Por Madrid Siglo Twenty-One
Es jodido el cambio de ciclo. El año pasado fue el canto del cisne. El más bonito, épico y emocionante que ha visto el fútbol , ese espectáculo de mierda que tanto tiempo nos ha quitado, en los últimos tiempos.
Ver a Kroos, Modric y Casemiro en esa foto histórica enseñando la manita, las 5 Champions, es el final de la película, cuando la canción final arranca y salen los créditos. Case, como buen secundario, supo dejar la serie a tiempo. No quiso asistir a lo que venía. El adiós de genio croata, del vilipendiado tanquista nazi, que cuando solamente sea un recuerdo se le echará de menos, como a todas las leyendas. Ese trío, junto con Benzema y Cristiano Ronaldo han escrito una página muy bonita de la Historia Blanca.
Somos como los niños que no quieren que su cuento favorito termine, y piden a su padre que lo repita una y otra vez antes de irse a dormir. Pero el cuento ya se ha acabado. Llegarán otros cuentos con otros protagonistas, pero ahora, como Roy Batty contemplando su mano atravesada por un clavo, hay que bajar la cabeza y decir que es hora de morir. De esa pequeña muerte que es bajar la persiana del equipo que tanto nos ha hecho felices.
El Madrid no va a desaparecer, claro que no. Hay jóvenes que prometen, hay talento nuevo que tiene que continuar en esa eterna picadora de juventud que es el fútbol. Una picadora que te escupe con treinta y algún año, cuando para cualquier otro trabajo eres alguien que empieza. Pues estos viejos jóvenes que son la generación dorada del Siglo XXI del Madrid ya van a pasar página. Quizá los veamos de entrenadores, de comentaristas regodeándose en los lugares comunes, de youtubers o , Dios no lo quiera, en esos esperpentos basados en fútbol que apadrinan niñatos endiosados de buena familia y gordos listillos.
Mientras, los aficionados que hemos visto jugar a la Quinta, a los Galácticos, a Ronaldo o a Modric, asistimos al final de algo que ya no provocará lo que hacía antaño. Que los casos Negreira, las palancas imposibles, los Roures y Tebas de la vida quitan toda magia. Como magos malos a los que ves todos los trucos porque han salido al escenario borrachos.
Los jóvenes no van a pasar por lo que nosotros. No tienen la misma ilusión y la inocencia con la que veíamos el fútbol cuando teníamos 10 años. Todo es relativo, está viciado y además tienen a su disposición montones de entretenimientos más inmediatos, más fáciles y con los que hay que esperar menos. Si el futuro es convertir al fútbol, al viejo fútbol de siempre, en un espectáculo tipo NBA, me temo que algunos ya no estaremos al otro lado.
Aún puedo disfrutar algo yendo al estadio, viendo el partido sin esas putas voces que te van guiando hacia lo que quieren, que te hacen ver lo blanco negro y viceversa, y que te engañan con las realizaciones, siempre tramposas. El Estadio es el último reducto del fútbol de siempre. Y hasta eso lo estropean, con horarios imposibles que alejan a las familias de la razón de ser de este espectáculo. Para la chusma y los aristócratas, para el albañil y el doctor en Filosofía, para el chaval de 12 años y su abuelo. Eso aún lo ves en el campo de fútbol. Aún notas que vale la pena, que te puedes emocionar con el show.
En fin, que este año será el fin de muchas cosas y el inicio de otras, mejores o peores, pero distintas. Y tendremos que decidir si las compramos o no.
No es una decisión sencilla, ni fácil de tomar.