La imagen tiene algo de irreal: la selección alzando un trofeo que sólo conocíamos por la tele, en blanco y negro y con imágenes de pésima calidad. Una Copa, como la del Campeonato Mundial, en la que además nunca llegábaos lejos, que tantas frustraciones nos había generado, y nos había vuelto tan cínicos. Hoy nos dimos cuenta de que el trofeo de Campeón de Europa era de verdad, y que podía estar cubierto de los colores rojo y gualda. Un grupo de muchachos jóvenes, llenos de fé y fútbol, la han ganado y se la traen para casa.
Pocas veces se vio tanto dominio en una final. Y España no sólo mereció el triunfo, como siempre se decía, sino que además lo consiguió. Hay gente que se dedica a esto del fútbol y podrá decir quién fue el hombre clave del equipo, si fulano brilla menos en su club o si es mejor un grupo sin estrellas. Lo que yo tengo claro es que en esta selección, como nuestra propia patria, el conjunto ha sido más que la suma de las partes. Hoy se confirmaron las excelentes sensaciones de Rusia, desplegando un juego que siempre tenía alternativas, muy vertical y agresivo, con una inmensa hambre de triunfo. El gol de Torres, además de la tremenda calidad técnica, ha sido un tanto de fe. En un partido con el Liverpool nunca habría corrido tanto, no habría metido de esa forma el cuerpo, no habría ganado un balón casi imposible y quizá no habría rematado con tanta sutileza. Fue el deseo de ser Campeón el que consiguió todo eso.
Alemania fue un hueso duro pelar, una selección que fiel a su tradición nunca, nunca está muerta. Quizá con un segundo tanto habríamos vivido un partido muy tranquilo, pero lo cierto es que estuvieron en el tomate hasta el final, aunque fueran admirablemente anulados por España. En este campeonato mostramos cualidades que parecían ya totalmente ajenas a nuestro fútbol: ideas claras, constancia, coraje, mentalidad ofensiva… tiempo habrá de buscar responsables del éxito. Quizá dos tercios de trabajo táctico y otro tercio repartido entre la fe y el aire fresco que ha entrado en un vestuario en el que ya no hay caciques. Antes había un señor pidiendo sanciones para sus compañeros, intentando mangonear en las comidas, los horarios… él, que «lo había dado todo», hasta el punto de olvidarse de que en la obra ya había capataz y él sólo era un obrerete más. La ausencia de Nariz, estoy convencido, ha sido fundamental para el triunfo de nuestra Nación. Y cualquiera que sea mínimamente honesto no puede llamar a este fútbol tiki-taka puro: el contraataque ha sido un arma fundamental, y se ha usado un sistema de delantero único, el 5-4-1. Sería obligado resaltar todo esto, pero no contéis con que lo hagan.
La gente está muy feliz, y se diga lo que se diga, hoy muchos españoles sienten hoy a España como algo más suyo. No tiene lógica, es evidente, pero eso no quita para que sea cierto. Es una España compuesta en buena parte de «Chonis» cubiertos de «piercings» y tatuajes, pero que igualmente sirve para hacer fuerza. Y no dejan de ser un reflejo de nuestros jugadores, esos «jóvenes de hoy»: de los titulares de la final, como mínimo 7 u 8 tenían algún tatuaje en su cuerpo, seguramente pensando que es algo elegantísimo (Iniesta imagino que no, porque su piel rechaza los pigmentos). Pero lo que cuenta es la rehabilitación parcial de nuestra bandera (se están viendo muchas en el País Vasco y Cataluña, me comentan) y el descubrimiento para muchos del orgullo nacional, no importa por qué medios haya llegado.
Por suerte alguien convenció a Platini de olvidarse de ese horror de dar la Copa en el palco, y se dispuso una tarima como está mandado. Palop subió a por su medalla con una camiseta rara. No era la oficial sino una negra y verde, muy retro. Al ver el dorsal 1 caí en la cuenta: ¡¡Era la de Arconada!! ¡En las mismísimas narices de Platini! No sé de quién fue la idea, pero es un detalle tremendo, tremendo. Una forma de completar el círculo y cerrar heridas a lo grande. Casillas, un tipo con buena estrella, recogió la Copa, quedando en la memoria colectiva de muchísima gente. Ramos iba cubierto con una bandera de Andalucía -manda huevos, en el mayor éxito de España-, y es que no es tan fácil sacudirse el pelo de la Dehesa.
44 años después, España es Campeona de Europa, y el trofeo será exhibido para siempre en las vitrinas de la Federación. Ya nadie podrá decir que nuestra selección no es capaz de ganar nada, y los jugadores podrán contar esta gesta a los suyos hasta el fin de sus días. Felicidades a todos los que disfrutan del fútbol y de su país, y ojalá que este éxito sirva no sólo para haber pasado unas semanas muy entretenidas, sino también como ejemplo para todo lo que emprendamos.
ESPAÑA, CAMPEONA DE EUROPA 2008
¡¡¡Viva España!!!
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