Hemos llegado a ese punto, temido desde hace años, en que literalmente la mierda nos rodea. Los ciudadanos de la antigua capital imperial chapotean en la inmundicia, sin que las autoridades alcancen más que a balbucir débiles excusas, aludiendo a los «derechos» de colectivos mafiosos que no respetan a nadie. Mientras esperamos que se enmiende este insufrible agravio, fusilando a toda esa piara de cerdos (a ser posible entre una montaña de la porquería que ellos mismos han esparcido) nos queda un mínimo consuelo: el club que nos recuerda la antigua luz de la patria, el Real Madrid, en sus divisiones de júcgol y biasquet.
Como esta semana no hay fútbol (del de verdad), el protagonista es ese deporte inventado por James Naismith que sacó de la marginalidad a miles de negros americanos (para generalmente volver a ella poco después de acabar sus carreras). El Madrid de basket ha pasado de ser un equipo bastante peligroso y pinturero, plantándose incluso en la final de la Euroliga, a directamente quedarse sin rivales, ganando todos los partidos de este año por paliza, excepto el del Murcia, donde ganó por 7 puntos. Y es desconcertante, porque este equipo ha seguido un camino muy proceloso, en eterna autobúsqueda tras perder a Obradovic y Maljkovic, los dos yugoslavos que marcaron su identidad en las dos últimas décadas. Constantes bandazos técnicos, decisiones incomprensibles como el despido de Maceiras, presupuestos menguantes, falta de cancha propia… todo contibuyó a un Madrid de basket triste y deslucido, hasta llegar a la etapa Lolaso.
Sí, lo admito, casi todos nos reímos de Pablo Laso, empezando por mí, por ser feo, calvo y regordete. Bueno, y también por ser el sustituto barato de Ettore Messina, tras no poder atraer a preparadores como Repesa. Y por crear un equipo blandísimo en defensa, con las míticas «pájaras» que hacían que nos remontaran ventajas de 20 puntos en un santiamén. Pero el caso es que, tacita a tacita, y aprovechando una crisis galopante en el basket europeo, hemos juntado un equipo con un juego exterior prodigioso, quizá el mejor de la historia del baloncesto FIBA. Una extraña tercera vía entre el basket físico de la NBA y el tacticismo de los 70 puntos que lleva décadas dominando Europa. Y ahora encima tenemos buen juego interior, por lo que nadie es capaz tosernos. No sabemos si todo esto ha sido casualidad o diseño, pero el caso es que MOLA.
https://youtu.be/3_y33ozi8Nk
Simpático vídeo viral del Efes.
Hoy nos visita el Anadolu Efes, club con sede en Estambul y una historia muy corta, fundado en 1976 al amparo de la potente cervecera turca Efes. Su presidente es Tuncay Özilhan, dueño de la citada empresa, con un patrimonio personal estimado en 10.600 milloncetes de dólares. El año pasado fue nombrado «ejecutivo del año en la Euroliga» y el tío se ha dejado muchas liras en el que quizá sea el mejor pabellón de la competición. Pero a pesar de que el Efes ha dominado fácilmente el campeonato local desde el 76 (13 Ligas) y a contar con el sexto mayor presupuesto de Uropa, a nivel internacional sólo han ganado una puta Copa Korac. Su plantilla tiene 8 perros turcos, y otros tantos jugadores de distintos países, incluyendo un Greg Slaughter que sospecho no es hermano de nuestro Marcus. En principio son el rival más difícil del grupo, pero a decir verdad no estoy muy seguro de quienes son sus estrellas, que lo cuente quien esté más puesto.
Como hoy jugamos en casa, me permito llamaros la atención sobre nuestras cheerleaders, unas muchachas que han mantenido un excelente nivel de belleza desde hace ya muchos años y que son mayoritariamente rubias, no sé si por alguna elección deliberada. Como los cabronazos de los realizadores televisivos sólo nos las enseñan en rarísimas ocasiones, es necesario que ir al Palacio para poder verlas; pero con entradas a 8 y 10 euros, no resulta un gran sacrificio económico, la verdad. Es uno de los pocos motivos que pueden justificar sortear la porquería que atesta nuestras decadentes calles.