Sí, bueno, ¿no? En el día de ayer saltó la bomba; la bombaaaaaaa… informativa. Kilian Embapé, alias Negro Pesetas, anunció que dejaba la secta islámica comúnmente denominada París Saint Germain (que debatiblemente será parisina, pero al bueno de San Germán lo tiene bien olvidado). Es una noticia que como era de suponer ha sacudido al madridismo, dividido entre los que sienten entusiasmo por el potencial fichaje y un nutrido grupo que se siente traicionado por las anteriores calabazas del jugador. Esta última me parece una actitud infantiloide, la verdad. Mbappé pudo acertar o equivocarse con su renovación contractual de hace dos años, pero la decisión tuvo toda la lógica del mundo: tras cobrar en este bienio más que cualquier otro jugador durante toda su carrera, ahora tiene libertad para hacer lo que quiera los años que le queden en activo. Pese al mote jocoso que le he puesto, nadie puede negar que la cosa esté bien jugada desde su perspectiva, tanto en lo económico como en lo deportivo.
Ahora puede abrirse el debate sobre si realmente irá al Madrid, pero será una mera conversación de mesa camilla. Sí, hay otros dos clubes donde podría concebiblemente seguir su carrera, el Liverpool y el Manchester City, pero me parece casi imposible. El Liverpool, con toda su leyenda, gana una Liga cada varias décadas (pese a la decadencia de United, Arsenal y Chelsea), y en cuanto al City, sería ridículo salir de una opresiva jaula de oro islámica para ir a su homóloga en el Reino Unido. No, habrá más o menos comedia, pero acabará donde siempre quiso jugar, en el Real Madrid; probablemente el papeleo esté hecho hace tiempo. En ese aspecto el fútbol europeo es mucho más interesante que el deporte profesional estadounidense, donde los jugadores son traspasados en frías transacciones donde se los trata esecialmente como mercancía, mientras que los futbolistas pueden guiarse por sus afectos, escoger destino e incluso «traicionar» a su club, con todas las interesantes narrativas que esto genera.
La operación, a decir verdad, me parece casi una cuestión de supervivencia para el Madrid. Si en la época «galáctica» la lógica era que los superfichajes eran la única forma de poner al club en primera línea mundial, incluso ignorando la lógica deportiva, ahora opera el mismo principio, pero con más necesidad que antes. En aquel tiempo el pastel estaba mucho más repartido, con clubes fuertes en todos los países que más o menos podían luchar por los fichajes gordos; hoy día, con la dictadura de hierro de los clubes estado, tan sólo gigantescos golpes de imagen como el fichaje de Mbappé pueden mantenerte en la carrera. Primera vez, por cierto (¿última?) que se consigue sacar a una figura de alguno de esos oscuros entramados deportivo-político-financieros; una hazaña verdaderamente prometeica.
Pienso, de hecho, que el Madrid no anda especialmente bien de liquidez, y que la partida de Negropé estaba reservada desde hace tiempo. Partida que al menos no habrá que agotar apresuradamente, porque no se paga fichaje ni cláusula. Habrá una prima gigantesca, por supuesto, pero al parecer se irá pagando fragmentada a lo largo del contrato, lo cual es muy diferente a soltar de golpe 150 kilos por un Coutinho o un Dempelé de la vida. ¿El precio total de la operación si firma por cinco años? Nunca inferior a los 300-400 millones de euros (125 de prima + mínimo 50 brutos anuales), pero diría que es más amortizable (indirectamente, claro) que los 1.500 del estadio. Esto es porque los beneficios que generará el recinto son más bien nebulosos a día de hoy (por ejemplo, no tendrá el cacareado centro comercial y los eventos tienen una rentabilidad harto dudosa), pero el impacto de este fichaje es innegable e instantáneo, tan rápido como la velocidad de internet. No se hablará de otra cosa durante el próximo año futbolístico, y el Madrid será percibido por todos como al mínimo un igual de los petroclubes. Es una dinámica a la que habrá que acostumbrarse: pocos fichajes de «clase media», acaparados por los manirrotos «ingleses» y «franceses», pero sí fichajes de figuras selectas cada cierto número de años. En realidad, no deja de ser una buena forma de racionalizar el gasto, aunque sea impuesta desde fuera.
Respecto a lo deportivo, bueno, es algo que dejo a la gente que entiende cómo va eso de la pelotita, pero lo normal es que el Tortugo dé un rendimiento notable, una vez se dirima el reparto de las bandas con Vinicius, mientras Endrick observa como aprendiz y Rodrygo como probable damnificado. Son problemas a resolver por Ancianotti o quien esté, pero la idea, claro, es que la nueva figura nos produzca al menos un par de Champions más, por no decir una Superliga o, por qué no, el triplete de los cojones. En fin, tiempo habrá de sobra para hablar sobre todo esto. Desde luego, quien más lo está celebrando es la industria del salseo deportivo (prensa tradicional + yutubers y variantes), tan necesitada siempre de pienso que repartir entre sus consumidores. ¿Y los que ahora reniegan del moreno? Vacas contra pajaritos a que dentro de un par de años le estarán besando los pies, por no decir otra cosa.