El futuro se nos echa encima

Por Custer

Entiendo que en estos días, Gagá, aproveche la Monoley para deshacerse de una vez por todas del Negreirato que parece definitivamente condenado a muerte porque La Limpia en el arbitraje ya se está produciendo (por presiones políticas) y solo queda lo de Mediapro, propiedad del accionista del Barça, Roures, que no sabemos en qué acabará cuando es lo más importante junto con el cierre definitivo de El Chiringuito y el despido fulminante de sus nefastos colaboradores. Como “lo esencial” no se producirá y la covacha seguirá viviendo del cuento creo que lo sensato sería ir pensando ya en el Madrid del Futuro que, para empezar, no debe tener a don Carlo de entrenador. Su tiempo pasó. City lo sepultó. Adiós, amigo.

Y pongo sobre la mesa que graciosamente nos brinda El Socio nombres. Y lo hago de manera gratuita para que luego, Despachos, valore sus fichajes. Estos son los jugadores que deben formar el Madrid del Futuro en mi modestísima opinión. Lateralios, el izquierdo ya está fichado, Fran García, muy baratito. Es una pena que Mendy haya demostrado ser un completo inútil por tanto, para los lateralios izquierdo y derecho habrá que mirar a la cantera y que luego sea lo que Dios quiera porque lo que viene ahora es el centrolcampo, la sala de máquinas, y a partir de ahí todo es carísimo.

Nombres: Bellingham y Nico Barella, son los mejores. Bellingham parece “apalabrado” y ya veremos qué hace Barella en la Final con los BEPS. Su fichaje es muy complicado, tiene contrato con el Inter, igual no puede hacerse en verano pero Nico debe estar “en agenda”. Por ahí anda también un chaval, Matheus Nunes, un portuguesito que no podemos dejar que se pudra en La Premier y al que también pretende el Liverpool. Algo habrá visto el Payaso Klooop en él. Al loro pues con el tal Nunes.

La delantera es esencial y el canon en una posición tan vital se encuentra bien definido: Victor Osimhen, la Tuneladora del Napoli, en primer lugar; Dušan Vlahović, más factible; y por último Richarlison, gran delantero como ha demostrado en el Mundial y que sería muy interesante tenerlo junto a Endrick para convertir al Madrid en el Brasil de Europa.

Personalmente me conformaba con tres nombres: Bellingham, Barella y Osimhen. Sería cambiar al Madrid que hoy conocemos 180 grados. Y por supuesto con un entrenador del siglo XXI porque don Carlo ya está para defender los derechos civiles de los negros en la ONU y sus ratos libres pasarlos con la Selección de Brasil. ¿Mis ideas serán nuevamente ninguneadas? Al cien por cien seguro de ello. Fijo. Pero más no puedo hacer.

La undécima del basket es la decimocuarta del fútbol

https://youtu.be/1HK_4E3OQcs

Sí, bueno, ¿no? Ya sé que queréis que hable de un partido de fútbol absolutamente intrascendente, de la España ultramontana y de otras cosas que hunden el espíritu humano en el fango, pero yo prefiero dedicarme a la noticia importante del día. Mientras muchos dizque madridistas se dedicaban a ver a Gayolá, Huevo Duro, el hijo malo de Kluivert y no sé quién cojones más, en Kaunas el otro Madrid se dedicaba a escribir una nueva página de la leyenda. Y las leyendas, claro, no suelen tratar de un tipo que llega, arrasa con todos sus enemigos y para la hora de la cena está viendo las noticias en pantuflas; no, el viaje del héroe requiere frisar con el fracaso, mirarle a los ojos, olerle el aliento, besar el barro, levantarse, pensar que sólo te da para tenerte en pie, revolverte sin saber cómo y, a veces, ganar.

La final de Kaunas se recordará por sus últimos dos minutos, pero es uno de esos partidos que vale la pena ver entero, pues fue un duelo baloncestístico francamente interesante, cuyo desarrollo de ninguna forma permitía presagiar su desenlace. Baste decir que el Madrid sólo estuvo por delante apenas un par de minutos de los 40, y que, aunque el marcador estuvo bastante parejo casi todo el partido, las sensaciones transmitidas por ambos equipos eran muy dispares: en ataque, el Oly movía el balón fantásticamente, logrando que muchas ocasiones sus hombres exteriores quedaran más solos que un divorciado sin custodia, para poder ensayar el triple a placer. En defensa, defendían la zona como a una doncella virgen, muchas veces dejando al Madrid el único recurso de tirar triples sobre la bocina. El juego del Madrid era mucho menos fluido, y a veces parecía que nos habíamos atascado irremediablemente, con dos, tres, cuatro posesiones en las que no anotábamos. Únicamente una defensa interior comparable a la de los griegos (y algo de suerte) nos mantuvo en el partido.

Aunque sería injusto decir que el ataque madridisa fue caótico, sí resultó mucho más ecléctico que el de Oly: no había un Vezenkov al que pasársela para resolver ni un Canaan que hiciera el truco del enano, había que buscarse las habichuelas en cada jugada; prácticamente no hubo dos canastas iguales. Una vez anotaba Musa, otra Goss, otra Causseur, otra Tavares… de hecho anotaron todos los jugadores madridistas que pisaron la cancha, circunstancia insólita. ¿Y cuántos bases tiene el Madrid? ¿Cuatro, cinco? Parece que casi cualquier «bajo» puede subir la pelota, pero todo el mundo sabía que en «lo gordo» la dirección sería del Chacho, por el simple hecho de que juega estos partidos como si estuviera en el garaje de su casa; en otras palabras, es un jerarca. Las últimas posesiones son ya material de leyenda, pese a haber transcurrido sólo unas horas: después de un partido entero en el que parecía imposible recortar esa distancia de 4-7 puntos, de repente estábamos a cuatro con posesión. Llegó entonces el momento crucial del encuentro y del año, con una canasta mucho más complicada que la (muy meritoria) de Llull: asumiendo toda la responsabilidad, Chacho clavó un triple de máxima dificultad -facilitado por el bloqueo de Tavares- que destruyó mentalmente a Olympiakós. El resto fue el Real Madrid haciendo de Real Madrid. Cuando todo acabó, nos enteramos cómo es la bandera de Cabo Verde, algunos hijos de jugadores pudieron estar en el podio, y Rudy y Lull levantaron la Copa al alimón. Todo muy bonito.

La Undécima Copa de Europa mete al Madrid de basket en el territorio de «es una salvajada ganar tanto». Imposible decir si es la mejor de todas, pero indudablemente sí de la era post-Lolo, por todo lo que la ha rodeado: la precaria situación del técnico, la sensación crepuscular, la relativa frialdad de la afición y una persistente irregularidad que, increíblemente, se terminó en el momento en que la frustración tras la segunda derrota contra el Partizan desencadenó aquella ya memorable tangana; a veces se necesita tocar fondo para empezar a plantar cara a la vida. Por supuesto, el título lo cambia todo: Scariolo seguirá su modesto periplo en la Virtus y Mateo, aunque no tendrá carta blanca, se verá imbuido de la autoridad incontestable concedida por este éxito (Y sí, Laso, lo sentimos mucho, pero las dos veces anteriores que ganamos al Barça en semis palmamos en la final). Además, como las conversaciones con Durant están atascadas y Doncic dice que quiere esperar un par de años más antes de volver, contaremos con los refuerzos de Campazzo y Hernangómez, que no están nada mal.

Un día memorable para la historia madridista que se agrandará en el tiempo, gracias a hacer nuevamente lo que nadie más ha descubierto cómo hacer. Un club, 25 Copas de Europa.

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Y en otro orden de cosas…

Me niego a hablar del partido de ayer en Mestalla, en cuanto a lo estrictamente futbolístico. Considero que ponerse a ver un partido de liga en el que no había absolutamente nada en juego -incluso aunque la otra sección no estuviera jugándose nada menos un cetro europeo- responde únicamente a un yonkismo futbolístico que nada tiene de sano, cuando hay otras mil cosas productivas que pueden hacerse con dos horas de la vida. Se jugó y palmamos por un gol, mu bien, es todo lo que necesito saber.

Respecto a «lo otro», voy a dar una opinión que será algo impopular, pero a estas alturas de la vida ya ves tú… Hay una persecución a Vinicius, es evidente, pero qe se trate de un tema de racismo propiamente dicho… es harina de otro costal. Digamos que los rivales han encontrado una buena forma de descentrar al jugador y al equipo, y estos últimos están haciéndoles el juego cada vez más. Adelantándme a vuestras reservas:

– No, no es fácil distinguir cuánta gente concreta profiere insultos racistas y cuánta insultos «normales».
– No pienso que la LFP sea indiferente al tema del racismo. Es más, a veces existe una hipersensibilidad al respecto y, por qué no decirlo, un postureo ante un «problema» un tanto ficticio para personajes que se embolsan sueldos multimillonarios y llevan trenes de vida impensables para el común de los mortales.
– Abundando en lo anterior, existen protocolos para estos casos que, a poco que el club presione y con algo de suerte, derivarán en sanciones. No creo que Tebas esté haciendo dejación de funciones en estos casos.
– Si bien la campaña general contra Vinicius es despreciable, como decía Nord ayer el brasileño haría bien en tomar notas del libro de Cristiano Ronaldo. Si deja que estas cosas lo descentren en exceso, quizá no es tan crack como piensa. Y desde luego, si por eso quiere irse del club, está en su derecho pero se equivocará gravemente; no sería el primero ni el último que descubre el frío glacial que hace fuera del Bernabéu. En la liga hay «insultos racistas», en la Premier se arrodillan… sinceramente, no sé si es un cambio a mejor.

Y lo dejo ahí porque es un tema que me hastía un tanto, al igual que el victimismo que lo rodea, especialmente el que se retroalimenta en twitter. Somos campeones de Europa tras uno de los torneo más memorables de la historia; uno diría que es suficiente tema de conversación para varios días, pero por supuesto el 80% de los comentarios versarán sobre «lo otro». Pues nada, a disfrutarlos.

Los chicos del basket

https://youtu.be/ISU_JEe2R9A

Objetivamente hablando, no hay ninguna razón por la que el basket no pueda ser en España igual de popular que el fútbol. El concepto básico es el mismo: dos grupos de mastuerzos pugnando por meter una pelota en un hueco, rectangular y grande en un caso, redondo y pequeño en el otro. De hecho, en los 80 y 90 el basket parecía amenazar esa hergemonía futbolera, hasta que Prisa decidió arrancarlo de la televisión pública para engordar su infecto Canal Plus. La ACB aceptó gustosa el dinero rápido y fácil, sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte: una década después el baloncesto había revertido a su condición de deporte minoritario, relegado por un fútbol al que una repentina lluvia de millones permitió aquella breve fantasía de «La liga de las estrellas».

Así, la vida del baloncestista que juega en Europa resulta paradójica: es deportista de élite, pero raramente famoso; gana mucho dinero, pero cantidades incomparables a un futbolista (menos si eres una rata montenegrina que traiciona al equipo que lo formó); y practica el mejor baloncesto a este lado de la NBA, pero sin armar nunca demasiado ruido. Todo esto se cumple especialmente en los jugadores del Madrid, que si bien están mejor que la inmensa mayoría de homólogos de la ACB, se encuentran siempre eclipsados por la sombra de sus compañeros de escudo futbolísticos; el merengue que sigue el balompié, ejemplar generalmente muy gañán, raramente se interesa por el equipo de basket, aunque si pasáramos a la NBA se convertiría en fan instantáneo. Cuando ganamos una Champions, se arma la marimorena; cuando ganamos una Euroliga, la mayoría de simpatizantes se limita a decir «ah, qué bien».


Incondicionales en Kaunas, timados para pagar una entrada de 450 €.

Y así están los canasteros blancos, obligados a ganar un título con no menos dificultad que una Champions, pero con veinte veces menos repercusión. Sin embargo, es imposible negar el descomunal mérito de la conocida sempiternamente como «la sección», que con un presupuesto notablemente limitado, muy lejos de las plantillas estelares que dirigieron Ferrándiz y Lolo, ha conseguido un hueco permanente entre los cuatro mejores del continente. Lo de ayer no deja de ser uno de tantos milagros, no muy distinto de los realizados en fútbol, exprimiendo al límite la vida útil de las viejas estrellas, recuperando a jugadores como Tavares que parecían perdidos para la causa y formando a otros (Campazzo, Yabusele) de los que algunos se reían hasta que dejaron de reírse. Incluso un Randolph que aún lleva una rodilla colgando contribuyó a derrotar el enésimo proyecto culé regado de millones que no tienen, buena parte de ellos para pagar a la mencionada rata. Si Chusma sale reforzado de ayer, Josequevicio queda tocadísimo. Un entrenador que parecía iba a revolucionar el equipo, por su carácter e indudable compromiso culero, y que al final se va a quedar en un simple gritón con muy mala gestión de las crisis. Otro plan infalible que acaba en hostia morrocotuda.

Quiero destacar la figura de Hezonja, un tipo que ejemplifica como nadie el aspecto que para mí debería tener un deportista: planta impecable, piel libre de tatus, ni un pelo fuera de sitio; parece un estudiante de Empresariales que se está pagando la carrera jugando al basket. Y lo destaco a él para incidir en que si el deporte profesional no puede generar tipos que sean un buen modelo para los jóvenes, entonces sólo sirve para embrutecer a la masa. Los Correas, Poiriers y Decks de la vida degradan el profesionalismo, mientras que un tipo como Hejonza (que además, claro, es un gran jugador) lo dignifica.

El Olympiakós es quizá lo más parecido que queda en la competición a los expulsados rusos, un equipo duro y serio. Comandado por un viejo conocido como Bartzokas, va camino de una temporada perfecta en Grecia, ganando todos los partidos de Liga y Copa. En Euroliga no le ha ido tan bien, con 12 derrotas, por lo que hay forma de meterles mano. El reto para el Madrid es sobre todo mental, tras perder las dos finales anteriores en que eliminó al Barsa en semis, pero no parece algo fuera del alcance de este grupo, pergeñador de milagros que al día siguiente se ventilan con tres minutos escasos en los noticieros.

La caidita de City

Rappol

El niño caprichoso que todavía sobrevive en mí me pide la cabeza de Carlo, el culo de Guardiola y el cuerpo de Camavinga. Me pide la gloria, el milagro y … le digo que mejor, huevos con bacon y buen café para desayunar mañana. En bandeja, por supuesto. Y de postre frutos rojos y una mamada. Porque, afortunadamente, ahora soy un señor mayor caprichoso. Los niños caprichosos vociferan, temblequean y rabian como indios electrocutados involuntariamente sobre el techo de un tren hasta que se dan cuenta de que, de repente, hay algo mejor, más muelle… seguir cayendo por la cascada.

Si el mundo son matemáticas, el fútbol son matemáticas. Matemáticas y azar —no estoy hablando del primo belga del Barón Karkonnen—; y la estadística son las matemáticas, por ejemplo, de los pollos y del dinero. Los años a cero se compensan en la serie con rachas como la pasada recientemente por el Real Madrid en Europa (y la consideraremos como pasada porque el estiramiento de la Gran Generación de Las Leyendas ha llegado, finalmente, hasta el Etihad; lo que no significa necesariamente que un equipo remozado en un par de años pueda… ¿para qué calentarse la cabeza con esto?). Y la estadística dice que, con los años, hasta Julio Iglesias acaba metiéndola menos. Mucho menos. Y al final muere. El Real Madrid de las 5 de 10, 3 sin sacarla, murió también. Y nos deja algunos buenos inseminadores y a los Hijos de Pelé.

Lo que pasó fue muy sencillo. BEP, con un equipo en la misma plenitud que aquel que se lo folló en Munich años ha, adoptó el rol de activo (BEP no, su equipo en plenitud) y transfiguró el rocanrol bumerán del imbécil de Miguel Ríos para tomarse cumplida venganza. Aparte, matices millonarios y de cambios de siglas, geografía, idioma, cultura, elásticas y parafernalia sexual, el City (el City, el Manchester City, nótese la pobreza estética) cayó sobre el Real Madrid como parece que caerán los peñascos de la montaña sobre el bello pueblecito de Brienz, Suiza; como la molicie destruye a la belleza, la estadística a la poesía y los best-sellers a Evan Dara. Como una brutalidad adinerada, como matemáticas estadísticas del pollo que te tomarás. Un colocón de los de Nacho Vidal para hacerse pajas. Enhorabuena, BEP. Señor Rio Ferdinand.

No sé cuánto le quedará a Florentino de niño caprichoso, de adulto caprichoso o de señor mayor caprichoso. Sí que éso determinará cómo será el verano, qué se marchará y qué se quedará en este nuevo ciclo que aún está por florecer para quedarse con el viñedo. Lo que de todo ello resulte, será el fin de su carrera musical. Son tan difíciles las ambiciones demasiado compartidas, diga lo que diga la estadística, que apostaría a que hará lo que le salga de los cojones, ya muy colgantes. Cojones que no pueden ser globos, porque son empacho de gloria, triunfo y vidas cinceladas ante un espejo. Y el espejo de Florentino es Bernabéu.

En definitiva, el Real Madrid está en manos de las matemáticas, la estadística, el azar y Florentino. Las jerarquías y la esencia. Los cojones colgantes. Florentino estirará el chicle un año más, pero traerá tres fichajes. Uno de campanillas y dos ya contrastados. 350 millones.

Nada, que no termino de quitarme al niño caprichoso de encima…

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El curioso

Anoche pasó lo que podía pasar: un club con una plantilla formada a base de invertir miles de millones, que juega en la liga más competitiva del mundo y que ha apostado por un entrenador y su equipo durante 6 años consecutivos, ha logrado alcanzar su segunda final de Champions.

Podía haber sucedido perfectamente el año pasado pero la guerra de guerrillas del Madrid tumbó al todopoderoso ejército napoleónico del City. No vieron venir nuestras escaramuzas, los degollamos y nos quedamos con el botín.

Todavía les queda un paso porque ganar la Champions no es fácil ni siquiera siendo el mejor equipo.

Al Madrid hay que reconocerle la gallardía y la inteligencia de seguir dando batalla en inferioridad económica desde hace casi una década. Vivimos en un país de segunda división -al menos económicamente hablando- y no contamos con estados que inyectan fondos ingentes. Pese a todo ello el club ha ido buscando alternativas y los resultados vistos con perspectiva son mejores de lo que se podía esperar.

Dejar de ganar aquellas Champions en las que teníamos a Ronaldo el Fuerte, Figo, Raúl, Zidane y compañía era un dolor. Ganar la del año pasado fue un milagro, del que este curso no hemos estado tan lejos.

No os hagáis muchas pajas con el entrenador, ese no es el problema ni va a ser la solución a nada. El City de estos 6 años con ese nivel de inversión y de paciencia hubiera conquistado Premiers y Champions entrenado por [BEP], por Wenger o por Pellegrini.

El Madrid ha cerrado una temporada razonable con una mancha en la Liga, de la que no es 100% responsable, también hay que apuntarlo. Empezaba el curso con un 9 Balón de Oro que venía de su mejor temporada y que por edad podía declinar algo en rendimiento aunque nadie podía suponer que tanto. Sería muy bonito tener -por ejemplo- a Julián Álvarez de reserva como lo tenía el City para Haaland pero no tenemos dinero para hacer eso con todos los puestos decisivos.

Tenemos unos cuantos jugadores que deberán ser la estructura del Madrid durante los próximos años: Courtois, Militao, Camavinga, Tchouameni, Vinicius, Valverde y Rodrygo. Unos complementos a los que les queda algo de recorrido como Alaba o Rudiger y algunos veteranos que pueden echar una mano durante el curso como Kroos, Modric, Benzema y Nacho, de los que solo el alemán -bien acompañado- podría seguir siendo protagonista.

Hay que ir renovando en la medida de nuestras posibilidades económicas y poner más foco en la Liga de lo que se ha hecho este año, aunque aquí contemos con el hándicap del sistema entero -Arbitros, VAR, Federación y Prensa- trabajando en nuestra contra. Sustituir a Benzema es lo más complicado porque no abundan los 9 top en el mercado y nuestros recursos no son los del PSG, City, United ni Chelsea.

Y pelear por estar en la pomada de la Champions, recordando lo que solemos olvidar siempre: que es jodidamente difícil de ganar y todavía más el hacerlo con frecuencia. No hay que demoler el estadio cada año que no se gana sino aprender, mejorar y ser realistas.

Nota al margen: el antimadridismo en pleno exaltará la mítica victoria de [BEP] el humilde y señalará todos nuestros males recomendando tirar el estadio, cambiar por completo la plantilla, quemar vivos al entrenador y la directiva en un auto de fe y algunas cosas más. La realidad es que estos 2 últimos años con todo este tinglado hemos ganado: – 1 Champions – 1 Liga – 1 Copa del Rey – 1 Supercopa de Europa – 1 Supercopa de España – 1 Mundial de Clubes Además lo hemos hecho renovando paulatinamente la plantilla, manteniendo la estabilidad presupuestaria y renovando completamente el estadio. Afortunadamente los que dirigen el club -por ahora- no son presa fácil del antimadridismo ni del todomalismo.

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– BEPcester Shitty: 4
– Real Viejid: 0

La BEPfinal

Es cierto que cada 3 o 4 años se producen partidos llamados «del siglo», la mayoría de los cuales, analizados con frialdad, se quedan lejos de merecer ese calificativo. Quizá los de la eliminatoria del Madrid de Mou contra el Barsa de BEP sí fueron acreedores a él, y seguramente alguno de los protagonizados por el Madrid en el último lustro también. No obstante, habría que hacer mucha memoria para recordar un encuentro que haya creado tanta expectación como el de esta noche, en el cual se enfrenta el Real Madrid legendario -mezclando a sus viejos jerarcas con los jóvenes pujantes- y el Manchester Shitty de BEP, obra laboriosamente cincelada a lo largo de años a base de millones (muchos millones), grititos e infinitas líneas en una pizarra blanca.

Esta colisión de filosofías tan opuestas siempre es interesante, pero en esta ocasión todo es mucho más dramático por haberse dotado el Shitty de un arma de destrucción masiva que casi garantiza el aniquilamiento del rival o, como mal menor la destrucción mutua asegurada. Hablamos del noruego altote y excesivamente concentrado, que en su mente sólo procesa porterías de fútbol y un par de placeres hedonistas muy básicos. Así pues, todos quieren saber ver si el supercampeón que ha superado todas las pruebas posibles podrá contra una máquina de guerra aparentemente perfecta. Tuvimos parte de la respuesta el pasado miércoles, cuando el Shitty estuvo mentalmente fuera casi todo el partido, pero ahora hay una segunda ronda en la que pueden corregir esa debilidad o definitivamente caer en la trampa psicológica del Madrid. Las casas de apuestas y los analistos opinan que esta vez los balncos no saldrán vivos, pero ya se sabe que la diferencia entre teoría y práctica en el fútbol se mide en decenas de Copas de Europa.

Carlo Ancelotti, entrenador controvertido donde los haya, se tomó la molestia de escribir o dictar un libro sobre su estilo futbolístico, al que llama «árbol de Navidad», así que no debería ser muy difícil analizar las claves de su juego. Claro que si tiene cuatro cacerolas probablemente se deba mucho menos a ese dibujo que a ser capaz de coger un equipo de campeones y sacarles su máximo rendimiento deportivo-emocional; seguramente por eso rinda mejor en un Madrid o un Milan que en un Everton o PSG, equipos cuyos jugadores no se ajustan a esa definición de «campeones». BEP por su parte ha juntado un (ultracarísimo) grupo muy ganador, pero aún no son «campeones». La duda es saber si se producirá esa transmutación de piedra filosofal.

Debido al empate de la ida y a la (acertada) eliminación del valor doble de los goles, el partido es una final a todos los efectos, excepto porque el ganador no recibirá un recopón, «trámite» que presuntamente se cumplimentará en el verdadero partido final (aunque ojete…). En otras palabras, el que gane hoy por cualquier diferencia pasa, y los empates nos llevarán a los círculos infernales concéntricos de la prórroga y los penaltis. A mí me parece muy meritorio que un Madrid «de transición» haya llegado vivo a estas alturas y sin duda tenemos buenas opciones, pero ya dije que no ganar en Madrid sería un hándicap difícil de remontar. Si ya me comí ver al monguer más acabado que Gascoigne levantando una copa mundial amañada con barriles de petróleo (le pusieron una chilaba para dejárselo claro hasta a los más obtusos), es también muy posible que me toque ver a la marica más mala e hipócrita de Europa levantando una Champions como mal ganado premio. Tampoco es que me vaya cortar el apetito que ocurre, pero si por casualidad el Madrid pasara, seguramente me mejoraría el humor durante una buena temporada.

En fin, tampoco me parece un partido para analizar muchísimo sino para verlo y sentirlo. Esperemos que sea una justa digna de la expectación levantada (el árbitro deberá ayudar a eso) y que podamos comentar durante muchos años («¿te acuerdas de cuando el balón le dio en los cojones a BEP?»). Lo mínimo que nos deben estos cabronazos tras dedicarles tanto tiempo y atención es un duelo memorable aunque sea una vez al lustro.