Nos has jodido, Pablito. Confiábamos en ti y nos has hecho una putada gorda. Todos recordamos tus comienzos: eras cuestionado, nadie creía, había protestas por doquier, pero yo dije: «eh, démosle una oportunidad al baldie, parece un poco falto pero podría funcionar». Lo fansistas no lo veían, pero insistí: «Esperad», y esperamos. Pasó una temporada, y otra, y otra… los resultados no acababan de llegar. Una copichuela por aquí, una final de la Euroliga… pero eso no bastaba, y la gente empezaba a desesperarse. Daniel y Cambridge estaban hartos de sufrir, los señalaban por la calle, sibándoles y llamándoles gafes. Hubo un fansista que quería colgarte de los huevos en la plaza de Goya. Yo exclamé: «¡¡Quiertorl!! ¡¡Norrrrllll!! Démosle una última oportunidad».
Sí, la gente quería mandarte a partir pizarras al Baskonia, pero la directiva decidió aguantarte un año más (quizá me leyeron). Y por fin llegó una temporada medio decentilla, la pasada. Hay que reconocer que no estuvo mal, se ganó algún título que otro, y tras defenderte contra viento y marea mi apuesta se demostraba acertada. La gente me decía «¡qué ojo tienes, Soci!» Todos estaban dispuestos a darte un voto de confianza, te lo habías ganado.
Y cuando por fin creíamos había un equipo de basket homologable, ¿qué pasó ayer? Que PERDÍSTEIS. Contra unos comeboquerones con un presupuesto de 3.000 euros y un bocadillo, privándonos de un título, nada menos que la Supercoca. Sí, ya sé las excusas, que si el Eurobasket, que si la Intercontinental, mimimimi. A un jugador del Mandril le bastan 3 horas de sueño y un vaso de leche con magdalenas para afrontar cualquier partido, siempre ha sido así; y sin embargo os mearon. Puede que pienses, Pablito, que las dos cosas que ganásteis el año pasado bastan para perdonar esto, pero no es tan fácil. Hoy hay niños llorando por la calle, sentimos vergüenza por vuestra culpa. Esto es el Mandril, y la derrota es in-con-ce-bi-ble. Puede que salves la cabeza esta vez, pero ándate con mucho ojo: te estamos vigilando.
Fúrbol: Mi verdad
…En el Calderón hay mucho maricón.
Mañana jugamos en el estadio ése raro con rajas en las esquinas y una afición compuesta principalmente de quinquis y acomplejados. Dicen que hay gente del Paleti con una mentalidad normal, pero yo no los conozco: normalmente están cabreados con el mundo y ven conspiraciones contra ellos por todas partes. Otra peculiaridad del club es un «grupo de animación» que monta batallas campales con muertos y heridos, pese a lo cual ahí siguen tan campantes. El mérito del Trolo Simeone es haber creado un equipo a imagen y semejanza de su grada: hosco, navajero, malhumorado, «señas de identidad» con las que logró un rendimiento bastante alto (cuyo pico llegó en cierto partido de Lisboa). Sin embargo, el globo se está deshinchando claramente: las derrotas empiezan a encadenarse, los rivales se escapan en la tabla y las soflamas del iracundo argentino ya no surten efecto.
En tales condiciones, parece que nuestro glorioso Mandril tendría que mearlos mañana, pero no lo doy por hecho: ya sabéis que nos conocen como «Reanimator», por nuestra habilidad resucitar a equipos fiambre. Con esto no digo que mañana vayamos a palmar en esa pocilga, líbreme Dios, pero tampoco veo muy claro que vayamos a ganar. Principalmente porque para ello normalmente hay que meter goles, y parece que este año no nos gusta marcarlos ni encajarlos; tampoco veo en los jugadores un especial carácter que supla la falta de ideas ofensivas, y menos en un campo tan hostil. No sé, si estuviera obligado a meterle pasta a ese partido sería al empate. ¿Pronóstico demasiado pesimista? Puede, pero poco han hecho los nuestros hasta ahora para confiar en fazañas bélicas.