Febrero del 2013. Las aguas bajan revueltas en el club más glorioso de la historia, el Real Mandril. Los resultados deportivos son irregulares, hay varios traidores en el vestuario y existen fuerten presiones de la prensa hostil (es decir toda) y de la masa zombi-pipera para destituir al entrenador. Florentino Pérez, presidente cuasi-vitalicio del Madrid, se siente cada vez más incómodo por una situación que amenaza con enturbiar su últimos años de mandato (contando con ser reelegido). Una mañana, mientras sopesa con aire grave estas cuestiones en el despacho presidencial, Floper recibe una llamada en su móvil.
– ¡José! Sí, tengo un momento, puedes subirte.
Cinco minutos después entra por la puerta el entrenador del primer equipo, la figura mesiánica y mítica de José Mourinho.
– Adelante, toma asiento. ¿Qué se te ofrece?
– Presi: Estoy hasta los cojones.
– ¡Pero qué me dices! A ver, ¿qué pasa ahora?
– ¿Qué pasa? Más bien qué no pasa, presi. Se lo advertí hace un año, que esto era una casa de putas, con perdón. Y ahora las putas se han descontrolado y son las dueñas del burdel.
– Por Dios, José, que no será para tanto.
– ¿Es que no ve los partidos, presi? ¿Usted cree que se puede salir con esa actitud, con esa indolencia? ¡¡Necesito 23 profesionales entregados a la causa al 100%, 365 días al año!!
– Ay, señor. No sé, José, el año pasado te di la cabeza da Valdano (y bien que me dolió), te he hecho manager general, pagué 35 millones por Modric (¡un suplente!) para cumplir tus deseos… ¿Qué más quieres?
– Aquí tengo una lista con los jugadores que no me valen para el proyecto.
– Pero… ¡¡estos nombres…!! ¿Sabes lo que dirían las portadas si echara a éste? ¡¡Que es un pilar de la Selección, por Dios!! Y no te imaginas las conexiones que tiene en prensa. ¿Tú quieres que me infarte?
– Con todos los respetos, eso no es mi problema.
– ¡¡Y esto otro!! ¡Pero si todo el mundo dice que es el mejor del mundo en su puesto! ¡Un hé-ro-e na-cio-nal! ¡Y con lo que ha ganado aquí! No puedo, no puedo.
– No se trata de si puede hacerlo, sino de si debe.
– A este otro de la lista yo también quiero echarlo, el problema es que no lo quiere nadie por su sueldo. Aunque a éste y a éste sí los puedo largar, siempre que alguien presente una oferta aceptable. En fin, déjame pensar todo esto, necesito algo de tiempo.
– Claro, el que quiera, ya sabe dónde estoy. Buenas tardes.
Tras salir Mourinho del despacho, Floper se queda preocupado, sin saber qué determinación tomar. ¿Será lo mejor prescindir del entrenador? Al fin y al cabo, eso pondría su cabeza a salvo y le garantizaría la tranquilidad en su cuarto mandato. ¿O sería más bien al contrario, y la destitución del Mou sería el primer paso hacia su propia caída? Las dudas carcomen al presidente. En ese momento vuelve a sonar su móvil, es un mensaje de whatsapp de un conocido periodista:
– A. Relaño: «Comida a las 2 en el txistu, no dejes de venir, muy importante.»
Floper duda: «Joer, no sé qué hacer, estos me van a pedir algo fijo. Bueno, si voy los tengo contentos, y si me piden alguna bacalada les digo que no y listo, que para eso soy el presidente del Madriz».
Florentino se presenta en el afamado mesón madrileño a la hora indicada. Para su sorpresa, los comensales que le esperan no son sólo de la redacción de As; también hay varios miembros de Marca. Además de Relaño, están allí P.P. San Martín, Roncero, Colino, Matallanas, Trueba, García Caridad, Bobito Gómez, Sánchez Flor, Palomar, Serrano… Ante tal panorama, Floper empieza a lamentar haber acudido. «Mierda, esto es una encerrona». A unos metros de allí se oye una acalorada conversación: «¡Ya te pago, joder! Venga, seiscientos, setecientos y ochocientos, listo. Y no quiero volver a verte en mi vida, cabrón». El autor de estas palabras se acerca a la mesa y se une al grupo, es Pipi Estrada. Relaño toma la palabra:
– Gracias por venir, presidente. Como ve, a esta comida hemos acudido representantes de los dos medios principales para buscar el mayor consenso posible. Nos gustaría normalizar las relaciones con el club de una vez por todas.
– Hombre, Alfredo, tú sabes que yo siempre estoy a favor de normalizar, ¡faltaría más! ¿Qué me propones?
– La paz, presidente, nada menos que la paz. Nosotros suavizamos nuestra línea editorial, facilitamos las cosas… y el Madrid también pone de su parte.
– ¿Y eso quiere decir…?
– Creo que está claro: Mourinho tiene que salir. Es un factor de discordia y tensión constante. Además, deportivamente ya no da más de sí, y los jugadores importantes no lo soportan.
– ¡Pero bueno, esto es un chantaje! -, replica Florentino. García Caridad carraspea e interviene:
– Esa palabra es muy fuerte, presidente. Nosotros sólo decimos que la marcha de Mourinho contribuiría a unas mejores relaciones entre el club y la prensa. Está claro que remando juntos llegaremos más lejos.- Relaño retoma:
– No respondas ahora, presidente, piénsalo con calma y te llamamos en unos días. Ahora vamos a hablar de esos batines con el escudo del Madrid que queremos sacar con el As la semana que viene…
Tras esta palabras, comienza el convite, consistente en una abundante selección de asados, que transcurre sin mayores incidentes. Carmen Colino trata de meter una cabeza de cochinillo entre dos rebanadas de pan, y Bobito Gómez rebaña bien los huesos. Todos los comensales riegan su comida con abundantes caldos. Algunos miran su móviles de reojo, esperando esas primicias y filtraciones que tan raras y caras se han hecho en la era Mourinho. Al acabar, todos se despiden cordialmente. Roncero, en vez de volver con Relaño al As, dicen que se toma el resto del día libre para irse con Manolete a tomar unos cacharros al Paf «y a lo que surja», guiñándole un ojo a su compañero de redacción.
Florentino regresa a su despacho presidencial y se sienta con aire cavilante. Tiene entre manos una decisión muy grave, que afectará a todo el futuro del club. Durante casi media hora, observa una foto de Bernabéu y no se le ocurre nada. «Ah, yo actuaría con libertad, pero… ¿y las elecciones? No se puede dejar el club en manos de aventureros, no, no… Además, esas bajas que me ha pedido Mou… no quiero ni pensar en las reacciones. ¿Pero si lo echo a él, a quién traigo? ¿Qué pasa si el año que viene estamos a 10 puntos del Barsa en Diciembre, tendría que salir en globo? ¡¡Ah, decisiones, decisiones!!» Pero tras un largo rato, el presidente por fin adopta una resolución:
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