Rappol
El Real Madrid se resiste a descender del Monte Champions, uno de los ochomiles del deporte de élite mundial. En los últimos años, parece haber instalado un fabuloso campamento base a mitad de camino de la cumbre, desde el que sube de todas las formas posibles (e imposibles) a todo lo alto de la montaña (¿será porque es blanca?) para bajar más pancho que Moisés con una orejona nueva cada poco tiempo (y menos aun). Todos los equipos de escaladores se preguntan ojipláticos cómo es eso posible: hijos míos, porque son el Madrid. Como diría Chevy Chase: “Soy el Real Madrid, y usted no lo es”. Parece sencillo.
La peor noticia que dejó el partido de trámite en Londres para acceder a las undécimas semifinales de las trece últimas celebradas —en el Madrid casi todo lo que tiene que ver con Champions se cuenta con cifras que están al alcance de nadie—, es que el sherpa Militao se perderá la ida del próximo cruce por acumulación de amarillas. Frank Lampard y otros retrasaditos que no hablan precisamente inglés, pidieron la roja para el brasileño por una falta absolutamente inexistente. O sea, que más bien la pidieron por tener cuerda a la que agarrarse antes de caer rodando cuesta abajo, una vez más, mientras que la partida de escaladores con las medias y los huevos negros proseguían su ascenso hasta el siguiente refugio, antes de poder plantarse en los últimos metros del ascenso que da acceso a La 15. Suena legendario, casi mítico. Los griegos tenían su universo de deidades, semidioses, héroes y personajillos particular. El Real Madrid es el Zeus del fútbol mundial.
Sin embargo, es mala noticia. Perder al mejor central del mundo en la actualidad —ya nos crucemos contra ingleses o alemanes— significa tener una debilidad razonable en la línea de atrás, que es esencial para lo que viene, que es cagar sangre y lanzar fuego por el pito según se vayan desarrollando los acontecimientos. Que enfrente siempre hay otro equipo, a veces bueno. Y que hay que recordarlo, porque parece que todas estas Champions del siglo XXI se han ganado contra equipillos asiáticos o de tierras de retiro para futbolistas acabados. No, señoritingos. Todas estas Champions se han ganado contra la créme de la créme del fútbol continental. Otra cosa es que ustedes se crean que forman parte del menú cuando, a lo sumo, son la escudilla de aceitunas que acompañan la caña.
En lo que se refiere al partido de anoche, el equipo sacó su recetario de administración de ventajas para repetir el resultado de la ida pero en campo contrario. Todo el mundo centrado y solidario, el portero brillando a nivel estratosférico, y el Pequeño Goes disfrutando de las redes locales y demostrando que, de nuevo, es un jugador clave cuanto más cerca se encuentra la gloria. Maravilloso jugador, Rodrygo, El Cyd Campeador. Dios nos lo guarde muchos años.
En fin, lo que pase esta noche entre Bayern y City da un poco igual. Sea quien sea el afortunado, habrá que cortarle las cuerdas para acceder a la final, a la cumbre máxima, para llevar la magnitud del reto un poco más arriba en la próxima ocasión. Esta es nuestra montaña, y la subimos cuando queremos. En la placa que hay en la cúspide ya os diremos algún día lo que pone.
El Socio
La gente me pregunta a veces si me canso de tener razón. ¡No, por supuesto que no! Lo de Londón era un viaje para cerrar un trámite y así lo hicimos, poniendo como sello en el papelito la marca de nuestro escroto. Loldrygo es un jugador con «afinidad Champions» (como Benzema en su momento), así que no es raro que haya sido precisamente en este partido donde se haya desatascado; por cierto, parece que se ha hecho un mongotatu en el bíceps derecho. Lástima, otro cuerpo joven desfigurado por esta moda para débiles mentales. Pero no obstante, quizá el verdadero «man of the match» sea Valverde, que ahora mismo es el hombre para todo: rompe las líneas rivales con conducciones asombrosas, marca, asiste, le parte la cara a paletos… más versátil que una Thermomix.
El Chelshit ejemplificó como nadie lo que pasa cuando un equipo puede prescindir de la planificación económica y simplemente ficha lo que se le pone a tiro, pagando lo que sea: jugadores repetidos, sobrevalorados, mercenarios… Según cuentan, Todd Boehly, el Jesús Gil estadounidense, bajó al vestuario tras la última derrota liguera para llamar inútiles a sus jugadores; todo un maestro de la motivación y la inteligencia emonional, que promete protagonizar episodios aún más desopilantes. Por cierto, una de sus innovaciones ha sido firmar a los nuevos fichajes contratos de siete y ocho años. ¿Qué podría salir mal?
Bueno, y ahora con toda probabilidad la Pepa, que lleva años detrás de nuestro culo. Pero oye, tanto lo quiere, ¿por qué no dárselo? Apliquemos una liberal cantidad de lubricante en el ojete y venga, ¡que disfrute ahí! Ahora que no tenemos a Militáun para detener a Jálan parece que estamos abocados a ello. ¿Cuál es el plan contra Leatherhead? ¿Rudiger? ¿Marcaje al hombre aparte del defensa que toque? ¿Rezar? Lo sabremos en un par de semanas.
Pero cuidado: un ano puede ser una cueva muy profunda y peligrosa. Si Pepi mete ahí su cosita, quizá disfrute durante un tiempo, pero es posible que nunca logre devolverla a la luz del día. ¿Realmente quiere arriesgarse a eso?
·····
– Chelshit: 0
– Real Modriz: 2 (Loldrygo)