Sí, bueno, ¿no? Si se habla de las «incendiarias» declaraciones de Vinicius es porque el debate nacional se aleja siempre de lo trascendente y «mollar» para irse a lo anecdótico, rosa o amarillo; de ahí que seamos la nación que alumbró el «Hola», que si no se editaba en tiempos de Fernando VII es sólo porque nadie tuvo la idea, no porque no hubiera vendido bien. En fin, tenemos el peor gobierno de Europa junto con el de Maricrón y nos ponemos a hablar de las opiniones sobre el racismo de un negro multimillonario… muy bien, pues vamos con ello.
¿Son los españoles racistas? Lo cierto es que no habían tenido ni ocasión de planteárselo hasta fianles del siglo pasado, porque hasta entonces la presencia de otras razas en la península era anecdótica; teníamos nuestro puñadito de moros, y si te hablaban de negros pensabas en José Legrá o en el fenómeno todavía residual del top manta. Si no venía inmigración era por la extraña costumbre española de tener hijos, la cual propiciaba que ni hubiera mucho trabajo para los de fuera ni mucha ayuda que rascar. Afortunadamente el feminismo nos libró de eso y, al mismo tiempo que los departamentos de recursos humanos y los fast foods se llenaban de chicas «JASP», las guarderías y colegios se iban vaciando. Cuando hubo que cubrir los trabajos no cualificados y las plazas de colegio con gente no oriunda, el español empezó tanto a ver aumentar exponencialmente la población mora como a saber lo que eran los negros, sobre todo desde que ciertos personajes descubrieron que había un descomunal negocio en importarlos.
Tras varios lustros de esta convivencia, los españoles son todo lo racistas que pueden ser personas que comparten país con emigración de baja calidad: algunos la jalean (normalmente quienes más lejos la tienen) a algunos les es indiferente, y otros están hasta los cojones. A menudo, la opinión del individuo coincidirá con la del partido al que vota: por ejemplo, un pepero te dirá que «no hay que criminalizar», aunque se cambie de acera cada vez que se cruce con un nigga.
¿Qué ha pasado en el caso concreto de Vinicius? Pues que se ha topado con la España fea, la que odia al Madrid porque dl club cree en la excelencia por encima de todo y proyecta una imagen exitosa del país en todo el mundo, algo que no pueden tolerar. Había además ganas de burlarse de Vinicius, de que fracasara, y ahora que es posiblemente el mejor del mundo hay muchos ojetes escocidos. Entonces sí, hay que insultarlo por lo que sea; cafres y encefalogramas planos nunca han faltado en ningún campo de fútbol del mundo. ¿Que es negro? Pues se le llama negro, con la excusa de que provoca en el campo, a diferencia de jugadores exquisitamente deportivos que han pasado por nuestra liga, tales como Luis Suárez o Neymar.
¿La historia reivindicativa que se ha montado Vini? Bueno, digamos que todo el mundo busca una imagen de marca, y él se ha agarrado a esta. Dicen que tiene una empresa de 50 empleados que se encarga de estas cosas, de ponerlo en Netflix y demás, y parece que la narrativa proviene de esta entidad. No hay mejor forma de convertirse en un gilipollas que tener siempre una cámara delante, pero además de eso, como siempre me pasa en estos casos, que hable de racismo un negro que cobra más que cualquier trabajador europeo y que, pese a ser feo de cojones, se puede follar a cualquier golfa que haya en un garito, me parece el cachondeo padre. ¿Dónde no hay racismo, en Inglaterra, donde se arrodillan pero se hacen manifas de miles de «patriotas» decididos a echar del país a cualquiera que no sea white trash como ellos? Pues nada, que se vaya ahí, o a la también muy tolerante Arabia, previo pago de la cláusula.
Lo cierto es que esto es una gran «hamburguesa de nada». Ni en los sueños etílicos más locos de Malcolm X van a quitarle un Mundial a un país por «actitudes racistas», ni Flópor se ha planteado así sea por medio segundo vender a uno de sus niños mimados. Volverá el fútbol de verdad, llegarán polémicas nuevas (el enésimo desfalco del Barsa, por ejemplo) y Vecinius volverá a lo suyo, tropezarse con Embapé.
Por supuesto, en ningún momento se producirá un debate serio sobre el acuciante problema de la inmigración ilegal, por que eso requeriría una sociedad madura, fiscalizadora del gobierno y con pensamiento crítico; algo verdaderamente utópico en un país que lleva cuarenta años dedicado a fomentar la cretinez y el tribalismo más ramplones.