A la puta calle

¿Deportividad, qué es eso? Cuando oyes a alguien decir que desea a ver al máximo rival ganado títulos, una de dos: o en realidad no le gusta el fútbol, o es maricón. Existe ya demasiado odio, demasiadas provocaciones mutuas y afrentas a lo largo del tiempo, como para desearle el bien al contrario. ¡Puta Barsa, hombre! El partidito estuvo distraído. Puedo afirmar tajantemente que Nani, Tévez, Cristiano Follaldo y Rooney (que ayer no jugó) son como mínimo el triple de buenos y determinantes que Baúl. Cuatro de estos tíos en el mismo equipo; ¿cómo vamos a ir nosotros por Europa con nuestra «vergüenza familiar» cuando otros gastan a estos bicharracos? Tévez, por cierto, es el jugador más feo de Europa junto con Rivery: ya era francamente horrendo de serie, pero joder, es que tiene todo el cuello quemado. Eso sí, enorme entidad como futbolista. Yo creo que no pagaría 25 millones por Nani, pero jugadores como éste aportan un plus de calidad tremendo a un equipo. Lo que está claro, a tenor de los últimos tiempos, es que hay que tener cuidado cuando se negocia con un portugúes.

Messi es muy muy bueno. Nuestro Dani que conserve el oído, porque lo que es la vista… A mí me gusta que cuando un futbolista agarra la pelota se cree expectación en el ambiente. Es lo que ya no tiene Eto´o y lo que «otros» dejaron de tener hace lustros. El «hobbit» pudo haber dado al Barsa la eliminatoria. Iniesta es un buen jugador, creativo; los demás futbolistas culés me parecen bastante irrelevantes. Boyan Kírkich puede quedarse en nada; desde luego ayer no se puso el mundo por montera. Mención especial para Raíkard, que mostró una imagen personal absolutamente lamentable, sin afeitar y con cara de haber consumido ciertas «sustancias». ¿Era la única forma que encontró de abstraerse de todo? ¿Cómo se espera transmitir un mínimo de aplomo a un equipo con esas trazas? ¿Y dónde queda la imagen de la institución?

En definitiva, esta derrota era lo que necesiaba el Barcelona para que estallara todo su grano purulento. Grandes ríos de pus inundan ya la ciudad condal. Si existen los «ciclos» en el fútbol, los más contrastables suelen ser los autodestructivos del Farsa. No duran menos de tres años, y nos dan grandes satisfacciones a los madridistas. Agárrense, que el nuevo Barsa va a estar liderado por Guartrola y reforzado por Chiqui, el mismo que trajo a sus pantallas a Gudjohnsen, el activista Thuram y otros futbolistas de relumbrón. En los panfletos catalufos ya largan que da gusto, Cruyff mueve los hilos entre bambalinas (que jugar todo el rato al golf es muy aburrido), y en el tiempo que tarden en lanzarse acusaciones mutuas y lograr una mínima regeneración nosotros ya tendremos unos cuantos títulos más en la saca. No espero casi nada de la temporada que viene, pero admito que los sinsabores azulgranas traerán más de una sonrisa a mi boca. Anda y que les ondulen. Al fin y al cabo, y pese a los grititos histéricos de las de Antena 3, ¡¡no son españoles, son… otra cosa!!

Acabando por hoy, y como aperitivo del magno evento del Chistu de la semana que viene, aquí os dejo la intervención radiofónica que realicé en Punto Radio hace cosa de mes y medio, que no me la habían mandado hasta ahora. El sonido no es gran cosa pero ahí queda. Mañana (o cuando pueda) más.

Güiza Selección

Otro partido aburrido en el Bernabéu, ¡y van! Entre el juego coñazo del equipo y los piperos que van a ver crecer la hierba esto es una fiesta, oiga. Como el sistema del anterior partido funcionó y era simétrico, Chúster hizo lo que era más lógico: cambiarlo. Todo a mayor gloria de Guti Guti Guti (maricón), el «genio» del Madrid. Decir que los mejores fueron Saviola y Pajillas, que por un día pareció un portero de 1000 millones. A mí Saviola me gusta, lo he dicho otras veces: tiene técnica, control, cierta velocidad… ayer se fue unas cuantas veces bien por banda y creó expectación cada vez que cogía la pelota. O sease lo que hace años que no consigue el Mito, que no ofrece absolutamente ningún aliciente en un campo de fútbol. Tanto se aburría el personal que empezó a hacer la ola y todo. Y es que hasta que no se marchó el gran capitán aquello no se puso en marcha: fue largarse y oh, había velocidad, alegría y goles. No se cruzará con un defensa troglodita, no.

En fin, no tengo tiempo. Me han invitado a una tertulia de esas en el Chistu, donde parece podré departir entre otros con el mismísimo Roncerdo. Por lo visto que se celebrará maññana, a falta de confirmación. No hace falta que me digáis que tengo que dejar el pabellón alto y darle mucha caña, me hago cargo… No obstante, si queréis hacer alguna sugerencia, podéis hacerlo entre hoy y el mediodía de mañana. El vídeo de la tertulia se colgará en Defensa Central.

Por cierto, me alegro sinceramente de que no ganáramos la Liga ayer. No habría sido plato de gusto ver el numerito de Baúl encaramado a la estatua (a menos que se hubiera resbalado y roto todos los piños). Que se joda y que se espere para celebrar, o si suspenden el acto también me va bien; total, no deja de ser algo horterilla. Por cierto, hay que ver cómo las enchufa Güiza. Y sin que le fabrique nadie los goles.

Reflexiones pintadistas

Por Hughes

En la web del club venía ayer una noticia sobre la reforma estatutaria del Real Madrid. Alguien implicado en su elaboración resumía sus características principales. Introducía una serie de palabros interesantes: los palabros democracia, transparencia y modernidad. Palabros llenos de sentido, pero inusuales en un mundo como el deporte. Mi post «Búlgaros», mi fallido post de despedida, adquiría, de pronto, cierta oportunidad, porque suenan tan raras, tan impropias las constantes alusiones a lo democrátrico en nuestro Madrid…

Partía yo de situar ese rasgo en el tiempo. La ley deportiva del 80 y los posteriores reglamentos adaptaban las organizaciones futboleras al precepto constitucional del funcionamiento democrático. Antes, el fútbol español era puro y duro caudillismo. Bernabéu destaca sobre todos. Después, todo fue muy irregular. En el Madrid, Saporta elegía a Luis de Carlos, en nuestra particular transición no-del-todo-democrática. El resto de clubes muy pronto abandonaría esa «razón democrática» para adoptar formas mercantiles, pero el Madrid, como el Barcelona, se condenaban a formas organizativas anacrónicas, al menos en teoría.

Pienso que también esos clubes han sufrido una evolución. El Barcelona, que fue antes y desde el principio más democrático, más meticulosamente democrático, creo que ha sido el primer club que con l’elefant blau ha tenido oposición permanente. El Madrid, de otra forma, creo que también va a evolucionar, y si no, ahí está la sensacional moción de censura en los nuevos estatutos. Del uno se dijo que era más que un club, del otro un estado dentro de un estado. Hay algo extradeportivo, cuasipolítico en esos clubes que, quizás en consonancia, se gobiernan como híbridos.

Yo tengo la impresión de que la reforma estatutaria es inevitable, incoherente, insuficiente y equivocada. Inevitable porque ahonda y profundiza en los comportamientos democráticos, algo que, como sabemos todos, impone la constitución, la pujanza de los medios y el signo de los tiempos. Incoherente porque, en palabras de uno de sus responsables, trata de aumentar la democracia interna pero también la eficiencia del club; me pregunto: ¿es eso posible? ¿Se puede ser más eficiente y padecer ciclos electorales? Las elecciones generan también en el fútbol esos modelos de evolución del gasto propios de los ciclos políticos: grandes inversiones a medida que se acercan las votaciones. Aquí, probablemente, es el año siguiente el que supone un gran desembolso. Las elecciones acaban funcionando como un pláceme de la masa social para acometer inversiones millonarias -con las que se drena, a su vez, la economía del fútbol español, de forma que el circo electoral madridista tiene algo de impulsor del fútbol español en su conjunto-.

Digo también que es insuficiente porque se sigue quedando en las tres castas de siempre: socio, compromisario y directivo. Ahonda en la democratización pero no se atreve a ampliar el poder de decisión más allá de los socios. ¿Qué hacemos con el medio millón de aficionados censados? ¿Por qué no nos atrevemos a ampliar el ámbito de decisión de una vez por todas fuera de lo territorial? Insuficiente porque olvida también la universalidad del club y las posibilidades de decisión por internet, frente al poder opaco de los compromisarios, con ese algo castizo, localista, garrapiñado, concentradísimo, manipulable que dejan siempre. Nos democratizamos, sí, pero poco.

Por último, me atrevo a decir que es equivocada y lo digo porque creo que hace evolucionar al club mucho y decididamente por una senda inexplorada, salvo por el Barcelona, que me parece nos lleva hacia territorios absurdos. Antes que esta profundización democrática, mejor sería abocarnos a la SAD, al mercantilismo, o refugiarnos en lo que había antes, ¿Y qué es lo que había antes? Pues una forma de gobierno puramente aristocrático. Una sucesión, la de Bernabéu a De Carlos, decidida por Saporta, dentro de la propia junta. La misma que Florentino planeó con Martín o quizás después con Villar Mir. La transmisión del cetro madridista al margen de las urnas, por el contacto de las élites en la junta y la confianza en los valores personales. De hecho, creo que la cadena debería haber sido Bernabéu-De Carlos-Ussía-Florentino-Mir-Martín y que Mendoza la rompe y Calderón vuelve a hacerlo tras la restauración de Florentino I, el neoclásico. Mendoza y Calderón salen ambos de juntas modélicas, un poco traidores –Mancebo, el otro gran populista enemigo del aristocratismo fue, sin duda, el gran traidor del madridismo: el amotinado, Brutus Mancebus-. Los dos encantadores, jóvenes, dinámicos, con un aire renovador. No olvidemos que Calderón tuvo en su junta al hijo de Mendoza, mientras que Villar Mir, que contaba con las bendiciones del florentinismo -o mejor dicho: Villar Mir, que era el único que asumía su legado-, se presentaba con un familiar de don Luis de Carlos. Mendoza rompe la cadena e introduce la barbarie madridista, que culminará en los años exasperados de Sanz Mancebo, el Mancebismo, donde ya no hay aristocratismo sino puro nepotismo -Mancebo quiso establecer en el baloncesto la dinastía mancebil, no lo olvidemos-. De esa ruptura nos rescató Florentino, pero Calderón es otro hiato en la historia madridista. Su victoria supuso cierta rehabilitación personal de Mancebo mientras Florentino era abucheado y amenazado al ir a votar. La rebelión de los gañanes.

Mientras que Villar mantuvo siempre un cierto pudor en el discurso, Calderón se lanzó por los toboganes de la demagogia y de la retórica más bananera. No sólo él, recordábamos también a Palacios, el relojero de Camacho, que en un programa deportivo realizó el más directo ataque al aristocratismo al reprochar a Mir el ser «un superhombre». Él era, simplemente, «un tipo normal», uno más, de la misma forma que Calderón era un «hombre del pueblo» que quería recuperar el palco para los socios de a pie, arrancarlo de las garras de la élite. Así, su campaña incidió en esa demagogia populachera, en abrir el palco, en los abonos gratis o más baratos, en la sentimentalización del socio, en pasarle la mano por el lomo, en infantilizarlo y, finalmente, en la limpieza del voto por correo, y, palabras textuales, «el deseo de que el Madrid presente un comportamiento acorde con una democracia moderna (sic)».

Los honorables madridistas que se han prestado a esta reforma estatutaria quizás no lo sepan, pero legitiman un poco el estropicio electoral de Calderón. La introducción de la moción de censura parece caminar en la línea de todos sus discursos y de ese golpe electoral que fue la denuncia del voto por correo. La toma de poder disfrazada de democratización. Validan así el camino emprendido por Calderón, en beneficio propio y en contra del club, porque el voto por correo, su control, era un mecanismo utilísimo con el que el Madrid burlaba las exigencias democráticas de los nuevos tiempos; con el que se cerraba a sí mismo o se clausuraba un poco y, precariamente, mantenía su tradición, sus particularidades. La transmisión del poder de don Santiago, muerto, hacia Luis de Carlos, por vía de Saporta, es para mí la manera en la que debería funcionar el club. No era democrática, ni falta que hacía. El testigo de un cansado Florentino pasando a manos de Martín o, después, de Villar Mir. Aunque parezca lo contrario, esta manera de gobierno, un gob

ierno de los pocos, de los mejores, de los más capaces, no excluía la posibilidad de un nuevo Bernabéu, cosa que los nuevos estatutos eliminan de cuajo. Nadie que no pueda invertir en marketing electoral, asumir un enorme riesgo personal o, por otro lado, hipotecarse a intereses de oscuros financiadores, podrá ser presidente.

La democratización del club lo abre a la prensa, a un ciclo electoral, lo somete a crisis periódicas, a una inestabilidad crónica. Si en otros clubes los ciclos los marcan los futbolistas, en el Madrid cada vez más es cosa de arreones presidencialistas. La planificación deportiva parte, no de un impulso gerencial, sino presidencial. Hay amateurismo y luego algo que para mí es peor: la pérdida de ciertos viejos valores. La pérdida de un carácter.

La SA tiene un fuerte componente teleológico, un propósito marcado de contribuir a la realización del beneficio, de la ganancia. Las sociedades como el Madrid tienen objetos más difusos, más vagos, de corte un poco filantrópico, y se centran en la propia pervivencia de la sociedad, en la propia cosa común, en un acervo. Los socios capitalistas aportan, los otros disfrutan. Hay en ellos propiedad pero también son clientes que disfrutan de un espectáculo. Hay algo poco agresivo, conservador, difuso. Los propios estatutos del club definen su objeto como «el fomento y la práctica de los deportes». Pero hay otra cosa. Una organización no lucrativa de miles y miles de personas, con una fidelización que alcanza, como mínimo, a medio millón de individuos,d es una comunidad, una organización, una civis, una polis, que tiene por elemento relacional no el ánimo de lucro, sino el madridismo. Eso que los aficionados definimos como un sentimiento. Lo que relaciona a los miembros de esta comunidad, lo que por tanto hace el papel de la ética en esta comunidad, es el madridismo. Algo que nunca ha sido identitario como en el Barcelona, ni territorial, sino un conjunto de valores, algo en lo que Florentino incidía obsesivamente. Y el madridismo, creo yo, es lo que precisamente anda en crisis. El madridismo es incuestionable si lo entendemos como la mera filiación a unos colores; pero el madridismo era más, era también el señorío, la distinción, la vieja hidalguía, la caballerosidad, una determinada manera de ser. Uno entra en la web, uno ve los mensajes del club y encuentra cosas muy loables, pero nuevas: el ecologismo, la transparencia, la solidaridad, la democracia –y no olvidemos la exaltación totalmente novedosa del fútbol espectáculo, cuando antes sólo habia victoria, lucha, respeto y si acaso cierta piedad por el rival-. Bien, muy bien, pero no era eso. El madridismo como forma de ser era algo que se transmitía, como un tipo humano, social. Creo que ese madridismo vive, pero como una reliquia o, mejor, como una especie en vías de extinción. Calderón y su junta son lo contrario. Es la triste evolución que supone pasar de un proceso de sucesión que decide Saporta a otro que determinan Nanín y el señor de Legálitas.

La cúpula directiva del club ha perdido el contacto con la tradición y eso contribuye tambien a perversiones como el raulismo, de la que no diré mucho más. Un jugador ganando para sí el carácter vitalicio que sólo tuvo antes Bernabéu. Tiene Raúl más legitimidad que el propio presidente, es más reconocible; institución dentro de la propia institución. En definitiva creo que, llegados a este punto, el Madrid debería tomar una de estas dos vías: la SAD o la premoderna, la del antiguo régimen, la de la aristocracia. Ahora, con la traición de Calderón que la reforma estatutaria va a consagrar, el Madrid se hace absolutamente democrático: un festín para medios de comunicación y demagogos. Totalmente visible y permeable, frente a la vieja trasmisión del poder. Un club abierto cada cuatro años, a lo que hay que añadir una moción de censura que prácticamente garantiza la existencia de una oposición, al estilo del elefant blau. O sea, el horror.

Por no ser totalmente pesismista, diré que hay dos cosas de los nuevos estatutos que prometen ser interesantes: la mención de las auditorías y la introducción de la marca Realmadrid. Los estatutos recogen ese otro Madrid que es la marca comercial. Un Madrid virtual, con su propio valor estimable, más allá de los títulos, y que no es otra cosa, no lo olvidemos, que la valoración económica de la tradición, de la tradición que incorpora el club tras un siglo de andanzas. Es como si el club se volviese a definir, pasado un siglo, y ya pudiese incorporar en su carta estatutaria su leyenda, su siglo XX entero. La tradición que ahora se abandona, la epopeya del héroe que descansa en Almansa –una elegancia quizás ya definitivamente perdida- queda al menos incorporada en esa marca.

RM 2008/2009: Lo que podría ser y lo que será (I)

Yo, lo he dicho varias veces últimamente, no estoy nada ilusionado para el año que viene. Antiguamente el madridista podía desconectar del fútbol dos o tres meses, como mucho hasta final de temporada, esperando que el año siguiente se tomaran medidas y se corrigiera el rumbo del equipo. Yo ahora me estoy mentalizando para no tener expectativas hasta el 2010, año en el que espero nos enderecemos mínimamente por alguno de los siguientes motivos:

a) Vergüenza
b) Vejez del hijo de puta del Mito
c) Final de Champiñons en el Bernabéu

Para explicar mi postura, he hecho un ejercicio de imaginación en el que describiré el que pienso será el Real Madrid de la próxima temporada, y en la siguiente entrada aquél que a mí me entusiasmaría. Empecemos pues con las predicciones para el próximo año:

BAJAS:

Baptista: Volverá a Inglaterra, donde se convertirá en una de las figuras de su equipo. Marcará unos 20 goles anuales en Liga, y también será importante con Brasil.

Robinho: Se irá por 30 millones. (Pedja: «Aquí se le dio cariño. El Madrid es el equipo más duro del mundo. En todo caso, hemos ganado dinero».) Será el estandarte de la nueva Juve, jubilando a Del Piero y ganando el Balón de Oro en su primer año.

Drenthe: Por negro, no canterano y no nacional. Recalará en el Chelsea, donde en dos años lo convertirán en una de las sensaciones de Europa. Causará verdadero pavor en las bandas.

Saviola: Al mejor postor. Marcará 15-20 goles anuales, pero sin señalarse los pulgares.

Metzelder: Tras una larga y costosa recuperación pagada por el Madrid, será una de las referencias en defensa en el equipo donde juegue.

Cannavaro: Se irá a Nápoles a lucir sus tatuajes de macarra.

Malulo: Perdonará algo de lo que le deben, pero no mucho. Se convertirá en el «Mito» del Celta, equipo donde podrá controlar de cerca sus inversiones en el ladrillo. Tras su retirada, será comentarista de los partidos del Madrid durante varios años, debido a su expresividad y franqueza.

Casillas: Es coña. Tiene firmados 10.000 kilos hasta el 2018.

Diarrá: Le falta calidad, aunque curiosamente será pieza clave de uno de los equipos aspirantes a ganar la Copa de Europa. Unos 25 kilos.

Miñambres: Esperemos se le nombre «persona non grata».

Soldado:
Que devuelva el 9 de una puta vez.

Dudek: Se irá a cualquier equipo donde no haya «Mitos» en la portería.

ALTAS:

Kaká y Cesc. No, hombre, je je. A ver:

Luis Fabiano: Jugador con el visto bueno de los capitanes (sello de calidad), buen sustituto para Van Nistelrooy. Al Mito ni rozarlo, por supuesto. Jugará unos 20 partidos, donde se demostrará que «cualquiera no vale para el Madrid».

Un par de centrales, aunque ignoro cuales. Puede subir alguno del filial. A lo mejor se queda Metzelder y todo.

Diego: Una de las inversiones gordas del año. Sentará a Guti y no pasará nada, porque en el fondo todo el mundo sabe que el mechas es una mierda. San Martín protestará mucho.

De la Red:
Como sustituto de Gago. Se morirá de asco en el banquillo, y cuando salga le costará destacar.

Granero: Se sentará al lado de De la Red en el banquillo, mientras ambos ven jugar a Diego. Se marchará el año siguiente al Liverpool o similar por 12 millones.

Opare: Como en el caso de Drenthe, dependerá mucho de lo que le parezca a los grasientos de la prensa. Si no le hace tilín a los gurús mientras se comen su plato de alubias, malo.

Y para de contar, oye. ¡Que no hay un chavo!


Montaje de Quentin

TRANSCURSO DE LA TEMPORADA:

Liga: Habrá portadas con Cesc, Cristiano y Kaká hasta el último día del plazo de fichajes. No se moverán de su sitio, están jugando en clubes serios. Galliani volverá a descalificarnos públicamente, y encima con motivos. «Perra Mija» se quedará, conoce demasiados trapos sucios como para que lo echen por las malas (por cierto, se rumorea que se embolsó una buena pasta por la compra de «La Saeta»). Baúl recibirá la laureada en el primer partido de Liga. «He pasado momentos muy duros», declarará en entrevista posterior. Se ganará el campeonato por ocho puntos ante un Barça «reforzado» por los fichajes de Txiki y en una Liga sin nivel europeo. Baúl marcará 14 goles (tres de penalti), y los analistas alucinarán con su regularidad, sólo superada por la de José Coronado. Robben 36 marcará 6 («ahora se está empezando a ver su calidad»).

Champions: Eliminación en Octavos o Cuartos, dependiendo de los cruces. Calderón: «La Quinta del Buitre tampoco conseguía ganar en la Copa de Europa. Es una competición dificilísima, la suerte influye mucho. Esperamos dar una alegría a la afición en nuestro estadio el año que viene».

Copa: Se ganará. O no.

POST-TEMPORADA:

Chúster se irá a la puta calle. «Dos años, dos Ligas. El Madrid es un devorador de entrenadores», asegurará. Lo fichará un Valencia o similar, donde no volverá a ganar nada relevante. Calderón fichará a un entrenador campeón si está libre (Mou, Benítez), o si no le echa antes alguna resolución judicial o su propia Junta. La afición estará hasta los mismísimos cojones.

Bonito, ¿eh?

Búlgaros

Por Hughes

A petición del autor, este texto no lleva fotos.

Como uno de los pocos liberales puros que habitan España, distinto de la caterva derechizante aborigen, me he quedado huérfano: liberal sin partido, desde el sábado, cuando se hizo patente la raulización de Rajoy, al que sólo le faltó sacar los pulgares. El ensoberbecimiento, mal de altura, estaba claro en Felipe o en Aznar, y fue parecida, similar, la megalomanía florentiniana. El ensoberbecimiento de Rajoy es algo distinto. Es un titanismo pero de Poulidor, es no querer bajarse del machito, pedir a gritos una última mano cuando todo se ha perdido. El trastorno lamentable de quien habiendo tenido la Historia al alcance, semidesnuda, despatarrada, ve cómo se le escapa viva. Debe de ser como ver alejarse un tren que se quiso tomar, pero verlo un día tras otro, continuamente, sin descanso, alejándose sin terminar de irse. No debe de ser fácil, la verdad.

Raúl es nuestro soberbio favorito. La soberbia radical que acaba pervirtiendo, para sí, el carácter religioso del madridismo; religioso, entiéndase bien, en un sentido deportivo, por lo sacrificial de todo esfuerzo. Raúl se pone la tradición por montera y se coloca fuera de ella. La mitificación de Raúl es nuestro paganismo de última hora. Un paganismo dentro de una religión que ya tenía sus tablas, su Dios y sus profetas. Lo dijo el Buitre hace unos días. Aquí todo el mundo, desde don Alfredo hasta don Emilio, se sometió a la máquina histórica del Madrid, trituradora de carne primero, creadora de leyendas después. Todos menos Raúl, que siendo vitalicio es futbolista y mito, un poco incorpóreo ya, mitad futbolista, mitad leyenda. ¿Cómo enjuiciamos a Raúl? ¿Por su último partido, como se solía decir que juzgaba el fútbol cuando era cruel? ¿Por sus números de los últimos años? ¿Por su último casi-gol espectral? ¿Por lo que fue? ¿Por lo que ha sido? ¿Por lo que promete ser cuando se retire? No se discute un gol arriba o abajo, diría yo a los merluzos raulistas –raulistas lo hemos sido todos alguna vez-, lo que se discute es su absoluta insumisión a las reglas del fútbol y su pecado de vanidad. Vanidad de vanidades, todo es vanidad, se dice, aunque nadie sabe muy bien si lo dice el eclesiastés o lo dijo algún torero sevillano sentencioso. El caso es que es imposible, en esta España, dar dos pasos sin que la sombra monumental de algún ego nos hiele el alma. No ya particularismo, no, el egotismo más desesperado. En Raúl hay algo peor: esa mezcla de vanidad y ejemplaridad tan desagradable, de la que se quejaba Reyes hace unos días con su humanísimo y conmovedor «Rául también vive».

Me quiero despedir de las entradas del blog, si el socio me lo permite, antes de la mudanza definitiva, y quería poner negro sobre blanco, de forma un poco más solemne –vanidoso también, qué le vamos a hacer- una impresión sobre este Madrid de nuestras entretelas, tan parecido a veces a la España política. No repetiré la analogía tantas veces hecha, pero es innegable que algunas cosas tienen semejanzas: la reforma estatutaria, los personalismos o la importancia que han tomado los compromisarios, ese mecanismo democrático del que casi nadie sabe nada. Mencionaré también, solemne y quizás bobo, las disfuncionalidades democráticas. O directamente: la milonga de la democracia, esa cosa extranjera y casi desconocida, tan rara a nosotros como el fútbol. Una cosa que se proclama primero y se aprende después, «que se hace todos los días», como el amor en las novelas cursis –y no es de extrañar la cursilería feroz, repulsiva, de los primeros tiempos de la transición, con sus Victorias Pregos y sus claveles y luego sus gaviotas, gaviotas a las que apetece abatir de un cantazo gamberro-.

El fútbol español no ha sido democrático nunca. La constitución española, que tiene tanto de ideal como de sanción, prescribe un comportamiento democrático para cualquier organización. Ya vemos que los partidos lo son a ratos y de aquella manera. ¿Lo ha sido el fútbol? EL fútbol brevemente, durante un tiempo escaso, antes de que sobre la razón democrática se impusiese la mercantil, por fortuna. Antes funcionaba una especie de elección por aclamación entre los notables del puro. Las primeras leyes deportivas en la transición impusieron las democracias balompédicas, y si problemas tenemos para consolidarnos como democracia en los aspectos serios, no hablaremos de las dificultades en un ámbito como el de la pelota. Si no somos caballeros ingleses en el terreno de juego, a qué pedirnos tales refinamientos en la tribuna. El primer presidente democrático fue José Luis Núñez, en el Barcelona, que en estas cosas siempre ha tenido más nervio. Luego estuvo veinte años, le tuvieron que sacar los geo y hasta dejó sucesor. Nosotros, acostumbrados al paternalismo incuestionado de don Santiago -del que Luis de Carlos fue un Suárez menos guapo, digitalizado por Saporta, salido de su junta- nos hemos encontrado desde entonces con problemas serios para gobernarnos democráticamente; no para gobernarnos, no, ¡para simular tan siquiera un democratismo vagamente occidental! Hemos visto votar a los muertos, interrumpirse una votación con el inicio de un partido, dejar sacas por abrir en los sotanos del algún juzgado –siempre que pienso en ello pienso en hombres a los que tapan la boca, a los que sofocan el grito. Hasta que no se abran esas sacas no nos quedaremos tranquilos, porque en ese amordazamiento hay algo de tensión-; ha habido merodeos ultras por las carpas de Ussía y mercadeos de todo tipo.

Lo del Parque de Atracciones tenía cierta dignidad y un relumbrón familiar, dominical, pero la reciente nanificación electoral del madridismo fue tocar fondo. La democracia madridista convertida en un sórdido tráfico menor, una especie de trapicheo, de menudeo de nanines. Para arreglar esta cuestión y adecentarla un poco y para no ser menos, el club ha iniciado un proceso de reforma estatutaria. Creo que el trastorno del voto postal es lo de menos. El grave problema lo tiene el club con su funcionamiento y su manera de ser. Es una causa de deterioro grave el abrirse cada cuatro años a un proceso electoral y aún lo es más cuando eso suele acarrear comportamientos cuasipolíticos, demagógicos, irresponsables, que suelen acabar teniendo consecuencias presupuestarias. El problema es que no tenemos una organización gerencial, ejecutiva y permanente, que no nos guiamos por criterios de pura gestión, sino por una forma matizada de la demagogia. No tenemos la seriedad de la SAD, pero tampoco podemos aspirar a un funcionamiento democrático. Estamos en una incómoda tierra de nadie. Entre la sociedad mercantil y la democracia aberrante. Hay por ahí un proyecto de moción de censura, que quiere resolverlo, pero que es visto con temor en cuanto uno imagina la portada del Marca sugiriendo esa posibilidad. No es absoluta la profesionalización, sobre todo en lo deportivo. Abunda el nepotismo, el recurso electoral a los exfutbolistas, la mamandurria y los trienios delbosquistas. Florentino profesionalizó el Madrid, pero se olvidó del fútbol, y en el aficionado aún tiene prestigio la casta de los ex porque con ellos tiene una disculpa para su chovinismo y a veces hasta para su xenofobia.

La directiva del Madrid no tiene la capacidad profesional para gestionar una empresa de esta magnitud. Es una directiva amateur, por mucho nudo que le pongan a la corbata. Su gestión escapa del control democrático y de la razón mercantil. ¿Qué somos pues? Raro híbrido: la organización de un club filatélico, con la fidelización y relevancia mediática de un psuedoestado y la proyección de marca de un refresco. ¿Polis o empresa? ¿Qué nos interesa? ¿Que gobierne el pueblo o que entre el balón? ¿Hay algún tipo de relación entre una cosa y otra? En la historia del fútbol español

gozan de prestigio las hegemonías: Bernabéu, Casanova, Calderón –tan sólidos que casi todos acabaron siendo cemento y hormigón-, Núñez, Ezcurra, Lopera… cierto caudillismo estable y consuetudinario. ¿Le vienen bien a esta entidad el ciclo electoral, superpuesto al ciclo natural de las bonanzas futboleras? A mí siempre me ha llamado la atención que los diarios, que la prensa en su conjunto, nunca apuesten por nadie en las elecciones madridistas. Grupos mediáticos que se posicionan sobre quiénes han de dirigir el Gobierno, la oposición, las empresas que fueron públicas, copar el CGPJ o incluso la RFEF, afectan cuando llega el Madrid una especie de neutralidad indiferente que a mí me irrita, porque jamás es del todo neutral y porque deja un poco solos a los socios.

Es una situación que no puede durar mucho. A la larga deberíamos acabar siendo una SA; a medio plazo, quizás, refinando el funcionamiento democrático en el club, de forma que todo sea más claro y haya, si no oposición, si al menos cierta fiscalización de la gestión. Por encima del aficionado está el socio, y sobre el socio el compromisario, y controlando la asamblea se controlan los destinos del club. Está también el peñista, que puede ser cualquiera de las tres cosas anteriores o incluso, en caso de ser un peñista trinitario, las tres a la vez. El peñista, de gran importancia y de mucha reputación, no sé qué función tiene. Parece que es una especie de embajador pedáneo del club. El peñista, me parece a mí, es un compromisario con barriga. Al socio se le reparten las cuentas y al peñista se le invita a langostinos. Es como un grupo de presión dentro del club. «La peña de Villacascajo del Tembleque dice…», escribe Roncero, y parece que está hablando el madridismo fetén, la entraña misma del madridismo. En fin, a la caza del compromisario parece que estamos. Tras la seducción mitinera del votante, la más oscura del compromisario. Si cuando hay luz y taquígrafos hay Nanines y Kakás, ¡qué no habrá cuando se le coma la oreja a un compromisario! Yo, aficionado raso, tiemblo y rezo porque don Santiago, allá en lo alto, ilumine el buen juicio de los socios con derecho a voto cada cuatro años, pero ya no puedo encomendarme para que guíe a los compromisarios porque ni él puede saber quiénes son, ni a qué intereses acabarán respondiendo. La depuración del florentinismo parece que tiene que llegar a lo que quede de él en la asamblea, y uno sospecha que si es así debe de ser porque no se esté tramando nada bueno. Parece que se va, como en otros ámbitos, hacia la construcción de una Asamblea a la búlgara, para mayor-gloria-de.

El club se lo están repartiendo a pares Calderón y Raúl. Entre ellos y la labor de masajeo neuronal del periodismo no me atrevería yo a decir que el Madrid sea de sus socios con total rotundidad. Lo es formalmente, claro. Florentino se preocupó de garantizar eso, pero tan alto voló, tan grande fue el delirio que todos nos acabamos despistando y el tortazo fue fenomenal. Ahora uno es vitalicio, el otro sueña con el crack que le permita adelantar las elecciones y los de siempre pueden seguir poniendo a cualquiera en la frontera por un pivote más o menos.

Lo dicho. Como el blog va a profesionalizarse un poquito y la entrada quizás no vuelva a ser enteramente una tribuna abierta -¿o quizás sí?- me quería despedir de este pequeño púlpito. Aprovecho, ya de paso, para pedir la dimisión de Ramón Calderón, regalarme este brindis al sol y quedarme tan ancho.

Un descansito de 15 jornadas


¡Dejadme saliiiiir!

Están los parroquianos del blog, en general, muy felices por la casi segura consecución del título de Liga en Santander. Pero yo sigo igual de decepcionado que cuando caímos contra la Roma: Al fin y al cabo, di por hecho que ganaríamos esta Liga hace casi tres meses, y esta trigésimo primera no me da ni frío ni calor. Yo quería la Copa Uropa, y ahora mismo un campeonato nacional me sabe a la sopa de los presidios: aguada y sin sustancia. Claro que la alegría de la afición se corresponde también a la mejoría del juego. Y es verdad que, sin Puti, el Madrid gana y juega mejor (¡qué le vamos a hacer, Segurola y San Martín!), pero el partido de ayer no fue ningún paseo. Seguramente lo que más lo distinguió de otros encuentros fue que llegamos bastantes veces a puerta, pero yo no diría que fue un partido de grande europeo.

Como muchas otras veces, se empezó el partido con efervescencia y dominio. Robinho volvía a ser titular y le puso voluntad, aunque aún le falta un punto. Es un jugador con cierta fragilidad psicológica y física, y no se entiende que se le cuide menos que a otros que ya tienen costra en los cojones. Con todo, el primer gol fue casi suyo, un pase lejano desde la derecha que se encontraría en su camino con Baúl. El «7 de España» hizo un remate marca de la casa, con la roña de la uña del dedo gordo, de esos que repiten en todas las teles del mundo y hacen afición (je). Con todo, creo que si no hubiera estado ahí el Mito y su careto de Sr. Scrooge, el portero no se la habría comido.

Fue tras el gol que empezó la fase preocupante del juego, con un Rácing que llegaba con cierta frecuencia, demasiada. Tiraron más de diez córners. En el juego aéreo somos un verdadero desastre, y cualquier equipo con fortaleza en ese aspecto puede machacarnos. Hay que decir que Casillas, en sus salidas por alto, en vez de progresar va degenerando. Sigue siendo un portero deficiente, y desde hace unas semanas un problema deportivo de primera magnitud. ¿Por qué? Por el sencillo motivo de que no se le puede sustituir, pero tampoco vender. No puedes sentar a un portero de mil millones anuales, y tampoco venderlo porque nadie en el mundo estaría tan loco como para pagarle ese sueldo. Cuando se renueva a un jugador, su salario deberçia ser como máximo lo que le ofrezca el equipo más interesado por él. Y si nadie le daba seis millones de euros a Casillas, ¿por qué nosotros sí? ¿Es que iba a amenazar con irse? En esa negociación Ginés le hizo su último gran favor, para ser despedido inmediatamente después. Para lo que quiere no es nada tonto Ikercín. Algún día llegará un entrenador al que no le guste este portero (sí, sí, aunque no lo podáis creer), pero echar al águila de Móstoles cuesta 10.000 millones. Ahí es nada.

Bueno, el partido. El Rácing nos pudo empatar varias veces, y habrá que dar gracias a que nuestro centro del campo se desenvolvió con bastante acierto. Destacó el señor Diarrá, que cubre mucho campo y tiene mucha presencia. Se han empeñado en venderlo, pero yo el único motivo que veo es el puto Ramadán, que por cierto según la ley islámica puede retrasarse para realizarlo en cualquier momento del año. Alguien en el club debería informarse de estas cosas y decirle al señor Diarrá que ayune durante sus vacaciones. En cualquier caso, para mí el que estuvo más entonado fue Heinze, un maestro en el corte que abortó casi todas las jugadas del peligro del Rácing. Es un jugador que va a más, y del que sólo cabe esperar que a partir de ahora no se lesione tanto.

Gago a mí no me dijo nada, pero bueno, hay gente a quien le gusta. Por cierto, costó lo mismo que lo que nos dieron por Seedorf, toma ya. Ramos estuvo muy prudente. Pepe no sé si es una impresión mía, pero es mucho mejor con el pie que de cabeza. A Robben le vi algo gaseoso. Está bien tener extremos y tal, pero este tío no vale 6000 millones ni de coña. Sneijder volvió a estar notable, y yo siempre apoyaré a un jugador que tira tanto a puerta. Que esto es fútbol y hay que disparar, señores. El Mito volvió a realizar uno de esos partidos que nos permiten jugar con once, o sea que estuvo bien. Destacó una jugada en la banda en la que logró recortar y zafarse de dos rivales, cosa inédita. Nada como para llamar la atención de un ojeador internacional, pero nos valió. Higuaín marcó dos goles (uno anulado), y recibió una inyección de moral para las próximas semanas.

Por cierto que el sustituido por el argentino fue Robinho, que puso una carita de hondo pesar. Pésima gestión psicológica de Chúster, que le está poniendo prácticamente en la puerta de salida. Y es que no puedo ser optimista para el futuro. Aunque en teoría se ha recuperado el sistema de juego ganador (doble cipote y dos bandas), nada garantiza que el señor Puti no vaya a volver la semana que viene, ni que el señor Baúl no vaya a tomarse otro mesecito de vacaciones. Al fin y al cabo, ya habíamos probado este sistema con éxito y lo abandonamos durante unas 15 jornadas, haciendo experimentos para que Pedro Pablo durmiera más tranquilo y se hiciera unas pajillas. Entretanto, una Copa y una Copa de Europa a tomar por culo. ¿Cuántos partidos volverá a tomarse Chúster antes de volver a un sistema racional? Oye, a mí que me avisen cuando tengamos un entrenador de verdad.

– Rácing de Santander:
0
– Real Madrid: 2 (Cáncer e Higuaín)

Madridista del partido: Heinze. Sus botas negras están más vigentes que nunca.