Escopeta de feria

Por Biturbo

En el partido de ayer ra propenso al pinchazo, tras el desgaste físico y emocional de esta pasada semana de oro contra Barcelona y Manchester. Equipo de circunstancias entre lesionados y gente con descanso, pero esta va a ser la tónica en todo lo que no sean competiciones coperas, así que vayamos acostumbrándonos. El Celta salió con un sistema de fuera de juego temerario casi suicida: funciona muy bien si estás muy atento y presionas mucho al pasador, pero en el momento en el que bajas una marcha… En los primeros 20 minutos debimos hacer 20 fueras de juego (mención especial para Benzema, despierta, chico), pero en cuanto se empezaron a afinar pases y los celtarras aflojaron un poco, las ocasiones se sucedieron. Cristiano, al que los vigueses no podían gritar lo de “ese portugués…” por motivos obvios (sería insultar a su propia madre) falló una impensable para él hace un año: dando un pase al delantero centro en lugar de fusilar. Pero así es este nuevo CR amigo de los niños. Después vino una de Benzema al muñeco, al más puro estilo Pipita, tras una increíble jugada de Playstation Özil, regateándose a tres rivales. Y otra de Callejón totalmente sólo. Y un larguero de CR. Y…y así se cumplió el último cuarto de hora de primera parte, con el Madrid asediando y el Celta sacándolas como buenamente podía, parecía que iba a ser gol en cualquier carambola. Imposible perdonar más.

Tras el descanso lo mismo, sólo que el Celta ya daba auténticas bocanadas pidiendo oxígeno. El gol parecía cuestión de tiempo a no ser que pasara algo realmente extraordinario. Las matemáticas son una ciencia implacable, y en uno de esos acosos con 20 tíos en el área llegó un rebote suelto a pies de CR, gol. Todos caímos en el error de decir eso de “ya está, se acabó el partido”… y no. El Madrid, con Xabi Alonso al frente, se olvidó de que no hay fuera de juego en los saques de banda, y de en centro en largo llegó un rebote endemoniado en Pepe ante el que nada pudo hacer Diego. Vuelta a empezar, vuelta al acoso, esta vez con el Pipa y Kaká. El Celta se creció con el gol, y cometió un error de bulto abriendo un partido que tenía que enguarrar y embarrar. Abel será muy amigo de la prensa, pero viendo sus dos cagadas tácticas de ayer se entiende perfectamente el puesto que ocupan. El Madrid aceptó la invitación, que no derivó en una goleada porque no estaba del todo fino en el último pase y el remate. O qué carallos, que se dice en esas tierras, porque estamos jugando sin delanteros. La magnificencia de la obra de José Mourinho estos últimos 15 días adquiere una dimensión más si se piensa que se ha hecho sin delanteros puros. Somos un toro bravísimo y pura sangre, pero afeitado. Da pena pensar en qué seríamos con dos pedazo pitones como nos corresponden…

Gracias a Dios, una buena internada tras pared de un fresco Kaká propició una salida a lo loco del portero celtiña -el balón se iba larguísimo-, y penalti. Regalo. Moito obrigado. El partido murió con un cabezazo al larguero tras mala salida de Diego, para mi gusto su único gran error. Los otros dos de no blocar eran hasta lógicos ante tanto tiro de fuera del área en campo mojado. Pero ni con esas le da a un Celta que depende casi exclusivamente de lo que haga Iago Aspas, un híbrido entre el buen Tamudo y Onésimo, un tocapelotas constante que intenta jugar de delantero, extremo y mediapunta a la vez. Le falta sacar los córners y rematarlos él mismo. Volará en cuanto el Celta, Dios mediante, descienda y necesiten pasta fresca.

Biturbo colabora en El Futbolo.

– Real Celta de Segunda: 1 (?)
– Real Madrid: 2 (Cristiano (2, uno de pen.))

Incidencias: Los celtarras mamaron polla española y madridista.
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A Segunda, oé

balaidos

La Liga española se está convirtiendo en algo cada vez más y más desagradable: Incluso dejando aparte el bajo nivel deportivo y los arbitrajes intrusivos y patéticos, hay muchos campos feos, viejos y semivacíos; equipos ultraendeudados que deberían haber desaparecido hace tiempo; y para rematar aficiones agresivas y catetas… Algunos clubes logran compendiar todas estas «virtudes», y tal es el caso del Celta de Vigo, a quien visitamos hoy. Su estadio es el municipal de Balaídos, recinto de última generación inaugurado en 1928, con una estupenda pista de atletismo que impide que los espectadores se agobien en exceso por la cercanía de los jugadores (especialmente los de los fondos, que tienen las porterías a unos 35 metros). El presupuesto del club es de 33 millones de euros, y se halla actualmente en proceso concursal, debiendo 15 millones (poco para lo que se estila hoy día). Tienen un contrato televisivo de 23 millones anuales con Canal Plus, que la operadora no puede pagar, pese a lo cual pensará que están cobrando poco. Teniendo en cuenta todo esto, realmente no se entiende que estén en la misma categoría que un club como el Real Madrid, y viendo el resto de campeonatos europeos cada vez es más evidente la necesidad de una Superliga.

Como sabéis, por lo que más ha sonado el Celta últimamente ha sido poe el lío en torno a la destitución de su entrenador, el «gustador» Paco Herrera, reemplazadopor el muy mediocre Abel Resino. En un principio, Resino iba a tener como segundo al también ex-atlético Salva Ballesta, pero ante las presiones del grupo ultra del club, los celtarras, el presidente del Celta -el Mouriño malo- vetó la contratación de Ballesta. La decisión fue aceptada por Resino, saltándose cualquier noción de dignidad personal y profesional. Los»celtarras» siguen el patrón de cualquier buen grupo ultra de provincia norteña: «antifascistas», independentistas y muy brutos, por lo que es muy normal que desnosten a Ballesta, un españolote clásico, de familia militar y probables simpatías franquistas (una persona de orden, en suma). A ellos les gustan más personajes como éste. A algunos les ha parecido mal el veto a Salva, pero lo cierto es que al final se consumó sin demasiado ruido. Sería curioso ver qué pasaria si se hubiera vetado a un técnico por declararse izquierdista convencido. Probablemente hasta habrían hecho un programa especial en La Sexta.

En lo puramente deportivo, huelga decir que media una distancia sideral entre el Madrid y un Celta, penúltimo, que lo tiene muy difícil para salvarse. Tras una semana extenuante y gloriosa, los blancos han dejado en la capital a Ramos, Varane y Coentrao, por lo que hoy veremos una defensa inhabitual -con el probable regreso de Marcelo-, y seguramente no serán los únicos cambios. Parece que Marca se ha abonado últimamente a los montajes creativos, y al hilo de las suplencias de hoy ha sacado esta graciosa portada. Está bien que la creatividad vaya en esta dirección, y no en la de inventarse noticias, la triste práctica que se ha convertido en base de la prensa deportiva. Pese a los cambios en el once, el Real Madrid está pletórico, y debe ganar sin apuros. Pese a los 13 puntos de distancia en Liga, el Barça apunta a un colapso deportivo inminente, y es nuestro deber apretar al máximo. Además, una victoria hoy tendría el agradable efecto secundario de empujar un poquito más hacia Segunda al equipo francamente repelente que es, a día de hoy, el Celta.

La Porra Virtual estará abierta hasta las 19:00

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Mou es mi hombre

Mourinho copia

Por Meritxell

Son muchos, muy ruidosos y perseverantes los que insisten en considerar a José Mário dos Santos Mourinho Félix como una mezcla del Dr. Hannibal Lecter y Freddy Krugger amamantados por Oriol Llunqueras, es decir la mayor representación del Mal en este perro mundo, la auténtica némesis de nuestro Real Madrid C.F. De poco o de nada servirá que os recuerde que esta cantinela no puede estar más alejada de la realidad, porque nos enfrentamos en desigual batalla contra mundum, contra un océano de ignorancia -siempre tan atrevida-, y contra el poderoso caciquismo de unos despreciables sujetos que llevan mucho tiempo comiendo y bebiendo a costa de nuestro amado club, santo y seña de Occidente.

Bien lo saben Dios y las buenas observadoras nacidas del mejor costillar (Génesis 2:22 ), que Mou era El Elegido, el único varón de pelo en pecho capaz de neutralizar todas las hordas de sucios zampabollos, con las agallas para enderezar por fin el rumbo de la nave blanca. No sólo me remito a los trillones de hectólitros de bilis derramada por sus despreciables enemigos, caballeros del horror; también a sus innúmeras muestras de sabiduría dentro y fuera del campo, porque, como bien sabéis, los problemas del Mandril no se circunscriben únicamente al terreno de juego. Me atengo asimismo a su paquetorro, remedo del Ponta Do Pico en plena actividad eruptiva, a sus reveladoras ruedas de prensa, a todas sus muestras de coraje, a su agraciado porte siempre bien cubierto, ora con su traje gris y elegante abrigo acolchado (capítulo aparte merece el maxi nudo sin forma definida de su corbata), ora con su conjunto sport o atuendo deportivo en toda su gama de colores. A tantas y tantas cosas me podría remitir, todas Top, que levantaríamos La Vigésima y no habría hecho más que empezar.

En mi desiderátum estaba la idea de que Mou estuviera toda la vida en nuestro amado club, sin ninguna parcela de poder sustraída a su autoridad omnímoda, con posibilidad de poder atizar a su superior, así hasta el final de sus días, hasta el último suspiro del Día del Juicio. Mi sueño más húmedo, apigos píos, al margen de intercambiar fluidos con él sobre mi chaise longue de tapicería de alcántara color azul petróleo, era imaginarlo por Concha Espina como Don Alfredo Di Stéfano, como un NOBLE anciano (la palabra “entrañable” sólo la escribiría un culandra) soltando sus batallitas sin aspavientos ni asomo de impostura, bastón en mano, proyectando con cada uno de sus silencios el núcleo de la verdadera esencia del madridismo, el haz y el envés de la blanca e inmaculada Justicia Divina. Por perseguir mi sueño, iba a pedir encarecidamente a todos los antimauriñistas que se liguen las trompas o se vasectomicen, pero por desgracia no será necesario. A fecha de hoy tengo el convencimiento de que La Era Mou tiene las horas contadas.

Convencida estoy de que el de Setúbal concluyó hace tiempo que el Mandril no puede ser su lugar en el mundo, rodeado como está de más enemigos que el General Patton, imposibilitado como está de armonizar sus principales valores (“El señorío es que el jugador del Madrid tiene que morir en el campo»), aburrido como está de soportar, gane o pierda, el linchamiento permanente, prácticamente medieval, nirvana de los agonías piperiles. ¿Es posible poder trabajar en estas condiciones? ¿No es lógico perder en ocasiones la brújula con un Presidente más bien acobardado que cree sobrepasar todos los límites cuando levanta un poco la voz? ¿Puede durar más de lo que ha durado este amor impuro, tortuoso, depredador?

Pero más allá de su legado deportivo, Mou se marchará sabiendo en fuero interno que tras un hercúleo y titánico trabajo nos ha colocado delante del espejo, abiertos en canal, con todos nuestros fantasmas y complejos, y que tras su paso ya nada será igual en nuestro Club. Cerrado uno de los más brillantes capítulos de nuestra Historia, en todos los dilemas que se nos presenten nos tendremos que hacer la pregunta clave: ¿Qué haría Mou? Su Oporto me deslumbró por su eficacia y me rendí a sus pies. Por la propia inercia de una enamorada fiel me pasé al Chelsea cuando el portugués tomó sus riendas, y terminé sumándome a los cánticos de la hinchada blue a su mayor gloria. A la figura del sabio de Setúbal le debo que más adelante me quedase prendada por los colores del Inter, al que devolvió al Olimpo europeo tras lustros y lustros de sequía; y jamás he estado más orgullosa de ser madridista que con su heroísmo al timón de la nave blanca. Aún no se ha pirado y ya le estoy echando de menos, mecida por la melancolía de un fado hacia la saudade inevitable. En otras palabras, Mou de mi vida: te lo comía todo.

Muchos madridistas (O “madridistas disfrazados”, por usar la misma expresión que él) tienen la sensación de tener abundante información sobre su club, a veces creen tenerla toda, pero ello no equivale a estar bien informado. Bien sabéis que cualquier medio está dominado por la necesidad de hacerse oír cuando sus muchos competidores están en lo mismo, lo que les conduce a preocuparse más por encontrar una buena historia que por contar la puta verdad. La exageración es el camino principal, y la extremosidad el alternativo. El exceso ya no es un vicio, es una rutina. ¡Y el medio es el mensaje! Je, no deja de ser curioso que la sociedad de la comunicación adolezca de serios problemas de comunicación. Por eso os digo que no hay que mortificarse consumiendo la bazofia que nos sirven a diario y que es obligado seguir la luz que emana de Fans, la mejor unidad de élite contra el Mal que hayan visto mis hojos, porque vio Mou que era buena, por encima de entraduchas que parecen más bien pajillas de un farsero adolescente con su burbujeante lava de azufre cayéndole por las comisuras tras La Setmana Tràgica. No hay bastante helio en el cosmos para poder imitar sus voces. Puajjj.

En fin, como dijo aquel, vamos a morir todos. Bien. Vivir está sobrevalorado, qué coño. En lo fundamental, el miedo jamás se ha instalado en esta catalana que pelea la batalla en tierra hostil. Os pido, fansistas míos, que cuando la parca venga a mí incineréis la mitad de mi cuerpo y que las cenizas sean esparcidas por el Sephora de Alamada, Setúbal, y que la otra mitad sea flambeada con un buen tinto de Douro. No sé, un Quinta do Vale Meão 2009 estaría bien.

Spoiler: Lo que dijo la hija de Billy Beane al final del flin “Moneyball”: “Sigue fracasando así, papá”. A tu salud, minho querido Mou. Muito obrigada. Y hasta que la muerte nos separe.

Meritxell.

culo-iluminado copia 2

El día que lo cambia todo

OldTrafford1996
Lo que se dice bonito no es.

Entre las citas de Winston Churchill, que son todo un subgénero de microliteratura, hay una inusual, por futbolera y divertida. Le dijo el héroe británico a Alfonso Paso que los ingleses nunca podrían tener dos cosas: el Mediterráneo y «ese endiablado Real Madrid». Pues así es, que se jodan. La frase de Churchill refleja la frutración inglesa de no tener más Copas de Europa o Mundiales que nadie (básicamente por aislacionistas), pese a tener la Liga más antigua y bonita. El papel de equipo hegemónico mundial recayó, contra pronóstico, en un club español, el Real Mandril, que se ha mantenido en lo alto del Olimpo futbolístico pese haberse puesto muchos palos en sus propias ruedas. Hoy es el día para enderezar definitivamente el camino y emprender una era definitiva de dominio.

Y cuando digo dominio, me refiero no sólo a la forma (ganar), sino al fondo. A finales de los 90 se conquistaron tres Chempions, pero de aquella manera. Nunca hubo una comunión a todos los niveles del club, un proyecto en el que todos remaran sin dudar en la misma dirección. Lo más parecido a eso fue el año de la Novena, pero a la temporada siguiente ya se vio que Del Bosque no daba para crear una dinastía ganadora sólida. Ahora, con Mou, ha llegado la oportunidad dorada de tener un equipo que gana y -más importante- sigue ganando. La fuerza a batir, el club hegemónico, nuestra vocación eterna.

Para este objetivo, pasar la eliminatoria de hoy es fundamental, y es que la resistencia del «entorno» está cayendo con una facilidad pasmosa. Cualquiera que haya seguido un poco nuestros pestilentes medios deportivos habrá visto un cambio palpable en el tono usado al hablar del Madrid, deslizándose gradualmente hacia lo halagador e incluso lo elegíaco. No faltan los que dicen «no está tan claro que Mou se vaya a ir», cuando hasta antes de ayer lo daban por hecho. Esto me pone de muy mala leche, la verdad. Básicamente han seguido el modus operandi de toda su puñetera vida: si hay una mala racha del equipo, portadas de «Van a echar a fulano»; si el equipo carbura, portadas de «Fulano es la repera». No tienen informaciones internas ni una puta mierda, sólo filias, fobias, ventajismo y una cara de cemento armado.

Obviamente, si se pasa esta eliminatoria, la tendencia se va a acentuar. Y eso, pese al asco que nos dé la hipocresía periodística, es muy bueno, porque, por primera vez en los dos años y medio que lleva aquí, Mourinho va a poder trabajar en paz.  Eso puede convencerle de que quedarse vale la pena, sobre todo ahora que el trabajo más difícil está hecho y puede llegar una época de éxitos continuados. ¿Marcharse después de ganar la Décima a empezar en otro lugar de cero? ¿Por qué no encarar el reto de ganar varias Champions consecutivas? ¿Y por qué privarse del placer de ver a los que tanto lo han despreciado tragarse la propia mierda que le lanzaron en los años venideros? Si por el contrario no pasamos hoy, el escenario es más difícil de prever. Desde luego el ambiente será peor, porque así es nuestro puto entorno: no se valora el trabajo a largo plazo ni los cambios de tendencia, sino los resultados puntuales. Lo serio sería que Mou continuara, incluso cayendo en esta eliminatoria.

Del partido, poco os puedo decir. Creo que el Madrid es hoy por hoy mejor que el Manchester, y hasta las casas de apuestas, siempre conservadoras, nos dan favoritos por un estrecho margen. Pero el pase no está ni mucho menos asegurado, y el partido se puede decidir por detalles. Si mantenemos el nivel de juego y concentración actuales, tenemos muchísimas opciones de pasar, y después creo sinceramente que seríamos favoritos para el título. Al Dortmund aún le faltan algunos cms. de polla para eliminar a un Real Madrid, y cara-ciervo Heynckes no puede eliminar dos veces a Mourinho, es algo que va contra la lógica futbolística, que tiene un puñado de reglas que rara vez fallan. Lo que sí tenemos hoy asegurado son dos horas de intensa emoción e incertidumbre, una noche que será memorable pase lo que pase. Ojalá le demos otra vez la razón a Churchill.

La Porra Virtual estará abierta hasta las 20:45

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El Ciclo Artúrico de Mou – Capítulo II. La batalla de Manchester

batalla1

Habíamos dejado cabalgando hacia Manchester a sir Mou, sir Rolando, sir Úsil y sir Karino. En su camino penetraron en una profunda floresta, y allí encontraron sentado a un caballero todo armado en colores azul y granate, cuyo nombre era sir Xavier, aunque se le conocía como el Caballero dels Valors i la Humildat. Y tenía otro caballero a su lado, de tan baja estatura que apenas podia llegar a los estribos de un caballo. Estaban estos dos caballeros junto a dos pabellones de seda y cendal, también en azul y grana.

– Señores caballeros- dijo sir Xavier-. No pasaréis por este camino; pues justaréis conmigo, o seréis mis prisioneros. Pues bien semeja que sois caballeros de la Mesa Blanca, y habéis de saber que vuestro rey Floper es el peor enemigo de mi país, el Reino de los Campanarios, y nunca ha hecho cuenta de los auténticos valores de la caballería. Por ende, todos sus leales son mis enemigos también, y de necesidad tendremos batalla mortal.

– Dejadme a mí entender con él- dijo sir Rolando, sin duda el caballero de más merecimiento de cuantos vivían en aquella época, que nunca rehuía el peligro, sino antes lo buscaba por acrecentar su honra. Entonces con gran ira se partieron con sus caballos, y se juntaron como el trueno. Y quebró su lanza el Caballero dels Valors, y Rolando le atravesó ambos costados, con lo que se quebró también su lanza, y le quedó el trozo en el costado a su enemigo. Sin embargo, sir Xavier sacó su espada, y descargó muchos ansiosos golpes, y de gran fuerza, e hirió muy gravemente a Rolando. Pero a la postre sir Xavier, al cabo de hora y media, cayó desvanecido del caballo. Mas no era desmayo auténtico sino treta, con la que intentó ensartar a sir Rolando a traición, por donde tuvo éste gran irritación. Y por tal motivo, cuando volvió a tener a su merced a sir Xavier, le desenlazó el yelmo prestamente y le tajó la cabeza.

Toda esta batalla había observado en silencio el caballero de baja estatura, y así permaneció hasta que salió de su pabellón un escudero, de nombre Carajo, ya entrado en edad y que amaba muy bien el vino, quien así dijo: «Sabed bien que este es Messíndrome, Caballero de Bimbo, quien no gusta de hablar, pero es sin duda el caballero más peligroso de esta época y aun de todas las conocidas, pues tiene la fuerza de siete hombres, y en muchas justas se ha llevado el precio y la honra. Por donde mejor haríais dado vuelta, pues no tenéis gloria que ganar aquí, sino mucha vergüenza».

Enojose entonces mucho sir Rolando, y replicó: «Bien puedo decir que éste sir Messíndrome es muy falso caballero, y en muchas justas tuvo lo mejor por artes de hechicería y por el favor de reyes corruptos, que mucha afrenta han hecho a la noble orden de la caballería. Y esto probaré yo ahora por la fuerza de mis manos».

En esto enderezó hacia Messíndrome y los dos se juntaron con toda su fuerza, y ambos cayeron a tierra. Evitaron entonces sus caballos, se pusieron los escudos delante, sacaron las espadas, y comenzaron a darse graves golpes, ora aquí, ora allá, acosando, tirando tajos y estocadas, y arremetiéndose como dos jabalíes, el espacio de dos horas. Y a la postre hirió sir Rolando a sir Messíndrome encima del yelmo, de manera que cayó de bruces a tierra, y allí quedó sin sentido.

– Harto tiempo hemos perdido ya-, dijo entonces sir Mou.- Partamos hacia Manchester, pues no es esta nuestra principal querella. Hartas veces hemos sometido al Reino de los Campanarios, y me atrevo a decir que en adelante nadie osará llamar a Messíndrome caballero de mayor proeza que sir Rolando.- Lo que pareció bien a todos. Y mientras cabalgaban juntos toparon con Merlín, al que al punto reconocieron.

– ¿Adonde vais? -dijo Merlín.

– Al reino de Manchester a derrocar a sir Ferguson, con la ayuda de nuestro Señor.

– Haced por mi consejo y ganaréis gran honra en esta batalla.

– ¿Cómo debemos hacer?

– Señor —dijo Merlín—, ved de guardar siempre bien a sir Rolando, pues no estará perdida la esperanza muentras sea parte de vuestra compañía, así tengáis todas las llagas que os puedan caber. Tened también siempre cerca a Sir Jedira, a quien en breve enviaré en vuestro auxilio, pues él os protegerá en toda sazón, mejor que cualquier escudo hecho por hombre. Por último, mirad de mover a vuestros caballeros siempre mucho y bien, pues de otra manera no podréis romper la recia defensa mancuniana.

– En todo punto haremos como decís, y bien creo que pronto recuperaré el favor de mi señor Floper-, dijo Mou.

– Harto más grave es lo que está en juego-, respondió Merlín-, pues si no tenéis lo mejor en esta batalla seréis incapaces de retomar la demanda del Santo Grial. Sabed bien que muchos enemigos mortales acechan el reino de sir Floper, como sir Campílloris y Cebrianus, rey de Polanconia, y tan sólo el poder del santo cáliz le permitirá derrotarlos y ponerlos en vergüenza.

– Dinos, pues, cómo lo hallaremos, pues por la fe de mi cuerpo ése es nuestro mayor deseo.

– Muchas y muy cruentas batallas vendrán aun si triunfáis en Manchester. No fallezcáis, sino actuad siempre con  caballería, pues sólo los hombres de gran proeza y vida recta pueden completar la demanda. Allá donde vayáis buscad signos, prodigios… Cuando topéis con una esfera que lleve grabada la corona del rey Floper, sabréis que habéis hallado el cáliz. Pero estad bien avisados, aún deberéis hacer postrera batalla por él. Será ésta la más recia y cruenta de todas, y sólo si tenéis la victoria quedará acabado el Grial.

– Por nuestro señor Jesú Cristo-, dijo sir Mou, hago voto de tomar esta demanda, y no abandonarla por ninguna manera de guisa, sin importar cuán grandes sean los peligros que nos puedan venir.- Y otro tanto prometió el resto de la compañía. Con esto se partieron de Merlín, y esa noche durmieron en una ermita, donde tuvieron muy buena acogida. Al alba quebraron su ayuno, oyeron misa y reemprendieron la marcha. Al poco rato vieron una torre roja como el fuego, bien guarnecida de matacanes, y doblemente fosada. Y sobre la puerta de la torre colgaban cincuenta escudos de diversos colores, y a su pie había un hermoso prado. Era el noble castillo de Old Trafford, y en él se veían muchos caballeros y escuderos, cadalsos y pabellones, pues estaban ya apercibidos de la llegada de Sir Mou y sus buenos caballeros. Estaba en esa sazón sir Ferguson en la torre del castillo, mirando desde una ventana, cuando vio venir a los caballeros de la Mesa Blanca.

– Así Dios me ayude-, dijo sir Ferguson, aquí los tenemos ya. Y mandó tocar trompetas llamando al campo, por donde todos los caballeros se apercibieron para hacer batalla.

Estaba el grupo de Sir Mou debatiendo sobre si emprender su ataque cuando oyeron el trote de un caballo. Era sir Jerida, que había llegado hasta ellos apercibido por Merlín. E hicieron todos gran alegría de él, especialmente sir Karino, que también había sido sarraceno, pero ya había recibido el bautismo, por la gracia de Nuestro Señor. Y lo mismo había prometido hacer sir Jedira, una vez probara ser digno del sacramento.

– Muy bien venido sois en esta hora-, dijo sir Mou, pues bien semeja que batalla como ésta no ha habido en mucho tiempo.

Y respondió sir Jedira: «Mi brazo no os fallecerá, sino estaré con vos hasta mi último aliento. Y no ahorréis por mí, pues haré lo que pueda.»

– Bien dicho está eso-, replicó Mou. Y sin más, el grupo cruzó el puente que los separaba del castillo, fiándose a Dios. Moraban en Old Trafford por entonces muchos caballeros peligrosos, como sir Ferdinando, sir Van Persing y sir Ruhney, e incluso algunos traídos de la Asia por su gran proeza. Entonces se juntó cada parte con la otra, y cada hombre se aprestó en la mejor manera a hacer lo que podía. Entonces sir Rolando encontró con sir Ferdinando, y se derribaron uno a otro. Y acometieron sir Úsil y sir Jedira, y se encontraron con ellos sir Raphael y sir Ruhney, y allí se dieron tan fuertemente que sus lanzas se quebraron en trozos, y sus caballos cayeron de pechos a tierra. Y cada bando ayudó a sus caballeros a encabalgar otra vez.

Entonces sir Rolando tomó otra lanza y allí derribó a sir Van Persing, sir Garrick y sir Wallbeck. Y cuando su lanza se quebró echó mano de la espada y empezó a dar tajos a diestro y siniestro, haciendo tan grandes hechos de armas que era maravilla ver. Y hubo también fuerte batalla entre sir Karino y sir Raphael, pero en aquellos días sir Karino no llevaba vida recta, por donde su fuerza flaqueaba. Tanto era así que algunos lo llamaban por burla «le Blanchemains» («manos blancas»), por proceder de Francia y parecer poco recio en la batalla, pese a ser caballero de muy buenas virtudes. Y por sus faltas estuvo sir Karino varias veces cerca de ser puesto en lo peor, si bien sir Úsil y sir Jedira lo auxiliaron en toda sazón.  Así siguieron hasta hora de vísperas, sin que ninguno de los que miraban pudiese saber quién podía ganar la batalla, dándose estocadas y tajos unos a otros en todas las partes desnudas donde podían herir, de manera que la sangre les manaba hasta el suelo que era maravilla ver.

Y cuando era cercana la noche, por acuerdo de ambos bandos se otorgaron uno al otro descanso, e hicieron voto de volver a encontrarse el día de Santa Olivia, para hacer batalla a todo trance. Se retrajeron pues los hombres de sir Mou a una landa cercana, harto magullados y fatigados. «No fallezcáis», dijo Mou, «sino tened fe, pues bien creo que en la segunda batalla tendremos más y mejores hombres de armas, por donde venceremos y tendremos un honroso día sobre ellos.» Y con esto restañaron sus llagas como mejor pudieron y se retiraron a descansar, confiando en que la nueva batalla les traería la victoria.

Agradecimientos: Thomas Malory y Francisco Torres Olver.