Se nota que Jenny es también pura clase.
Por Pearl S. Buck
¡¡Gol de Olga!! Sonríe con cierta condescendencia, alza los brazos al cielo y aplaude de forma contenida, al fin y al cabo, hay que mantener un perfil institucional. Es cierto que, sin saber por qué, piensa “abogado, lo que tengo aquí colgado” y se toca los genitales, pero de forma casi imperceptible, está seguro de que ninguna cámara habrá captado el gesto. Mejor así.
En la entrega de medallas, agarra a Jenni con firmeza de la cabeza y le da un beso breve y seco en los labios. Es un pico espontáneo, regocijado, casi fraternal. Está un poco colocado -no concibe que nadie pueda aguantar sobrio semejante tostón-, y está a punto de darle un cachete en el culo, pero rectifica a tiempo y le palmea la espalda. Jenni tiene nombre de lumi y él está acostumbrado a dar azotes a las lumis. Sin hacerles daño de verdad, no se trata de hacer sangrar a nadie, no es Pablo Iglesias o Joffrey Baratheon, por el amor de Dios; pero el cachete sí tiene que ser repentino, sonoro, rápido y propinarse con la suficiente fuerza para que deje una marca rojiza: PLAS.
Antes del partido se tomó un par de copas y recuerda que enrolló un billete de cincuenta euros y esnifó una raya, frotándose los granitos de coca que sobraron por las encías, pero, por fortuna, no está tan colocado para no darse cuenta de que dar un cachete en el culo a una jugadora estaría fuera de lugar, se armaría un buen jaleo, aunque no llegaría la sangre al río, él no va a dimitir nunca y tiene suficiente material de todo dios como para que se atrevan a joderlo.
En cualquier caso, se alegra de haberse comportado de forma tan elegante, impecable podría decirse. Por eso no entiende la expresión consternada del primer gilipollas que le dice: “presi, eres trending topic”.