Joaquín, el futuro; Figo, el pasado

Ante Grecia España no pudo pasar del empate. Como es habitual en este país, de la euforia se pasó a la depresión. ¡Pero qué periodistas más cagados tenemos! «Todo se pone dificilísimo», «Huy huy huy, contra el anfitrión…» ¡¡Anda ya!! ¿Piensan que Alemania o Italia tendrían miedo si tuvieran que jugársela contra Portugal? ¿Quién es Portugal? ¿Tiene muchos mundiales?

España no hizo un mal partido. Se hicieron bastantes ocasiones pero faltó definir; hay que incidir en el bajísimo estado de forma de Raúl. En cualquier caso, el seleccionador, que tras el primer partido era el hombre más sabio del mundo, ahora es un insensato, un conservador… A ver, señores, seguramente Iñaki Sáez no sea el mejor entrenador del mundo, pero tampoco podemos pedirle que sea un dios omnisciente. Tenemos una buena selección y todas las opciones para seguir.

Si en el primer encuentro brilló con luz propia un extremo, Vicente, en éste no brilló menos otro hombre de banda, Joaquín. ¡Vaya jugador! Yo no sé si es un «crack» o no, pero en sus botas lleva la esencia del fútbol. Esos regates, esos recortes y penetraciones por banda, esa verticalidad, es lo que quiere ver el aficionado. Es, en pocas palabras, lo que era Luis Figo hace unos años. Por mucho que algunos se empecinen en seguir ensalzando al portugués, lo cierto es que sus sobeteos de balón y su «lucha» ya no pueden emocionar a nadie. Cierto, ha sido el mejor extremo de los últimos 20 años, pero hoy en día no es más que una estrella en decadencia, con destellos de calidad, cierto, pero sólo eso.

Hay quien dice que ha hecho una gran campaña con el Madrid. ¿Pero de qué juega? ¿De extremo? Está claro que ya no. ¿De organizador? Vaya, pensaba que esa era la misión de Zidane. Si este año ha destacado, es sólo porque fue el tuerto en el país de los ciegos. Yo le pediría a Florentino que considerara renovar el equipo con el fenomenal jugador andaluz.

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