Por Civ.
Mourinho tenía a su disposición todo el plantel sin problemas físicos ni de otro percal que alterasen sus planes. El mariscal Tito, por su parte, tuvo que inventar a base de bien para confeccionar su equipo titular. Sin Puyol ni Piqué (más la posterior lesión de Alves) terminó colocando a Adriano, un interior re-reconvertido, como central acompañante de Mascherano, que dicho sea de paso también es un centrocampista reciclado. Como se ha dicho antes, la ocasión era perfecta para machacar. Sacamos el que podría llamarse once de gala, es decir, el mismo que hace seis meses sentenció la Liga en este mismo escenario, con la única excepción de Marcelo en lugar de Coentrao, pienso yo que por una cuestión de respectivos momentos de forma. Descartado el trivote se jugó con el doble mediocentro más Özil de enganche. Era en esa posición, la mediapunta, donde podían albergarse más dudas, ya que Modric está prácticamente aún en pretemporada y Kaká, en fin, es Kaká. Por ello podría decirse que la elección del alemán fue por defecto, y no por exceso. Arriba, el gran momento de Karim hizo que, rompiendo la rotación, se mantuviera dos partidos seguidos de inicio, en perjuicio de Higuaín. Mucho se ha debatido sobre este tema, pero creo que Mou lo dejó claro ayer: Benzema es su nueve titular.
El clásico siguió la costumbre de los últimos, y el primer segmento de partido (diríase 25-30’) fue de una superioridad neta del Madrid. No hizo falta esta vez una presión tan asfixiante como en otras ocasiones. Simplemente la colocación del equipo sobre el tapete rozaba la perfección táctica. No me vengan con la engañosa posesión, en un momento dado, en faltas, estábamos 6 o 7 suyas contra una nuestra, acabando el primer tiempo con el doble de infracciones cometidas por los azulgranas. Eso refleja que el Madrid estaba bien situado para recuperar balones y lanzar rápidas transiciones en ataque, mientras que el Barcelona llegaba tarde. Contrastando con la escasez rival en llegadas, el Madrid antes del gol ya se había acercado con cierto peligro un par de veces: un remate fuera (fuerísima) de Benzema en inmejorable posición y un cabezazo de Ramos en un córner que se marchó por poco. Xabi tenía el mando del partido, tanto para ser el primer defensor como para iniciar la jugada de ataque, escudado como siempre en Khedira. Di María, Benzema y Cristiano daban problemas con sus apariciones. Sólo Özil parecía algo fuera del encuentro, en relación a sus compañeros.
El primer gol del partido, obra de Cristiano, fue consecuencia de este control. Al contrario de lo que muchos preveían, es decir, que el Madrid sólo era capaz de marcar a la contra o a balón parado, el tanto vino en una jugada elaborada, magnífica, demostrando al mundo lo que es el toque si le añade el plus necesario de verticalidad. La culminación estuvo en un genial movimiento de giro sobre sí mismo de Benzema, al estilo del partido ante el City, con último pase para Ronaldo, quien definió de tiro raso y pegado al palo. 0-1 y sexto partido consecutivo con gol al Barcelona, así como quinto seguido en el que marca en el Camp Nou. El tanto dejó tocadísimos a los locales, y aquí fue donde el Madrid tuvo el partido y lo dejó escapar. Benzema, completamente solo (como en el remate anterior, habría tenido tiempo de controlar) disparó de primeras, rematadamente mal, para que la pelota se marchara al palo y Di María, en el posterior rechace, tampoco acertase. De nuevo les habíamos perdonado la vida, y si en la Supercopa Higuaín se comió muchas oportunidades claras, en este caso sería injusto no señalar a Benzema. De Karim se podría decir que si bien es cierto que da muestra sobradas de clase, como en la asistencia a C.Ronaldo, en las dos situaciones de gol claras que tuvo para resolver lo hizo de forma espantosa. Para mí, como para el entrenador, sigue siendo el delantero titular, pero a un 9 madridista se le ha de pedir no ya la quimera de anotar cada disparo que tenga, pero sí un buen porcentaje de definición.
Los dioses del fútbol, como los de cualquier otra cosmología, son muy dados a los castigos irónicos, y el Barça anotó en el primer acercamiento serio del que dispuso. Es algo lógico, por otro lado: un equipo se ve medio muerto, y al encontrarse con su pena capital condonada, inevitablemente se rehace. El tanto del empate fue un fallo en cadena. Marcelo estuvo blando en la defensa de su banda, ante Pedro. El centro posterior vio una descoordinación defensiva en el salto de Pepe (una pena, pues su partido estaba siendo muy acertado, como de costumbre, cortando un par de balones peligrosos), que impidió un intento de salida de Casillas para mandar sobre su área chica que, francamente, dudo que se hubiese producido. El balón llegó llovido para Messi, quien firmó el empate llegando desde atrás con un remate a bocajarro. El tanto dejó tocados a los nuestros, que pese al hecho habitual últimamente de encajar gol en el primer disparo a puerta no terminan de acostumbrarse. Hasta el descanso no volvimos a recuperar el tono que se había visto al principio.

En la segunda parte podía esperarse que tras la charla táctica motivacional las cosas fuesen distintas, pero pese a algún intento de llegada se veía que no era así. Empezábamos a llegar tarde, a perder todos los rechaces y balones divididos. La estadística de faltas se igualaba, y de falta fue como lograron marcar los culandras. 2-1 de Messi ante una barrera escrupulosamente colocada (en la perspectiva del lanzador), a diferencia de las que lanzó C.Ronaldo en la meta opuesta. Casillas, del que destaco que no hizo una sola parada en todo el partido (cosa cuando menos insólita), encajaba otro tanto a balón parado, su peor pesadilla (y la nuestra). En su descargo debe decirse que no entró por su palo, pudiendo considerarse más acierto del delantero. Por suerte, pasados cinco minutos (66 de partido) empatamos en una veloz acción con genial pase ganador de Özil para C.Ronaldo, quien batió de primeras a Valdés. Primer doblete en su carrera ante el Barça, así como primer madridista en hacer dos goles en el antro culerdo desde Van Nistelrooy. El luso estaba tocado por el esguince en el hombro que le provocó una mala caída minutos antes, y terminó el encuentro con el brazo izquierdo inmóvil. Antes había llegado el primer cambio, Benzema por Higuaín, quien en general, salvo en un disparo que rechazó Valdés, pasó desapercibido. Lo mismo aplicable al cambio posterior, Özil-Kaká.
Los blancos, quizá por las visicitudes acaecidas durante el encuentro, empezaron a ver el empate como una buena salida. Yo comparto esa visión, pues perder este partido habría sido moralmente devastador. El problema es que los barcelonistas lo notaron también, sobre todo con el último cambio de Essien por Di María, y se lanzaron en los instantes finales a por la victoria. La tuvieron en su mano con un lanzamiento al travesaño de Montoya (¡este serie B culé ha estado a punto de decidir dos clásicos en el 90’!) y un disparo fuera de Pedro. No hubo tiempo para más, y todos respiramos con una mezcla entre alivio, resignación y agotamiento por las emociones vividas. Nota para el arbitraje: la designación de Delgado Ferreiro significaba que por primera vez en muchos años un árbitro que no era internacional juzgaría un partido entre Madrid y Barcelona, con el consiguiente recelo por las dos partes. Pese a esto, pienso que estuvo bien en líneas generales. Estudiado su historial, nunca nos había perjudicado escandalosamente, y se puede decir que siguió esta misma línea. Barrió para casa a la hora de interpretar qué faltas eran merecedoras de amarillas y pecó del proteccionismo habitual cuando los jugadores culandras, en especial Messi, iban al suelo. Es espectacular la cantidad de faltas que no son que se le pitan al argentino. En cuanto a las áreas hubo dos posibles penaltis, francamente ninguno me parece nítido: El primero de Mascherano sobre Özil puede ser penalti claro o nada en absoluto según cambie el ángulo de la toma televisiva y el segundo es un piscinazo de tomo y lomo de Iniesta, una vez Pepe ya había llegado antes tocando el balón. El propio Pepe, haciendo uso del coraje que le caracteriza, tildó de “teatreros” a los jugadores culés, nada que no fuese vox pópuli, lo que no ha evitado la indignación de la canallesca.
Conclusiones: Sensaciones encontradas, pero algunas certezas a destacar. Somos mejores que el Barcelona, eso creo que empieza a ser una evidencia, pero no lo demostramos. No sé por qué sobreviene cierto conformismo cuando tenemos oportunidad de hundirlos con una victoria clara y acabamos perdonando de forma casi infantil. El año pasado hablábamos de que nos tenían comida la moral y quizá todavía perdure algo de eso. O quizá sea simplemente falta de instinto matador en nuestros hombres de ataque (con la obvia excepción de Cristiano). Pero bueno, el empate es un hecho, hemos roto la artificial racha de victorias de Vilanova y ahora sólo nos queda seguir peleando. Quien piense que el -8 nos descarta o nos convida definitivamente a luchar por otros objetivos está muy equivocado; sólo se lleva jugado un 18% de campeonato, menos de la cuarta parte, y aunque el Barcelona pueda considerarse acreedor de cierto favoritismo extra que no tenía al comenzar el torneo, esto aún va a dar muchas vueltas. Ahora viene el parón FIFA, del cual pienso que nos perjudica bastante, ya que estábamos alcanzando un nivel casi imparable, pero esto es una carrera de fondo y lo que cuenta es resistir para llegar bien colocado al sprint final.
Civ. edita El Cuarto Tiempo.
– Mierdalona: 2 (El retrasado)
– Real Madriz: 2 (El crack).
Incidencias: Ganado ovino en la grada portando extraños trapos. Se echó en falta la utilización de gas sarín.
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