En la tarde de ayer saltaba la bomba informativa: Abramovich claudicaba ante los niñatos descerebrados de la plantilla del Chelsea y decidía destituir a uno de los Últimos Hombres Honestos, don Jose Mario Mourinho (MAU). «Evidentes desencuentros con la plantilla», se mencionaba en la comunicación para la prensa. Hijosdeputa. Pese a ser una noticia aparentemente ajena a la vida del Real Madrid, en cuestión de minutos el evento sacudió todo el universo merengue: con el gordo Beni más pallá que pacá, ¿es el momento propicio para la Segunda Venida de don Jose a este manicomio? Se trata sin duda de una cuestión fascinante, con muchos pros y contras a considerar:
Desventajas:
– Parece que el fútbol actual de Mau está algo pasadete y tiene poco de bonito, acercándose más bien al modelo del «cholismo».
– Puede faltarle frescura mental tras concluir traumáticamente sus dos últimos contratos (lo que se llama vulgarmente estar quemao).
– Muchos de sus palmeros en la red y en el mundo ultra son profundamente hostiables.
– La mitad de la plantilla lo odia.
Ventajas:
– Incluso en sus peores momentos, con él la plantilla siempre tuvo un punto extra de competitividad y frescura física.
– Sería un paraguas perfecto para Flops: su popularidad sigue siendo muy alta entre el madridismo, con lo que las críticas se aminorarían de inmediato. Además, como en principio sólo firmaría para seis meses y la temporada ya va de culo, si la cosa sale mal no se perdería gran cosa.
– Sería jodidamente divertido, y entre otras ventajas su hijo se haría travelo del trauma.
– La mitad de la plantilla lo odia.
Cierto que Zidane ya tenía todos los pertrechos preparados para sentarse en la silla eléctrica del Bernabéu, pero creo que el autista argelino tenía tantas ganas de pasar ese trago como de invitar a Materazzi a su cena de Nochevieja. Ya me estoy imaginando su conversación telefónica con Floper:
– ¡Zizou! ¿Te acuerdas de lo que hablamos de coger el primer equipo en breve?
– Sí, presi.
– Bueno, pues ha llegado el momen…
– Las cosas han cambiado, presi. Aún tengo mucho que hacer en el Castilla.
– Pero es que te necesi…
– Mau.
– Mira, éste es un momento en que…
– Mau.
– Quiero que te lo pien…
– Mau.
– ¿Es tu última palabra?
– Mau (clic).
Tras esta conversación, puedo visualizar al presidente marcando un nuevo número, llevarse el teléfono a la oreja y decir…
– ¿Mau?
Curiosamente, parece que casi todo el madridismo pasa en estos momentos por una mezcla de opresión y aburrimiento, y que existe una necesidad imperiosa de sacudirse tan ominosa sensación. Huelga decir que Mau sería ideal para tal propósito, y aunque después se cayera el mundo, ¿quién nos quitaría la diversión vivida? Más que una opción, Mau se antoja una necesidad.
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