A lo tonto, llevamos consumido casi un tercio de la temporada. Es pronto, muy pronto, para hacer un primer balance, que tendrá qie esperar al menos hasta después del partido en Barcelona, pero sí podemos al pasado reciente y sacar algunas conclusiones serenas, aislándonos del histerismo mediático que nos rodea. Como recordaréis, Pellegrini fue recibido en este blog con total escepticismo. Al fin y al cabo teníamos la oportunidad de comenzar desde cero y a nadie se le escapa mi admiración por entrenadores como José Mourinho, o la expectación que nos despertaba una nueva figura como Mancini. Pero el escogido fue el chileno, y desde ese momento pasó a ser nuestro hijoputa. En realidad, casi ningún equipo del Madrid ha sido tan malo como para que el entrenador no pudiese sacarle rendimiento, y para este año se estaba formando una plantilla espectacular.
Los primeros partidos de pretemporada subieron las expectativas: veíamos combinaciones de jugadores muy variadas y, destacaban especialmente los equipos formados sólo por gente joven. Luego vinieron las ventas -casi saldos-, y con ellas las decepciones, ¿pero fue eso culpa del entrenador? Al firmar aceptó el modelo de una plantilla formada desde arriba, que nos puede gustar más o menos, pero que no influye en su capacidad como técnico. Al fin y al cabo, menos algunos ejemplos contadísimos, todos los entrenadores del mundo tienen que trabajar con lo que se les da. El tema de las alineaciones, no obstante, ya es distinto. Aunque bien me gustaría, seguramente nunca sabremos sabremos las directrices que ha recibido Pellegrini desde arriba: ¿Le dijeron que se cargara a Baúl más pronto que tarde? ¿Que lo sentara pero que le diera un papel importante? ¿No le dijeron nada en absoluto? Tiendo a pensar que le han llegado mensajes contradictorios: Valdano, su superior directo, abogó por la estrategia del «aterrizaje suave», mientras que Florentino dejaba ver que tenían que jugar los nuevos.
En todos ha habido el clásico componente de miedo a la prensa, claro está; ese que en Calderón era tan intenso que no le dejó dormir tranquilo ni uno de los días que duró su presidencia. Y Pelle, además del miedo, ha sufrido la maldición de casi todos los entrenadores madridistas, que les lleva a «intentar aprovechar la calidad de Guti» y «apoyarse en la experiencia del capitán». Al parecer, verles por la tele no basta, y sólo cuando llegan aquí y empiezan a perder por su culpa se dan cuenta de que ambos están más que acabados.
A modo de mini-resúmen, en el debe de Pellegrini podríamos poner lo siguiente:
– No haber sabido imponer su criterio en la composición final de la plantilla.
– Insistir con Puti, un tío indigno de ser jugador del Madrid.
– Alinear a Baúl para afianzar su propio puesto.
– Repartir mal los minutos entre los jugadores con sus rotaciones: algunos están derrengados (Kaká), mientras otros apenas han jugado partidos completos (Higuaín).
– Poca confianza en jugadores más que válidos como Van der Vaart o Diarrá.
– Haber insistido con Marcelo en el lateral.
– Poca capacidad de lectura de los partidos y escasa agilidad en los cambio.
– Perder la eliminatoria de Copa.
En el haber tendríamos:
– Un esquema de juego moderno, ofensivo y dinámico, en línea con varios grandes de Europa.
– Haber sentado a Baúl.
– Un manejo cada vez mejor de la prensa, dejándolos con dos palmos de narices en más de una ocasión.
– Haber sentado a Baúl.
– No ser un señor estrafalario, ni un paleto, ni compartir representante con ningún jugador. Va siempre estrictamente con traje y huye del exabrupto y la polémica.
– Haber dado con un once-tipo joven, rápido y antipipero.
– La rectificación a tiempo con Puti, sacándolo de las convocatorias por su pésima actitud.
– Haber sentado a Baúl.
Ver a lectores de este mismo blog pidiendo la destitución del entrenador resula sorprerdente y desolador. Por si alguno no se ha dado cuenta, Pellegrini es el proyecto, en mayor medida incluso que cualquiera de los jugadores estrella, y echarlo a mitad de temporada sería un enorme fracaso. Aquí nadie ha acertado a la primera ni ha sido totalmente independiente, ni siquiera Capello. Es imprescindible implantar en la prensa la idea de que nunca jamás volverán hacer peligrar el puesto de un entrenador, ni volverán a tener influencia alguna en los onces que salten al campo. Creo que Valdano y Floren se han dado cuenta de todo esto, y nunca se les ha pasado por la cabeza echar al chileno. Saben que su credibilidad como directivos quedaría cercenada de raíz, y de perpetrar la fechoría más les valdría irse los tres juntos.
Por supuesto, también hay que rechazar de plano la idea de que el futuro del míster depende de lo que ocurra en el Nou Kampf: aunque perdiéramos 15-0 habría que mantenerlo. De lo contratio, quedaría totalmente claro que este club es irrecuperable, y sería mejor dedicarnos a otra cosa, como coleccionar sellos (aunque fueran de Afinsa). Jamás se ha de estar a expensas de un simple resultado contra los culerdos; denotaría mentalidad de equipo pequeño y perdedor.
Así pues, los que vuelvan a sentirse tentados de pedir la cabeza del míster, que se lo hagan mirar. Estarían alineándose con el piperismo y el antimadridismo más feroz, representado por los Inda, Cerdaño y cia; a veces nos creemos los más críticos y esencialistas, y en realidad no estamos más que dando rienda suelta al pipero que llevamos dentro. Por supuesto podemos criticar los errores de Pellegrini, que los tiene como todo el mundo, pero su continuidad cimenta un proyecto fuerte, y además permitirá crecer al once que juega en la actualidad. Se trata de un grupo tremendamente talentoso e ilusionante, que mejora con cada partido y promete estar pronto preparado para cualquier clase de reto futbolístico, incluyendo el mayor de todos: la Champions.