«Sí, es verdad, heredé los trajes de mi padre».
En 1996 (creo), un año después de su coup d’etat, Lorenzo Sanz convocaba unas elecciones al Real Madrid a las que no se presentó nadie, con lo que quedaba proclamado automáticamente presidente. 13 años después nos encontramos con la misma situación: si en los comicios del 2006 se presenaron nada menos que cinco candidatos, esta vez tan sólo Florentino ha podido cumplir los requisitos exigidos (reunir el aval, vaya). Varios expresaron su intención de concurrir a la cita electoral, pero todos fueron cayendo por un motivo u otro. Repasémoslos:
Juan Villalonga: Lost in space. Ni siquiera se puede decir que desapareciera en combate, porque dejó de dar señales de vida mucho antes de que empezara la batalla electoral. Ya lo dije en su momento, Villalonga es muy fantasma, pero no me imaginaba hasta qué punto. Su forma de hacer mutis, sin ningún tipo de comunicado ni explicación, es una completa falta de respeto al socio, y lo inhabilita totalmente como potencial candidato para futuro.
Eugenio Martínez: Sepultado en la caspa. Otro tipo bastante fantasma. Se ha estado postulando como la «alternativa decente» a la presidencia madridista a base de un perfil bajo, y sobre todo componiendo su discurso a base de tópicos más rancios que el felpudo de la Montiel. Los más increíble es que algunos le han comprado la moto, que tiene la dirección rota y está sin bujías. Martínez representa el pasado, y para futuras elecciones debería quedarse en su casa mascando pipas.
Juan Onieva: Ridículo histórico. Dio la campanada con la candidatura más breve de todos los tiempos, y, por poco que le guste la palabra, la más friki. Es curioso cómo este personaje que se había paseado por los medios tranquilamente durante años pontificando sobre lo que le convenía al Madrid -pese a su vicepresidencia con el criminoso y vergonzante Sanz-, vio absolutamente destrozada su «credibilidad» en apenas una hora calamitosa. Onieva ha dejado caer, muy interesadamente, que el desastre se debió a la presentación efectuada por el mamarracho que salió antes de él -y que va camino de ser un clásico del youtube-, pero hay que dejar muy claro que la intervención del propio Onieva fue también un completo horror, tranto en la forma como en los contenidos. Habría hecho el ridículo igualmente él solito.
Eduardito García: El discapacitado. Su figura es el prototipo de candidato asesinable: Tonto, torpe, pipiolo y encima rompecojones. El proyecto que presentaba era risible desde el principio, y resultaba altamente dudoso que fuera a lograr el aval. La brillante solución para saltarse el requisito monetario fue demandar al club, provocando tal ola de cabreo en el madridismo que retiró la denuncia en 24 horas. Ahora él y su costrosa organización paralegal de discapacitados se cruzan acusaciones sobre quién tuvo la idea de llevar al Madrid a los tribunales, y el bueno de Eduardo, además de haber quedado como uno de los tíos más palurdos de la nación, podría tener que hacer frente a una indeminación que lo arruinaría para los restos. Los discapacitados, en un giro surrealista, han decidido personarse como acusación particular en cualquier juicio relacionado con el Madrid, en plan vigilantes morales del club. Más tontos y habrían tenido que usar los fondos de la organización en ellos mismos.
Así, sólo nos queda Floren, un magnífico candidato, ¿pero imagináis que no hubiera podido o querido presentarse? El panorama será casi terrorífico. El requisito del aval se ha convertido en la práctica en una forma de imposibilitar el acceso a la presidencia del club para un amplísimo porcentaje de la masa social. Y no, tener mucho dinero no garantiza que seas una persona muy capaz, vive Martinsa. ¡Imaginad a Onieva de candidato único! El objetivo de la ley del deporte era que una junta respaldara con sus bienes personales un posible déficit del club, pero es absolutamente obvio que este caso nunca se va a dar (cuando hay déficit nadie ha puesto un duro, y aunque lo hicieran no sanearían el club). Por ello pienso que esta ley debería reformarse, y pregunto a nuestros contertulios duchos en derecho, Corso y demás, si podría establecerse algún mecanismo legal que frenara el endeudamiento del club sin necesidad del aval. Quizá podría ponerse algún límite a la cantidad a avalar -pongamos 10 millones de euros- para que tampoco se pudiera presentarse cualquier piernas. Lo cierto es que clubes como el Barcelona sólo exigen un número determinado de firmas para poder ser candidato, y no parecen haber vivido una gran convulsión institucional. Si no pasamos a ser sociedad anónima, pienso firmemente que cualquier socio con antigüedad, respaldo y un buen proyecto debería ser capaz de optar a la presidencia. Es algo a considerar en cuanto volvamos a una situación de estabilidad.