https://youtu.be/ISU_JEe2R9A
Objetivamente hablando, no hay ninguna razón por la que el basket no pueda ser en España igual de popular que el fútbol. El concepto básico es el mismo: dos grupos de mastuerzos pugnando por meter una pelota en un hueco, rectangular y grande en un caso, redondo y pequeño en el otro. De hecho, en los 80 y 90 el basket parecía amenazar esa hergemonía futbolera, hasta que Prisa decidió arrancarlo de la televisión pública para engordar su infecto Canal Plus. La ACB aceptó gustosa el dinero rápido y fácil, sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte: una década después el baloncesto había revertido a su condición de deporte minoritario, relegado por un fútbol al que una repentina lluvia de millones permitió aquella breve fantasía de «La liga de las estrellas».
Así, la vida del baloncestista que juega en Europa resulta paradójica: es deportista de élite, pero raramente famoso; gana mucho dinero, pero cantidades incomparables a un futbolista (menos si eres una rata montenegrina que traiciona al equipo que lo formó); y practica el mejor baloncesto a este lado de la NBA, pero sin armar nunca demasiado ruido. Todo esto se cumple especialmente en los jugadores del Madrid, que si bien están mejor que la inmensa mayoría de homólogos de la ACB, se encuentran siempre eclipsados por la sombra de sus compañeros de escudo futbolísticos; el merengue que sigue el balompié, ejemplar generalmente muy gañán, raramente se interesa por el equipo de basket, aunque si pasáramos a la NBA se convertiría en fan instantáneo. Cuando ganamos una Champions, se arma la marimorena; cuando ganamos una Euroliga, la mayoría de simpatizantes se limita a decir «ah, qué bien».
Incondicionales en Kaunas, timados para pagar una entrada de 450 €.
Y así están los canasteros blancos, obligados a ganar un título con no menos dificultad que una Champions, pero con veinte veces menos repercusión. Sin embargo, es imposible negar el descomunal mérito de la conocida sempiternamente como «la sección», que con un presupuesto notablemente limitado, muy lejos de las plantillas estelares que dirigieron Ferrándiz y Lolo, ha conseguido un hueco permanente entre los cuatro mejores del continente. Lo de ayer no deja de ser uno de tantos milagros, no muy distinto de los realizados en fútbol, exprimiendo al límite la vida útil de las viejas estrellas, recuperando a jugadores como Tavares que parecían perdidos para la causa y formando a otros (Campazzo, Yabusele) de los que algunos se reían hasta que dejaron de reírse. Incluso un Randolph que aún lleva una rodilla colgando contribuyó a derrotar el enésimo proyecto culé regado de millones que no tienen, buena parte de ellos para pagar a la mencionada rata. Si Chusma sale reforzado de ayer, Josequevicio queda tocadísimo. Un entrenador que parecía iba a revolucionar el equipo, por su carácter e indudable compromiso culero, y que al final se va a quedar en un simple gritón con muy mala gestión de las crisis. Otro plan infalible que acaba en hostia morrocotuda.
Quiero destacar la figura de Hezonja, un tipo que ejemplifica como nadie el aspecto que para mí debería tener un deportista: planta impecable, piel libre de tatus, ni un pelo fuera de sitio; parece un estudiante de Empresariales que se está pagando la carrera jugando al basket. Y lo destaco a él para incidir en que si el deporte profesional no puede generar tipos que sean un buen modelo para los jóvenes, entonces sólo sirve para embrutecer a la masa. Los Correas, Poiriers y Decks de la vida degradan el profesionalismo, mientras que un tipo como Hejonza (que además, claro, es un gran jugador) lo dignifica.
El Olympiakós es quizá lo más parecido que queda en la competición a los expulsados rusos, un equipo duro y serio. Comandado por un viejo conocido como Bartzokas, va camino de una temporada perfecta en Grecia, ganando todos los partidos de Liga y Copa. En Euroliga no le ha ido tan bien, con 12 derrotas, por lo que hay forma de meterles mano. El reto para el Madrid es sobre todo mental, tras perder las dos finales anteriores en que eliminó al Barsa en semis, pero no parece algo fuera del alcance de este grupo, pergeñador de milagros que al día siguiente se ventilan con tres minutos escasos en los noticieros.