Esta entrada no es muy ambiciosa, porque sólo se hace una de las grandes preguntas de la humanidad, dejando de lado «¿quiénes somos?» y «¿de dónde venimos?» Hace tiempo que le doy vuelta a esa cuestión de adónde vamos, y se me ocurren tres grandes alternativas, aunque por supuesto el abanico de posibilidades es infinitamente variado y cualquier cos podría ocurrir. Esas tres realidades alternativas son:
– Seguimos en la actual espiral de idiocia, con el wokismo y el mongoecologismo como ideologías dominantes, perdiendo el liderazgo en ciencia y tecnología mientras vemos cómo los asiáticos nos adelantan por la derecha con las materias primas de África y Sudamérica. La USA queda aletrgada y a remolque, con una balanza comercial irremediablemente desequilibrada y el dólar dejando de ser moneda de referencia. Europa se convierte en un parque temático multicultural, en el que nadie sabe si es hombre, mujer, negro, blanco, moro… La propiedad privada y la vida en Occidente están a salvo siempre que tengas mucho, mucho dinero para protegerlas. Se asienta el sistema monopartido que únicamente cambia de siglas y colores.
– Se produce una reacción conservadora y recuperamos relativamente el sentido común: los niños son niños, las niñas son niñas y no hay que capar nuestra economía para hacerle sacrificios a la Pacha Mama. Se vuelve a premiar la excelencia académica, se endurece el acceso a la educación universitaria y le hacemos la competencia a los chinitos. Elon Musk es linchado por [inserte uno de muchos posibles motivos] y acabamos el siglo en un clima de relativo optimismo. La izquierda se reinventa para no parecer una panda de lunáticos y retrasados mentales.
– Las tensiones superan el punto de ruptura y todo colapsa. Guerrita mundial todo guapa, más o menos transformadora según si hay pepinos nucleares o no, y especialmente dónde caigan, que no es igual tirarlos para volarse una división en el desierto que en una ciudad habitada. Si no hay pepinos, la civilización se regeneraría rápidamente, como ocurre con todas las grandes guerras, y seguramente con más sentido común. Si hay pepinos, entramos en territorio totalmente desconocido, una situación de la que la increíble perseverancia humana lograría salir pero en un mundo traumatizado y transformado para siempre. Este es el camino que parece preferir nuestro amigo Cielinski, quien no demanda «paz» sino «castigo», y ha conminado a nukear Rusia si tan sólo «piensan» en usar armamento nuclear. ¿Qué podría salir mal? Por cierto, ¿alguien se había fijado en la voz espantosa que tiene este tipo? (ver vídeo de la entrada). Menudo villano de Serie B.
Nota: En estos tres escenarios, Irael seguirá siendo un país estrictamente monoétnico, (excepto lo moros que necesite para trabajar), profundamente religioso, con mínima penetración de lo woke, mucho dinerito y la USA siempre siguiendo con precisión sus «sugerencias».

