Por Minos

El fútbol de antaño, en el que no había la dictadura de las televisiones, el que sólo estaba al alcance de unos pocos, lo aborrecía. Recuerdo aquellas tardes lluviosas de domingo en pleno invierno, cuando mi madre sintonizaba Radio Nacional, donde la oscuridad del clima se traspasaba a mi cabeza, haciendo que el sonido de aquellas retrasmisiones me resultase repulsivo hasta el extremo. En aquella época donde los padres realmente educaban a sus hijos, a ver quién era el listo de montar con dos cojones una pataleta para que la quitaran. Así que para mí, desde las cuatro de la tarde hasta las ocho más o menos, todos los domingos durante la temporada eran una auténtica tortura que aguantaba como mejor podía.
No empezó a gustarme el fútbol quizás hasta la primera liga de Capello, con 12 años. Y sin embargo, ya hacía unos cuantos años que era del Madrid. ¿Incongruencia? Quizás, pero recuerdo perfectamente las emociones que me provocaba la camiseta blanca ya desde finales de los ochenta o comienzos de los noventa, y también la antipatía que sentía hacia la blau grana. Y no, en mi caso no fue por condicionamiento desde pequeño. Mi padre del Sporting de Gijón, mi madre del Real Oviedo, y mi hermano… cambiando de equipo de vez en cuando; pero todos ellos con un denominador común: tocarme los cojones con el Real Madrid, y en el caso de mi madre y mi hermano, un tímido sentimiento antimadridista, agudizado desde la llegada de Florentino Pérez al club y exacervado desde que Mourinho es nuestro entrenador.
Fichajes multimillonarios, la ética del deporte, el Madrid de las estrellas… Prepotencia, decían. Y sin embargo, en aquel año de Capello, se puede decir que desperté. Yo no sabía de ataque o defensa, no sabía de buen o mal fútbol. Yo simplemente veía subir a Roberto Carlos por la banda, y me emocionaba, veía a Mijatovic marcar goles, y gritaba, veía rabiar a los niños en el colegio con doce años… y lo disfrutaba, a fe que lo disfrutaba. La radio siempre nos acompañó casi en exclusiva, y en mi caso a pesar de la llegada de las televisiones, lo siguió haciendo desde entonces, pues en la temporada siguiente, tras un largo proceso de operaciones y negligencias médicas desde que tenía sólo seis meses, me quedé ciego con trece años. Y por eso hoy os escribo esta entrada, para que podáis entender como viví y vivo el fútbol.
No voy a extenderme contando cómo fue el proceso de adaptación a la ceguera o a la radio. No vienen al caso, y no es el objetivo de esta entrada. Partamos desde la temporada 1999/2000, cuando el Madrid ganó la octava. Redondo imperial, Raúl casta y pundonor, Anelka inadaptado… y una crisis por institucional y deportiva extrema, hasta que llegó Don Vicente. Este personaje, que en la actualidad resulta una caricatura de lo que fue, en aquel momento supo lidiar con una plantilla rota, encaprichada e insostenible, planteando un esquema de juego que hoy sería inaceptable por los adalides del fútbol patrio, pero que dio unos resultados inimaginables. Sirva este breve paréntesis para recordar a todo el mundo que todos tenemos algo por lo que debemos ser reconocidos, y aunque la misión del madridismo underground sea abrir los ojos a la gente, no debemos caer en el mismo error que comete la presa de ignorar precisamente lo que no encaja con su visión.
Pero volvamos al tema de la radio. En aquella temporada empecé a escuchar la SER, y a disfrutar del fútbol en función de las narraciones de los locutores. El partido se me hacía entretenido o aburrido en función de la intensidad que le pusieran en la radio, y no de cómo jugara el equipo. Su voz eran mis ojos, y su opinión, el único prisma que tenía para formarme la mía. Y hasta aquí, podríamos decir que es como un ciego entiende el fútbol: por la intensidad de la voz, y las opiniones que escucha. Y como sabéis, con sólo esos dos elementos de juicio, la visión del Madrid de los últimos años es muy negativa.
Sin embargo, yo empecé a cambiar. Allá por 1999 ó 2000, al inicio de la temporada, escuché a Chema Abad que Raúl estaba teniendo el peor arranque goleador de su carrera deportiva. Bien, una temporada puede pasar, es completamente natural. Pero la temporada siguiente volvieron a hacer ese comentario, y pensé lo mismo: puedes tener un mal arranque, pero lo importante es cómo se acaba. El problema vino cuando en la tercera temporada escuché nuevamente lo mismo, y ahí ya sí, empecé a convencerme de que lo que me estaban contando no tenía porqué ser lo que ocurría en realidad, y comencé a fijarme más en qué pretendían decir en lugar de lo que decían; o quiénes opinaban de un cierto modo e intentar comprender el porqué.

…Gente de fiar.
Pero claro, estaba solo. Todo el mundo a mi alrededor pensaba igual: mal juego, prepotencia (incluso lo decían de Del Bosque), pérdida de los valores, el fin del fútbol como deporte y el comienzo del negocio… ante todo esto podía defenderme, podía negarlo con argumentos. ¿Pero cómo podía negar que el equipo jugase bien o mal? ¿Cómo podía yo argumentar que Zidane caído a la banda era una pérdida incalculable para poder acomodar a Raúl? ¿Cómo podía atreverme a decir que había jugadores que estaban siendo protegidos por la prensa? Lo cierto es que no podía. Lo intuía, pero no podía demostrarlo. Hasta que llegó Michael Owen, y él me ayudó a avanzar un paso más en mi idea de lo que debería ser el club. Un jugador que salía sólo en los últimos 15 minutos y marcaba, marcaba en todos los partidos… no podía estar en el banquillo. Era incomprensible para mí, y por fin tenía datos con los que defender mi teoría. Por fin pude defenderme, o meor dicho atacar.
El problema era que seguía estando solo, o casi solo. Cuando discutía con mis amigos, la cantidad de argumentos que podía esgrimir era limitada y estaban basados solamente en datos, y al lado de lo que ellos veían, no tenía forma de frenar ese aluvión. Sí, ya no podían cambiarme mi punto de vista, pero seguía sin poder demostrar mis ideas, porque a fin de cuentas, el fútbol son sentimientos, emociones, opiniones, y en ese sentido seguía estando limitado a la radio, y a mis amigos. En economía, en política, en el resto de temas, discutía con vehemencia y solía ganar, porque podía buscar información, entender el contexto y argumentar en consecuencia. ¿Pero en el fútbol, teniendo únicamente mensajes opuestos a mi forma de entenderlo? Sí, por muy sólidamente que estuviera enraizada en mí la idea de que ese mamoneo no era lo que quería para el Madrid, tenía la batalla perdida.
2006, al fin pude irme de Asturias. Solo, con mi bastón, sin haber salido nunca de casa, me marché a Estados Unidos a trabajar. Allí busqué información sobre el club, quería seguir la actualidad del Madrid, y di con los blogs, di con una idea muy parecida a la mía, y encontré Fans del Madrid. Gente a la que nunca olvidaré: Hughes, CQ, Otro anónimo, Espíritu Blanco, Enzo, Andrés… el autor del blog, y tantos más que no escribiré porque me quedaría enorme el listado. Gente que trajo una nueva luz a mi idea del fútbol y del club, gente con la que pude participar, discutir y aprender. Momento inolvidable fue el manifiesto por la continuidad de Capello, navegando por páginas de todo el mundo para extender el mensaje. Me sentía encantado al ver que existía más gente que pensaba como yo, y me sentía uno más en esta especie de revolución del madridismo. Al fin tenía a compañeros que comprendían mi visión, y mejor aún, me ayudaban a enriquecerla.
Luego os fuísteis a Olé Olé, y la página no era muy accesible a la hora de publicar los comentarios, así que lo dejé, pero no he parado de leeros. Unos se han ido, otros han llegado, pero la idea de que otro club es posible permanece inalterable. Y creo que fue ya en esta página cuando os leí que en la New COPE habían levado a un grupo de ciegos a comentar la actualidad deportiva por las noches, y no entendíais cómo podían opinar sobre la estética, el buen juego y demás. Ese fue el germen de ésta entrada, junto la petición que me hizo el Socio para que pudiérais entender otro punto de vista. La respuesta a vuestra duda la tenéis aquí: Los ojos de muchos ciegos en el mundo del fútbol son la voz del locutor. La manipulación mediática es terrible en los que pueden ver, pero en el caso de muchos ciegos es aún peor. Creo sinceramente que en esos chicos a los que nunca hice caso se puede apreciar, sin ningún edulcorante, lo vomitivas que son las opiniones de la prensa deportiva española.
Ojo, no pretendo decir que estos ciegos estén indefensos, ni mucho menos, especialmente en la época actual, donde el acceso a la información es muy superior al de antaño. La responsabilidad de informarse es suya y sólo suya; pero aquellos que no lo hacen, o que aún haciéndolo, son llevados por su entorno a opinar lo mismo que la prensa (el 90% de la sociedad hace, los ciegos no iban a ser una excepción), nos sirven como ilustración perfecta del modus operandi de los grupos mediáticos. Quizás es por haber visto hasta los trece, quizás por la forma en la que me criaron, o simplemente por mi forma de ser; pero el caso es que nunca soporté conformarme con lo que otros tuvieran a bien darme. Mi forma de entender la vida es similar a la de entender el Madrid: luchar, tener siempre en la cabeza las metas, tener claro que nadie es perfecto, y no avergonzarme por las cosas que no sé. Simplemente, darte de hostias día a día con la realidad, intentando ser cada vez mejor con los míos y en lo que hago. Por eso Mourinho me gusta tanto para el Real Madrid, porque no recurre a las excusas baratas. Porque su filosofía es la mía.
Soy Minos, para aquellos que quizás aún me recuerden de mi etapa en el blog, o quienes me hayan visto muy esporádicamente en Twitter, @Minos25.
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