anfiteatro, que siguiendo lo marcado por el 3º mejorarían la integración de esta zona.

Conseguir tirar de la inmensidad del Bernabéu no es ni fácil ni difícil, es casi imposible, por una simple cuestión numérica: 1.600 no pueden arrastrar a 88.000, especialmente cuando esas decenas de miles tienen un perfil muy avejentado y pasivo. Especialmente difícil resulta la tarea en días como el de ayer ayer, en que el equipo no acompañó mucho e incluso en la propia grada Fans hubo momentos de decaimiento. ¿Cómo rugir cuando ves a un jugador como James salir ANDANDO del campo con empate a uno? Su actitud dejó claro que está definitivamente perdido para la causa, y que Benítez durará exactamente lo que los jugadores quieran. Al menos vimos un gol maravilloso de Ronaldo y una gran actitud de Bale, cosas que nos recordaron el potencial del equipo, pero que muy difícilmente bastarán para ganar algo este año.
Sea como fuere, la grada cumplió su labor de forma encomiable. Cuando había pitos redobablan sus esfuerzos, simplemente porque lo consideraban su deber. Esperando a que algún día se cumpla el sueño de todo un fondo dedicado a la animación, los graderos llevan a cabo lo que es prácticamente un trabajo para el club, exigente en lo físico y con la única compensación de un abono rebajado. Además, aún no es un espacio saneado al 100%: debido a los elementos proultras que quedan tanto dentro como en los alrededores de la grada, cada jornada sigue siendo una lucha, como me contó el presidente de PB. Tras el partido, los graderos nos fuimos a tomar unas tapas, por supuesto de salchichón Manolito; salchichoneros, sí, pero orgullosos. Sinceramente no sé de dónde saca esta gente la energía y el entusiasmo para entregarse a tope partido tras partido. El madridismo puro debe parecerse bastante a esto.
·····
– Real Madric: 3 (Ranaldo (2, 1 de pen.) y Lucas Vázquez)
– Real Bildu: 1 (quién sabe)
Incidencias: Buena asistencia naboideña.