Tras un año y medio en el Real Mandril, ya os puedo decir algo indudable sobre Ancholoti: es un golfo de cuidado. Por si no fuera suficientemente sintomático que lo primero que hizo al llegar a Expaña fuera irse a De María a ponerse ciego de cochinillo, basta con ver todo el mamoneo que ha aplicado a lo largo de su estancia en lo que antaño fuera imperio, dejando claro que es el entrenador más político de toda nuestra historia, por encima del mismísimo Pantuflo (¡¡¡hijo de puta!!!). Yo admito -y es uno de mis muchos defectos- que no estoy tan endurecido en la vida como para soltar una megatrola «conveniente» sin que se me caiga la cara de vergüenza. Nostante, este vividor italiano, casado con una divorciada con hija jamona (¡¡¡sinvergüenza!!!), es el puto maestro universal de la disciplina.
Sí, amigos, compañeros, compatriotas: el tío ha ido a la Kope (la guarida de la bestia) y ha soltado que «los errores de Caquillas se pueden contar con una mano». ¡¡La de las pajas, no te jode…!! le pusieron una copa de cava para ver si, chisposo, decía alguna gilipollez, y vaya si las dijo. Igual este pollo, que es un entrenador del montón -que jamás llegará a la suela del zapato de tíos realmente grandes como Capello o Hiddink- se cree que mintiendo tan flagrantemente le está haciendo un favor al Madrid, que se está portando «institucionalmente». Nada más lejos de la realidad: nos está haciendo quedar como unos comemierdas. Si toda institución gloriosa ha de estar siempre por encima del individuo, el Madrid no puede caer más bajo al superditar todo su puto rendimiento deportivo a salvar al hijo de puta de Casillas. Es para quemar el carnet en el parking de la Castellana, hostias ya. No se vivía nada tan humillante desde que tuvimos que soportar un lustro de Baúl arrastrándose por el césped (que fíjate tú qué cosas, fue antesdeayer).
Yo siento decir esto, pero el Madrid actual apesta. Ni Décima, no poyas en vinagre: el presidente es maricón y el entrenador homosexual. Seguro que se dan por culo en los despachos del Pipabéu como locas desatadas, y salen todo despeinados y disimulando ante las señoras panchis de la limpieza. Vale ya, hombre. Un poquito de dignidad si es posible. Un presi y un entrenador con un átomo de cojón por cabeza habrían dejado al topo pudriéndose en el banquillo as eternam, y si tenía alguna queja, la habría tenido que ventilar a través de la puta de su novia, esa que vende portadas del Semana con su hijo en primer plano a 500.000 euros la pieza. Se habría retratado el muy cabrón; pero prefieren que el Madrid se arrastre por la mierda.
Hubo un equipo, hace mucho, mucho tiempo, con camiseta de algodón blanco inmaculado, que representaba una serie de valores que existían en las calles españolas, pero sobre todo madrileñas: el esfuerzo, la humildad (la de verdad, no la de ahora) y unos cojones de toro. Hoy lo que tenemos es una caniseta rosa-maricón con el logotipo de unos moros de mierda que también representa los valores de la España actual: poner el culo y bailarle el agua a los mediocres montados en el machito. Y el puto Ancholoto está ahí arriba porque es el que mejor ha sabido interpretar el guión de esta ópera bufa. El tío, en el colmo del descaro, ha llegado a decir que si el presidente le impusiera un jugador se largaría, que es lo mismo que llamar subnormales a millones de madridistas. Así reviente.