https://www.dailymotion.com/video/x8elgiw
Rappol
Hacía mucho tiempo que no veía en un bar un partido del Real Madrid, y las contingencias familiares hicieron que no perdiera la oportunidad de poder volver a hacerlo. Eso sí, llegamos al sitio en cuestión —después de mucho buscar— cuando Benzema ya había roto su particular sequía y el equipo andaba con suficiencia pero sin aspavientos.
Para juzgar el ambiente, me fui a la barra y pedí nuestras bebidas. Había dentro una pantalla apuntando a Cádiz y otra a La Meca. En esa pude ver el golazo de Valverde y gritar con el comedimiento justo para notar que el 70 por ciento de la parroquia era educada, pero culerda. La euforia me invadió definitivamente cuando al pagar las consumiciones calculé que el generoso Jameson con hielo estaba a 4 leuros. Vamos. Si con 2-0 me lo hubiera servido el jardinero Hernández, no hubiera estado más contento.
En el descanso rellenamos, y nos entretuvimos en la arqueología futbolera del exterior. En la pantalla el Barcelona seguía pareciendo un mal chiste. Lewantoski era un mimo en la Puerta de Brandeburgo, pero el plan del Don —ganarle fácil a Hernández con un solo cambio (Modric-Camavinga)—era demasiada sobrada hasta para Carletto. El italiano y el Madrid eran como Wyler y Ben-Hur, y Hernández como la hermana de Paco León pegándole a una policía para que entrara a la gala de los Goya.
Sucedió entonces que Fati (triada maravillosa) se bajó del autobús de Marinaleda, pilotado por el experimento MCD —mecagoendios— de Gavira (Escobar nos guarde), y el Mimo Muniqués coceó (le llamaban espuela) como un músico despedido de Bremen para que Ferrán-Noheempatadoconnadie- marcara a puerta semivacía (puerta Lunin, a la vera de la de Tannhauser). Y entonces el vendedor de la ONCE, que andaba tomándose una caña, berreó como una víctima de Dahmer y nos miró (creo) con un cierto extravío, al habernos identificado previamente como madridistas, merced al estupendo segundo gol de Benzema que fue justamente anulado por fuera de juego. ¡Ahora veréis!
Y vimos un poco más. El Madrid apretando una chispa, el 3-1, y el despelote en redes.
Nos tuvieron ahí, según Hernández. Sí. Ahora nos vuelven a tener ahí. Por ahí encima, mientras esperan su primera losa de la temporada. Es bonita esa losa, porque igual les sirve para volver a jugar contra Mourinho. Y eso sería, francamente, justicia futbolística divina. Igual la Paracopa de la UEFA es hasta más cruel que la Champions. Dadles una palanca y moverán todavía más el ridículo.
Hala Madrid, hijosdeputa.
.
El final de la Pipa, por El Socio
Ayer disfruté de la rara ocasión de ver el Clásico en el campo gracias a la generosidad del Sr. Bungle, quien me cedió uno de los abonos de su núcleo familiar. Se da la circunstancia de que la localidad estaba en el Fondo Norte, lo cual me llevó a visualizar mentalmente toda una serie de estampas piperas, en consonancia con la no muy buena fama de esta zona. Debo decir que, en lo relativo a estas expectativas, quedé muy decepcionado: sólo vi a dos personas comer pipas, y el resto del público no fue más frío ni más caliente que en otras zonas del estadio; la gente va a ver el fútbol con placidez, la cual interrumpe de vez en cuando para aplaudir tibiamente o para seguir algún cántico sin excesiva convicción; el «cómo no te voy a queréin» es el que obtiene respuesta más fácilmente, y el otro hit de la tarde fue «Xavi, quédate».
La verdad es que con el tiempo uno entiende esta actitud más pachorrera: ya tenemos una edad y no podemos estar animando como cuando teníamos veinte años, a unos jugadores que por otro lado suelen tener menos implicación sentimental con el club que nosotros (véase ayer la forma en que se tocaron los huevos en lugar de ir a por la ansiada goleada). La única forma de tener una animación superlativa en un estadio es disponer gradas animativas gigantes, superando de una vez los tímidos límites que se han impuesto a la Grada Fans desde sus inicios. Por cierto que a los muchachos no les favorece en absoluto su nueva ubicación, encajnados en una tribuna que mata completamente la acústica. Y un consejo amistoso para ellos: definitivamente tienen que empezar a hacer tifos homologables, no las ilutraciones sosas, carentes de imaginación y pintadas a mano que han ofrecido en tiempos recientes. Por cierto que con el nuevo techado el estadio es más oscuro, y se hace necesaria la iluminación artificial incluso en partidos diurnos como este.
El único persnaje así más «pipero» de la zona era un señor a nuestras espaldas que se dedicaba a soltar largas reprimendas a los jugadores tras las acciones especialmente desafortunadas, como si estuvieran ahí al lado para escucharle; pero como el tipo era bastante gracioso a su manera, ni siquiera eso era molesto. En fin, el partido terminó y algunos espectadores, aprovechando la relativa cercanía de la grada visitante, aprovecharon para llamar «Hijos de Utah» a sus integreantes y para rematar sus entonaciones del himno culero con sonoros «¡Barça, Barça, Mieeeeerda!» Quizá la conclusión de todo esto es que los tiempos cambian, y la pipa ya no es un producto tan popular en un estadio relativamente más joven y que ha pasado una pandemia donde se extremaron las medidas higiénicas. En esto andaba pensando al marcharme cuando reparé en una bolsa de pipas de generoso tamaño abandonada en el graderío, la cual me llevé y consumí posteriormente (y bien buenas que estaban las pipas). La semilla de girasol parece haber perdido mucho terreno en su antiguo dominio, peero… ¿está definitivamente derrotada?
·····
– Real Madrid: 3 (Benzema, Valverde y Rodrygo (pen.))
– Farsa: 1