Algunos goles inolvidables del Real Madrid que se pagaron bien

Hay goles que se graban a fuego en la memoria colectiva del madridismo. Para el verdadero madridista fueron más que goles, fueron latidos eternos que aún hoy y por siempre retumban en el alma blanca, capaces de paralizar el tiempo todavía y desatar una euforia que no se puede explicar con palabras.

Forman parte de las excusas ideales que hacen que seguir al Real Madrid no sea una afición, sino una forma de vivir. Y como toda historia épica, hay quienes la acompañan con un café, con una bufanda… y también con apuestas.

Porque el fútbol, además de pasión, también es intuición, riesgo y, a veces, recompensa. No son pocos los aficionados que sienten el vértigo de un partido desde el sofá o el estadio, pero quieren trascender de la pantalla de su móvil y atreverse a participar aún más de esta experiencia con cuotas que suben y bajan como un corazón en un clásico.

En este sentido, existen momentos de puro milagro y belleza, como apostar por un gol de Sergio Ramos en el minuto 93, que era, en 2014, una locura. Una locura hermosa. Las casas de apuestas lo sabían, y lo pagaban caro. Pero entonces llegó el cabezazo. Lisboa tembló. Y más de uno pasó de la incredulidad a levantar los brazos, no solo por la Champions, sino por la apuesta ganada contra todo pronóstico.

Zidane, Ramos y los goles que hicieron historia (y millonarios)

Hablemos de ese gol. Minuto 92:48. La décima parecía escaparse entre los dedos. Nadie creía. Nadie, salvo Ramos. Saltó como si el alma del club lo impulsara y cabeceó al fondo de la red. Empate. Prórroga. Y el resto, solo es historia. Para el aficionado, fue una redención. Para el apostador valiente, una excelente recompensa a su fe.

Pero si hay un gol que aún huele a arte y a eternidad, es el de Zidane en Glasgow, en la final de 2002 contra el Bayer Leverkusen. Una volea que no solo desafió la gravedad, sino también cualquier predicción racional. Un zurdazo que pareció orquestado por los dioses del fútbol. En ese instante, el madridismo no pensó en cuotas ni en estadísticas. Solo en belleza pura. Aun así, quienes apostaron por Zizou como goleador de la final recogieron algo más que gloria emocional.

Cuando el Bernabéu desafía las estadísticas

Solo el club merengue puede dar muestras de la existencia de los milagros. Y si hablamos de apuestas imposibles, no podemos olvidar la remontada al Manchester City en 2022. Rodrygo, con dos goles en apenas segundos, volteó lo que nadie creía posible. Las casas de apuestas tenían al Madrid con menos de un 1% de probabilidad de pasar a la final, pero el Bernabéu no cree en imposibles. Ahí es donde las emociones desbordan cualquier cálculo, y el alma blanca vuelve a enseñarnos que, en este club, todo puede pasar.

Por eso, seguir al Real Madrid es como vivir en una montaña rusa con final feliz. No es raro que cada gol épico se convierta, también, en un giro inesperado para las apuestas deportivas. Porque un gol en el descuento no solo cambia una eliminatoria. Cambia estados de ánimo. Cambia bolsillos. Y, sobre todo, la historia.

Quien entre al Pipadrome que abandone toda esperanza

Cuando te rompen bien el culo en la idea de una eliminatoria, es normal apelar a la épica para la vuelta, con distintos niveles de horterada o lo que ahora llaman «cringe». Esto es algo totalmente comprensible: el fútbol va de superar dificultades abrumadoras, de épica y demás conceptos adyacentes. Todo lo cual no tiene nada de malo si el equipo que debe remontar ha hecho un esfuerzo sincero en la ida y ha caído víctima del infortunio o de un mal día. No fue el caso del Madrid, cuyo partido de mierda se derivó directamente del trabajo -o falta de él- de todo el curso 24-25. Llegar con el equipo reventado y mal preparado tácticamente no se debe a una pájara, sino a la deficiente labor del cuerpo técnico. Dicho de la forma más cruda posible: el Madrid no merece pasar, aunque haya quien piense que merecimiento y victoria son siempre sinónimos en fútbol.

Realmente, ¿le haría bien al equipo pasar a semifinales? ¿Le hace bien a un alumno aprobar un examen estudiando la última noche y siendo preguntado precisamente por lo que había estudiado? ¿Le hace bien al padre de familia salvar el mes apostando en las carreras? Todo esto, claro, importa poco al aficionado más primario, que acudirá a dar apoyo al equipo en la «busiana» (palabro inexistente en el diccionario pero no en el «acervo»), llenará sus redes de epicidad enlatada o incluso acudirá al estadio. Ahí, sobre el sarcófago de 500 millones actualmente sin ningún uso, 90.000 turistas chinorris-digoooo, aficionados madridistas tratarán de dar alas al equipo. También la Frada Fans, claro, que antes del duelo desplegará un tifo espantoso (ya filtrado) pero que eh, está pintado a mano como Las Meninas. Obviamente es un método obsoleto a día de hoy, pero lo importante es que los chicos disfruten haciéndolo y se saquen fotos, como los mongolitos de los cursos de manualidades.

Sí, todos empujarán, pero cada grito de aliento contribuirá a que sigamos confiando en la «flor» ancelottiana e impedirá que empiece el runrún, cuando lo que necesita el equipo es precisamente eso, dos meses de runrún para que el ser superior se sienta incómodo (lo que má sodia) y emplee cualquier táctica para salvar su culo. ¿Y qué se peude esperar de Carlo, realmente, para remontar la eliminatoria? ¿Algún cambio sorprendente en el once, inspirar solidaridad defensiva repentinamente a los once cabrones? Es jarto dudoso, la verdad.

¿Nos da por lo menos para ganar el partido? Hombre, sí podemos y debemos ganar a un equipo al que se le ha pasado el momento álgido de Arteta y ya está acomodado en el papel de «el mejor de los peores», liderados por un Martin Odegay ya con 26 años que prefirió ser cabeza de ratón a cola de león, pero que nunca será «the next big thing». En Londres es feliz, algo muy contraproducente para un futbolista.

Entonces sí, ganaremos (seguramente) pero eso se, eso se, eso será todo, amigos; las pajas mentales que nos hagamos ahora sólo dejarán una culpabilidad posterior, de modo parecido a las pajas reales. Todos los ciclos futbolísticos llegan a un fin, y normalmente es mejor que lo hagan con estrépito, para no retrasar la reconstrucción. El nuevo Madrid debe crecer sobre el cadáver del anchelotiano.

No-derrota balsámica: il concetto

Por Rappol

Podría decirse que el Madrid ganó en momento y plaza complicados, pero sería exagerar mucho en lo que se refiere a la plaza, no al momento. Porque el momento viene siendo complicado desde que el Farsalona les dio a los Ancho Boys el primer meneo, luego el segundo, y el Arsenal el tercero la semana pasada. Y la plaza, bueno… un poco más amplia que un zulo para secuestros, y hasta arriba de gente fea y paleta a la que, sin pistolas, no se debe tomar nunca en serio. Nadie serio escribe «xenofoboak» y se cree que habla una lengua milenaria y única en el mundo. Deberían volver a empuñar las pistolas, porque sólo con el cerebro se ve que no les renta. Y, en cualquier caso, al PSOE le importaría prácticamente-menos-cuatro que balearan de nuevo hasta a gente de su partido, porque, ¿cuando le ha importado nada al PSOE cuando se trata de acceder o mantenerse en el poder? ¿Qué complejo histórico ha tenido nunca el PSOE? Ninguno. Por eso se seguirán descojonando por los siglos de los siglos de todos los que levantan el dedito y esgrimen su «nonono, a eso no se atreverán». Jé. Vasquitos y españolitos.

¿El partido?

El Alavés es un equipo muy malo. Malo de solemnidad. Con un plantel de obtusos de mucho nivel, torpes como ellos solos, soberbios en las lides del agarrón y la coz, y con un Kike Muguruza arriba con peor pinta que cualquiera de los súperpunks vascuences que siguen dando por culo con sus batallitas sonoras abertzales allí donde pueden rascar alguna subvención para seguir promocionando el bebe-una-kombutxa-y-lutxa. Un equipo muy malo y muy cómico. Porque jugar todavía peor contra un Madrid con diez (ahora vamos con eso, no hay prisa hoy, y haremos porque no vuelva a haberla nunca más), y ni hacerle cosquillas (cuando este año nos ha hecho ocasiones todo cristo y, por recordar hazañas recientes, la Real Sociedad nos cascó cuatro en la vuelta de La Copita, cuando es de los equipos menos goleadores del campeonato tebano…)

¿Qué hubo nuevo, entonces, o acaso no demasiado trillado? Que el Alavés es un equipo que debería descender de lo malísimo que es. Que Davide es más agradable de contemplar que su padre, aunque vaya en chándal. Que Camavinga —sin presión psicológica— jugando más o menos en el sitio que jugaba en Francia cuando fue fichado; y ante un equipo, ¿lo hemos dicho ya?, más malo que un obispo vasco, es capaz de marcar el gol de la no-derrota, jugar un partido notable y ganar un MVP. Que… siendo realistas, el Alavés no es vara para medir ni la polla de Marc Bolan.

El colegio de pago no le aprovechó (del todo)

En la particular carrera contra los arbitrajes sibilinos y condescendientes con el agarroneo y pateo del jugador vestido de blanco, vamos a tener que acabar dándole el Trofeo Temple a El Cyd, que no recuerdo que haya sido explusado todavía por tener una ventolera contra un rival por sobredosis de coces gratuitas. La patada de la frustración de Siquesá fue de alto nivel. La patada del jugador menor tiene otro cariz. La de Siquesá, henchida de rabia, es absolutamente roja, porque ya se sabe que los jugadores buenos no saben dar patadas de venganza que se queden en amarilla. Y en el Madrid actual, no hay ningún Luca Brasi Casemiro.

Lo de Siquesá fue, por tanto, una tontería seria que no se convirtió en drama merced a la simpleza futbolística del equipo local. Quizá hasta le vino bien al Madrid a nivel de mantenimiento de la concentración, la solidaridad y trabajo colectivo; para estar juntitos y tratar de sorprender en alguna salida, como sucedió durante la segunda parte y toda vez que Vinicius (ese al que la piara de piperos tontos quisiera ver en Arabia) consiguió que un botarate local emulara a Siquesá, con el matiz de la experiencia pero con idéntico resultado. Ya hubiera sido un bochorno épico que el hijodeputa de Soto Grado lo hubiera dejado en amarilla.

Remuntem segur

Por tanto, ¿qué podemos esperar para el próximo miércoles? ¿Cebollas caramelizadas? ¿Siquesás centrados? ¿Fran Sangría? ¿Un puto centro del campo con Chochomenor, Valverde, Ceballos y Bellolingam? ¿El chasquido de alguna rodilla? Yo diría que la cuestión está en que tengamos la oportunidad de contar con un Vinicius estelar. Más que nada para que a todos los que dudan de él les den bastante y fuerte por el culo.

Si Vini tiene el día, el Real Madrid pasará.

La gotita

Es cierto que el Madrid no perdió, pero tampoco ganó. El partido que se juega en la trastienda lo pierde todas las semanas y, en esta ocasión, lo volvió a perder: es un partido que no va a ganarse hasta que el sistema futbolístico patrio no reviente por completo. Por desgracia, eso no va a pasar hoy, mañana, ni pasado mañana. Así que, por el momento, lo mejor es abstenerse de dar coces henchidas de rabia. Porque la estrategia del establishment es la misma que la de Pedro Sánchez: mientras la gente siga teniendo miedo a la guerra, las cosas seguirán igual. Y no me refiero ni a Ucrania ni a Europa, evidentemente.

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– Etarras light: 0
– Real Madrid: 1 (Cachominga)

Día de la Victoria

Pollos sin cabeza, patio de colegio, correcalles… se pueden usar muchos símiles para describir en lo ocurrido ayer en el Neopipas con el céspet pintado de verde, en partido que concluyó después de medianoche gracias a ese abuso político llamado «horario de verano» y a la impecable planficación televisiva. Eso después de que el equipo descansara sólo 48 horas. ¿Había algún motivo para no jugar este partido en miércoles? No, por supuesto que no, pero tenemos gente que «sabe mucho» en todos los estamentos; la salud de los futbolistas siempre queda muy, muy atrás, que se lo digan a Davies.

Fue un partido de puñales, no en el sentido mejicano de «mariquitas», sino de jugadores que percutían por banda: en el Madrid, Vini subía la franja izquierda y en la Real, el chino cabezón hacía lo propio por la derecha. ¿Cómo es posible que un descarte micropene del Madrid hiciera tanto daño? Es difícil decirlo: quizá se trate de la reencarnación del mismísimo Tsubasa Ozora, o quizá es que la defensa del Madrid no era precisamente la del Milan de Capello.

Por todo esto, parecía un partido ochentero, con carrileros corriendo pacá pallá y metiendo centros que acababan en gol por culpa de defensas y porteros pésimos; hemos necesitado el genio de Angeloti para tener este subidón de nostalgia. También desde una banda le llegó la asistencia Endricke, quien definió bombeadito y muy bien, no con uno de los cañonazos que conforman su imagen de marca. ¿Significa que lo veremos más a menudo? No sé, cuentan que es un negro arisco; que recoja un poco más de algodón.

Hubo polémica, unas hostiejas aquí y allá también muy a los 80, recibidas por el Madrid, lo cual no quitó para que Alguacilillo sacara al final la valentía de los cobardes, diciendo que a Vini no le habían pitado un fuera de juego que la tecnología no detectó pero él sí. De Negreira y Dani Olmo nunca ha dicho nada, que sepamos. Pero bueno, esta ultraviolencia etarra no es nada nuevo, no nos quejamos; la putada fue comerse otra prórroga apenas 15 días después de la última, que a estas alturas de la vida es como comerse una polla. Pero los chicos sobrevivirán, seguro que sí, como mucho alguno se romperá la rodilla, pero eso no es nada con tal de emitir los partidos en una hora que tenga 46.000 espectadores más.

Parece que se viene final con la Far$a, evento consuetudiario que, exceptuando el pitorreo ese de la Supercopa, no se produce desde 2014, cuando Bale hizo pasar a Marc Batracio a la posteridad. ¿Pide el cuerpo ahora una final con el Negreira Team? Claro, por qué no. Puede que nos hagan una guarrerida, pero literalmente hemos venido a jugar. Un dato interesante: dejando aparte las Supercopas diversas, no perdemos una final desde hace 12 años, también en Copa, justo el año anterior a la otra (2-1 contra el Paleti). También decir que es nuestra final 41 de Copa y que tenemos exactamente igual número de victorias y derrotas, 20-20; toda una moneda al aire. En cuando a la Far$a, su última derrota es más reciente, contra er Betih en 2019; siempre se les dio mejor perder.

En fin, será un espectáculo interesante, contando con que el puto Paleti no nos quite el regalito.

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– Real Madrid: 4 (Luis Endricke, Bluffingham, Chochomeni y Runigger)
– ETA Light: 4

Los desafíos floperianos


Enjuto Mojamuto.

Las presuntas elecciones fueron un visto y no visto, tras el cual Flópor se encuentra con otros cuatro añazos por delante en los que no está muy claro si sabe lo que hacer. ¿Cuáles son los grandes retos que tiene este cuatrienio?

El estadio-mausoleo

Se puede hablar de la Superliga todo lo que se quiera, pero su gran obsesión ha sido siempre el estadio: ponerle un gran condón metálico a la reforma de Mendoza, rematarlo con un techo, excavar una Batcueva debajo (solución sencilla, práctica y económica) y empezar a dar conciertacos para que la reforma se pagara sola.

«Eso no es exactamente lo que pasó», diría algún personaje de película. Desde luego, aquí hay una parte subjetiva: hay a quien el condón, rejilla o lo que cojones sea eso le parece bonito, y hay un segundo grupo (básicamente aquellos con un mínimo sentido de la estética, el buen gusto y la armonía) a quien le parece una colosal horterada a medio hacer, que ni siquiera cumple su principal objetivo: tapar el edificio antiguo. Para cualquiera que se moleste en levantar la cabeza cuando pasa bajo el horrísono sofito (sofrito), todas las tripas del complejo mendoziano están a la vista en su dudoso esplendor (Mendoza vive, la lucha sigue). Pero dejando de lado esta parte visual, como digo, subjetiva, lo cierto es que Don Flo nos ha atado al solar de la Castellana por lo menos hasta 2054, año en que se pagará el último plazo de esta asequible obra que se fue de los 575 millones a los 2.000 por «desajustes». Pensadlo bien: muchos de nosotros estaremos muertos antes de que se liquide ese crédito, imagino que con los ingresos de muuuuchos conciertos de Karol Yí y estrellazas similares.

¿No resta eso un poco de coste de oportunidad al club? ¿No nos pasarán al lado como aviones estadios construidos desde cero en estas tres décadas en que tendremos que seguir viendo las lamas de los cojones, que ya parecían desfasadas el año pasado?. No me malinterpreten, el ojo humano puede acostumbrarse a cualquier fealdad (ahí está San Siro, sede de no uno, sino de dos clubes pu(n)teros europeos), pero quizá al señor Flo se le fue un poco la mano con su apuesta «a largo». ¿O será quizá que el plan es hacer ooootra reforma allá por el 2040, con el fin de acondicionar la Catedral Pipera para el ecuador de la centuria? Tampoco sería tan grave; total, unos cientos de millones más…

Superpolla

Sí, ese es uno de los desafíos de Flo mientras siga vivo: convencernos de que el mecano va a ser rentable (150 millones de ingresos anuales nos decían… poca cosa). Luego, claro, está la Superliga, de cuyo anuncio en el programa de Pedretroll (quizá el acontecimiento más costroso de la historia del deporte) hace ya, a lo tonto, casi una década. ¿Quiere Flópor hacer una Superliga? Pséeeeee. ¿Puede hacer una Superliga? Eeeeeh… Yo creo que le da mucha pereza a estas alturas. De vez en cuando vuelven a atracarnos arbitralmente y piensa «¡Yo quiero una Superliga!», pero luego ayuda a Laporta a inscribir a un jugador fraudulentamente y se le pasa («ya he hecho la buena acción del día», reflexiona).

A ver, que síiii, hay cuatro papeles por ahí firmaos, y un modelo televisivo pajillero sin suscripciones, en el que todo se paga vía publi; ¿pero realmente hay un estudio de viabilidad de eso? ¿Los cartelones de Heineken y la Pleisteishon van a financiar un negocio de miles de millones anuales? Suena complejo. Pero si lo tienen tan claro, deberían anunciar la desconexión para un año de estos. ¿A qué esperan exactamente? ¿Al 2054? ¿No será por un casual que quien ponga el dinero de todo esto ha dicho que sin los clubes Premier no hay producto, y precisamente los clubes Premier no quieren saber nada? Los putos chinos son hoy quienes pagan todo, porque es el papel que les hemos dado; no queríamos industrias manufactureras, que contaminan mucho, no queríamos centrales nucleares, que matan a los gatitos, no queríamos una clase media fuerte y enriquecida, sino viajera y estéril; y ahí está, un puto amarillo micropene dictando las políticas de contenidos a nivel mundial. ¿Se acuerdan de las protestas de Hong Kong de hace unos años? Algún mono de la NBA (por ejemplo Lebron James), después de arrodillarse rememorando al narcotraficante George Floyd, expresó su enérgico apoyo hacia las mismas; pero llegó el chino micropene, le recordó al puto negro quién pagaba las facturas y de pronto Lebron se convirtió en un absolutista de la diversidad de opiniones políticas, empezando por las del PCCH, claro.

Así pues, está «en chino» la cosa. Claro que imagínense la sociedad que puede formarse con Laporta, Cerezo, Al Khelaizi y los amarillos, yankis y moros que se van turnando en la propiedad de los clubes clásicos europeos, como juguetes de los que se cansan tras unos lustros. Un ejército de Pancho Villa con demasiados odios internos y mezquindad como para enfrentarse a la malvadísima oligarquía UEFA, tranquila sabiendo que el público, ya sea europeo, chino o follacabras, es cautivo, y tampoco se piensa tres veces quién le ofrece el jaco mientras pueda seguir metiéndoselo regularmente.

Tebas, la España fea y la Liga Negreira

Luego tenemos el tema peculiar del presidente de la LFP, el tocacojones profesional Javier Tebas. ¿Tenemos alguna posibilidad con él de que nos pongan mejores horarios, o de alcanzar un buen acuerdo televisivo? No, por supuesto que no, porque el tipo sabe que nos la puede clavar hasta la empuñadura y el resto de clubes (que vive de facto del Madrid) lo jaleará. ¿Empezarán en los campos de España a aplaudirnos y a darnos las gracias por elevar esta mugrita y arruinada Liga? No, no y no, porque la España fea odia todo lo grande y bello. Peeeero crear la Superpolla sí podría dejarla herida de muerte. Quién sabe, incluso podría cumplirse el sueño de jugar la liga caspañola con suplentes, el desprecio absoluto (¡¡y ganarla!!).

Respecto a los árbitros… en fin. Digamos que si no acabamos con una roja y un penalti en contra todos los partidos ya podemos darnos por afortunados. Es un sistema absolutamente corrupto que sólo podría sanarse con una desinfección total, un reinicio desde cero, algo muy por encima de los poderes floperianos. Nada que hacer por ahí.

Entonces, ¿qué hacer?

Yo le diría a Floper (el floperiano) que fuera estos cuatro últimos años a calzón quitao. Ya la ha fastidiado con el estadio y nos ha endeudado hasta mitad de siglo, ¿qué más da rizar el rizo un poco más? Que empiece la Superliga sí o sí, con quien se apunte, y que no tenga horror vacui: la competición molona será donde esté el Madrid, ya irán los demás con él. ¿Los ingleses? Nunca tuvieron clase, brillaron un poco en los 70 y 80 pero la cagaron con Heysel; que mamen del más grande. Debe ser una Superliga sin ninguno de los hálbitros españoles actuales, y en la que se tenga a raya al Carcelona y al Paleti; yo exigiría un cambio directivo a la Far$a si quiere entrar (no puede estar ahí el presidente que pagaba a Negreira), y el Paleti tendría que echar al infecto Frente, con una norma antihooliganismo. Tenemos que ser los papitos de Europa, en definitiva, o los Padrinos, si se prefiere.

En cuanto a lo de abolir las fechas FIFA… No, creo que eso ya es demasiado pedir, porque a Flópor, el Gran Pipero, le gustan las selecciones, la parecen la salsa del fútbol, y no le importa que le traigan un jugador desgraciado porque piensa que le compensan los ingresos publicitarios que generan jugar bolos de mierda en los momentos críticos de la temporada; o al menos eso demuestra con sus palabras y acciones. Por ahí no hay solución posible, pero pese a todo Florenpipas puede hacer muchas cosas en este mandato. Si no se queda dormido en el despacho con un hilillo de baba, claro.