https://youtu.be/wneRIkWdOzE
La Liga que perdieron las gashinas.
Parece que los hinchas de River Plate se han enfadado un poco por el tema ése del descenso: los incidentes en Buenos Aires han ido desde la toma de la grada del Monumental a la destrucción e incendio gradual del estadio, pasando por enfrentamientos varios con la policía (los infantes, que les dicen por allí), dejando una nutrida cuenta de heridos de diversa consideración. Todo es muy lamentable, claro, y la reacción normal del ciudadano medio es la de horrorizarse ante tanta violencia por algo que, técnicamente hablando, no es más que un entretenimiento. Sin embargo, estos fenómenos está ampliamente estudiados, y es obvio que si alguien se dedica al terrorismo callejero por el descenso de su equipo es porque proviene de un entorno social muy determinado, y el fútbol es bastante más que un entreteniento para él.
Así pues, sería muy complicado que ocurrieran disturbios similares en España, por grande que fuera el equipo en apuros y apasionados sus seguidores; aún no hemos llegado al punto de degradación social necesario (aunque dentro de unos añitos, vete a saber). Ciertamente esto es un alivio, y sin embargo no deja de parecerme una pena que aquí nos encontremos en el extremo contrario: lo que prima en la afición española, y concretamente la madridista, es el aborregamiento sumiso, o como mucho la protesta puntual por cuestiones totalmente intrascendentes. No creo que se haya pitado nunca en el Bernabéu por un déficit galopante o por una dirección del club errática, siempre que el equipo rindiera de una forma mínimamente aceptable en el campo. Sin embargo, hemos perdido la cuenta de las pitadas que se han producido porque el juego «no entretenía» al público, o porque un jugador «no daba la talla». Criterio ilustrado, qué duda cabe. Lo más cercano que recuerdo a una protesta reivindicativa fue cuando vendieron a Redondo y se juntaron unos 30 extraviados delante del estadio a berrear cosas del tipo «¡dónde está, no se ve, nuestro capitán!»
El pipero madridista, en suma, acata lo que se decida desde arriba, y mientras tenga algún fichaje que llevarse a la boca todos los años seguirá pagando su abono religiosamente (y no uso el adjetivo como hipérbole). Pero yo casi prefiero que sea así: no quiero imaginarme lo que habría pasado si se hubieran juntado dos o tres mil mascapipas cuando le dieron la patada en el culo a Baúl y hubieran armado un aquelarre en los aledaños del estadio. Todavía tendríamos a la rata aquí dando palmitas «por voluntad del madridismo». Donde sí me gusta ver movimiento, y de hecho parece que se está produciendo, es en el basket, lo cual nos indica las diferencias entre las aficiones de nuestros dos deportes: el conocido grupo de animación Berserkers ha convocado una concentración para el próximo martes (día de la presentación de Laso) a las 20:00 en la puerta 55 del Bernabéu, como protesta por la terrible deriva de la sección. Seguro que van más que los 30 de Redondo, y que armarán bastante más ruido.
No deja de ser conmovedor que, aunque se estén cargando nuestro baloncesto a base de bastonazos de incompetencia, la afición se esté resistiendo de forma ruidosa. Es una tercera vía muy deseable entre los barras bravas y los rumiantes del Churruca Stadium. Ignoro qué dimensión alcanzará exactamente el tema, porque aunque Berserkers habrá menos de 200, aficionados al basket hay muchos miles, pero espero que se arme un buen barullo, y si me es posible me acercaré. Aunque en estas cuestiones hay que ser realista, sería maravilloso que la cosa se convirtiera en una molesta protuberancia en las nalgas de nuestro adormecido presidente. Sinceramente, creo que no le vendría nada mal algo de contacto con este dignísimo sector de la afición.
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