Rappol
El del Sevillita es siempre un partidito susceptible de provocar atragantamiento, y aun más desde la mudanza de Poletegui a Nervión. Partidito recio, partidito varonil, partidito con distintas fases que al final resolvió Vini con su genial maniobra de Heimlich.
Pobre Sevillita. Siempre tan trabajoso contra el Madrid y tan en pompa en otras partes, con su puntito valenciano, rechinando los dientes contra el plato y con un porterillo que debe estar haciendo ayuno intermitente, pues anduvo con bastante hambre toda la noche.
El partido se le puso de cara a los de Guilopote merced a la tersura inicial de la zaga blanca, capitaneada por las tonterías de Carvajal. No hay mal que cien años dure, ni jugador de cristal al que no le vaya tocando ya pasar por el taller; así que seamos prudentes no nos vaya a tocar otra vez comer chopped por la derecha como si votáramos al PP. Que dure, pues, lo que tenga que durar.
Hasta el empate y después el Madrid conjugó raza y fortuna, lo que invitaba a un cierto optimismo de cara al segundo pase de la película. Pero los navajitas de Tepologui salieron de nuevo a pinchar a la contra y a mantener a Vini sujeto y a Benzema nublado. Se le ponía la cosa a Ancho peor que a Miguel Carcaño y, sin embargo, el partido remontó con el músculo del Pajarito y LaMinga, cuerpo negro cavernoso y percusión uruguaya que parecieron poner al equipo ante la seriedad del abismo de un empate.
Entonces, antes de que fuera demasiado tarde, Vini se palpó la entrepierna y se la sacó, haciendo remolinos. Controló un balón cruzado en banda con el pecho tatuado, trazó una bonita perpendicular a sus cojones, y soltó un latigazo con sabor a tinta de calamar azul que Bono se comió un poquito (pero no tanto como en el gol de Benzema tras zurriagazo de Limitao; buena pareja hace con Alaba, a fe mía). El castillo de patadas, cargas y caderazos al límite de Lotepegui se desmoronó como una duna de coña en las pelis esas que se ruedan en desiertos por los que pasan ríos, y hay soldaditos y señoras que lavan ropa blanca ensangrentada. Y desaparecida la arena, allí quedó la imagen del partido, en el córner. La imagen de un chaval feliz bailando al son de la victoria, y un equipo que se le echa encima feliz y, por supuesto, hace piña para que el otrora nervioso jovenzuelo pueda meterse de nuevo el rabo en los calzoncillos, no vaya a ser que se lo vea alguna ministra o algún jardinero.
El Socio
Sí, bueno, ¿no? Siempre es un placer ver al Mandril haciendo otro partido de mierda en casa, conceder goles absurdos y correr tras el culo del rival durante una hora larga, mientras el entrenador rumia en la banda como una vaca mirando al tren. Es sin duda la mejor forma de pasar la noche para niños, mayores y abuelitos jubilaos.
Anchloto sigue fielmente el librillo de los entrenadores que están para entrenar en China o directamente retirarse: mismos once cabrones, respetar «las jerarquías» y no probar nada nuevo hasta que no queden escasos veinte minutos para arreglar el desaguisado. ¿Dónde estaba Jamonetti cuando perseguíamos los pases del Sevilla y dejamos una franja de 30 metros convertida en tierra de nadie? ¿Se había dormido? ¿Profesa alguna fe que le impide hacer cambios antes del minuto 70? (Debe ser una religión muy popular, porque la siguen muchos entrenadores.) ¿Mandará a Camavinga a Oporto porque «no está listo para el Madrid»?
Ancho, y por extensión el equipo, tuvo mucha suerte ayer. Porque el latigazo que mete Militón y le deja el gol hecho a Benzema le va a salir en uno de cada 40 partidos, y el gol de Vini es fruto de la anomalía en el espacio-tiempo que es ahora este chaval, convirtiendo su partido gris en negro zahíno; absolutamente nada que ver con la capacidad del entrenador, quien tan sólo puede presumir de sacarlo y esperar que «haga lo suyo». Para eso podemos poner en el banquillo a cualquier funcionario que fiche por la mañana y por la tarde; bueno, de hecho es lo que tenemos, pero cobrando sus buens millonazos. El día que a los cracks no les salgan los truquitos, el final será menos feliz.
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– Real Mabrip: 2 (Benzema y Stefan)
– Gitanos & Yonkis: 1