Hubo un tiempo en que en la frontera de Albania había colocadas ametralladoras cada 150 metros, puestas allí por Enver Hoxha para que nadie entrara en el país, y también, no menos importante, para que nadie saliera. Si viviera hoy, seguramente habría puesto molinos de viento. Albania no sólo ha sido y es la nación más pobre de Europa, sino que encima el 75% de su población es musulmana y altamente tocapelotas, dedicándose a gracietas como ocupar territorios de otros países a base de una inmigración masiva (Kosovo) y luego declarando la independencia por sus santos eggs. La simpática población albanesa también es conocida por producir los delincuentes más sanguinarios y faltos de escrúpulos de todo el mundo occidental. Un lugar de lo más agradable, vaya. Pero la evangelización (y la financiación) madridista no conoce fronteras, y hasta allí viajamos ayer por un puñado muy gordo de dólares. El partido tuvo poca o ninguna historia, si acaso la del apagón, requisito casi imprescindible en un buen amistoso tercermundista. Cuando llevaban 15 minutos sin luz, el atontao de Esteva decía que «ya quedaba poco para arreglarlo», basándose no se sabe en qué, ¡porque aún estuvieron otra hora y cuarto a oscuras! Total, que no vi la segunda parte, porque dejé la TDT grabando y para esas horas la memoria ya no daba más de sí. De todos modos no jugó Drenthe, que era lo que a mí me interesaba, y el gol de Benzemá lo he visto en los resúmenes (¡crack!).
Lo que sí pude contemplar es un nuevo y lamentable capítulo en la espectacular decadencia de Baúl, el hombre-perdiz. Si de mí dependiera, montaba un juicio de Nuremberg juzgando a los tiparracos que nos han vendido al personaje este como estrella durante las pasadas seis temporadas. Serían todos castigados no con la horca sino con la guillotina, dando al madridismo cabal el gozo de ver rebotar las cabezas de Roncerdo, Bobby «Retarded» Gómez, Cerdaño, Inda, Lama, Carbajosa, etc. Hablaba ayer precisamente Indarra de «la conjura de las perdices» (¡a quién se le ocurre ese titular!) y de la gran ascendencia del capitán sobre la plantilla porque había conseguido convocar a Pepe, Cristiano, Granero y Metzelder. ¡Cuatro de 25, uauh, ni Jesucristo! Pero normal, si él jamás acude a las comidas que organizan otros, por qué van a ir a ellos a reirle sus (pocas) gracias cuando va al Txistu a fardar de perdices ajusticiadas. Sí, el baulismo agoniza, pero llega una etapa casi igual de delicada y que habrá que gestionar con gran habilidad, el postbaulismo. Las posibles ocupaciones del Mito tras su retirada (la formal, la efectiva se produjo hace mucho) de los terrenos perfilan una serie de escenarios inquietantes, a saber:
Baúl entrenador: Pa cagarse. Carvajal el Maligno ya ha apuntado a ello. Yo creo que este tío aspiraría a ser una especie de Benítez, pero aún más coñazo y castrante. Tendría la ventaja de que nos libraríamos de ver su puñetera cara durante el tiempo en que durara el curso (tres años, creo), pero miedo me da lo que vendrías después: un añito en el filial y luego camapaña brutal de los asalariados de siempre para subirlo al primer equipo y reanudar la dictadura del terror. Es muy importante que nuestro entrenador o entrenadores se líen a ganar cosas a lo bestia para no dejar resquicios por los que se puede colar el engendro. Que se vaya a entrenar al Paleti si quiere.
Baúl directivo: Dicen por ahí que Baúl es muy listo. Será al estilo Luis Candelas; a mí lo que no me parece es inteligente, sino un tío simple, de nula preparación y, eso sí, una mala hostia del quince. Sinceramente, no veo en qué puesto se le podría colocar y que hiciera algo productivo, a excepción de uno de esos de «embajador», a ser posible alejado de los niños, porque esa cara de vinagre los asustaría. Lo de mandarle a hacer un master a EEUU, como que no; ya os digo yo que a los 30 y tantos no se puede pasar del ¨güi jab de infraestriuctur» a un inglés mínimamente homologable por dar unos cursitos intensivos. Ante todo, es fundamental que, si lo colocan en el club, Florentino lo vigile, lo tenga atado en corto, y aborte cualquier aspiración de ascender que pueda detectar en el pollo. Vital será también alejarlo de responsabilidades deportivas tipo director de fútbol, jefe de la cantera y tal. No da el perfil. Lo mejor, sin duda, sería un puesto cosmético.
Dinastía Baúl: El tío tiene cinco hijos, y me parece que cuatro de ellos son varones. No me cabe la menor duda de que va a envíar a todos ellos a la cantera del Madrid en cuanto tengan la edad mínima, incluso a la chica. Para este caso, que perpetuaría el genoma baulista en nuestro amado club, sólo se me ocurre sugerir una palabra: Romanov.
El tema, como digo, es peliagudo. Yo sinceramente querría verlo alejado y desvinculado contractualmente del club lo antes posible, aunque algunos entiendan el Real como un funcionariado (¿por qué creéis que le jodió tantísimo a Del Bosque que le dieran la patada?). El problema es que Baúl, sin el Madrid, es un bulto sospechoso. ¿Os lo imagináis dedicándose a algo productivo fuera la casa blanca? ¿Cómo, trabajando de comentarista, con ese don de gentes y esa labia que tiene? ¿Montando una escuela de fútbol? Ná, demasiado limpio y sano para él, y dudo mucho que le guste el talento, ya se vio cómo lo trató siendo jugador (por eso no vale para gestionar la cantera). Sí me lo puedo imaginar como empresario de algo, invirtiendo el descomunal pastuzo que le ha sacado al club sin tener que estar de cara al público, o de socio de Valdano en la broma esa de empresa llamada «Make a team», acompañándole en pomposas y caras conferencias sobre la nada. Quizá podría ser representante de jugadores junto a Ginés, y dedicarse al mangoneo que tanto les gusta a ambos.
El problema es que el Madrid es demasiado goloso para Baúl, y su única oportunidad de brillar es reflejando la luz emitida por el club. Sin embargo un futuro sin él es posible, pues la institución no le debe nada a nadie y menos cuando se trata de individuos tan centrados en sí mismos. No creo que su imagen ni sus valores deban ser los que se asocien al Real Madrid, y sí los de otros jugadores como Zidane, mucho más generosos, talentosos y universales. La gestión de este problema será uno de los desafíos que deba afrontar Florentino en los años que permanezca al frente del club. Afortunadamente el presidente es un personaje cuya popularidad puede dejar pequeña a la del Mito, pese al apoyo de su legión de periodistas apesebrados y de las hordas piperas. En él confiamos.